viernes, 31 de julio de 2015

El saldo

A menudo suele ocurrir que, en tu búsqueda no intencionada de las verdades de la vida, tropiezas con personas de las cuales aprendes algo, inspiran tu forma de vivir o intervienen en tus principios. Y mira por donde, este aprendizaje, a veces te puede venir de cualquier desconocido o desconocida, con los cuales, tienes que compartir algún momento del día, y te enfrentas a una conversación que te invita a pensar. Acto seguido, sopesas todo eso, y tratas de aplicarlo a la vida que te rodea. También a las personas que forman parte de ella.


Curioso es siempre saber de donde venimos y cual es nuestra historia. Siempre queremos saber, al menos yo, los antecedentes de esa persona. No por nada en especial, pero sí por un motivo claro; y es que la trayectoria de las personas pueden suponerte abrir tu mente en algún aspecto de tu manera de ver las cosas. Hoy más que nunca, tengo claro que cada uno de nosotros es la suma total de todos los momentos que vivimos, con todas las personas que conocimos.

Con más frecuencia me reitero, que de entre todas las personas que se cruzan en tu camino, siempre aprendes algo de cada una de ellas. Al menos de casi todas. La forma de vivir de esa persona puede influir en la tuya, tanto sobre cuál es tu comportamiento ante su forma de vivir, en lo que tú harías en su lugar, o lo que no. Pero siempre desde el respeto, puesto que el interior de las personas suele ser desconocido, y solo le corresponde a ellos.

Y es que no hace mucho, hablando sobre la vida, (gran conversación ésta), salió a relucir la forma con la cual afrontamos nuestras adversidades en función de nuestra situación actual. Hay quien se centra en atender a su trabajo, otros simplemente, le dan la mayor de las importancias a su familia, u otras personas, viven el día a día sin tratar de pensar en si están viviendo como debieran. Todas estas cuestiones del día a día resultan ser superfluas, si nunca tienes la obligación o necesidad de valorar como las has estado viviendo. Pudieran preguntarte hoy si eres feliz, y responder que no. Mañana sin embargo, pudiera ser que si. Eso siempre me lleva a pensar que la felicidad, es un accidente. Sería clave no dramatizar ante las situaciones adversas a las cuales nos enfrentamos, sobre todo, aquellas que tienen solución. Porque en la vida, al contrario que en el ajedrez, ésta continua después del jaque mate. 


Pero, sin lugar a dudas, hay una cosa que destacaría por encima de todas las cosas. Como en todo libro, en toda obra de teatro, en una película, o al igual que en todo proyecto, es cuando al finalizar los mismos, puedes extraer tus propias conclusiones. Al final, la vida de cada cual, finaliza con eso mismo. El día que decidas abandonar el suelo que pisamos, tendrás las tuyas propias. Y no me cabe duda, que vivir intensamente, dará extensión o no, al capítulo "conclusiones" de tu vida.


Hace apenas un par de semanas, compartiendo un desayuno un sábado en la mañana en casa de unos amigos en Madrid, hablamos de nuestras vidas. Nuestra trayectoria, muy dispar a veces, y muy distinta la de los cuatro allí presentes. Hoy tienes un buen trabajo que ayer no tenías, actualmente disfrutas con una persona a tu lado que hace poco ni conocías. Mañana desconoces el dinero que tendrás en tu bolsillo, el cual ayer tuviste, y sin ser consciente de cuanto te durará, pues solamente sabes que querrás gastarlo. Y aquí es donde viene la capacidad de cada cual en su enfrentamiento con la vida, el saber adaptarte a las situaciones que te vengan, pues a buen seguro, no será la misma hoy que mañana. Y esa capacidad de reacción, esa adaptación, no se estudia en ningún lado; lo aprenderás tú a lo largo de tu vida..., o no.

"Cuenta la historia, que un señor tremendamente rico, con una vida ostentosa y llena de lujos, contrajo una terrible enfermedad. Se rodeó de los mejores médicos y especialistas del mundo, los cuales siempre le aseguraban que curaría. Le llenaban de todas las esperanzas habidas y por haber. Y solamente bajo esta enfermedad, este señor, acostumbrado a tener siempre todo bajo el mando y control de su riqueza, fue consciente del sentido y la esencia de la vida. Fue así, como justo en su agonía, pidió tres deseos, que necesitaría fueran cumplidos el mismo día de su muerte. Extraños ambos tres, pero solicitó que ese día, su ataúd fuera llevada por todos los médicos que le atendieron; que toda su riqueza fuera abandonada sobre el suelo, en el trayecto de su casa al cementerio; y que lo enterraran con sus manos fuera de la tierra que lo cubriría. Él, conocedor de la curiosidad que despertarían sus deseos, no dudó en explicar el sentido de los mismos antes que fuera preguntado por ellos....

