viernes, 26 de febrero de 2016

De alguna manera

Podría decirte lo contrario, pero ya no tengo miedo de caminar en esta casa tan vacía, donde sus viejas escaleras crujen mientras duermo. Quizás sea eso lo que me mantiene despierto; tal vez porque pienso que alguna vez vas a subirlas, o de alguna manera, porque soy yo quien debería bajarlas.

No es la primera vez que tengo que perderme para saber qué ando buscando. Y es que algunos días no sé si estoy bien o estoy mal. Me hablaron de la magia, pero nunca pude imaginar que fuera mi mente quien hiciera los trucos. No escuches ni una palabra de lo que te digo, porque de alguna manera, soy yo quien quiere que me hables.

Quizás, gracias a que el viento que te envuelve se llevó consigo tu perfume, ha hecho que no tuviera en mi recuerdo el cómo olías, porque hubiera sido catastrófico para mi. Y es que aún no entiendo por qué me dijiste que cerrara los ojos, si después nada ocurrió. Pensé que tal vez eso haría que me besaras de una vez por todas, o de alguna manera, lo hiciste para que soñara con ello.

Si te dije que me preguntaras, es porque quería saber quien soy. Porque necesito al igual que tú, que me cuenten aquella historia que tanto nos gusta. Que al menos me hace olvidar para luego recordarte. Sentir que ya no siento, hará que vuelvas a sentirlo, y seré yo quien te saque de mi cabeza, y serás tú quien quiera entrar en mi corazón. Tal vez porque dentro de mi caos, de alguna manera, has decidido poner orden.

Ya te avisé de cómo me gusta vivir, además de contigo. Nada de modas que se alarguen por cien años, ni soledad que dure más de un día. Porque acostumbrarme a ti sin tenerte, será el primer paso para no olvidarte. Y es posible que con el paso del tiempo, ya no sea tan exquisito como anteriormente; tal vez porque al contrario que antes, ahora bebo un vino viejo, como un queso añejo y quiero conducir un coche sin techo. Tal vez el hecho de no querer ser pobre de tanto ahorrar, de alguna manera, hizo que me volviera rico de tanto gastar.

No sé que haré cuando despierte, tendré que soñarlo para saberlo. Quizás me tranquilice saber que tú andas con la misma duda, así que ayúdame a ayudarte. Sé que todo es cuestión del tiempo, y es a quien tendré que preguntarle. Habla con él, pues será solo un "momento", y a ser posible, que sea eterno. Tal vez es cierto que "solo solos somos libres", pero, de alguna manera, no hay nada malo en ser tu esclavo por otro "momento".

Puedo prometerte que sabía que estabas ahí; tan escondida, tan paciente. Tan visible y tan ausente. Demasiado silenciosa y prudente. Menos mal que al fin entendiste que amar es de valientes. Yo tampoco pensaba que un día serías la lluvia que me calara, por eso llevo un paraguas de mentira, para mojarme nuevamente. Y quizás algún día me veas llorar, y es que tal vez me centré tanto en querer, que de alguna manera, casi me olvido de amar.

Porque sé que siempre llegabas tarde a la fiesta, justo a punto de finalizar, seguramente por miedo a tenerme. Bien te dije que el último baile sería el tuyo y el mío, por eso suspirabas cuando la música dejaba de sonar. Nada como el dulce sabor amargo de los besos que nunca nos dimos. Será que ya no tienes miedo sobre el escenario, porque, de alguna manera, te sonrojas cuando nadie nos ve. 

Quizás ahora entiendo el por qué de ese café tan caliente. Tal vez debía esperar a que pasara algo, o a que llegara alguien. Soy yo quien levantará mi ancla y decidirá a qué orilla nadar, si a la tuya, o a la nuestra. Y el destino construirá cuántos puentes decida, y ya veremos si los cruzamos, porque, de alguna manera, me estarás viendo desde el otro lado del río todo el tiempo.

Dentro de la historia que no recuerdo, está aquella que nunca escribí. ¿La recuerdas?. Yo tampoco, pero vamos a escribirla juntos. Era aquella en la que despertabas a mi lado cien veces, y soñabas conmigo otras doscientas. Me besabas continuamente para que yo también lo hiciera, porque nada comparable a los primeros mil besos seguidos de los segundos. Porque tal vez no querías que nada de eso acabara cuando, de alguna manera, aún ni tan siquiera había empezado.

