viernes, 27 de julio de 2018

El milagro... del trabajo y el sudor

Hay una expresión que siempre sale en las conversaciones que se hablan sobre los trabajos, o los puestos laborales que ocupan quienes dialogan sobre ello; "Estoy bien, pero mi trabajo es muy desagradecido". Y suele pasar, que es muy poco común que alguien valore realmente lo que supone tu esfuerzo para conseguir tus objetivos. Aunque también alguien podría decir; "Pues para eso te pagan, para trabajar. El agradecimiento ya va incluido en el sueldo". Otra cosa es, y nadie tiene que ver con esto, la pasión con la que uno hace las cosas.

Y es cierto que todo trabajo debe ser justamente remunerado, pero eso no quiere decir que ahí entre todo lo que conlleva un salario. A veces detrás de todo eso hay dificultades sumadas que no van en "el paquete", pero siempre hay capacidad para reconvertirse y hacer un penúltimo esfuerzo para llegar más lejos y, ante una crisis, sea laboral o no, aprender siempre de ella.

En toda dificultad reside siempre una oportunidad, una lección para aprender, para crecer. Cada vez que logramos atravesar una situación difícil y no quedamos atascados en ella, nos fortalecemos y nos transformamos positivamente. Hace poco hablé en este blog sobre esa capacidad de enfrentar con eficacia las situaciones difíciles que vivimos a menudo; se llama Resiliencia.

Se basa en hacer las cosas bien, a pesar de las condiciones adversas. Se basa en salir fortalecido de la prueba, resistir a la presión y los obstáculos, es estar preparado para momentos difíciles (que siempre acaban llegando). Digamos que es, como un entrenamiento que no sabes cuando llegarás a poner en práctica. 

Te pongo un ejemplo...

Un diamante tiene la misma composición química que el grafito. Con la aplicación de temperaturas extremas (aproximadamente 1.100 ºC) y una presión equivalente a mil veces la atmósfera de la Tierra, el grafito termina convirtiéndose en diamante. Del mismo modo, todas las opresiones, luchas, crisis y problemas que tengamos que enfrentar en la vida terminarán convirtiéndose en unas personas más fuertes, más resistentes a las adversidades.

Antes que un avión despegue hay que presurizarlo, es decir, aplicarle presión interior para que la exterior no lo aplaste. Cada mañana, al levantarnos, tenemos que levantar el vuelo bien presurizados.

Y para aumentar esa resiliencia de la que antes hablaba, es imprescindible aumentar nuestra autoestima. Lo peor que nos puede suceder es dejar de confiar en nuestras capacidades. Debemos tener una afirmación interior, una confianza plena, de mente y espíritu, una seguridad inquebrantable en nosotros mismos, y también una valoración positiva de los otros.

Y sobre todo, no decaer cuando alguien venga, menosprecie tu esfuerzo, y reste valor a tu trabajo y al sudor que éste genera en ti.

Para eso, valga un segundo ejemplo... y a modo de cuento, como no podía ser de otra manera...  


"Dicen que un hombre convirtió, en el espacio de dos años, un territorio pedregoso en un jardín lleno de flores que se hizo famoso en la Comarca.

Un día, un santo pasó por el jardín y, para que el jardinero no olvidara quién era el Creador Supremo de su obra, le dijo:

-- Jardinero, este jardín tan hermoso es una verdadera bendición que Dios te ha dado. --

El jardinero comprendió el mensaje y le respondió:

"Tienes razón, si no fuese por el sol y por la lluvia, por la tierra, por el milagro de las semillas y por las estaciones del año, no tendría ningún jardín... pero...¡deberías haber visto cómo estaba este lugar hace dos años cuando Dios lo tenía sólo, para sí mismo!"



Monasterio de Tentudía, 27 de julio de 2018. Fotografía de Jesús Apa.


viernes, 20 de julio de 2018

Buscando a Dios

No es raro encontrarte a veces con preguntas realmente comprometidas pero, una de ellas, es la de si crees en Dios o no. Siempre me ha resultado muy complicado dar una respuesta firme. Eso, debe ser consecuencia de que en cierto modo, sigo creyendo algo en Dios, o quizás, que en cierta medida, me resigno a dejar de creer. 