….Portarán mi ataúd, aquellos que siempre dijeron que vencería a la muerte, únicamente para hacerles ver, que precisamente es lo único verdadero en esta vida. La riqueza depositada en el camino a mi tumba, porque a pesar de tener más que muchos, finalmente se quedará aquí para el disfrute de otros, que acabaran gastándola olvidando cuánto me costó ganarlo. Y la otra cosa, sobre el tercer deseo, y tan cierta como las dos anteriores, es que con las manos vacías venimos a este mundo, y con las manos vacías lo abandonamos, tengamos cuanto tengamos".

Todo esto va aún más en la reflexión que hicimos compartiendo ese desayuno ese sábado, en que al final, en tu vida, en las conclusiones de ésta, más que por tu estado de riqueza o pobreza, solamente te quedará tu "saldo", ese que no será tangible, pero si cuantificable, y que no dependerá del dinero. No estará relacionado con "tu cash", pues tu saldo, será el mejor indicador de como viviste y con cuanto te quedas al irte. Igual has vivido con muy poco dinero, pero gastando y compartiendo todo cuanto tuviste, y te vas de esta vida con más que nadie.

Cada vez me alegro más de compartir mi vida con las personas de mi alrededor que, sin saber si tienen más o menos, sí que disfrutan de un gran "saldo". Y mira por donde, que en la mayoría de las ocasiones, éste, va muy relacionado con las vivencias de tus viajes a lo largo del mundo….




Viernes, 31 de julio de 2015. Vilnius, Lituania. Fotografía de Jesus Apa. 

viernes, 24 de julio de 2015

Sabato mattina

Era su primer día, pero aún no lo sabía.... Sus ojos se abrieron demasiado temprano para ser sábado, pero ya no habría forma de dormir ni un minuto más. En cambio, igual sentía que había descansado como hacía mucho. Se sentó en la cama, cogió su teléfono, pero decidida a no perder ni un momento de su tiempo, se limitó a poner música. Y le gustaba lo que sonaba. Se sintió animada, se levantó de la cama, cogió una camisa de su armario, una cualquiera, y fue a la cocina a preparar un café. Al pasar por el espejo, se detuvo, para mirarse en él. Su pelo alborotado casi ocupaba todo el espacio de la imagen, y en un gesto con su mano, apartó su cabellera, y allí observó su cara, recién despierta. Lo que veía, le provocó una sonrisa primero, que continuó con una mueca de aprobación, para acto seguido, lanzar un beso al aire. Ahora rió a carcajadas. La música que sonaba le seguía gustando.


La cocina se impregnó por el olor del café recién hecho, el cual ya tomaba en su taza mientras miraba a través de la ventana. Un rojo y amarillento amanecer le indicaba que la temperatura fuera sería agradable. En realidad, si estuviera lloviendo, tampoco le hubiera importado. Abrió la ventana, y entró una brisa delicada, complaciente. Apenas si prestó un poco de atención, escuchaba el sonido de los pájaros, lo cual era la primera vez en mucho tiempo que percibía. De repente, se sentía dichosa, y sin saber por qué motivo, estaba sonriendo. Más aún, al pasar nuevamente por el espejo, donde su vieja camisa blanca de sisa casi llegaba a sus rodillas, su pelo tapaba parte de sus hombros, y su sonrisa estaba ocupando toda su cara. Ahora ya más despierta. Ahora ya más inquieta. Se veía guapa.

Era su primer día, pero aún no lo sabía.... Haber pasado largo rato bajo la ducha, la había relajado sobremanera. Buscó nuevamente la música apropiada en su teléfono, el cuál andaba lleno de mensajes sin leer. No tenía prisas, pero tampoco ganas para eso. Además, hoy le ganaría tiempo al reloj, se sentía libre por no esperar. Mientras elegía la ropa que usaría en ese sábado, percibió su cuerpo bailar la música que sonaba en ese momento. Así fue como cogió uno de sus ya olvidados vestidos, color azul marino, se lo sobrepuso encima para verse, y al sorprenderse ella misma lo bien que le quedaba, se lo enfundó sin elegir nada más. Se calzó unas bonitas sandalias color blanco, y pasó por el espejo para verse. Se veía guapa, una vez más.

Como no quería que la música dejara de sonar, al menos por el momento, llevaría sus auriculares en un paseo en su antigua pero bonita bicicleta, siempre con una cesta de flores en su parte frontal, para dirigirse hasta el centro de la ciudad. El aire en su cara era de lo más agradable, y sus gafas de sol no le impedían ver cuantos colores asomaban en aquella espléndida mañana. Su ritmo en el pedaleo era pausado, pero a la misma vez enérgico, pues tenía ganas de ir tan ligera como el ritmo que le marcaba la música de sus cascos. Así que avanzaba rápido. Sentía la velocidad en su cuerpo, de tal manera que el aire empujaba su pelo hacia atrás, y respiraba todo cuanto podía. La música que sonaba le gustaba tanto, que apenas se daba cuenta que cantaba como si nadie la viera o escuchara. Pero entonces pensó, que lo apropiado sería, no buscar tantos momentos apropiados, y apropiarte de cualquier momento. Estaba masticando la alegría.

