Había una vez un arco iris que vivía en lo alto del cielo, entre nubes grises y gotas de lluvia. Aunque era hermoso, con colores que bailaban en el viento, se sentía triste. Siempre que aparecía, era porque llovía, y el sol apenas asomaba un instante antes de volver a esconderse.
"¿Por qué no puedo vivir bajo un cielo azul como los demás colores?", suspiraba.
Un día, una niña lo vio desde su ventana mientras llovía. Corrió afuera, se mojó los pies y levantó los brazos hacia él.
"¡Eres lo más bonito que he visto!", gritó.
El arco iris se sorprendió. Nadie le había dicho algo así antes. Desde ese día, empezó a prestar atención: a los niños que lo señalaban, a las fotos que le tomaban, a los silencios que provocaba en medio del mundo ruidoso.
Y entonces lo entendió: no era triste aparecer con la lluvia… porque él era la promesa de que el sol volvería.
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