Realmente me encantaría creer en algo, en un ser superior a quien, en más de una ocasión, poder dirigirme. Principalmente para preguntarle, cuestionar su voluntad..., pero aún no lo he encontrado. Y precisamente esa respuesta; "quiero creer en algo o alguien a quien aún no he encontrado", que me fue contestada con determinación; -- Eso es que aún no has buscado bien. ¿Vas a la Iglesia?. Prueba a buscar a Dios ahí de nuevo --.

Me encantaría encontrar las respuestas en algún lado. Me gustaría mucho saber cómo la mente humana, ante idénticas situaciones, tiene distintas creencias. Entonces pensé que lo mejor es que hubiera una explicación idéntica y una interpretación diferente, y así fue que me acordé que algo parecido, hacen los cuentos. Pero hay unos especiales, que tratan de explicar las cosas bajo un tono menos agresivo al que suelen utilizar muchos dogmas y religiones; Los cuentos sufíes. Así que decidí informarme un poco más sobre estos tipos de cuentos.

El método de enseñanza por historias, por su efectividad, es muy difundido y muchas tradiciones espirituales lo vienen utilizando desde hace muchos siglos o milenios como un medio muy eficaz para contener y transmitir conocimiento y verdades profundas.

La tradición sufí es especialmente rica en historias que siempre tienen, por lo menos, tres interpretaciones o niveles de enseñanza posibles. Algunas hasta siete; la primera interpretación generalmente es chistosa, razón por la cual son muy populares. Cuando recordamos una historia sufí, después de un tiempo, porque se aplica exactamente a un evento del presente, nos damos cuenta de su verdad y la comprendemos de manera profunda.

Sus enseñanzas, que han sido y son utilizadas por los maestros del sufismo, van desde la explicación de fenómenos científicos y naturales de una manera más fácilmente comprensible, a la ilustración de asuntos morales. 

El sufismo es una religión mística de origen persa con raíces en el Islam, aunque hay quienes lo consideran incluso anterior a éste. Su filosofía es la de lo relevante en el aquí y el ahora. Son devotos de los absurdo y detractores de los dogmas. Su búsqueda en la de la verdad que solo se encuentra mirando adentro de uno mismo.

Me gusta aún más porque, conscientes de la imposibilidad de transmitir su sabiduría mística en el lenguaje común, adoptaron el uso de la parábola poética para indicar que la verdad de la vida yace detrás de sus múltiples apariencias. 

Y mira que los personajes de sus historias son casi siempre los mismos como, por ejemplo, "Nasrudín", que se supone que vivió en la Península de Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV. Nasrudín es un "Mullah" (Maestro) que protagoniza una larga serie de, digamos, "historias-aventuras-cuentos-anécdotas", representando distintos papeles; agricultor, padre, juez, comerciante, sabio, maestro o tonto e ignorante. 

Que esos personajes tan distintos tengan el mismo nombre, quizás venga con la primera enseñanza y sirva para mostrar que nosotros somos, también, cada uno de esos personajes. O tal vez, que tenemos la capacidad de ser o de comportarnos de diferentes maneras.

El pensamiento sufí ha impregnado con sus relatos la cultura tanto de Oriente como de Occidente porque, principalmente, es imposible evitar que el humor se propague. Y estoy seguro que es más fácil aprender con humor, que con otro tipo de enseñanzas más serias o bruscas.

Me gusta el pensamiento sufí especialmente porque, de todos los cuentos y enseñanzas recopiladas de Nasrudín, cada una de esas historias suelen ser humorísticas, con el humor simple de lo cotidiano, y, a veces, con contrasentidos y aparentes absurdos. Por eso que preguntas tan "serias" como la de; ¿crees en Dios?, deberían tener una respuesta que pueda llevar algún aprendizaje o reflexión para quien formula dicha pregunta.

Nasrudín ha resultado inmune al paso del tiempo porque lo importante es el mensaje, no el hombre. Acostumbra a realizar una crítica caústica y mordaz de los comportamientos inadecuados del islamismo representado en muchos cuentos por imanes y jueces. Muchas historias incluyen a su burro, que simboliza su mente, y a su mujer que, a veces, simboliza su conciencia. 

Entonces, no pude evitar recordar un cuento sencillo, corto, pero certero para dar respuesta a esa contundente pregunta...¿crees en Dios?. Bueno, para esta ocasión, me venían mucho mejor dos cuentos en vez de uno...

"Un vecino encontró a Nasrudín cuando éste andaba buscando algo de rodillas.