Era su primer día, pero aún no lo sabía.... Nada más aparcar su bicicleta sobre una valla de madera roja, quiso ser partícipe del despertar de la ciudad. Quería acompañarla en su matinal sábado. Sin saber porqué, pensó en cómo se decía "sábado por la mañana" en italiano. Le encantaba ese idioma, al igual que a su madre. Entonces pensó que en el próximo viaje iría a Italia con ella, pues era una gran amante de este país. "Sabato mattina", se escuchaba decir a ella misma una y otra vez. Hacía tiempo que no pensaba en viajar, y hoy había regresado esa idea a su cabeza. Ese país sería el idóneo para recobrar el deseo de visitar mundo. 

Paró en un puesto de flores, y apenas si pasaron unos segundos cuando la dueña le hablaba de lo agradecida que estaba siendo la primavera este año. Llenó sus ojos con los colores allí expuestos y aspiró cuantos olores pudo, antes de decidirse por una rosa verde, pues le sorprendió que existieran esos colores en esta flor. La dueña, se la regaló, y le explicó que además de esperanza, significaba juventud y equilibrio, justo lo que veía en ella. Aquello le gustó, y se sentía identificada con ese significado. "Sabato mattina", se seguía diciendo para sus adentros, mientras caminaba por la calle oliendo aquella bonita rosa y sonriendo sin parar.

Era su primer día, pero aún no lo sabía.... Y después de mucho tiempo, decidió entrar en todas las tiendas que le llamaban la atención. Ningún sábado lo hacía, ya que se limitaba a quedar con su madre para comer en un moderno restaurante del centro de la ciudad. Pero esta vez se sentía atraída por este gesto de probarse ropa. Y que bien se veía!!!. Observaba lo bien que le quedaba cualquier prenda. Nuevamente, frente al espejo de aquel probador, se dio cuenta de su sonrisa, esa que llevaba tanto tiempo escondida, y ahora, de repente, aún no se había ido en toda la mañana. Su autoestima estaba subiendo, y así salió de la última tienda, llevando puesto un bonito vestido blanco y unas sandalias doradas que recién había adquirido, además de toda la ropa que llevaba en las bolsas sujetadas por sus manos.

Entró en el restaurante, como todos los sábados, pero esta vez percibió que la gente la miraba. En un simulacro de distracción, sonrió nuevamente al sentirse observada, se acercó hacia su madre, y la besó en la mejilla. Casi antes de apartarse, se acercó de nuevo a ella e insistió con otro beso, diciéndole lo maravilloso que era quedar con ella todos los sábados. Su madre, más que parecer extrañada, enseguida se dio cuenta que estaba recuperando a su hija. El camarero, siempre el mismo, y como cada sábado, se acercó, y le preguntó qué bebida tomaría. Al contrario que en otras ocasiones, esta vez le dijo que tomaría un vino blanco, mirándolo descaradamente. Él se asustó, y ella rió. Su madre la observaba y no le quitaba ojo, viendo que los últimos meses quedaba para comer todos los sábados casi con una desconocida, pues su hija llevaba una gran temporada triste y apenada. Y hoy, sin saber por qué, o mejor aún, sin ningún motivo aparente, todo estaba cambiando.

Entonces, su madre intrigada, se atrevió a preguntarle..."¿Hija, porqué de repente, estás tan radiante?".
Ésta, miró a su madre con una gran sonrisa, y le dijo; "¿acaso no sabes que hoy es Sabato mattina?". Ambas rieron a carcajadas...

Era su primer día, el día que nuevamente, comenzaba a ser feliz.!!!



Kristiankaunpunki, Finlandia. Fotografía de Jesús Apa.


    







      

viernes, 17 de julio de 2015

Revista Viajar

Llegó un poco tarde, alrededor de una hora de retraso. Llevaba tiempo impaciente, esperando escuchar el ruido de algún coche aparcar frente la puerta de mi casa. Allí fue donde estacionó, pero intuía que debía estar algo confusa, tal y como más tarde me corroboró, puesto que tardaba en bajarse de su vehículo. Crucé la calle y salí en su busca. Seguía dentro del coche, pero con la puerta abierta, y ojeando su teléfono, hasta que le dije, "hola, ¿supongo que eres Irene verdad?. ¿Puedo ayudarte a bajar tus cosas?. Aún así, solamente asintió, como indicándome que esperara un poco a que acabara de hacer algo con su móvil, hasta que por fin bajó para saludarme. La ayudé con su equipaje, y la acompañé al interior de mi casa.

