viernes, 27 de febrero de 2015

El valor de la Amistad

Si existen cosas preciadas en esta vida, una de ellas, sin lugar a dudas, es la Amistad. Todo el mundo tiene amigos, y presume de tenerlos en el momento que se presenta para ello. Para cualquier persona, la amistad es un preciado tesoro, y nuestros amigos son los mejores con mucha diferencia. Aunque yo soy de los que me gusta atender bien en esas conversaciones, en las cuales se habla y realza el valor de la amistad. La gran mayoría de las veces, estas conversaciones radican en escuchar los planes que se tienen con "los colegas" para hacer múltiples actividades y planes, y sobre los cuales conservar en nuestra memoria por mucho tiempo. Casi que en exclusividad, hoy en día, hablar de amigos, va asociado al hecho de compartir momentos que se van a prestar a ser divertidos.

Una de las cosas que suelo observar repetidamente, es la variedad de amigos que tiene la gente con las cuales me mezclo en ese tipo de conversaciones. Y aquí descubro, que vienen siendo las mismas amistades desde hace años. Decenas de años; digamos que son las amistades que se vienen arrastrando desde la infancia.  Hablo de manera general, por supuesto. A estas amistades, podemos decir que las conocemos perfectamente, tanto sus virtudes como sus defectos, y están ahí, día tras día, acompañándonos en todo cuanto planeamos hacer, jornada tras jornada, o evento tras evento. Me atrevo a decir que todos tenemos esa configuración de amistad creada, los cuales giran en círculo a lo largo de nuestra vida, o mejor dicho, permanecen en un círculo alrededor nuestro, y en el cual, a veces, no llegamos a traspasar en ningún momento, estando metidos permanentemente en ese círculo.

Desde mi punto de vista, amistad y amor, este último en la faceta que sea, dan sentido a nuestro ser, y quizás sea la manera más sana de retro-alimentar nuestra autoestima. Pero no soy de los que comparte eso de que los amigos son para siempre, o dicho de otra manera, no creo que debamos estar por siempre con las mismas amistades, y cerrarnos a descubrir otras nuevas a lo largo de nuestra vida. Porque en esas muchas conversaciones que antes mencionaba, es precisamente una de las muchas cosas que observo. La mayoría de las personas se centran en mantener esas amistades, a veces ya rancias o estancadas, teniendo una vida lineal en este sentido. Y si por cualquier motivo, una de esta amistades "se les escapa" o se distancia, la frase más escuchada en referencia a ello es; "apenas si hablamos y nos vemos, pero cuando volvemos a coincidir, es como si no hubiera pasado el tiempo y como si nos viéramos todos los días". Eso es evidente, y más aún cuando nos limitamos a, llegado ese momento, hablar de cosas pasadas y recuerdos de historias que vivimos juntos en su día. Pero es para pensar, cuando eso ocurre, que ya solamente existe "pasado" en esa amistad que nos negamos a perder.

En parte estoy de acuerdo con esto, pero precisamente ocurre, porque esa amistad, por un motivo u otro, no la hemos alimentado como se debiere. Porque esta hay que alimentarla de manera continua, al igual que el amor. No puedes hablar de otras cosas que no sean las triviales, con una persona, que aunque fuera incondicional para ti en el pasado, has perdido de algún modo la perspectiva sobre su forma de ser o pensar. Ni que decir tiene, que la vida va cambiando para cada cual, y sobre lo que ayer pensabas de una manera, hoy puede ser otra cosa totalmente distinta. Porque, ¿quien puede negar que pensamos de manera distinta a hace unos años sobre el amor, la familia, la política, o incluso sobre la vida en general?. Pues es por ello, que el concepto de la amistad cambia con el paso del tiempo, y con ello, también cambian las necesidades que se "exigen" para esa amistad.

Por distintos motivos, las principales personas que llenan mis espacios de amistad, son personas que he conocido en la última etapa de mi vida, sin querer decir esto, ni mucho menos, que no conserve esa "típica amistad" de mi infancia. Además, son las amistades que generan más consolidación en el momento que se afianzan. Es cierto que todo esto depende de las circunstancias de cada cual, pero el no llevar una vida "condicionada y estipulada," socialmente hablando, me ha permitido conocer a tanta gente en mi vida, como la que me ha acompañado a lo largo de mi infancia y adolescencia. Y claro, cuando eso te ocurre, el trato que le das a esa amistad es bastante distinta, principalmente porque algo has aprendido sobre este concepto con el paso del tiempo. 

