Acostado en la arena, cuento las olas del mar y pienso en ti sin aún verte. ¿Serás morena? ¿Castaña? Tiemblo cuando los barcos silban y me estremezco.
En mis sueños, veo tus ojos tan grandes como girasoles. Pero también te me pareces a un cuadro de Sorolla. Sueño más fuerte, agarro entre mis manos sendos puñados de arena que luego escapan entre mis dedos, y casi consigo tocarte.
Ya es la ola mil, el barco se ha ido y tú no tardas en pasar con tu vestidito celeste y blanco, y entonces me doy cuenta que serás la niña que quieras ser, fresca y pura, transparente y clara, elegante y revoltosa, como las olas del mar...
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