Una vez dentro de casa, y al indicarle cual era su dormitorio, me miró con gesto serio, y me dijo tajantemente; "antes de nada, me gustaría decirte que es la primera vez desde que trabajo para la Revista, e incluso te diría que la primera vez en la historia de la misma, que aceptamos una invitación de este tipo, y más aún, que nos quedamos en la casa particular de alguien. De una persona, sobre la cual no tenemos ninguna referencia". En cierto sentido, entendía su posición, aunque lejos que se sintiera incómoda, le dije de manera aún más rotunda por mi parte; "no me cabe duda que vas a estar a gusto. De lo contrario, te rogaría me lo dijeras, y busco un hotel donde alojarte. Ni que decir tiene, que no me sentiré ofendido. Mi única intención es que vivas varios días en un ambiente hogareño y cercano. Estoy seguro que entenderás todo lo que te digo el día que te marches".

Dejó sus cosas, cogió su equipo y su cámara de fotos, y subimos a mi coche. Nos esperaban para comer en Calera de León. Dado que Abril y Tentudía se suelen llevar muy bien, no tardamos en ver los colores que lucen en ese mes en esta Tierra. Mientras ella ojeaba el paisaje, un pequeño avance de lo que vería en los siguientes días, se interesó en preguntar varias cosas sobre el trabajo que tenía encargado. Así pues, sacó un mapa, el cual yo no había visto en mucho tiempo, y al ver que pregunté sobre él, me dijo algo así; 

"Es lo único que sé sobre Tentudía y esta Comarca. El director de la Revista, me llamó hace un par de semanas para tomar un café, me enseñó este mapa, que había visto sobre tu Comarca en la feria de turismo de Fitur, y me dijo que tenía que venir aquí a hacer un reportaje. Me indicó, que no tenía ni idea de donde vendría a hacer mi trabajo ni con qué ni quién me encontraría. Solamente, que tenía la intuición que vendría a un buen lugar, y que debía atender a una invitación un tanto particular, realizada por ti, y con la salvedad que eres tú el encargado de hacer el itinerario, y que tengo que alojarme en tu casa". Yo asentía con la cabeza en todas sus indicaciones, y contesté a sus observaciones;

"Es cierto cuánto te ha comentado el director, pero vuelvo a insistir, que si hubiera algún momento que no te sientes cómoda, házmelo saber que le pondremos solución. Lo que sí, es preciso que confíes en que todo cuanto voy a mostrarte en estos días, será de tu gusto. Y que las personas con las que te relaciones, serán de tu agrado". Seguidamente, le entregué  el itinerario que había diseñado para su estancia aquí. Encontraría un poco de todo, con poco margen de tiempo libre, eso sí. Visitaría monumentos patrimoniales y artísticos, espacios naturales, enclaves que estaba seguro la quedarían asombrada, y la haría partícipe de la increíble naturaleza de aquí. Sin dejar atrás, claro está, el que pudiera degustar de la fantástica gastronomía que tenemos.

Ella leía el itinerario que le había mostrado, sin entrar en ningún tipo de discusión sobre nada. Realmente, creo que pensó, que a la primera de cambio, mostraría contradicción a mi propuesta, y buscaría de entre todo el material publicitario y de folletos que le ofrecí, su propio recorrido a seguir para completar su reportaje, cambiando mi proposición. Cuando un profesional ha trabajado en este tipo de crónicas de manera independiente, y hay alguien que trata de indicarle otras formas de hacerlo, suele tener alguna que otra reticencia. Aunque estaba claro, que el trabajo lo haría de manera independiente y sin ningún tipo de condiciones por mi parte, solo se trataban de sugerencias e indicaciones. Eso sí, le advertí de algo que yo consideraba importante, y sobre lo cual le insistí de manera continuada; "Perfectamente puedo decirte aquello que más te va a llamar la atención sobre el trabajo que aquí realizarás. Pero será algo, sobre lo cual no puedas transmitir en ningún reportaje bajo ningún documento ni ninguna fotografía. Sin lugar a dudas, lo mejor de esta Comarca son sus gentes".

Pude adivinar su pensamiento, para nada diferente al que pueda pensar cualquiera que lee estas líneas y desconozca sobre lo que digo. Pero le hablé con tanta seguridad en ese sentido, y sabía firmemente que no tenía que forzar nada para que lo averiguara, que dentro del itinerario que le ofrecí, habría siempre un momento para conversar con alguien del lugar, personas de todo tipo, alguna cena con mis amigos, momentos con compañeros de trabajo, algún acto de convivencia con cualquiera de las asociaciones de los distintos pueblos vecinos; en definitiva, me interesaba que viviera el día a día tal y como lo conocemos. Sin forzar nada, sin coaccionar su confianza, sin adular su estancia aquí para que hiciera un mejor trabajo o nos metiera de lleno en la Revista.

Solamente, ante eso, recuerdo que me dijo, que no venía con ningún tipo de expectativas. El hecho de estar aquí, quedándose en casa de un extraño, por exigencias del Director, y sin pagarle por mi parte ni un euro a la Revista por salir en ella, pues es lo habitual en estos reportajes, ya suponía algo intrigante para ella.

