viernes, 24 de abril de 2015

Amor imposible

El Amor es algo que no pasa de moda. Bien se ensalza, se marchita, otras se derrumba, o bien florece cual primavera. Si no se cuida, puede sufrir dolencias a veces incurables. Pero aún cuidándolo, siempre presenta riesgos insalvables, pues bien es sabido, que el Amor es cosa de dos. Es tan sumamente importante el aporte de las mejores voluntades de cada cual, a ese bien común, que de hacerlo bien, dicen que incluso, con la mayor de las epidemias morales, no se conseguiría acabar con él. Claro que, a veces, aún habiendo la mejor de las intenciones, existen amores que son imposibles.

Y es que no hace mucho tiempo, apenas unas semanas, fui testigo de una conversación, que me hizo reflexionar sobre el Amor. Pero, principalmente, sobre amores imposibles, y el desgaste que ello puede llegar a suponer. Así fue como en una tarde cualquiera, Él y Ella, aún a sabiendas que yo era testigo de dicho encuentro, y en el cual se produjo esta conversación, no pusieron medios para que yo no escuchara todo lo que allí dijeron. Dado que el momento lo requería, me puse mis gafas, me acomodé, y presencié la charla desde el inicio...

<"...incluso las historias más bonitas de amor, han llegado a fracasar, a pesar del ímpetu y la voluntad de querer",> le decía Él, que tomaba las riendas de la charla. "Es evidente, que no todo vale en el Amor. Hay amores imposibles, y éste nuestro, lo es, a pesar de que para tí, somos perfectos el uno para el otro, e incluso a los ojos de cualquiera que nos contemple.">

Ella, reacia a aceptar esas palabras, le decía con contundencia; <"...siento un rechazo continuo por tu parte. Justo cuando quiero hablar contigo, y trato de acercarme a tí, tú te alejas. No basta con que me digas que nuestro amor es imposible. Necesito una explicación. ¿Acaso no soy suficiente para tí?.">

Él, le dijo nuevamente. <"Hoy, que volvemos a vernos frente a frente, trataré de explicarte, porqué nuestro amor es imposible. A veces, en la vida, nos volvemos egoístas pensando en nuestro bienestar, y no queriendo ver ciertas realidades, solamente por el simple hecho de conseguir a la persona que pretendemos. Y puedo decirte, que el Amor, el mayor de los Amores, es aquel que surge de manera natural, y no viola los principios de la vida. Has de saber, querida mía, que a lo largo de nuestra existencia, puede ser que encontremos el Amor. Pero solamente uno, y que será único, se convertirá en el más dichoso. Y es que, el mejor tipo de amor, es aquel que despierta el alma y nos hace aspirar a más. Nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente!!!. Y ese Amor, no puede forzarse".>

Ella, dubitativa ante todo lo que Él le decía, y en su afán de resistirse a creer en sus palabras, le contradijo; <"Pero, ¿como es posible, que puedas saber eso?. El Amor que yo siento por tí, lleva todos esos componentes que me dices. Me mantiene viva, me llena de autoestima. Yo Te Quiero, Te Amo, y tengo que estar contigo a cualquier precio. No trates de convencerme de lo contrario, pues entonces tendré que pedirte que me digas, si realmente me quieres o no".>

A todo esto, yo escuchaba atentamente, con ganas de saber donde derivaría aquella conversación....

<"Querer a alguien, no implica Amar a esa persona", espetó Él de manera directa. "No se puede obligar ni forzar al Amor, pues no existe sentimiento más inteligente que ese. Debes tratar de adularlo, cuidarlo, sentirlo en las mismas proporciones que la persona a la cual amas. Y si, después de poner todo tu corazón en ello, ante ese tipo de Amor único del que te hablo, no es correspondido a partes iguales, deberás ser valiente, y dejar que la otra persona se marche".>

Ella, con semblante triste, y con voz entrecortada, le preguntó; <"Cuéntame, ¿Por qué motivo, cada vez que trato de acercarme a tí, solamente veo tu espalda alejarse tras pasos centelleantes?. Yo, linda y agraciada, que el mundo resulta demasiado pequeño para mí. A pesar de mi belleza, mi albor, mis rasgos desiguales y a cual más hermosos. A pesar de eso, y de ser bella para cualquiera que me contemple, ¿sigues pensando que nuestro amor es imposible? Jamás podré entender porqué me dices esas cosas. Creo que llegarás a arrepentirte de no considerar, que sea para tí ese Amor único del cual me hablas".>