Tal vez será que me gustaría contarte la historia perfecta, pero no puedo, porque esa tendrás que contármela tú. Así que no te asustes porque bajara la luna aquella noche estrellada. Solamente lo hice para, de alguna manera, tener algún lugar dónde sentarme a esperar a que me la contaras....




Imagen libre de la red. 26 de febrero de 2016.














viernes, 19 de febrero de 2016

Como Hamlet

"Ser o no ser", es sin duda, la duda más famosa, filosófica y más repetida que hemos escuchado en la cultura occidental. Y quizás una de las frases que más se repiten fuera de contexto, al menos, del contexto que Shakespeare le quiso dar. Aunque lo que sí quiso representar, es el ser humano y su dilema como centro de existencia. O mejor aún; la gran división que a veces arrastran las personas en su interior, quienes luchan entre pensar (la verdadera pasión de Hamlet) y ejecutar. Y yo no tengo dudas de que aquí está la clave.

¿Quién no ha dudado alguna vez? O mejor dicho, ¿quién no está dudando siempre sobre algo?. Hasta Sócrates, "solo sé que no sé nada", ponía en incertidumbre cualquier pensamiento. Tengo mis consideraciones sobre la duda y sobre lo bueno o malo de ésta, y como tal, dentro de la propia vacilación, es que estoy de acuerdo con unas, pero también con otras. Porque, está muy bien eso de tenerlo todo claro, ser convincente en tus ideas y pensamientos, pero es que, no tiene nada que ver con el hecho de dudar y lo que ello provoca. 

Por supuesto, nunca dudar de ti mismo, pues eso te lleva a la derrota incluso antes de empezar la batalla. Pero ocurre frecuentemente, hables con quien hables, que siempre encuentras a alguien que duda sobre algo, a veces, sobre cosas que no te permiten avanzar, posiblemente porque marcarán el camino de tu vida. Inconscientemente lo primero que hacemos, es justificar cualquier duda que nos planteemos, aún sabiendo fehacientemente que esa decisión no nos conviene. 

Cierto que hay dudas que no se ven hasta que no ocurre algo, e incluso nos lamentamos que hubiera pasado. Pero ocurren, porque posiblemente estaban ahí desde el principio y no queríamos verlo. "Cómo te lo explicaría para que no dudaras....". Es como cuando vas en coche y caen las gotas de lluvia en el cristal. Al principio puedes atravesarlas con la mirada y centrar la vista a lo lejos, en la carretera, como si no estuvieran. Pero cuando te fijas en ellas, ya no puedes dejar de verlas.

Sí que la duda te puede "matar" emocionalmente si no confías en ti mismo. Imagina que entramos en un bar, y eres consciente de que todas las miradas se posan en ti. Pero imagina que entramos en un bar y soy consciente de que todas las miradas se posan en ti. Para ti, eso se traduce en confianza. Pero, ¿y para mi?. Lo único que siento son dudas, más inseguridad.

Nada tan difícil como decidirse. La duda es el conflicto entre dos conclusiones. Mientras existe, es imposible aceptar una u otra; los que dudan carecen de serenidad. Las dudas a veces son más crueles que la peor de las verdades, pero al final cualquier decisión te conduce a eso, a la verdad. Duda cuanto quieras, pero no dejes de actuar. Porque la duda se convierte en una firme aliada de la esperanza, ya que ambas están sometidas a la búsqueda de la razón.

Pero si no nos dejamos sorprender, si no abrimos la cabeza y el corazón a nuevas sensaciones, a experiencias que nos sumen, nos vamos a perder de mucho. No es nuevo que me encanta viajar, pero precisamente es porque el hecho de hacerlo, de viajar, tiene esa virtud; todo lo que tenías por cierto pasa a ser dudoso, y nuevas certezas reemplazan dudas anteriores. Es con toda afirmación una de las mejores terapias para poner en orden tu cabeza....y a veces tu vida. ¡"Dudar para ordenar"!. Ni al propio Hamlet se le hubiera ocurrido.


Escuché una vez, que un maestro atendía animadamente la charla con dos de sus alumnos. 
Le dijo uno; "Maestro, tengo muchas dudas."