Y es que apenas media hora más tarde de haberse presentado en la puerta de mi casa, Irene estaba entusiasmada tomando fotografías del Conventual Santiaguista de Calera de León, mientras trataba de atender el "cochinillo frito", el jamón de bellota y el queso artesano que tenía frente a ella. Tampoco podía haber pensado, que esa misma tarde disfrutaría de un paseo por uno de los mayores bosques de pinos del Sur de España, disfrutar del increíble atardecer que ofrece la primavera frente al Embalse de Tentudía, para finalizar en una cena-degustación de los mejores manjares de nuestra tierra, acompañada en la mesa por dos buenos amigos míos.

Lejos de atraerla por el estómago o con otras artes de persuasión, los siguientes días serían del mismo estilo, en lo cual, como antes indicaba, mi objetivo principal era que se integrara en el ritmo de vida que aquí tenemos. Una vida pura, sencilla, discreta, pero con una calidad al alcance de pocos. Y más que con la intención de presumir de lo que tenemos y la suerte u obligación, de conservarlo y mantenerlo, es ofrecerlo al visitante, en este caso a ella, con la intención que lo muestre, a través de una Revista. En una publicación, sobre la cual apenas si me había dado datos. Solamente me indicaba que "creía" que apareceríamos en algún número y con alguna mención.

Irene se marchó a los tres días de su llegada, agradecida y satisfecha con todo lo que aquí había vivido, y así me lo transmitió días más tarde en un mensaje. En el mismo, me daba la razón en todo cuanto le había dicho desde mi primera charla con ella. Tendría una gran dificultad en materializar y construir su reportaje, pues la gran esencia de esta Tierra, de esta Comarca y de todos los pueblos que la conforman, era efectivamente el valor de sus gentes. En ese mismo mensaje, me indicaba que el reportaje sobre Tentudía, saldría en la edición del mes de Julio, el número más leído de la Revista Viajar en todo el año, ocupando la parte central de la misma, y con un total de seis páginas. Aunque ni aún con cien páginas y con miles de fotografías podríamos representar lo que aquí tenemos.

Aunque me enteré que ya estaba la Revista en la calle un poco más tarde, con un mensaje que recibí de ella hace apenas diez días, con el siguiente texto;

"La revista ya está en la calle.... Ha sido un reportaje desde el corazón, dedicado a toda la gente magnífica que me he encontrado en esa bellísima tierra tuya.

No me ha dado tiempo a verlo, me lo ha enviado el director por si quería mandártelo.
Nos has calado a los dos.  Jamás le he mandado un reportaje a nadie...
Un besazo.
Irene
PD: Por favor, dale recuerdos de mi parte a esos acompañantes de lujo que tuve, tú el primero".  


Mi intención solamente llevaba un propósito, quizás por encima de salir en una revista sobre viajes. Y es que las cosas, cuando las vives y respetas, es como mejor las transmites. Sobre todo, saber valorar lo que se tiene, y saber acercarlo a aquellas personas que saben apreciarlo. Mostrar tus costumbres, así como tu forma de vida sin complejos, y enseñar abiertamente el mundo que te rodea y te hace feliz. No para distinguirte sobre nada ni nadie, sino para aprender lecciones que ni tan siquiera sabías que necesitabas. Y estas cosas, también se aprenden con tus propios viajes, valorando aún más lo que tienes a tu alcance todos los días.

Porque viajar, te recuerda de donde vienes y a donde te diriges, aunque a veces, tu viaje lo hagas desde tu propia casa, y en el entorno en el que vives a diario...









Revista Viajar, Madrid. 17 de Julio de 2015.



viernes, 10 de julio de 2015

El césped

La pasada semana gasté unos días maravillosos en Finlandia. Para quien no conozca este país, quizá se lo imagine como un lugar con paisajes increíbles, muchísima vegetación, bosques y lagos. Fríos y blancos inviernos, que dan paso a una estación estable, la del verano. Con un color verde, que penetra en los ojos de manera sorprendente. Igual también has imaginado a este país con preciosos atardeceres, que en la temporada estival, se producen sigilosamente, un poco más tarde de las 12 de la noche, y que apenas el sol "echa una cabezadita" para salir de nuevo apenas dos horas más tarde. Pues es cierto que el país tiene todo eso, además de gente maravillosa. Así que se antojaba buen sitio para desconectar y recargar pilas.

Hubiera sido un desperdicio no pasear, en esos atardeceres mágicos, adentrándote por sus bosques. Así que, lejos de perder esos momentos, fielmente y a diario, mi amiga Zê y yo, caminábamos rodeados de naturaleza, aire puro, limpio, y envueltos en preciosas conversaciones. Siempre hay un tema del que hablar, más aún con alguien que te entiende, que valora tus palabras, y por encima de todo, con la cual te enfrentas a un continuo aprendizaje con todo lo que escuchas. Y sumergidos en nuestra palabrería, paseando por la urbanización donde vive, y antes de adentrarnos en el bosque, me llamaba la atención algo, que observé desde el primer día de nuestros paseos, y sobre lo cual quise preguntarle.