"Está bien, trataré de explicártelo de manera que me entiendas....", volvió a insistirle Él:
<"Recuerdo la mañana en que hallé en la corteza de un árbol un capullo, en el momento que el gusano trataba de romper los hilos envolventes, para convertirse en mariposa. Esperé largo rato; pero tardaba demasiado y yo tenía prisa. Necesitaba cuanto antes tener para mí esa bella mariposa, y no quería que pasara más tiempo. Fastidiado, me incliné y quise ayudarlo calentándolo con el aliento. Lo hice de manera impaciente, y el milagro comenzó a cumplirse ante mis ojos, con un ritmo más precipitado que el normal. La envoltura se abrió, el gusano salió arrastrándose y no he de olvidar jamás el horror que sentí al verlo: las alas estaban todavía encogidas, dobladas; con todas las fuerzas de su cuerpecillo el pobre gusano trataba de extenderlas.">

Yo no perdía detalle de lo que Él decía, mientras que Ella, lo miraba con cara de asustada y queriendo saber como continuaba esa historia, a lo que siguió diciendo:

<"Inclinado hacia él, lo ayudaba con el calor de mi aliento. En vano. Una paciente maduración era necesaria en aquel caso, el despliegue de las alas debía producirse lentamente y con el calor oportuno; ahora era tarde. Mi aliento había forzado al gusanillo a que se presentara fuera del capullo, todo arrugadito, antes de término. Se agitó desesperadamente y unos segundos después estaba muerto en la palma de mi mano".>

"Como lo comprendo perfectamente hoy, es pecado mortal el forzar las leyes de la naturaleza. Al igual que en el Amor, no debemos precipitarnos, ni impacientarnos, sino seguir con entera confianza el ritmo eterno".

Ella, ahora sí, perfectamente convencida y habiendo comprendido todas sus palabras, se resignó, y creyó en todo lo que Él le había dicho. No forzaría jamás para encontrar ese Amor único. Y aún sabiendo que era la estrella más hermosa de cuantas había en el cielo, pudo entender, que ciertamente hay amores imposibles. Y para despedirse, le dijo; <"es ahora cuando he entendido todo lo que ha pasado entre nosotros. Es por ello, que solamente deseo que la mariposa adecuada revolotee ante tu vista para señalarte el camino">.

"Así pues, solamente puedo agradecerte que me hayas explicado correctamente los motivos de este amor imposible."  Te deseo que mañana tengas un bonito día, querido Sol."

"Agradezco que me hayas entendido. Hasta el próximo eclipse, querida Luna"....




Imágenes libre en la web.




       

domingo, 19 de abril de 2015

De mayor quiero ser...

Resulta que de vez en cuando, vives situaciones presentes, que te trasladan al pasado, transformando la sonrisa de tu cara. Esos momentos, los vives intensamente, cuando hablas con niños, cuando tienes conversaciones con ellos. Vestidos de la manera más sencilla y llana; con su blusa de amor, sus pantalones de ilusión, y sus zapatos de inocencia. Charlar con ellos, es la mejor manera de sentir la transparencia de la vida, la candidez del ser. Sin maldades, sin gestos deshonestos. Y claro, todo eso te lleva a pensar y valorar como tú eras en el pasado, y como, por impulsos de la sociedad y de la propia vida, te has tenido que ir transformando para enfrentarte a este hábitat y este mundo, que poco se parece al que viviste en tu infancia.

No tengo la suerte de tratar y charlar a diario con niños, pero a la menor oportunidad, me acerco a ellos, trasteo en su confianza, y procuro adentrarme en la conversación. Y es en ese tiempo, justo ese instante, cuando disfruto del momento más puro del día. Desde que les pides un beso, e inofensivamente se acercan a dártelo. Le preguntas cómo se llaman, aún tú sabiéndolo. Cuantos años tiene, a pesar de conocer la respuesta. Tratas de darle continuidad a la charla, animar su ininterrupción, pues realmente sabes, que te traspasará esa inocencia y sencillez que a veces vamos perdiendo por el camino de la vida.