Resulta que por circunstancias de la vida, y tengo aquí que decir, que gracias a los viajes, he ido conociendo a gente importantísima para mi. Personas, a las cuales puedo considerar muy buenos amigos, y con los cuales, a pesar que puedan vivir en la otra punta del mundo, hablo continuamente con ellos, a veces, incluso más que los que viven a apenas dos manzanas de mi casa. Podría resultar incluso extraño, pero está claro que la confianza la hace el roce, pero sobre todo, el hablar de cosas profundas o importantes para tu vida, dado que muchas veces, tus amistades de toda la vida, acaban convirtiéndose en "compañeros de diversión", y hasta te resulta difícil trasladarle tus preocupaciones, tus miedos, o tus alegrías, porque están asociados a otros temas menos transcendentes. Afortunadamente, siempre dentro de estos grupos, mantenemos esas personas que son incondicionales, tanto para una cosas como para otra, y es precisamente a esas a las que hay que cuidar, pues el "filtro" está hecho, y es por algo.

"Los latinos", principalmente los españoles, somos de presumir de tener muchos amigos. Enormes grupos, y más ahora con esto de las redes sociales, en los cuales, dejamos un mensaje tras otro; bien sea escrito en esos grupos creados tecnológicamente, o bien cuando coincidimos y lo hacemos en persona. Muchísimas veces, se trata de un grupo consolidado, de hace muchos años, y con unas características muy comunes al grupo que está compartiendo mesa enfrente de nosotros. Somos los más simpáticos, los más competentes, y los más encantadores del resto de grupos. Y ahí estamos, semana tras semana, fiesta tras fiesta, o ya con el paso de la edad, de encuentro social tras encuentro social. Y como digo, sobre todo, la gente latina, somos muy dados a tener una estructura creada y cerrada respecto a eso.

Pero mira por donde, aquí sí que tengo que dejar una opinión clara al respecto. Soy de los que piensan, que a medida que vamos pasando etapas en la vida, a los amigos hay que cuidarlos, y hay que hacerlo con tesón. Pero hablo de la amistad propiamente dicha. Aquella, que con el paso de los años, va adquiriendo otro significado para tu vida. Y además, estas amistades no pueden ser excesivas, puesto que tu tiempo para cuidarlas va siendo más limitado. Familia, trabajo, viajes, etc..van ocupando un tiempo cada vez mayor en tu vida, y resulta que esas amistades, podrían volver a convirtiéndose en el tópico de amigo de la infancia del cual hablaba anteriormente. A pesar que tu situación personal cambie, has de saber cuidar a aquellas personas que merecen la pena. 

No renuncies a viajar, solo o con pareja, pues los viajes pueden regalarte más cosas de las que crees. E incluso si lo haces acompañado, ábrete a aquello que te atraiga conocer. Entrométete en todo cuanto puedas, porque nunca se sabe donde puedes encontrar esa amistad incondicional, que te aportará cosas distintas, aún siendo de un país y cultura distinta a la tuya. Y si eso te ocurre, utiliza tu experiencia adquirida en estos valores, para esa amistad saber apreciarla, cuidarla, y mantenerla a lo largo de tu vida.

Quien me iba a decir a mi, que hace 5 años, conocería a un finlandés en Estonia, totalmente distinto a mi carácter y mi forma de ser, y con el cual, años más tarde, sea una persona importantísima de mi vida. Que hablamos y compartamos miles de confidencias, consejos, planes, y que incluso, haya llegado a ser una persona tremendamente influyente en mis decisiones. Alguien al cual, no hubiera conocido de no haber sido por ese viaje, de no haberme abierto a ello, y sobre todo, de no haber mantenido y cuidado continuamente esa gran amistad, que entre otras cosas, me ha llevado a ser padrino de su hija. Esa amistad, que incluso convierte a esa persona en llegar a formar parte de tu familia como uno más!!.

Las amistades más difíciles de mantener a causa de la distancia, resultan ser las más fuertes y sinceras. 











   Mikki Pajaanen. Año 2013 y 2014. Fotografías propias.






viernes, 20 de febrero de 2015

Comer con hambre

Las recomendaciones que recibes a la hora de visitar algún lugar desconocido, suelen ser muy diversas, en función de lo que quieras buscar. Tranquilidad, ocio, sol y playas, deporte de aventuras, o hacer turismo puro y duro. Pero en todas y cada una de las modalidades, siempre surge la misma pregunta; "¿qué tal se come en ese lugar?". Cada país tiene sus particularidades en lo que a la gastronomía se refiere. Yo personalmente adoro la comida de mi país, de España, aunque también siento gran predilección por la comida portuguesa e italiana, sin menospreciar la comida de Latinoamérica. Pero también es cierto que lo atractivo de visitar un país radica en probar lo desconocido, lo atrevido, incluso lo exótico o prohibido.

