viernes, 25 de marzo de 2016

La sombra del ciprés es alargada

Paseaba por los hermosos campos de La Toscana italiana en compañía de Chiara, Elena y Marco, el marido de ésta. Escuchaba atentamente las grandes historias que tienen esos pueblos; Florencia, Siena, Pienza o Montalcino. Realmente hay gran similitud en todo lo que allí se puede contemplar, tanto en sus gentes como en sus paisajes, aunque es cierto que hay algo en el paisaje que destaca principalmente sobre lo demás; los cipreses.

Es recordar algún episodio allí vivido, y se me viene a la mente este poderoso árbol. Está en todas partes, y forma parte del contenido pintoresco que puedes presenciar en cualquier rincón de esta grandiosa área. Pero los cipreses tienen una gran relación con el más allá, así que quise saber de donde venía la historia de este árbol y su estrecha relación con la muerte, y entonces me me contaron esta historia....

"En los campos de Cartea había un ciervo al que las ninfas del lugar tenían por sagrado. No le faltaba de nada al animal, que con el paso de los años se había acostumbrado a corretear y pasear tranquilamente por toda la Comarca sin que humanos, ni otros seres le atacasen, pues notable era su presencia. Sus cuernos brillaban como el oro, y colgaban de su torneado cuello collares de diamantes; una cinta de plata, ceñía su frente, de la que pendían pequeñas perlas, que se movían graciosamente cuando se movía, a juego con las dos grandes perlas de sus orejas.

El ciervo, sin temor, se dejaba acariciar de toda persona; pero sin duda, con quien más congenió, fue con Cipariso, el más hermoso de las gentes de Ceos, la antigua isla de Kea. El muchacho acompañaba al ciervo en sus idas y venidas, llevándole a los manantiales más limpios para beber y a los mejores pastos para comer; le hacía guirnaldas de flores que colgaba de sus relucientes astas y, a veces, montaba sobre su lomo.

Pero sucedió un día, que el ciervo sagrado se tumbó a dormir después de una buena comilona. Cipariso había salido a cazar en compañía de sus amigo el dios Febo Apolo. Divisó un bulto detrás de unos arbustos y lanzó contra él su jabalina. Cipariso corrió a ver la pieza que había acertado. El arma del guapo joven, que no había reconocido a su querido amigo, hirió de muerte al sagrado ciervo de las ninfas. Nada pudieron hacer ni Febo con sus conocimientos médicos ni Cipariso que lloraba desconsolado sobre el ciervo, deseando, él mismo le llegara la muerte. Tampoco consiguió Febo sacar de la cabeza de Cipariso su deseo de morir.

El agradecido joven quedó de rodillas, derramando lágrima tras lágrima, sobre el cadáver de su amado ciervo, pidiendo a los dioses estar de luto todo el tiempo. Agotadas todas las lágrimas, comenzaron sus miembros a tornarse de color verde y a crecerle el pelo que se le enmarañó y endureció, adquiriendo una gran altura desde la que podía mirar las estrellas desde su copa. Muy triste y apenado quedó Febo, por la pérdida de su amigo, y con voz honda y profunda, pronunció estas palabras:

- Luto serás desde este instante para la gente, y consuelo serás de los dolientes.-

Pero a pesar que es un árbol relacionado con la mitología griega, se le ha vinculado a los cementerios de, principalmente los países mediterráneos. Su relación con la muerte viene de esta historia, y su comunión con todo ello es más que evidente. Pero quise saber por qué en esta zona de Italia, este árbol tiene tanta presencia.

Así que Elena me contó, que el ciprés es el fin de algo. Está sembrado a propósito, siendo una intervención de un paisajista ingles, que señala el límite de las propiedades colindantes. Allí, es un símbolo de armonía.

Fue justo ayer, que anduve caminando por los preciosos caminos que tenemos en la Comarca de Tentudía. Un día agradable, con un sol de lo más lindo en el alto, que se colaba con travesura entre la dehesa. Aquí, tenemos una infinita variedad de árboles; encinas, alcornoques, robles, castaños, pinos, olivos, viñas...., un auténtico premio para la vista.

Pero fue bajando a lo largo de un sendero, cuando me llamó poderosamente la atención la colocación de dos cipreses cerca del camino. Parecían como plantados de manera accidental, y destacaba uno sobre el otro. Casualmente la conversación con mis dos compañeros había estado en gran parte del trayecto en relacionada con los viajes. Así que cuando empecé a contar lo que yo sabía sobre los cipreses de la Toscana, y antes de adentrarme en la historia de Cipariso y su ciervo, uno de mis compañeros quiso darme otra versión sobre estos árboles, pues conocía la historia de aquellos dos.

