El Sol se estremece en su amanecer y tímidamente va despertando al resto de protagonistas. En el regalo de su luz, puede verse que del árbol lustroso cuelga el arcoíris; y desde él, en su mejor verde, se desprenden las flores.
Su descripción puede llegar a confundirme, porque en su simbiosis, no sé si llamarlo "El árbol del arcoíris", o bien, "el arcoíris que da flores".
A veces las descripciones me dan vértigo, como si de repente en mi equilibrio entrara un viento inesperado, cansado por bajar de la montaña que se ve a lo lejos. Viene tan torpe y lento que apenas mueve las hojas, pero en cambio, es capaz de agitar el arcoíris, desde el que ahora, caen pétalos de todos los colores, y mientras atraviesan los haces de luz van dando forma al lienzo del paisaje, con una mezcla virtuosa de colores.
Es hermoso, y en verdad me cuesta cada vez más describirlo. Estoy en un nudo; ¡Un árbol que da arcoíris!. A su vez, el viento lo agita y los pétalos, de vivos y hermosos colores, pintan un cuadro espectacular. Es una locura... ¡tanta belleza!.
El oficio de poeta es realmente agotador...
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