Cada vez que pienso en alguna ciudad visitada de los distintos países, se viene a mi cabeza la gastronomía que allí degusté. Desde las costumbres, los horarios, las especias utilizadas, y las bebidas que se acompañaban con los platos típicos del lugar. Pescados, carnes, frutas, verduras, jugos. Desde las carnes más insólitas, como oso, caballo, canguro, reno; a las especies más exóticas, como serpientes, cocodrilos, y otras especies difíciles de ingerir si no es por pura curiosidad. Incluso puede resultar mucho más atrevido y excitante, decir que has comido carne de tortuga a el hecho de hacer puenting. 

Esta semana han llegado a mi cabeza diversas reflexiones sobre la manera de viajar. La mía, en concreto, suele ser la más clásica. Sitios por norma general turísticos, seguros, y altamente desarrollados, en los cuales, ciertamente de lo único que me preocupo es de trivialidades. Procurar acertar con la ropa con la cual salgo a la calle, respetar en la medida de lo posible los horarios para comer, que no me cobren demasiado por las consumiciones, o que la cerveza esté lo suficientemente fría para apagar mi sed. Y es así de simple; preocupaciones básicas. Viajas, o mejor dicho, viajo, con preocupaciones "miserables". Y quizás deba plantearme a veces otro tipo de viajes, al menos por el hecho que mi concepto de viajar cambie, y si realmente lo hago para conocer mundo y aprender de él, que lo realice en todas las consecuencias y a todos los niveles.

Resulta que esta semana un famoso futbolista se ha tatuado en su cuerpo 50 nombres de personas desconocidas. En la celebración de un gol, se ha despojado de su camiseta, y ha mostrado a las cámaras y al público allí asistente los 50 nombres, escritos en tinta sobre su torso. "Unicamente" se trataba de una campaña contra el hambre en el mundo. Pero es que solamente eran 50 nombres, de los 805 millones de personas que pasan hambre en todo el planeta. Lo triste de todo esto, es que ha conseguido "poner de moda" el hambre en el mundo por unos pocos días. Será "trending topic", y desgraciadamente en un tiempo determinado, pues todo lo que ocurre en nuestra sociedad hoy en día, para bien o para mal, dura un corto periodo de tiempo.

Pero aún es más sobrecogedor, ponerte a buscar información sobre ello, y comprobar que el planeta está preparado, y tan solo a través de la agricultura, a abastecer más del doble de lo que la población mundial necesita. Pero leyendo las estadísticas, resulta que esa cifra, esos 805 millones de personas que pasan hambre en el mundo, ha disminuido significativamente en las tres últimas décadas. Más allá de resultar un indicador positivo, mi lectura es que, evidentemente, son menos millones de personas las que pasan hambre en el planeta, porque sencillamente, la diferencia en número a los que había hace 30 años, están bajo tierra. Nada o poco se hace para evitar eso.

Como anteriormente comentaba, la mayoría de mis viajes han sido a países en los cuales mi estado estaba activado en modo "turista", sin ir más allá de ese estereotipo. Solamente quizás, he estado lejos de ese estado en mi visita a Latinoamérica, concretamente en Uruguay, y porque tuve la oportunidad de recorrer todo el país, desde sus zonas más prosperas, hasta las más vulnerables. Y eso, que a pesar que en el "mapa del hambre", Uruguay se encuentra en la zona "moderadamente baja", entre un 5 y 14,9 % de personas subnutridas con respecto a la población total, para el año 2013. Pero lo más triste de todos estos datos y estadísticas, es que exista un "mapa del hambre". Debe resultar vergonzoso e incluso indignante para aquellas personas, que tienen que trabajar en buscar la información necesaria para elaborar este mapa. ¿En qué miserable mundo vivimos?!!!. 

Tan devastador y desmotivador es, que hablemos del hambre en los medios solamente cuando un futbolista a través de su gesto, consigue "ponerlo de moda". Y es cierto que nos olvidamos de todos esos datos y estadísticas cuando esas noticias se enfrían, incluso solo están en nuestra memoria de manera fugaz, saliendo rápidamente de ella. Dado que nuestro sistema inmunológico es sumamente egoísta, nuestra voluntad de compasión desaparece "al primer bocado" sentados en la mesa. Alimentamos nuestro cuerpo, intentando cumplir los horarios, con nuestros respectivos "homenajes" en el fin de semana. Si algo se sale de lo normal, y nos saltamos alguna comida o ésta, se produce unas horas más tarde de lo habitual, nuestro mal humor es manifiesto, y nuestro ánimo se vuelve irritante. 