-- Aprenderás bastante --, le respondió al discípulo.
Le dijo el otro; "Maestro, no tengo ninguna duda."
-- Jamás aprenderás nada --, le advirtió. Y les explicó...
-- El que duda, busca; el que no duda piensa que lo ha encontrado todo ya, y entonces deja de pensar.
La incertidumbre del que duda, enseña más que la certeza del que cree saberlo todo. La duda nos hace humildes; de la absoluta certidumbre nace la soberbia. --
"Tienes razón", dijeron los alumnos al unísono.
-- Lo dudo --, dijo el Maestro...

Después de leer esto, sabrás si lo has entendido, solo si sigues dudando...



Emoticono que curiosamente quiere decir "de acuerdo".






viernes, 12 de febrero de 2016

Maldito rompecorazones

Él era un coleccionista de estrellas,
y ella lo había observado desde el cielo.
No pensaba ser ninguna doncella,
ni quería llevar puesto ningún velo.


Él era un atrevido equilibrista
y ella la más brillante del lugar.
Más nunca fue pesimista;
su momento estaba por llegar.


Mientras paseaba por las nubes
le mandaba todo tipo de señales.
Sabía que cuanto más subes
mayor son las fuerzas astrales.


¡Ohhh brilla maldito rompecorazones!
¡Deseo que estuvieras aquí!.
Más sé que tengo pocas opciones,
pero sólo verte y sería feliz.


Él era un vendedor de sueños,
y ella soñaba despierta.
Veía que de su corazón ya era dueño
y es que nadie la puso en alerta.


Él era como un vestido elegante,
y ella la estrella más apuesta.
Serían la envidia más desbordante,
de los invitados de cualquier fiesta.


Ella lo extrañaba en las mañanas,
despierta toda la noche.
Ni todas sus estrellas hermanas,
sabían de ese amor y derroche.


¡Ohhh brilla maldito rompecorazones!
¡Que no pierda mi fe en ti!.
¿Quién escribió nuestros guiones,
donde digan que seré feliz?.


Miro arriba y rastreo,
ojalá algún día aparezcas.
Solo quiero un pequeño deseo.
¡Brilla para que yo te vea.!


Ya era un caso extraño,
sin que nadie lo advirtiera.
Habían pasado casi cien años
en que una estrella esperaba un cometa.


¡No cesaré en mi empeño, 
aparece de nuevo en mi cielo!.
Deja que cumpla mis sueños
pidiendo un pequeño deseo.


¡Ohhh brilla maldito rompecorazones!
¡Deseo que estuvieras aquí!.
Déjame amarte sin condiciones
y otros cien años esperaré por ti.





















viernes, 5 de febrero de 2016

El cazador

Siempre me ha fascinado la historia de los antiguos Dioses, y cada vez que he visitado países como Italia o Grecia, he tratado de absorber cada uno de los relatos que se ha contado en torno sus mitologías. Pero lo más asombroso de todo, es que esas historias pueden tener su eco en nuestra realidad. La adoración que se sentía por los Dioses de la época, se encontraba escrita, dibujada o esculpida en cualquier papiro, pared o piedra que se dispusiese a ello. Cada cual tenía su Dios favorito, y había quienes estaban perseguidos por sus poderes.


Quizás leer las antiguas leyendas atribuidas a estos Dioses, haga que entiendas algunas cosas que suceden a día de hoy. Dentro de esas historias encuentras auténticas telenovelas. Los egos, envidias, frustraciones o incluso miedos de los propios Dioses, los llegaban a convertir en seres humanos. Pero sobre todo, y como es muy común a día de hoy, lo más divino y más característico que podía llevarlos al mundo terrenal, era el amor. Todos pasaban por este sentimiento y acababan rendidos a él, aunque reconocerlo no era de su agrado, pues los convertía en débiles. 


Los había de todo tipo y con todas las representaciones; Zeus, que era el padre de todos los Dioses y a la vez protector de los humanos. Apolo, Dios de la belleza y encargado de poner música en el Olimpo. Hades, señor del infierno; Dionisos, Dios del vino o la vid, o Poseidón, Dios del mar y protector de los pescadores. Dioses relacionados con el amor, hay muchos, pero los que más podrían sonarnos, son Afrodita, diosa de la belleza y el amor, y protectora de los enamorados, o Eros, que representaba armonía dentro del caos, era hijo de Afrodita y Ares, este último el Dios de la guerra. Eros sería el comparativo a Cupido en la mitología Romana.