-- ¿Qué andas buscando, Mullah? --

"Mi llave. La he perdido".

Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato, dijo el vecino:

-- ¿Dónde la perdiste? --

"En casa".

-- ¡Pero Mullah!. Y entonces, ¿por qué la buscas aquí? --

"Porque aquí hay más luz"

Y aquí va la primera enseñanza... ¿De qué vale buscar a Dios en lugares santos si donde lo has perdido ha sido en tu corazón?

Y el segundo cuento...


"Todo el mundo se asustó al ver al Mullah Nasrudín recorrer apresuradamente las calles de la aldea, montado en su asno.

-- ¿A dónde vas, Mullah? --, le preguntaban.

"Estoy buscando a mi asno", respondía Nasrudín al pasar.

Podría haber muchas reflexiones. Me gusta esta...¡Y es que llega uno a encontrarse con gente seriamente dedicada a buscar a Dios!...


Cabeza la Vaca, 20 de julio de 2018. Imagen de Nasrudín. Libre en la red.  

  

viernes, 13 de julio de 2018

La suerte del 13

Resulta curioso comprobar como pueden tener tanto peso en la vida ciertas supersticiones. Una de las más comunes, suele ser la relacionada con los números. Muchas personas eligen las cosas de su vida vinculadas a números, cualesquiera, ya sea relacionado con alguna fecha especial, algún acontecimiento importante en su vida o, simplemente, porque se sienten bien con él teniéndolo cerca en sus circunstancias. Pero resulta que también sucede al contrario, y hay quienes evitan estar conectado a algún número que les disgusta o le hace mal. Aquí, el que se lleva la palma, es el número 13.

Hay gente con tanta fobia a este número, que desisten de, por ejemplo, subir en ascensor a la planta número 13, sentarse en la fila del teatro con esa numeración o, como no, ocupar los asientos números treces en el avión. Es tanto el rechazo a ese número, que muchas compañías ya no enumeran esos asientos, pasando del 12 al 14. Al igual ocurre con las plantas de los grandes rascacielos, dónde ni tan siquiera encuentras el 13 en las teclas del ascensor.

El debate de la buena y mala suerte estaría servido, y justificar en qué consiste una cosa u otra, llevaría una eternidad. Cierto puede ser que si hay algo que a veces te da buena suerte ( o eso crees), sí que siempre se trata de evitar aquello que te ha hecho pasar por malos momentos. Asociarlo a los números y de éstos, a la formación de fechas, suele ser lo más habitual. Tampoco sabemos si la buena suerte hay que salir a buscarla, o en el caso contrario, te viene sola. Hay opiniones para todos los gustos. Lo mejor sería ver qué nos dice algún cuento relacionado con ello, ¿verdad? A mi hay uno que me gusta por encima de todos. Te lo resumo...

"La Buena Suerte", de Alex Rovira, es un cuento muy sencillo que va desgranando las claves de la buena suerte, las claves de la prosperidad. El mago Merlín cita a todos los caballeros de un reino y les informa de que en el bosque encantado nacerá en el plazo de siete días un trébol mágico de cuatro hojas, que es el trébol de la suerte ilimitada; a quien lo encuentre le sonreirá la suerte durante toda su vida en los negocios, en la guerra o en el amor.

De todos los caballeros, sólo dos aceptan el reto porque el bosque encantado es enorme, el trébol es diminuto y no hay ninguna pista.

Uno de los caballeros viste de blanco y se llama Sid, que es la afirmación, el Sí, mientras que el otro prefiere el negro y se llama Nott, que es la negación.

Los caballeros van por el bosque encontrando toda una serie de personajes (el agua, la piedra, el viento, la tierra, a una bruja, el árbol, la roca...), y cada uno va facilitando a los dos caballeros exactamente la misma información. La diferencia estriba en que el caballero negro no hace nada, sino que espera a que otros le traigan la buena suerte, mientras que el caballero blanco, en cambio, va pensando qué tiene que hacer con esa información para que la buena suerte llegue.

Es lógico imaginarse que, al final, el caballero blanco hallará el trébol. Sin embargo, no es así, no lo encuentra. La historia tiene un final revelador y claro está, como en todos los cuentos, te deja una reflexión y una serie de mensajes que podrás descifrar y aplicar en tu vida. Incluso quizás, hasta una serie de reglas para estar siempre cerca de la buena suerte.