- "El ciprés, representa el fin de algo. Muy relacionado por este motivo con la muerte", empecé a contarles. 

-- Yo conozco la historia de estos dos cipreses, me dijo Arturo. Creo que indican todo lo contrario, al menos para Ana, esta amiga mía. Cuando en su día los plantó, lo hizo con un propósito; uno de ellos cuando murió su padre, y el otro, años más tarde, tras el fallecimiento de su madre.--

- "¡Qué triste!", le contesté casi sin pensar. "Es un árbol que representa la muerte, y digamos que podría estar unido a la tristeza y la pena en su máxima expresión".

-- Ella opina lo contrario--, nos explicó él. -- Para ella estos árboles son vida. Mientras más altos estén, mayor poder tienen para ella. A mayor sombra, más signo de vida tienen para su interior--.

No le contesté, pero me gustó su sentido. Y es que cada cual representa a los muertos como mejor le parece. Hay quienes lo hacen representando estatuas de madera y los pasean a hombros en un determinado momento del año, y hay quien siembra árboles en su honor para recordarlos día tras día. Toda opción es respetable. Aunque si los muertos hablasen....































Comarca de Tentudía, 24 de marzo de 2016. Fotografía de Jesús Apa.



Pienza, La Toscana, Italia, septiembre de 2013. Fotografía de Jesús Apa.

   


  




viernes, 18 de marzo de 2016

El ajedrez de la vida

Hace ya algunos meses, concretamente el pasado septiembre, paseaba por las preciosas calles de la ciudad siciliana de Catania. Era un viernes a la caída del sol, y para mi fortuna, durante todo ese fin de semana, las gentes de la ciudad rendirían un homenaje a los artistas callejeros locales; músicos, payasos, magos, malabaristas y otros personajes que se ganan la vida como mejor saben hacer. Apoyado por el ayuntamiento, me pareció un homenaje de lo más honroso, ya que las calles se llenarían de curiosos que podrían disfrutar del arte de estas personas, las cuales a la misma vez, pondrían de manifiesto sus habilidades y así mostrar, que tienen una forma de ganarse la vida tan digna como cualquier otra.


Dado que tuve la gran suerte de coincidir con el primer día de todos esos actos, salí a las calles para entrometerme de lleno en las actividades. Estando todas abarrotadas, el ambiente era encantador, y todo lo que envolvía esa noche de verano, hacía que se convirtiera en mágica. Malabaristas con espectáculos de fuego, artistas que hacían cualquier formas de animales con globos, orquestas amateur en cualquiera de sus plazas, o magos que te sacaban monedas de cualquier lugar de tu cuerpo, provocaban la exclamación de todos los asistentes. Además, "barras callejeras" donde beber cerveza, acompasadas con la música que podías escuchar en cualquier esquina, convertían todo aquello en un espectáculo imprevisible, al aire libre, y totalmente gratuito. ¡Un auténtico regalo!.

Se aceptaban donativos, y cualquiera estaba invitado a participar. Así fue como llegando a un parque cercano al mercado, me acerqué a curiosear entre una pequeña multitud que rodeaba a un señor mayor, sentado en una mesa cuadrada de azulejos cerámicos, que formaban el dibujo de un tablero de ajedrez, y que buscaba un contrincante al cual batir en menos de 20 jugadas. Los movimientos debían ser rápidos, de apenas unas decenas de segundos, un minuto a lo sumo, para que el "ir y venir" de los atrevidos rivales fuera lo más ágil posible. La apuesta, una moneda de dos euros que este señor ya tenía dispuesta a la derecha de su lado del tablero, sobre la mesa.

Yo hacía años que no jugaba al ajedrez, y como ya la escena iba careciendo de voluntarios, puesto que este señor parecía no tener rival, me aventuré a sentarme frente a él, y poner los dos euros de apuesta a mi lado derecho. El señor, que empezó a hablarme en italiano, pero al ver que no era mi idioma, me indicó cortésmente con las manos, que podía empezar a realizar mi primer movimiento, pues en mi lado estaban las piezas blancas. Y avanzando dos casillas, empecé a mover uno de mis peones. Sus movimientos eran realmente rápidos, su imagen impaciente contagiaba mi inquietud, y si la celeridad de mis piezas era eficiente, la de las suyas parecían como si estuvieran en modo de alerta y sincronizadas perfectamente.