Resulta que la gente de Finlandia, o al menos de esa zona, cuidan sus jardines de una manera asombrosa; algo increíble. Sus flores presentan unos colores admirables, sus arboles perfectamente desarrollados, los adornos que visten todo el jardín son de lo más elocuentes, pero por encima de todo, y destacando de manera fascinante, es el estado del césped. Una auténtica alfombra. Verde, limpio, fresco..., en definitiva, impoluto. Casi resultaría pecado pisarlo, sentarse o jugar sobre él. Pero me llamaba algo más la atención que todo eso. Y es que, en el tiempo de toda una semana, y a pesar que la temperatura fue de lo más agradable, no vi en ningún momento a nadie disfrutando de esos jardines. Nadie pasaba el tiempo en ese espacio, absolutamente nadie, a pesar de la dedicación y esfuerzo que le daban a los jardines. Ni tan siquiera niños jugando. Y como descarté el hecho que no pasaban tiempo fuera de casa por no pisar ese césped tan bien cuidado, pregunté a Zê, aunque ella no supo contestarme. Igual no había caído en la cuenta de eso. Aunque para entender quizás algo de todo aquello, me contó una historia curiosa, de la cual se hablaba en Brasil, su país natal, en referencia a algo que inspiró nuestra interpretación de todo aquello....

"Resulta que una chica, se trasladó a vivir a un barrio de algún lugar de Brasil. Ella, que pasaba por momentos delicados y difíciles, necesitaba desconexión, obligación de encontrarse a sí misma, y buscó una casita a las afueras, alejada del ruido, y con un jardín el cual cuidar. Frente a ella, solamente un vecino, lo cual, se antojaba como un lugar idóneo para buscar su propósito. Así pues, desde el primer momento, quiso empezar a trabajar en su jardín, y así enlazar el vínculo de su crecimiento personal y la búsqueda de su autoestima, al desarrollo y progresión de sus plantas. Como gran reto, tenía el de sembrar un césped, que convertiría en la alfombra que recibiría a sus pasos antes de entrar en casa. Se puso manos a la obra, con gran empeño en este proyecto, que convertiría en un reto personal e individual como pocos.

El primer día que comenzó las tareas propuestas, y en una pequeña pausa para descansar, al alzar la vista a su alrededor, se detuvo para mirar con asombro el césped del vecino. Jamás había visto un césped tan verde, hermoso, brillante, increíblemente cuidado. Ese sería su objetivo; superar al vecino. Compró un modernísimo sistema de riego, las semillas de mejor calidad, el abono más caro, y comenzó su tarea. Día tras día, su césped progresaría, y a buen seguro, sería proporcional a su estado de ánimo, y en definitiva, a la recuperación de su autoestima.

Cada noche, se acostaba pensando en su proyecto, que a la vez, lo había convertido en algo subjetivo de su propia existencia. Cada mañana, veía sus avances, aunque al mirar el jardín del vecino, le hacía indicar que tenía mucho que mejorar. Éste, con el cual se cruzaba esporádicamente, la saludaba de manera cordial y pasaba de largo. Ella, no le quitaba ojo de encima, pues un césped tan sumamente cuidado, tenía que venir de una persona que pudiera causar cierta admiración. Y es que tanto se centró en su césped, que se olvidó del resto de flores y árboles del jardín. El césped era su objetivo primordial, y sobre él dedicaría todos sus esfuerzos. El resto carecía de importancia.

Pasado un tiempo, y a pesar que veía grandes cambios y avances, seguía poniendo como referencia el césped de su vecino, y eso estaba consiguiendo frustrarla. ¿Cómo era posible conseguir tener un césped tan sumamente vistoso y cuidado?. Verde, limpio, increíblemente bien cortado... El haber tomado como referencia el jardín del vecino, estaba consiguiendo derrotarla, teniendo su autoestima por los suelos, aún más si cabía. Y sobre todo, lo que más la hundía era ver el poco tiempo que su vecino dedicaba a sus tareas florales. Ni tan siquiera recordaba haberlo visto pasar el cortacésped!!!

No solamente había descuidado el resto del jardín, sino que, lo que tenía delante de ella y tanto había cuidado, a pesar que para cualquier otra persona pudiera resultar el césped más hermoso jamás visto, le producía tal insatisfacción, que la llevó a tocar fondo. Había fracasado en su proyecto, y todo por haber ido a parar frente al césped más increíble y hermoso del mundo; el de su vecino. Así pues, decidida a tragarse su orgullo, esperó sentada pacientemente a que éste volviera a casa, para preguntarle cuál era el secreto de su éxito. El logro y la habilidad de tener un "alfombra" de ese tipo en su jardín.