Porque la suerte no dura demasiado tiempo, porque no depende de ti. La buena suerte en cambio la crea uno mismo, por eso dura siempre. Si ahora no tienes buena suerte, tal vez sea porque las circunstancias son las de siempre. Por eso que es conveniente crear nuevas circunstancias.

Dado que crear buena suerte es solo crear circunstancias..., la Buena Suerte solo depende de ti. 

Al igual que existen las casualidades, las circunstancias no nacen de la casualidad; hay que crearlas.

Casualmente, hoy es Viernes 13. Que tengas muy Buena Suerte. 


Cabeza la Vaca, viernes y 13 de julio de 2018. Imagen libre en la red.






viernes, 6 de julio de 2018

Pon los sueños a trabajar

Si aún no has escuchado este término; "las casaciones", estoy seguro que no tardarás en hacerlo. No tiene nada que ver con lo que conocemos como casación o recurso de casación, que es aquel que tiene por objeto anular una sentencia judicial que contiene una incorrecta interpretación o aplicación de la Ley o que ha sido dictada en un procedimiento de dudosa legalidad. No, nada tiene que ver con eso. 

Las casaciones, son el nuevo concepto de descansar, esta vez, desde una perspectiva totalmente casera. Tienen  como objetivo principal el recomponerte del cansancio acumulado desde un espacio que conoces a la perfección y con un único objetivo; dormir como no lo haces el resto del año.

Dormir es necesario para sobrevivir físicamente, si no dormimos, nos morimos, y puede ser, además, muy útil para solucionar algunos problemas, (y lo dice uno que duerme muy poco). Pero es que cuando dormimos, soñamos, es decir, el cerebro sigue centrado en lo mismo que nos preocupa cuando estamos despiertos, pero en un estado de conciencia diferente. Por ello, cuando soñamos, podemos descubrir cosas de las que no nos damos cuenta cuando estamos despiertos.

El problema radica en que, en nuestra rutina diaria, los sueños van acelerados, no son calmados, digamos que, son de muy mala calidad. Para conseguir buenos sueños, el cuerpo (más bien la mente), debe estar preparada para ello. Parece ser que el mejor sitio para conseguir eso, es el lugar con el que mejor conectamos interiormente; tu cama, tu sillón, tu rincón favorito..., en definitiva, tu casa. 

Es aquí donde grandes directivos, personas influyentes o aquellos que exponen la mente a grandes dosis de estrés, que buscan su casa y entorno para recargar pilas y, parece ser, que para soñar. Sucede muchas veces que los sueños nos parecen extraños; ello es debido a que, cuando soñamos, se activan áreas del cerebro relacionadas con las emociones profundas, con las imágenes visuales y con el movimiento y, en cambio, se ralentizan áreas del cerebro relacionadas con la lógica o con lo socialmente apropiado.

Hace unas décadas se empezó a comprobar que soñar sirve para aprender y para mejorar la memoria. Actualmente, cada vez hay más evidencias de que soñando podemos encontrar soluciones o pistas para resolver nuestros problemas y dilemas. 

A través de la intuición y de los sueños, el cerebro puede acceder a pensamientos que nuestra mente inconsciente sabe, pero de los que no nos hemos dado cuenta conscientemente, y que pueden resultarnos útiles. Esto lo conseguimos en un estado de relajación, pero no en una situación de letargo como cuando estamos en vacaciones.

Soñar bonito, o tener sueños de calidad, nos vuelve más creativo. Músicos como Beethoven o Chopin cuentan cómo se han despertado con partituras en sus cabezas. La escritora Mary Shelley creó mientras soñaba el personaje de Frankenstein. El científico Mendeleyev, vislumbró la famosa tabla periódica cuando estaba dormido, y así, otros muchos personajes importantes de nuestra historia que explotaban su ingenio a través de los sueños.

Hay una técnica muy sencilla llamada "incubación de sueños" según la cual, si pensamos en determinados problemas o dilemas antes de dormir, tendremos más posibilidades de encontrar una solución.

Claro que es bueno irse de vacaciones, desconectar del trabajo y los problemas diarios,  conocer otros lugares, sentir otras culturas pero a veces, es bueno guardar unos días y estar en casa, de casaciones, dormir como no lo haces el resto del año, y dejar que los sueños hagan su trabajo mientras tu descansas...


Fuente de Cantos, 6 de julio de 2018. Imagen libre en la red.