Resulta que estamos tan poco familiarizados y solidarizados con la causa del "hambre en el mundo", que ocurre como en las campañas de la Dirección General de Tráfico, que tu trauma dura el tiempo que tarda en venir otro anuncio o campaña publicitaria, para nuevamente, vivir tu vida con tus propios hábitos como si nada de aquello hubieras visto. Entonces tu pie vuelve a soltar el freno, y aceleras sin más, olvidando todo aquello que han intentado transmitirte esas duras imágenes.
Lejos de todo esto, y aún en la opinión de que mi solidaridad con el hambre necesita mejorar muy mucho, hubo una anécdota que sí cambió ciertas cosas en mí, o al menos, se despertaron en mí algunos sentimientos acompañados de tristeza, dolor y compasión.

Ocurrió en Montevideo el pasado año, en un famoso restaurante de la capital uruguaya, donde, un sábado por la noche, cenando un asado y algunas otras comidas típicas del país, junto con el vino recomendado por la "casa", y justo antes de cerrar, aún con clientes dentro del local, entraron dos jóvenes de no más de 25 años cada cual. Uno de ellos, empujaba la silla de ruedas que sustentaba al otro. El que iba de pie, abrió ambas puertas de la entrada, empujó a su compañero, y sin mediar palabra, comenzaron a comer los desperdicios restantes que aún estaban en los distintos platos, que los camareros habían retirado a la barra. Restos de carne, huesos por rebañar, sobras de pan...todo aquello cuanto pudieron encontrar a su paso. Los clientes allí presentes, guardamos silencio. Los dueños del local, mostraron respeto ante tal hecho. De pie frente a ellos, impasibles y contrariados, pero lejos de recriminarles tal actitud, esperaron a que finalizaran tan indigno pero urgente gesto para ellos. Una vez acabaron con las sobras de comida, salieron del local, mostrando con sus ojos agradecimientos ante el "respeto" que les mostramos.

Ha sido la primera vez en mi vida, que realmente he visto a alguien "comer con hambre"... 





Fotografías de WFP. Programa Mundial de Alimentos.

viernes, 13 de febrero de 2015

Ni rastro de Grey

Me suele pasar cuando preparo un viaje, que llego al inicio de éste terriblemente agotado. Tratas de dejar las cosas preparadas en el trabajo, y finalmente acabas haciendo las maletas a última hora y con estrés. Pero del mismo modo, la recompensa cuando estás sentado ya en el interior del avión, es irremplazable. Este último verano, tras venir de un largo viaje y estar una semana poniéndome las pilas intensamente en el trabajo, de nuevo tocaba otro viaje, esta vez de ocio, y así fue como llegué exhausto para coger mi vuelo desde Sevilla a Roma, y de ahí rumbo a la Toscana, donde pasaría unos días de descanso.


Era Septiembre y el calor sevillano aún era palpable desde bien temprano. El avión estaba casi al completo, y rápidamente traté de acomodarme en mi asiento para poder descansar, y el asiento libre a uno de mis lados me permitiría ir más cómodo. En estas que justo antes de despegar y ya casi a punto de dormirme, viene la azafata acompañando a un matrimonio de personas mayores, y me dice; "disculpe señor, pero hemos tenido un problema con la asignación de asientos de estos señores; ¿le importaría dejarle su lugar a ellos y ocupar la plaza que tenemos en primera clase?". Ni que decir tiene que el cambio era de lo más apetecible, así pues, al poco estaba sentado en un espacioso asiento, con almohadas y todas las comodidades para procurar mi vuelo mucho más confortable.


Pero no pude por ello evitar observar, que a mi lado iba sentada una atractiva mujer, de no más de 40 años. Me llamó la atención su gran belleza; morena, ojos claros y realmente muy llamativa para cualquiera. En una de mis miradas, ella no apartó la suya, y me saludó. El vuelo seguía su curso, y empezamos a entablar conversación. Su mirada era provocadora, pero a la vez me resultaba agradable. A medida que continuaba la conversación, su atractivo causaba aún más efecto en mí. Parecía como si me estuviera embrujando, y lo peor de todo, es que ella se daba cuenta de tal hecho. Sus gestos y miradas suscitas buscaban las mías soslayas. Así averigüé que era ejecutiva de una reconocida empresa, y que pasaría unos días en Roma. Yo quería sacar cuanta información pudiera, pero sobre todo mi interés radicaba en saber sobre su vida sentimental, de la cual ella evitaba a toda costa hablar ante mis sutiles preguntas.