Y claro, también los sometes a las preguntas que antiguamente nos hacían a nosotros; "¿Y tú, que quieres ser de mayor?". < Bombero; Futbolista; Maestra; Policía; Enfermera....> Y le sonríes, pues sabes que solo se trata de una respuesta, no realmente de un propósito real y firme. Aunque, cada vez que eso ocurre, me traslado en el tiempo, y trato de recordar cuales eran mis respuestas. Y claro, se pierden en mi memoria. Busco en mis recuerdos, me revuelvo en mi hemeroteca infantil, y no hallo respuestas claras. 

Pero mientras pienso en cuales eran mis contestaciones a esa pregunta, yo trato de mantener el énfasis en mi conversación con ellos. Y si le insistes en que desgranen su respuesta, para los chicos, ves la evidencia en que buscan el reconocimiento, el protagonismo, el triunfo, pero claro, en su estado más puro y honrado. Coqueteas con su entusiasmo, disfrutas con sus ilusiones ausentes de miedos. Y ni que decir tiene, que asientes con la cabeza ante sus contestaciones. Y tú, ante eso, te conviertes en cómplice de sus sueños, pues no te atrevas nunca a boicotear el sueño de un niño.

Pero en este momento, que aún continúan las respuestas pasadas, ausentes en mi memoria, y en un conato de viaje en el tiempo, tal vez pienso firmemente, que de mayor, quisiera ser como yo.... Y así debería ser. Es decir, que cada cual, de mayor debería ser tal cual es. Sin que nada ni nadie nos cambie en nuestra forma de ver la vida, pues en el objetivo de cumplir tus sueños, está la clave de tu existencia. Que triste sería vivir sin sueños, sean cuales sean; futbolistas, bomberos, maestras, ingenieras...Y si estos sueños cambian, que lo hagas tú. Que nadie los trueque ni varíe por tí.

Y resultan tan distintas las respuestas de las chicas. Siempre buscando el altruismo, la ayuda y generosidad para con los demás. La lucidez de sus respuestas, te lleva a pensar en la gratitud de su corazón. Su ingenuidad te habla a través de su sonrisa, de su calidez y sencillez. Entonces, admiras su pasión, su arrebato por lo verdadero. Y no trates de convencerlas de otras aspiraciones, pues las suyas, son irremplazables. Y si decides escucharlas atentamente, aprenderás lecciones que te harán crecer más de lo que pudieras imaginar.

Y es que cuando se te presenta la inocencia, a través de cualquier niño o niña, sin dobleces, sin matices ni contraprestaciones, es cuando debemos pararnos a reflexionar, si son ellos los que deben crecer, o somos nosotros. Solamente basta con verlos amar a sus familias, a sus amigos y amigas, a aquellos que los tratan bien. El respeto por la naturaleza, los animales, los mayores, los pequeños. Quizás somos nosotros los que deberíamos meternos en su papel más de una vez. Reaprender de ellos mismos y revivir las experiencias por las que pasan día tras día. Esa capacidad de recomponerse y esa gratitud a vivir. Nada mejor que ellos, para que sepas valorar la esencia real de la vida. Amar sin nada a cambio, sin contemplaciones. Solo por el simple hecho, de que forma parte de los corazones limpios.

Por eso pienso firmemente, que cuando sea mayor, quisiera ser un niño... 

Nuria

Nicolás

Alejandro

Paula

Inda


   

viernes, 10 de abril de 2015

Africa llora

El pasado año, en un viaje a América Latina, tuve el trayecto más largo por el momento en avión, en el cual, por la duración del propio vuelo, y por distintos problemas técnicos y climatológicos para el aterrizaje, me hizo estar en el avión más de 20 horas. Me acompañaba una chica, Beatriz, con una dilatada experiencia en cooperación internacional. Y claro, tantas horas de viaje, te dan para charlar de muchos temas. Pero fue uno concretamente, el que me llamó muchísimo la atención. En su estancia en África, concretamente en Malawi, narró la historia de como, junto con otra cooperante, estuvo a punto de ser violada y asesinada por un grupo de personas, en un intento de secuestro. Afortunadamente, y sin ella misma acabar de creérselo, escaparon de aquella situación con vida para contarlo. Escuchar aquello, me dejó sin palabras. Pero claro, me hizo pensar, que a pesar que son situaciones, que posiblemente ocurren a diario, escucharlo en primera persona, marca y deja huella.