Las personas de alrededor, iban contando aceleradamente cada vez que él hacía su movimiento. Y los míos, seguramente torpes y temerarios, trataban al menos, de llevar su velocidad. Así, con el "uno, due, tre, quattro, cinque, sei, sette, otto, nove, dieci, undici, dodici..., y con el tredici", fue dónde me dio "Jaque-Mate". Él, sonrió aliviado y victorioso, para, mientras cogía mis dos euros y guardarlos en su bolsillo, decirme en su idioma, ¡"Così è la vita"!.

Me levanté de mi asiento, y mientras observaba como tomaba el turno su siguiente rival, me quedé pensando en las palabras que me dijo; "Así es la vida". ¡Y cuanta razón tenía aquel simpático italiano!. 

En la comparativa, el tablero es la vida, y sobre él acontece todo lo que nos ocurre en nuestro camino. El color de tus piezas no importará, pues éstas sólo serán los recursos de los que dispongas. Tú serás quien realice los movimientos, y al igual que en el ajedrez, en la vida misma, se juega con la mente, y no con las manos. Aunque lo ideal sería que todos los seres humanos contáramos con las mismas piezas y ocupáramos la misma posición en el tablero, pero lástima que en la vida no sea así. 

La locura y el atrevimiento de los Peones, es nuestra juventud, dónde mayores momentos de debilidad tenemos y menor valor, al igual que estas piezas. El movimiento frenético de los Caballos, pueden ser los cambios que sufrimos a lo largo del camino. El Alfil, esas piezas alargadas y fornidas, siempre colocadas en el tablero al lado del Rey y la Reina, podrían estar identificadas con los amigos que tendremos, los de verdad, aquellos consejeros que siempre queremos tener cerca. Las Torres, la seguridad y fortaleza que siempre necesitamos. El enroque, que consiste en hacer saltar al Rey sobre la Torre, usándola para formar una pared de defensa, es el mejor ejemplo de ello.

Y claro, el Rey y la Reina, es la familia, el amor, y todo aquello que debes conservar en la vida hasta el último momento de ésta. La Reina es la pieza con más poder, y el Rey, al que siempre hay que proteger. Y como pasa en la realidad, incluso el Rey más poderoso no está exento de un jaque-mate.

Y una vez que contamos con todas las piezas, es en el ajedrez de la vida, al igual que en el del juego, donde la iniciativa es lo que te hace avanzar, aunque a mayor número de fichas, más atención, y más probabilidad de errores.

Pero siempre que hay un error, tal y como ocurre en el juego, algo correcto habría en él, o alguna buena intención llevaba. Y es que están ahí, esperando que se cometan, incluso a veces sabes que los estás cometiendo, pero siempre esperas que algo bueno pase. Todo está en el cambio constante, sin importar si cometes errores, porque siempre has de tratar ser el jugador y no la pieza.

No el hecho de tener una buena posición te hará ganar nada. Lo que hará de ti algo grande, estará pues relacionado a tus movimientos. Siempre hay piezas que sacrificar, y es preferible que elijas tú esa pieza, a que la elija tu oponente, pues posiblemente no sea la misma. Y al igual que ocurre en la vida, cuando la partida termina, todas las piezas, por muy importante que hayan sido, regresan a la misma caja. Aunque al contrario que en el ajedrez, la vida continua después del jaque-mate.

De ahí, que el valor más importante que siempre ha de estar presente, sea la humildad, y que paradójicamente teniéndola, te hará ser una persona distinguida. Y mira por donde, curioso es la característica especial que tiene el Peón (el más sencillo), y que ninguno de sus compañeros de tablero tiene: si llega a la octava fila, se transforma inmediatamente en una Dama (la pieza más poderosa). Es esto lo que nos lleva a decir, que con valentía y confianza en uno mismo, hasta la persona más humilde puede triunfar en la vida.

La misma confianza que tenía aquel señor italiano, que uno tras otro, iba derrotando a todos sus rivales, totalmente convencido de sus posibilidades. Porque igual no era el mejor jugador de ajedrez, pero solamente por la confianza que tenía en sí mismo, tenía media partida ganada. Tal era esa seguridad y determinación, que tras finalizar de jugar con todos los voluntarios y llevarse su generosa "propina", se levantó y quedó sobre la mesa los dos euros de su lado derecho del tablero.

Pero mi asombró fue, cuando descubrí, al igual que el resto de los allí presentes, que la moneda estaba totalmente fijada con pegamento a la mesa....