El vuelo estaba acabando, y maldecía para mis adentros que llegara a su fin sin poder pasar más tiempo con esa increíble mujer. No paramos de hablar en todo el trayecto, y eso me hizo entender que ella debería sentirse cómoda con tal hecho, por no decir atraída o interesada de algún modo por mi, al igual que lo estaba yo de ella. Siendo los primeros en bajar por la escalera, pude comprobar aún mejor su belleza. Llevaba un vestido negro, un pañuelo blanco alrededor de su cuello escondiendo su escote, y unos zapatos negros con pronunciados tacones, y colgando de su brazo, un bolso de color claro de una conocida marca. Me preguntó si me esperaba alguien en la terminal. Le dije que no, que pasaría el día en la ciudad, a lo que me dijo que estaría encantada de llevarme al centro, ya que tenía su vehículo en el parking. Encantado con tal hecho, subí a bordo de un precioso Mercedes deportivo, de color negro, y salimos hacia el centro de Roma.

Por algún motivo, y al contrario que me ocurrió en el avión, empecé a sentirme un poco nervioso. Ella continuaba hablando de manera natural, pero yo empezaba a sentirme cohibido. De repente estaba en un coche, con una desconocida, por la cual me sentía increíblemente atraído. Trataba de recomponerme para solventar mi nerviosismo y que ella no lo notara. La observaba y notaba su seguridad. Ahora sus ojos iban tapados por unas gafas de sol, no así su pronunciado escote, que tras quitarse el pañuelo que llevaba, adivinaban unos pechos grandes y firmes. Mi excitación iba en aumento, y creo que ella estaba siendo consciente de ello. De repente, puso su mano sobre mi muslo, y mirándome me dijo. "Pareces cansado; creo que te vendría bien tomar algo conmigo antes de despedirnos. Mi apartamento está a solo una manzana de aquí". Asentí con la cabeza, al mismo tiempo que ella hacía un giro con el volante para entrar en un parking subterráneo.

Mientras subíamos en el ascensor, ella continuaba hablando para darle naturalidad a la situación, pero yo ya estaba seguro que algo estaba a punto de ocurrir. Entramos en un lujoso apartamento, con un mobiliario blanco y negro, cuadros y adornos de múltiples colores que completaban el diseño. Un enorme sofá de piel de color blanco presidía el salón, que se conjuntaba con una preciosa cocina americana totalmente equipada, y al fondo dos puertas que parecían ser el dormitorio y el baño. "¿Te apetece una copa de vino mientras me pongo cómoda?. Moví mi cabeza afirmativamente. Fue hacía la cocina, sirvió dos copas de vino, y mientras venía con ellas en la mano, sonreía. Me ofreció una de ellas, se acercó, y me dio un tímido beso en la boca. Volvió a mirarme, y acercó nuevamente su boca para besarme, estaba vez entrando dentro de la mía con su lengua. Pudo notar mi tensión, y antes de alejarse para dirigirse a su habitación me dijo, "trata de disfrutar del momento y haz que yo disfrute tanto como tú". Desapareció en el interior de su dormitorio, no sin antes dejar la estancia a media luz, solamente con una pequeña lámpara que apenas iluminaba el salón.

Mientras esperaba a que saliera del dormitorio, pensé por un momento que estaba metido dentro de una historia como la famosa trilogía de "50 sombras de Grey". Entonces, abrió la puerta para salir del dormitorio, y mis piernas temblaron cuando la escasa luz permitía ver su figura dirigiéndose hacia mi., en ropa interior de color oscuro, y andando sobre los zapatos de tacones que no se había quitado. Sin decirme nada más, empezó a besarme , apretando con sus manos mi cabeza y frotándola suavemente, entrelazando mi cabello con sus dedos. Mis nervios eran evidentes, y susurrándome al oído me dijo; "demuéstrame qué sabes hacer"!!. Pensando que no se presentan ocasiones como éstas, llevé mis manos a su espalda y tiré del broche del sujetador, apareciendo ante mi unos pechos aún más hermosos de lo que había podido imaginarme. Empecé a tocarlos suavemente, para luego apretarlos hacia arriba, sin que me cupieran en las manos, y bajé mi cabeza para chupar sus pezones, mientras que ahora mis manos bajaron para tocar su sexo por encima de su braguita. Ella suspiró cuando apreté mi mano derecha contra su entrepierna. Pasé mis manos a sus nalgas, la cogí en peso, y la subí encima de la barra de la cocina, colocando su trasero en el borde de la misma.

