Era mi razón de ser; descubrir el gran Secreto de la vida. Así, podría vivir eternamente, pues estaría en él las respuestas a la inmortalidad; la eterna juventud libre de envejecimiento.
Y así llevaba años, buscándola por todos lados. Imaginaba encontrarla, no sé, tal vez en una planta exótica, en el interior de una profunda cueva, en el pico más alto de una montaña..., en algún lugar recóndito del planeta.
Pero entonces, de repente, comencé a asustarme. Igual no era tan grato ver, como el resto de personas envejecían. Cómo ibas perdiendo a tus seres queridos; además de a tus amistades, a tus abuelos, padres, madres, incluso hijos... Todo, lo mires por donde lo mires, tiene su parte buena, y otra que no lo es tanto.
Ayer, cenando sopa de letras, descubrí el Secreto de la vida. ¡Me apresuré a devorarlo antes de que mi madre trajera el segundo!.
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