Pero lo que aún más me sorprendió, es que no dijo ni una mala palabra de sus secuestradores. Ni el más mínimo rencor. Aludía este sentimiento, a que realmente, la situación que se vive en África, no es precisamente culpa de ellos mismos. Y conocedora de lo que ocurre en el continente africano, o en concreto, de los países más castigados, entablamos una interesante conversación sobre este tema, y de la cual, saqué mis propias conclusiones, en gran parte, asemejadas a las suyas. Aunque discrepamos de una en concreto.

África es un continente con grandes desigualdades, y por consiguiente, eso crea grandes injusticias. Pero no se puede permitir, bajo ningún concepto, mirar a otro lado con todo lo que allí ocurre. Estamos acostumbrados, desgraciadamente, a escuchar noticas crueles en los distintos países, sean en la zona oriental u occidental del continente, que no permanecen en nuestras cabezas, ni tan siquiera el tiempo que tardamos en escuchar la noticia. Es realmente terrible. Los que tienen el poder en esta sociedad, la occidental, la desarrollada, o como queramos llamarla, no paran de poner a prueba a ciudadanos de los distintos países africanos, sobre todo los más marginados. ¿Cómo es posible, que en el mundo que vivimos, haya sequía en gran parte de la población? Además de sin agua, ¿Cómo es posible, que hoy en día, en el mundo que vivimos "permitamos" esa hambruna tan desastrosa, que "silenciosamente" mata a MILLONES de personas al año?. Sobre todo niños. Incluso son utilizados como conejillos de indias, respecto a la resistencia a las enfermedades, cual laboratorio se tratara. Y claro, eso pasa en el mundo que vivimos, porque sencillamente, nosotros vivimos en "nuestro mundo", no en el de ellos.

Decía Beatriz comentando su historia, que realmente en algunos de estos países, la vida no vale nada. No pude estar en más desacuerdo con ella. ¿Para quienes no vale nada sus vidas?. Para nosotros, no para ellos. Para ellos su vida vale tanto como para nosotros la nuestra. Somos nosotros los verdaderos miserables, los que pasamos desapercibido todo aquello, y precisamente es nuestra causa y nuestra falta de compromiso, lo que nos hace ser cómplice de todo lo que allí ocurre. Y cuando digo "nosotros", más que hacerlo en el estricto sentido de la palabra, me refiero con ello a quienes manejan nuestros hilos. Porque, por si aún no te has dado cuenta, somos manejados a interés de unos pocos. Los poderosos. De momento, y por algún motivo, les interesamos o preocupamos, cosa que no ocurre con los habitantes de algunos países del continente africano.

Solamente en África occidental, han muerto unas 12.000 personas a causa del Ébola. Y este dato continua siendo dudoso. En España, hubo un auténtico conflicto social con los casos que tuvimos, donde SOLO murieron dos sacerdotes, y que precisamente venían de atender a enfermos en África. Y claro, con eso teníamos más que suficiente para sentirnos consternados. Es más, si estos casos no hubieran ocurrido a esos dos españoles, la palabra Ébola la hubiéramos tenido asociada a una diarrea o algo parecido. 

Al igual que ocurre con el terrorismo. Pasan desapercibidos los cientos de ataques terroristas que se producen al año en muchos de los países del continente africano. Recientemente, hablamos de esos casi 150 estudiantes de Kenya, porque han sido cristianos, asesinados por musulmanes. De lo contrario, hubiera sido una noticia más. Estos actos terroristas existen, cierto; Pero en gran parte, debido como digo, a las enormes desigualdades allí existentes, que hacen incrementar esos actos violentos. Y no es el terrorismo lo que mata a millones de personas, aunque sí los hace más vulnerables.

Por estas y muchas otras razones, no me creo eso de que en África, la vida no vale nada. De hecho, tendríamos mucho que aprender de ellos. Su valor primordial precisamente es el amor a la vida; De ahí la importancia que le dan a la fecundidad. El poder, los intereses en la venta de armas, los negocios de grandes especuladores, y otras cuestiones fomentadas por los más ricos, son los que ponen realmente en peligro la vida de un pueblo, que con grandes debilidades y enormes penurias, son cada vez más indefensos. Al contrario que el mundo occidental, más preocupados por cosas triviales, y considerando una y otra vez, que lo que ocurre en África es una "molestia" para nuestros oídos y ojos. O peor aún; Nos resulta indiferente.