Después de mucho leer, de visitas a museos, pinacotecas y cuántas galerías hubiere en los distintos países que hacen alusión a estos Dioses, descubrí que no hay ninguno del desamor, al menos que conozcamos. Quizás por lo comentado antes, que el amor los hacía humanos, trataban de atribuirle a otros muchas historias de sus propias desdichas, donde los celos y envidias les servían para hacerse notar y tratar de superar a otros Dioses de su competencia. Pero no, no había ningún Dios del desamor. Entonces se me ocurrió, que quizás fue aquel que....

"Era aún un niño sencillo, pero que había sido concebido por el amor de Hermes, cuya función era ser mensajero de los Dioses, y de Hera, Diosa de la Juventud. Como todos los padres, querían lo mejor para sus hijos, aunque los deseos paternales a veces chocan con el instinto de los propios hijos, por muchos buenos valores que trates de inculcarles. 

Pero el deseo de sus padres, Hermes y Hera, tenía alguna que otra contradicción. Mientras su padre pretendía que cuando creciera fuera un gran Dios cazador, su madre deseaba de él, que fuera el Dios por el que cualquier mujer, humana o no, suspirase. Que se convirtiera en el Dios del amor por excelencia y todas cayeran rendidas a sus encantos. La disputa entre ellos era evidente; debía entregarse a una de las dos cosas, no a ambas, pues entre sí los poderes nada tenían que ver, y cada uno de ellos trató de motivar a su hijo en favor de sus intereses.

Tal fue su enfrentamiento, que llenó de odio sus vidas. Sus egos salieron a la luz, y quizás estaban boicoteando los deseos reales de su hijo. Así que decidieron presentarse ante Zeus, y que éste mediase. El Dios supremo, al ver tanto odio entre ellos, por algo tan absurdo, decidió mediar y atender a sus peticiones, pero quiso hacerlo a modo de castigo, sin que ellos lo supieran.

Así que el hijo de Hermes y Hera, creció y se convirtió en un joven apuesto, elegante y hermoso, tal y como su madre soñaba, y toda mujer quedaba rendida a sus encantos. Y del mismo modo, se convirtió en un excelente cazador, cuya habilidad con el arco era asombrosa, justo lo que su padre Hermes había deseado. Ambos, una vez sus deseos fueron concedidos, perdieron todo interés más por él, y dejaron crecer a su hijo con los dones que el gran Dios Zeus le había atribuido.

Curiosamente, todas las mujeres caían rendidas a él, pero ninguna de ellas era correspondida. Su indiferencia era latente, y ninguna por muy hermosa que fuera, conseguía lo que se proponía. Pero un día, una de ellas, quizás la más bella de todas, quiso averiguar el por qué de esa impasibilidad; ¿cómo era posible, que un hijo de Dioses, con esos dones y poderes otorgados, no hubiera ya caído rendido al amor?. 

A pesar de sus encantos y sus habilidades en el amor, nada más pudo conseguir, sí en cambio el favor de su amistad y confianza, pasando cuánto tiempo pudo a su lado. Observaba todo aquello que le llamaba la atención de él; sus gestos, palabras, actos....,pero no encontraba nada que pudiera ser el motivo por el cual no consiguiera enamorarse. Así que decidió no preocuparse más por ello, quedándose con la duda pero sin volver a juzgar por qué motivo este hijo de Dioses nunca encontraba el amor, y menos aún ante su gran belleza.

Un día, en una conversación cualquiera, ésta le preguntó; 

--¿Cuál sería tu mayor deseo?--

"Convertirme en un gran cazador", le dijo él.

--¿En un gran cazador?, preguntó ella extrañada. ¡Pero si ya lo eres!--

"Si, soy un grandísimo cazador, pero me gustaría cazar de todo, no solamente una cosa".

-- ¿Acaso no cazas todo tipo de animales?--, preguntó ella contrariada.

"No, exclusivamente de un tipo. Solamente cazo mariposas. Curiosamente, aquellas que traéis a mi, quienes buscáis mi amor".


Cuadro de "Las mariposas", 5 de febrero de 2016. Fotografía de Jesús Apa.