Imagen libre de la red.




Catania, Sicilia. 18 de septiembre de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


   





viernes, 11 de marzo de 2016

Encuentros en la tercera fase

Tal y como dicen que ocurre cuando vives un embarazo, que ves carritos de bebés y embarazadas por todas partes, parece ser que pasa con muchas otras cosas, y no es que sean modas. Pero si tuviéramos que llamarlo así, últimamente "la moda" que más presencio a mi alrededor, es la existencia de una gran crisis; una crisis emocional, principalmente  entre parejas. Supongo que los tiempos cambian, las exigencias aumentan, y es posible que a veces incluso, pedimos lo que no damos. 

Sea como fuere, y con mayor o menores proporciones de gravedad, cada crisis es afrontada de una manera distinta en función de las personas o parejas que se enfrentan a ella. A los mismos problemas, diferentes respuestas. Fuertes son aquellas parejas que consiguen solventar sus diferencias, perdonar sus errores o aceptar sus defectos. Eso sí, nadie está obligado a vivir bajo el mismo paraguas, pues la felicidad ha de depender única y exclusivamente de cada persona. Pero no quiero dar lecciones de nada, y menos aún, de cómo debe vivir cada cual.

Mi amiga Lola mantiene la teoría de que las parejas, tienen tres fases a las cuales enfrentarse, aunque a veces, ni tan siquiera pasan por todas. Según ella, que solo conoce las dos primeras, la número uno es la mejor. Es la de la pasión, el enamoramiento, el hacer todo por la otra persona y vivir el amor de la manera más intensa posible. La segunda fase, en cambio, comienza justo cuando finaliza la primera. Es esa en la que te dejas llevar, porque estás cómodo o cómoda, y dónde las mariposas, las que quedan, parece que dormitan. Pero de algún modo están ahí, sigue habiendo amor, aunque en mucha menor intensidad. Digamos que la mayoría hemos estado en más de una ocasión en esta fase.

Pero claro, la tercera fase, dado que Lola no la conoce, no puede hablarme de ella, o habla sobre lo que le han contado. Aunque cuando yo le comento que incluso hay una cuarta fase, para ella eso supondría un "escándalo mental" no apta para asimilar y del cual mejor ni hablarle. Pero superadas, lamentablemente la primera y circunstancialmente la segunda, el "encuentro en la tercera fase" en el que podrías someterte con tu pareja, igual no es tan dramático. Superadas las dos anteriores, quizás ésta no tendría por qué ser ningún fastidio.

En ella, puesto que llega en un momento donde conoces lo suficientemente bien a tu pareja, puede ser la fase del respeto mutuo, de la admiración por la persona que tienes a tu lado, del amor por tus hijos o sencillamente, del momento del premio por haber superados cuántos obstáculos encontrasteis en el camino de las dos anteriores. 

En la primera fase, la ausencia de la pasión, te haría llegar a la segunda. En esta otra, la presencia de la rutina, es la que te llevaría sin duda a entrar en la siguiente. Pero sin embargo, existe algo en esta tercera, la cosa más sencilla del mundo, virtud a veces, pero principalmente un defecto otras muchas, que podría acabar drásticamente con todo. Porque quizás las parejas pueden vivir en ausencia de la pasión y ese enamoramiento de la primera, podrían superar que llegara a sus vidas la rutina de la segunda fase siempre y cuando siga existiendo amor, pero hay algo en la tercera fase que acabaría con todo, incluso si llega a presentarse de improvisto en alguna de las anteriores.

Entonces quise recordar aquello que me contaron una vez...

-- No hace mucho escuché, que un matrimonio de ancianos habían superado momentos de gran dificultad en su relación, y que a pesar de ello, siempre habían dado solución a cualquiera de los problemas los cuales habían atravesado. Pero esta vez, y a pesar que vivían en la misma granja, cayeron en un gran conflicto que logró separarlos. Ni mucho menos era el mayor de los problemas al que se habían podido enfrentar, pero esta larga relación terminó repentinamente.

Lo que comenzó con un malentendido, fue creciendo hasta terminar siendo una gran diferencia para ellos, hasta que explotó para convertirse en multitud de palabras amargas, largas semanas de silencio, sin qué ni por qué, y eso les llevó a separarse. Él, continuó en la casa en la cual había crecido ese inmenso amor, y ella,  se fue al otro extremo de la finca, a una pequeña casa de invitados que construyeron años atrás. 