Ellos, que tienen que transportar a veces diariamente el agua, aprenden el valor de cada gota. Ellos, millones de ellos, que mueren de hambruna y pasan hambre, conocen realmente el significado de esta palabra, aprenden a valorar debidamente la comida y el esfuerzo que supone conseguirla. En cambio, "nosotros", mientras más dinero tenemos, menos valor le damos a las cosas que realmente dan esencia a la vida. Es todo un contrasentido.

Lo cierto y verdad, es que África llora, y ni tan siquiera nos dignamos a darle un pañuelo...



Imagen libre de web.


Imagen de agencia EFE.

     

domingo, 5 de abril de 2015

Allá donde fueres, haz lo que vieres

Hay ocasiones en las que un viaje, te puede ofrecer anécdotas que tardes en olvidarlas. Comentarlas te hará reír, pero lo importante, más que saber salir de ese tipo de situaciones, es tomártelas con humor. La diversión ha de formar parte del viaje, así como de la vida, y debes prestarte a ser objeto de burla, risas, y a la vez, ser cómplice de ellas. 

Hace algunos años, en un viaje a Chipre, sobre la promoción del turismo rural en mi Comarca, participaba en unas ponencias sobre este tema. Tras un viaje agotador del día anterior, los anfitriones trataban de agradarnos lo máximo posible. Y como suele ocurrir en la mayoría de las ocasiones, y en casi todos los lugares, tratan que eso resulte efectivo, a base de comida. Es así, como una de las personas encargadas de la organización, y ya en el aperitivo que ofrecían, una vez acaba la jornada de trabajo, se empeñó en atiborrarme de comida. Pasaba una y otra vez, con bandejas repletas de todo tipo de variedades de alimentos. Una bandeja tras otra. Yo ojeaba disimuladamente lo que me ofrecía, y trataba de seleccionar entre todos "los manjares chipriotas", pues algunos eran extraños para mí a simple vista. 

Ella, Christiana, una chica corpulenta, morena y con grandes rasgos latinos, y con bastante carácter (cosa que descubriría mas tarde), ante mi negativa a tomar algunas de las cosas que me ofrecía, y a pesar de su insistencia, se daba la vuelta, e iba a la cocina a por más, con la intención de sorprenderme. Así fue como, casi a la finalización del convite, pasaron a ofrecer el café. Una pequeña taza, con un café muy oscuro, que se adivinaba bastante cargado y amargo. Pero fue justo antes de dar el primer sorbo, cuando veo venir a Christiana bandeja en mano. Como contenido de la misma, unas bolas irregulares de queso, como si les hubieran dado forma de manera manual. Humeantes, y con unas gotitas de aceite y un poco de romero por encima. Dado que la chica chipriota soportaba la bandeja metálica con un pequeño paño para proteger la palma de su mano, podía intuirse, que las bolitas de queso venían recién hechas y bastante calientes. 

Nuevamente, se acerca a mi para ofrecerme el aperitivo, de manera amable, pero ya con un gesto en su cara, que venía a decir, que "cuidadito" si rechazaba tan apetitoso bocado. Pero esta vez, mi movimiento de cabeza negando la aceptación de la susodicha comida, se lo saltó a la torera, y bolita de queso en mano, sujetada con todos los dedos de la misma, pues se desmoronaba, y casi que haciendo "el avioncito", me hizo abrir la boca para recibir aquel "pegote de queso" caliente. Mis papilas gustativas golpearon mi garganta, mis pupilas comenzaron a dilatarse, pues aquello era como estar literalmente "mamando de la cabra". Christiana permanecía inmóvil, esperando a que diera mi visto bueno a tal manjar, que al parecer, era el plato estrella del evento. Así que cualquiera era el valiente que decía que no. Con una mano sujetaba mi café, así que con la otra, levanté el pulgar como asintiendo. Complacida, sonrió sutilmente, y se giró.

Justo cuando se dio la vuelta, y para aliviar el sabor amargo y desagradable que estaba dejando el queso, por llamarlo de alguna manera, tomé el café de un solo trago, sin apreciar, que el 90% del mismo era poso. Aquella mezcla, con un sabor similar a cualquier cosa jamás probada, provocó una tos, que hacía que la mezcla saliera por nariz y boca, huyendo a una esquina de la sala para intentar recomponerme. A la vuelta, ya una vez solventado tan amargo sabor con un poco de agua, pude comprobar, por las caras del resto, que el sabor a cabra persistía en sus bocas.     