Con mis manos, la desplacé delicadamente hacia atrás, y empecé a pasar mi lengua por su cuello, para bajar nuevamente hacia sus pechos, en los cuales me recreé un buen rato. Mordía sus pezones y apretaba un pecho contra otro, hasta que mi boca empezó a descender. Como si supiera qué iba a ocurrir, comenzó a gemir y a levantar la ingle insinuándome donde debía llegar. Con mi boca encima de su tanga, y mis manos, una en cada seno, comencé a darle pequeños bocaditos por encima de las bragas. Su olor me indicaba que estaba excitada, y por supuesto mojada. Bajé mis manos para apartar la tela de sus braguitas, y comencé a chupar su sexo, emitiendo un pequeño gemido de placer. Disfrutaba, y eso me empujaba a seguir lamiendo sus genitales, y ahora con los dedos de mi mano derecha exploraba su clítoris, mientras con la otra mano seguía apartando su minúscula braguita.

Sus gemidos iban en aumento, y sus piernas comenzaban a ponerse en tensión, cosa que percibía con cada paso de mi lengua, que se convertía en una fuente de fluidos que mojaban mi boca. Casi haciéndome daño con la presión que ejercía con sus piernas a cada lado de mi cara, erigió su cuerpo hacia adelante, y sujetando mi cabeza contra su sexo, emitió un pequeño grito de placer y suspiró profundamente. Con las manos aún agarrando los pelos de mi cabeza, tiró hacia arriba de mí, y metió su lengua en mi boca. Volvió a mirarme, y me forzó a bajar mi boca hasta sus pechos, que noté duros y erizados. Los chupé nuevamente, completamente excitado, y volví a estrujarlos con mis manos. Alzó mi cabeza hacia ella y me preguntó si quería tomar algo. "Agua", le dije, "necesito agua muy fría". Sonrió, y bajó de la barra de la cocina para dirigirse a la nevera. Mientras miraba su trasero casi desnudo por su minúsculo tanga, comencé a desvestirme completamente aceleradamente deseando proseguir.

Puso hielo en un vaso, lo llenó de agua del grifo y se dirigió nuevamente hacia mí, que la esperaba completamente desnudo en el mismo lugar. Antes de ofrecerme el agua, bebió del mismo vaso, para luego sacar con sus dedos un hielo y entrarlo en su boca. Me ofreció el resto de agua y empezó a bajar por mi torso chupando mi cuerpo con su boca fría. Así hasta que llegó a mi pene, que metió dentro de su boca, no sin antes escupir el hielo que tenía aún dentro de la misma. Su lengua fría me excitó aún más, y empezó a chupar mi pene mientras sostenía mis genitales con una de sus manos. Su lengua recorría mi miembro suavemente, para entrarlo en su boca hasta lo más profundo y follarme con ella. Dejé el vaso encima de la barra, y la atraje hacía mi. Volví a tocar sus pechos, metí mi lengua en su boca, y la llevé hasta el sofá, donde al llegar me pidió que me sentara. Se puso de rodillas frente mi pene, y mientras con su boca me masturbaba, con sus dos manos recogía su pelo con un coletero. Así estuvo largo rato, hasta que le pedí suplicadamente que me follara.

Se levantó, bajó sus braguitas sacándola a través de sus pies por encima de los zapatos, que no se quitaría. Puso sus rodillas sobre el sofá, a un lado y otro de mi, dejándome debajo de ella, cogió mi pene y se sentó sobre él metiéndolo en su interior suavemente, hasta que, estando dentro por completo, empezó a cabalgarme, primero despacio, y seguidamente de manera enérgica. Yo tocaba sus pechos con mis manos, los apretaba y masajeaba fuertemente. Ella gemía a cada embestida, daba gritos de placer, y poniendo sus manos sobre mi pecho, comenzó a acelerar el ritmo. Subía y bajada de mí, notando que cada vez estaba más humedecida, cosa que facilitaba la penetración. Empezó a mover su culo hacia mí, como golpeando mi pene con sus ingles, hasta que de un golpe rápido y seco, empujó su cuerpo todo lo fuerte que pudo hacia delante, gritó fuertemente de placer mientras mojaba toda mi entrepierna.