Justo al llegar su vecino, se levantó de su asiento, y se dirigió con paso firme hacia él. Valía más a veces ser menos soberbia, y aceptar una derrota para seguir avanzando. De nada le servía su vanidad, si estaba acabando anímicamente con ella el haberse marcado un objetivo, el cuál le estaba resultando inalcanzable. Avanzando en sus pasos, y ya a escasos metros de él, pisó su césped. Y tan solo necesitó dar dos pasos sobre él, para de repente, darse cuenta del gran error en el cuál se había visto sumergida todo ese tiempo. Se había centrado más en su vecino, que en ella misma. Miraba más el cómo le iba a los demás, que ver sus propios éxitos. Se había dado cuenta, justo en ese instante, que cuando has decidido empezar a cuidarte, debes hacerlo para ti, no para que nadie lo vea, pues solamente con tus progresos, tendrás más que recompensado el hecho de renacer, de vivir la vida que quieres. Para ti, de manera exclusiva. No por aparentar ni buscar la atención de nadie. Fue la mejor lección que podía aprender en ese preciso momento.

Y de todo ello, se dio cuenta, al comprobar, que el césped del vecino, era artificial....." 















Jurva y alrededores, Finlandia. Julio de 2015. Fotografías de Jesús Apa.






viernes, 3 de julio de 2015

A propósito del amor

Había escuchado hablar sobre un banco. Un banco, que lo sabía todo sobre el amor. Sobre el amor, y como no, sobre el desamor. Por él habían pasado cientos, miles de parejas, que sentadas en él, y sin ellas saberlo, lo habían hecho cómplice de sus vidas, sus aventuras, sus compromisos y sus desenlaces. Había escuchado miles de historias, y había aprendido todo cuanto pudiera saberse sobre el amor y de todo cuanto ello conlleva. Sin dudarlo, pensé que sería buena idea visitarlo y, ¿porqué no?, intentar averiguar todo cuanto pudiera, por si cuando volviera a enfrentarme a eso del amor, tener toda la información posible. Lo consideraba una buena idea, y aunque este banco estaba en un pequeño pueblo de Finlandia, decidí visitarlo. 

Al llegar a ese hermoso lugar, pregunté por el famoso banco, y amablemente me indicaron donde lo encontraría. Y cuando estuve frente a él, observé que era parecido a todos los bancos que pudieras encontrarte en cualquier otra parte. Pero el lugar donde estaba era realmente lindo, con mucho sol y claridad, y se prestaba a que los miles de enamorados que en él se sentaran, abrieran su corazón y hablaran de sus relaciones, de sus vidas. En definitiva, que hablaran del amor en su máximo esplendor, con toda su magia. A mi me resultaba de gran interés toda la sabiduría que pudiera tener ese banco. Y dado que no tenía prisas, me acerqué, y me senté en él. Decidí esperar, a ver que ocurría. Quería saber todo cuanto existe sobre el amor. Gracias a que fui paciente, lo que estaba esperando que allí ocurriera, pasó...Y así fue como ese banco comenzó a hablarme, diciéndome todo lo que a continuación narro...

Supongo, al verte aquí sentado, solo, sin nadie a tu alrededor, y esperando sin más, que vienes a saber del amor. Y por tu aspecto diría, que al venir de tan lejos, debe ser porque te interesa todo lo que aquí he escuchado y aprendido. Pero en primer lugar, he de decirte que el amor, tal y como yo lo conozco, viene representado en muchas formas. Te sorprendería saber en la cantidad de sitios que puedes encontrar amor. Bastaría pensar todo aquello que te hace feliz, pues a buen seguro en todas ellas habrá amor. Familia, amigos, trabajo...Pero si quieres que te hable del amor que sienten los enamorados, ese del que tanto supe a consecuencia de todas y cada una de las parejas que aquí se sentaron, he de decirte, que es el más difícil de entender, el más complejo, el más insolidario a veces. Y no por ello, el menos grato, pues todo aquel anda en busca de él, y todos llegan a encontrarlo alguna vez, incluso aquellos que lo rechazan por sus propias infortunias historias amorosas. 

Deberías saber, que es posible que te enamores más de una vez a lo largo de tu vida, y ese amor sea distinto en todas las ocasiones. Es debido, a que el amor lo construyen las personas, en este caso, aquella que corresponda ser tu pareja. Y tú participarás en ello. Será un proyecto común, con un inicio fulgurante, y un final, que se producirá o no, en función de lo que cada uno aportéis a ese proyecto. Pero será muy importante, superar todo aquello cuanto ocurra en vuestro camino, y dependerá en gran medida de lo que estéis dispuesto a hacer por amor. Porque por aquí pasaron muy diferentes parejas, y pude ser partícipe de todo tipo de éxitos y fracasos. Incluso quienes juran amor eterno, lo hacen sin saber a lo que pueden enfrentarse, pues el amor no es cosa fácil, pues dentro de sus principales objetivos está el respetar, cuidar y dedicar tiempo a alguien. Tendrás tu recompensa, porque ahí, en ese amor, encontrarás todo cuanto necesites. 

