viernes, 17 de enero de 2025

Cuentos para dormir; El oso gruñón y el hada del bosque

Había una vez un oso llamado Bruno que vivía en un bosque lleno de animales felices. Pero Bruno no era como los demás. Siempre estaba enfadado. Se molestaba si los pájaros cantaban muy alto, si las ardillas jugaban cerca de su cueva, e incluso si el viento movía las hojas de los árboles.  

—¡Dejadme en paz! — gruñía Bruno cada vez que alguien se acercaba.  

Al principio, los animales intentaron ser amables con él. El conejo Tim le llevó zanahorias frescas, pero Bruno las rechazó con un gruñido. La ardilla Lila le invitó a jugar, pero Bruno le gruñó tan fuerte que Lila salió corriendo. Poco a poco, todos los animales dejaron de visitarlo.  

Un día, Bruno se despertó y se dio cuenta de que estaba completamente solo. Nadie cantaba cerca de su cueva, nadie le ofrecía comida, y nadie le invitaba a jugar. Aunque no lo admitía, Bruno comenzó a sentirse triste.  

Esa noche, mientras Bruno estaba sentado junto a un árbol mirando las estrellas, apareció un destello de luz brillante. Era un hada pequeña, con alas plateadas y un vestido que brillaba como la luna.  

"Hola, Bruno", dijo el hada con una sonrisa—. "Me llamo Cata, y soy el Hada del Bosque. He venido porque sé que te sientes solo."  

Bruno suspiró.  

—Creo que los demás animales ya no me quieren.  

El hada se acercó, le dio un fuerte abrazo y le tocó suavemente la nariz.  

"No es que no te quieran, Bruno. Es que tu enfado los asusta. ¿Te has dado cuenta de cómo tus palabras pueden herir a los demás?"  

Bruno reflexionó y recordó todas las veces que había gruñido o gritado. Se sintió avergonzado.  

—No sabía que hacía tanto daño — admitió con tristeza.  

El hada sonrió.  

"Nunca es tarde para cambiar. Si muestras amabilidad y pides perdón, verás que los animales del bosque estarán felices de ser tus amigos de nuevo."  

Al día siguiente, Bruno decidió intentarlo. Salió de su cueva y fue al prado donde los animales solían jugar. Primero se acercó al conejo Tim.  

—Lo siento por haberte gruñido aquella vez — dijo Bruno, bajando la cabeza —. ¿Podemos ser amigos? 

Tim sonrió y le ofreció una zanahoria.  

"¡Claro, Bruno!" 

Luego fue a buscar a Lila, la ardilla.  

—Perdón por haberte asustado. ¿Quieres jugar conmigo? — preguntó Bruno tímidamente.  

Lila movió la cola con alegría.  

"¡Me encantaría!"  

Poco a poco, Bruno fue recuperando la amistad de los animales del bosque. Se dio cuenta de que, cuando sonreía en lugar de gruñir, todos eran más felices, incluido él mismo.  

Desde entonces, Bruno aprendió que es mejor hablar con calma y resolver los problemas con amabilidad. Y aunque a veces se enfadaba un poco, siempre recordaba las palabras de Cata, el Hada del Bosque: 

¡“Nunca es tarde para cambiar”.!


Cata y el Oso Bruno. Fuente de Cantos, 17 de enero de 2025. Fotografía de Helena Rocha.


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