Me quedé un rato inmóvil, viendo su cuello tenso echado hacia atrás y apreciando sus pechos más duros y firmes que momentos antes. Pero rápidamente reaccioné, y sin sacar mi pene de sus adentros, la giré, y fui yo quien me puse encima de ella, con mis rodillas clavadas en el suelo. Y empecé a dar golpes suaves con mis caderas hacia sus adentros. Poco a poco iba acelerando mi ritmo, viendo como mordía sus labios y tapaba su cara con sus brazos, mientras que los míos la atraían hacia mi, mientras agarraba con mis manos sus muslos. Cada uno de mis golpes, era precedido por un pequeño gemido, que iba en aumento en función de la velocidad del movimiento de mis caderas. Así estuve un largo tiempo, hasta que iba notando que ella volvía a querer llegar al orgasmo, diciéndome, "esta vez quiero que acabemos los dos a la vez".

Mi excitación era total, más aún cuando con sus manos tocaba sus propias tetas y las llevaba hacia su boca para chuparlas. Mi torso estaba empapado de sudor, y ya comenzaba a fatigarme. Mis rodillas estaban completamente doloridas, y necesitaba concentrarme para llegar a mi orgasmo. Ella en cambio, me indicaba que estaba a punto de hacerlo. "Vamos, fóllame fuerte y córrete conmigo". Seguía mis embestidas, aún más fuertes si cabe, cerrando mis ojos para poder concentrarme, abriéndolos de manera intermitente para contemplar mi pene entrando dentro de ella. Tenía que conseguir correrme, pues el dolor de mis rodillas era cada vez mayor, pero ella gemía cada vez con mayor intensidad. Quise aflojar mi ritmo, pero no me dejó. En uno de mis golpes continuos de cadera , me rodeó con sus piernas, me apretó hacia ella, y con su boca mordió su mano no sin antes lanzar un grito sonoro de placer. Ya no permitía que yo siguiera moviéndome, ni tan siquiera para aliviar mi dolor de rodillas. Se incorporó para agarrar mi cuello y llevar mi boca nuevamente hacia sus tetas. 

Mi corazón latía a mil por hora, y mi cara sobre su pecho delataban lo mismo de ella. De repente, me alejó de ella poniendo sus manos sobre mis hombros preguntándome; ¿café o té?. La miré contrariado, diciéndole con una sonrisa; "quiero otra copa de vino!!!". Sacudiendo mi hombro suavemente, volvió a decirme, "señor, ¿qué desea, café o té?. Alcé la vista, y contemplé a una azafata sonriente a la espera de mi respuesta, diciéndole casi sin pensarlo, "agua, necesito agua muy fría". Me incorporé un poco en mi asiento, para aliviar la presión que sentía en las rodillas a causa de la estrechez del espacio, miré a mis alrededores para ubicarme y darme cuenta de donde me encontraba, me observé a mi mismo, y entonces pude comprobar que allí no había "ni rastro de Grey...."


Imagen libre en la red.


viernes, 6 de febrero de 2015

Sweet time


Igual resulta que me estoy convirtiendo en un fanático de conocer personas interesantes. A veces, donde menos te lo esperas, sin necesidad de realizar ningún viaje. Unas veces es por intuición; otras porque tienes que realizar alguna actividad, curso o jornadas, y esa persona va “metida en el paquete”. Basta con querer saber, para rápidamente percibir que vas a aprender algo sugestivo de esta persona, a pesar de ser una desconocida. O bien, para darte cuenta, que con una simple conversación, puedes entender cosas que antes te pudieran parecer impensables. Esta historia no forma parte de ninguno de mis viajes, sino que forma parte de algo a lo cual deberíamos enfrentarnos alguna vez en la vida, más pronto que tarde. Es la historia del viaje de una persona que iniciará una aventura hacia su propio interior.

Hace año y medio salí de casa para emprender un viaje de cooperación internacional a Uruguay. No sabía a lo que me enfrentaría, y realmente medité mucho realizar esta tarea. Una de las cosas que más me disgustaba era estar totalmente desconectado y sin teléfono con mi entorno y familia por espacio de un mes. Ahora es evidente que me parece una tontería, pero es cierto que nos hemos acostumbrado a depender en demasía de una sociedad, que en verdad no te necesita para nada. Es cuando pasada esa "aventura", te das cuenta que a quienes nos necesitamos realmente es a nosotros mismos, ya que a veces nos centramos demasiados en estar "metidos" en la rueda social y estipulada de esta vida. Preocupados por querer seguir unos patrones que te convierten en un granito de arena de una playa inmensa. Quizás seamos siempre granitos de arena para cualquier persona del planeta, pero no estaría mal ser únicos para nosotros mismos.