Todas las parejas que por aquí pasaron, y las cuales, se habían distinguido por sus éxitos en el amor, tuvieron un gran trabajo que hacer. Superaron sus miedos, sus crisis y sus egos. Pero sobre todas las cosas, superaron aquellas amenazas externas que intentaron invadir su paz. Esa paz, que necesita todo amor. Porque cuando alcanzas esa armonía, es cuando mejor se disfruta de todo lo que el amor envuelve. Levantarte cada día, viviendo esa situación, en la cual tu amor está exento de riesgos, es sin duda el mayor premio por amar. Entonces será cuando puedes decir que tu amor es maduro, disciplinado e incluso prudente. 

Pero el amor, en sus fracasos, suele encontrar celos, mentiras, traiciones o falta de respeto. Ante estas situaciones, el amor queda expuesto, indefenso, señalado. Y por encima de todas las cosas, el fracaso se produce por esa falta de paz. Esa ausencia de naturalidad que debe acompañarse en el día a día. Y sobre todo, por esa falta de comunicación que a veces tantas confusiones genera. Porque mientras en las parejas siga existiendo el amor, y ante cualquier amenaza de fracaso, es posible que con el diálogo todo pueda solucionarse. Incluso parejas fuertemente sólidas y estructuradas que por aquí pasaron, fueron a pique por no dialogar. Tal vez por ese orgullo tan dañino que a veces persiste en las personas, tal vez por el simple hecho de no confiar en la palabra, tan importante en una pareja. 

Y si eres de los que tuviste desamor, éste se te presentará con otras oportunidades. Pero tendrás que ser paciente. Esperar que se vaya el polvo que en tu anterior se produjo, porque aunque tú lo quieras, existirá un tiempo en el que no podrás ver bien. Estará todo revuelto, descolocado, e igual intentarás que alguién te ayude con ese orden sentimental y existencial, pero lo más probable será que sea demasiado pronto. Porque la alegría precisa un tiempo, y el sufrimiento otro. Tú serás el más indicado para percibir qué tipo de señales recibes de esa persona que aparecerá, y tendrás que ser sensato. El amor te llega, pero nunca un amor sustituye a otro, y es por lo que tendrá que desaparecer uno para que entre el otro. 

Pero sobre todo, hay una cosa que distingue a las personas, y les permite superar ese desamor. Y es el perdón. Para volver a llenar tu vida de amor, tendrás que dejar espacio sacando todos tus rencores. Eso lo conseguirás perdonando, incluso olvidando todo aquello que te hizo daño. Porque hubo nuevas parejas aquí sentadas, con un gran potencial en el amor, pero que fue interrumpido por las constantes comparaciones sobre relaciones pasadas. Y como antes te decía, el amor lo construyen las personas, empezando desde cero. Que tus relaciones pasadas te sirvan como experiencia, nunca como referencia. Porque cuando sabes perdonar y olvidar, es mucho más fácil aceptar las cosas. Aunque me reitero, que sólo eso está al alcance de grandes personas con grandes corazones. Tú puedes ser uno de ellos!!!.

Pero ya que vienes de tan lejos, te daré otro consejo. Algo que percibí en muchas personas que por aquí pasaron. Y es que, cuando creas que estás preparado para amar, y estés dispuesto a vivir por y para el amor, hazlo de manera comprometida. Para ello, no tengas prisas, ni andes por ahí vagando en busca del amor. Éste te buscará a ti, irá a tu encuentro cuando menos lo esperes. Y cuando llegue, sabrás que es él. Sabrás que es para ti sin necesidad que nadie te lo diga. Tendrás suficientes señales como para darte cuenta de ello. 

El amor y el compromiso por amar, es como un jardín de flores, el cual hay que regar cada día. Pero todos y cada uno de los elementos de ese Jardin, deberán ser cuidados de manera conjunta. En equilibrio, en paz, y con un propósito en común. Y cuando aprendas a aceptar a la persona que amas, tal y como es, sabiendo que habrá circunstancias que podrán influir en su comportamiento, y que a pesar de eso, seguirás amándola, vuestro jardín siempre estará repleto de las más hermosas flores. Y aunque creas exageradas mis comparaciones, nunca pruebes dejar de prestar atención a las cosas importantes de la vida, pues acabarás perdiéndolas. Lo mismo pasa con el amor. 

Esto es todo lo que puedo decirte, sobre aquello por lo que has venido desde tan lejos a averiguar. 

Acto seguido, y finalizado mi cometido, me levanté del banco, sumamente satisfecho, y decidí marcharme, sabiéndolo absolutamente todo sobre el amor. Nadie sabía más que este banco sobre amar, y tuve la gran fortuna y el privilegio de escucharlo en primera persona. Seguiría todos y cada uno de sus consejos. Y así fue como se lo transmití a él antes de marcharme. Pero cuando avancé en mis pasos, ya en mi despedida, me llamó la atención para decirme mientras me giraba hacia él...

"Y a propósito del amor, y de todo cuanto te he contado, y de las lecciones que hayas podido aprender hoy, has de saber, que cuando éste te toca con su "varita mágica", ya estarás perdido y caerás rendido a él..."


P.D: De mis reflexiones con Zê. 


Jurva, Finlandia. 3 de julio de 2015. Fotografía de Jesús Apa.