Pero claro, las anécdotas realmente son más divertidas, cuando les ocurre a alguien, y eres testigo de ello. Sobre todo, cuando sus expresiones son de "tierra trágame", o salen con los típicos comentarios de "que no se enteren de esto en el pueblo". Cuando salimos a un lugar desconocido, o cuando viajamos por primera vez, vamos con la cosa de no llamar mucho la atención, o de investigar cada obstáculo e imprevisto antes de hacer o decir algo, para no meter la pata. Recuerdo un viaje a Bruselas, en el Parlamento Europeo, en el cual mi amigo Paulino llenó sus bolsillos de chocolate de la recepción del hotel, tratando de no ser visto. Cosa que no le funcionó, menos aún, cuando a medida que transcurría el día, y en el mismo Parlamento, con una calefacción admirable, el chocolate le salía a chorros a través de los bolsillos de su chaqueta. También, un gesto para "no contar en el pueblo".

Isabel, una chica de unos 16 años, viajaba en avión por primera vez. Asistía junto con otros chicos de su edad, a un encuentro para jóvenes en Riga, la bella capital de Letonia. Sus nervios eran evidentes, y la llamada que me hizo su madre un par de días antes, denotaban el nerviosismo de la chica, y la intranquilidad de la familia a tal aventura. Tratando de calmarla mientras subíamos, ocupó su sitio en el avión, en los asientos delanteros. En su cabeza, se le quedaría grabado únicamente, que a la llegada al aeropuerto, tendríamos que coger de la cinta la maleta que habíamos facturado para todos. Una vez bajados del avión, y ya en la zona de recogida de equipajes, ella miraba la cinta dando vueltas, esperando a que apareciera la maleta. La facturada por todos, apareció, pero ella seguía en la cinta mirando fijamente. Me acerqué a ella, para decirle que ya la teníamos, pero extrañada, dijo que faltaba la suya. Debió pensar, que su maleta de mano, por arte de magia, pasaría del compartimento superior del avión, a la cinta que observaba sin perder detalle. La acompañé al avión nuevamente a recoger su maleta, que estaba a la entrada del mismo, custodiada por una azafata, mientras le decía en plan broma para calmarla, "y tranquila, que no contaré esto en el pueblo".

Pero hace un par de semanas, estuve en Lisboa con unos amigos. Entre ellos, Pepe. Un tipo peculiar, buena persona donde los haya, y curioso, muy curioso. Lo pregunta todo, y todo le resulta sugerente. Desde un chico negro vendiendo cd´s en la calle, al sabor de la cerveza portuguesa, o a como cocinan el arroz. Todo le resulta atractivo y estimulante. Él estaba encantado con su estancia en Lisboa, y ya el domingo desayunando en el hotel junto a su mujer, me siento frente a ellos, y me pregunta; "¿Oye Jesús, a ti te han llamado esta mañana por teléfono desde recepción, para preguntarte si estaba todo bien, y si habías pasado buena noche?". Lo miro asombrado, y le digo que no me han llamado, y además, que no es lo habitual. A lo que me contesta; "Claro, eso pensé yo en un principio. Pero mientras estaba en la ducha, llamaron al teléfono, y lo cogió Luisi. Le preguntaron eso, y claro, le dijimos que habíamos dormido muy bien, y que estábamos estupendamente. A la misma vez, pensé, que quizás era un poco temprano para haber llamado. Y claro, como tengan que preguntar a todas las habitaciones por igual....?" .

Yo realmente seguía dudando, al menos, no conocía esa "gentileza" en algunos hoteles portugueses. Pero tal era la insistencia de Pepe y Luisi, que mi cabeza daba vueltas sobre si el turismo portugués, se estaba volviendo tan elegante y educado. A lo que Pepe, acto seguido, vuelve a preguntarme; "Por cierto Jesús, te quería preguntar otra cosa. ¿Tú sabes para qué hay en la ducha una cuerdecita colgando? Es que pensé que sería el extractor del baño, y tiré dos veces hacia abajo, pero aquello no arrancaba!!.

"Esa cuerdecita, Pepe, es para hacer uso de ella en caso de emergencia. Ahora entenderás, por qué han llamado a tu habitación esta mañana. Pero no te preocupes, que esto no lo diré en el pueblo. Lo contaré en el blog...".







Lisboa. Marzo de 2015. Fotografías de Jesús Apa.