Una mañana, alguien llamó a la casa donde él vivía, y al abrir la puerta se encontró con un carpintero. "Buenos días señor; estoy buscando trabajo por unos días, y me preguntaba si usted necesitaría hacer algunos trabajos con la madera en esta hermosa granja",- dijo el atrevido carpintero.

"Ha venido usted en el momento adecuado,- dijo el esposo -. ¿Puede ver usted aquella pequeña casa al otro lado del arroyo?. Pertenece a mi mujer; mejor dicho, a mi exmujer", - continuó diciendo el resentido esposo.

"Hasta hace unos días había un hermoso prado entre ambas casas, pero ahora el cauce del arroyo se ha desviado, y seguramente lo ha hecho ella para enfurecerme. No la soporto. Le proporcionaré la madera que necesite, y construirá entre nuestras tierras una gran valla lo suficientemente alta para que no vuelva a verla más." 

El carpintero, solamente le dijo..."Creo que comprendo la situación. Deje este trabajo de mi mano pues quedará más que satisfecho". 

Así que al día siguiente, tras mostrarle donde estaban todas las herramientas y los materiales necesarios, el carpintero se puso manos a la obra, mientras el anciano le dijo que regresaría en la noche, pues tendría que atender unos asuntos en el pueblo, donde se disponía a pasar la mayor parte de la jornada.

Justo antes del anochecer, cuando el esposo venía de regreso a su casa, no podía creer lo que veían sus ojos. En lugar de hacer la valla que le había encargado, el carpintero había construido un puente que cruzaba el arroyo uniendo las dos partes de la granja que habían quedado divididas.

Antes que pudiera recriminarle nada sobre lo que había hecho, su esposa vino desde el otro lado, y tras cruzar el puente, se fundió en un gran abrazo con su marido. "Eres un hombre increíble, jamás pensé que se te ocurriría construir este hermoso puente para unirnos de nuevo, y más aún, después de yo haber hecho la travesura de desviar el cauce del arroyo".

Estaban en su reconciliación ambos, cuando vieron que el carpintero recogía sus cosas dispuesto a marcharse.

"De ninguna manera puedes irte",- le dijo el esposo. "Quédate unos cuantos días más, ahora que tengo varios proyectos que encargarte".

--Me gustaría quedarme, -dijo el carpintero-, pero tengo muchos más puentes que construir. Además, es preciso que me marche de los lugares donde he estado, puesto que no sería bueno que continuara en ellos.-- 

Aunque al principio el anciano no entendió muy bien lo que quiso decir con eso, le dio las gracias, y antes de marcharse le dijo.

"Por cierto, ni tan siquiera sé como te llamas".

Entonces, el carpintero, justo avanzando en sus pasos, se detuvo para darse la vuelta y decirle; "me llamo Orgullo"....



Imagen libre de la red. Marzo de 2016.


    

viernes, 4 de marzo de 2016

Voy a ser....

Voy a ser....

Tu café en las mañanas,
la manzanilla de tu piel,
el cristal de tu mirada,
el azúcar y la miel.

La canción con que te duermas,
la música que te levante,
la luz de tu linterna,
tus zapatos para que andes.

Porque ya eres....

El carmín de mis mejillas,
el olor de mi perfume,
la octava maravilla,
el humo que me fume.

El abono para el campo,
mi cobijo en la tormenta,
el perejil de mi santo,
la semilla de mi siembra.

Voy a ser....

El concierto en el que bailes,
un regalo en tu cumpleaños,
la comba en la que saltes,
un "te quiero" mil veces al año.

El sustento de tu mano,
el cordón de tus zapatos,
las cien noches de verano,
la letra grande del contrato.

Porque ya eres....

El farol en mi penumbra,
la hora exacta en el reloj,
la única vela que alumbra,
el acento en el amor.

Más de diez motivos,
casi cien razones,
sobre mil adjetivos,
un millón de conclusiones.


Voy a ser....

Las esquinas de tu cama,
tus noches en vela,
la letra de tus nanas,
el giro de la manivela.

Tu duda si vacilas, 
tu perfume de diario,
un marcapasos sin pilas,
tu rojo en el calendario,

Porque ya eres....
Quizás muchos apellidos,
un solo nombre; "MUJER".
Del hombre, todos los sentidos,
por eso te digo, que Voy a ser....


P.D. Dedicado a todas las mujeres, los seres más maravillosos de este mundo. 



Imagen libre en la red. Homenaje al día internacional de la mujer. Marzo de 2016.