Cuando la protagonista de esta historia me contó en que consistiría su particular exilio y por qué razón lo haría, me quedé realmente sorprendido. Su retiro consistiría en estar durante diez días en un lugar alejado de todo, donde realizará una técnica de meditación que tiene sus orígenes en la India hace más de 2.500 años. Se trata de un retiro intensivo, en completo silencio, sin poder hablar con absolutamente nadie. Dedicando entre 8 y 10 horas a la meditación, desde las 4 de la mañana, y convirtiéndote por unos días en vegetariano. Esto favorecerá el buscar tu purificación mental.

En su explicación me comenta; "Resulta que en nuestra vida vamos muy rápido. Tenemos muchas distracciones y siempre estamos saliendo afuera. Con el silencio que allí se tiene, uno consigue escucharse a sí mismo. No se puede leer ni escribir, ni tener ningún contacto con el mundo exterior, pues este hecho te haría salir fuera de ti". Después de esta explicación, a cualquiera le podría resultar algo sencillo, pero reflexionando bien sobre ello, creo que es una experiencia realmente dura, pero a la misma vez fascinante. Levantarte y la "única" preocupación es ocuparte de ti mismo, de tu cabeza, tu mente, conocer tu silencio. Porque, ¿realmente solemos "escuchar" nuestro propio silencio sin que cualquier cosa del día a día lo interrumpa?. Creo que deberíamos realizar esta práctica mucho más. 

Y continua diciéndome; "Con tantos días de retiro, la mente trabaja y se engancha a un tema tras otro. Puede resultar duro, pero al final uno acaba observando sus propias dinámicas mentales. Cada cual tiene la experiencia que necesita, convirtiéndonos en nuestros propios maestros. Consiste en favorecer la experiencia introspectiva". Es la vida contemplativa, pienso yo. Pero, ¿realmente los que vivimos en este mundo acelerado y desordenado nos podemos llegar a plantear eso?. Si lo piensas bien, puede dar incluso pánico!!. Estar con "uno mismo" durante tanto tiempo no es algo habitual; creo que puede resultar agotador.

Pero resuelve mis miedos diciendo; "Realizar esta práctica es como pasar por un túnel de lavado mental. Se agudizan los sentidos. Estás en atención plena. El hecho de estar ocupado de uno mismo, sin contacto ni conversación con nadie, hace que todo lo que nos embota del día a día desaparezca. Es una experiencia total. Estamos como ser humanos y punto!!". Es justo con esto último, cuando me doy cuenta en qué "grado de ser humano" nos encontramos en esta sociedad. Cuantísimos valores vamos perdiendo en el transcurrir de los años. Sin lugar a dudas, nuestra mente permanece más dormida que despierta, aturdida y anestesiada, centrada en lo que nos impone la sociedad. Ocupada con el día a día, con subsistir y sobrevivir. Solamente nos ocupamos de nosotros mismos cuando descansamos del trabajo o de cualquier otra tarea cotidiana, y a veces ni eso.

No digo que vayamos a realizar forzosamente esta experiencia o este tipo de retiros, pero sí quizás pudiéramos ocuparnos más de nosotros de alguna manera. Conocernos a nosotros mismos es algo que a buen seguro, en un futuro se convertirá en una dura tarea, en una experiencia turbulenta, que nos obligará a "alejarnos" de la sociedad a la que estamos atados para acercarnos a nosotros mismos. Quizás deberíamos acortar el hilo que nos sujeta a eso, para que cuando queramos retroceder, no nos hayamos alejado demasiado de nuestro propio "YO".

Posiblemente todas estas técnicas de meditación las hemos podido leer o escuchar en algún lugar, o nos ha llegado este tipo de información de rebote. Ya sabemos que existen distintas doctrinas filosóficas y religiosas como el budismo y otras muchas menos conocidas. Pero saber que este tipo de experiencias son practicadas por personas como tú y como yo, y que realmente te aportan este tipo de beneficios mentales, hacen que nos creamos realmente la urgencia de prestarnos más atención y de aprender de nosotros mismos. Leernos interiormente y redescubrirnos para convertirnos en realmente quien somos, no en quien nos dicen que seamos.

Ahora más que nunca entiendo una de las frases que esta persona utiliza, que dice que "El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos".


Imagen del Monasterio de Santa Catalina, Arequipa, Perú. Imagen de flaviaroundtheworld.