¡Cuando discutimos, pareces una elegante boxeadora!.
Te mueves con maestría. Me engañas con pasitos hacia delante, a los lados, te balanceas y mueves tu cuello con gracia. Me vas golpeando "de a poquito"; cabeceas, braceas y poco a poco me llevas a una esquina tratando de acorralarme.
Te mueves de puntillas, entrecruzando tus lindas piernas. Cuando ya me tienes, y llega tu golpe demoledor, me abrazo a ti. En el "clinch", bailamos, pero es mejilla con mejilla y por instantes busco tu cuello que beso, o muerdo. El caso es que caemos en el ring con suavidad, como dos esponjas empapadas.
Un murmullo, un suspiro y después, pues todo lo que sigue y lo que hacen dos cuerpos al buscarse y querer encontrarse.
No sé en que asalto, pero pierdo la cuenta, como siempre, y la campana suena, el tiempo se ha acabado y regresamos a nuestras esquinas, esperando paciente a que el tiempo nos dé la revancha, y nos busquemos una vez más.
El caso, es que me gusta cómo peleas...
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