Hoy en día resulta bastante difícil escuchar con atención, leer sin despistarte o incluso pensar en absolutamente nada y dejar la mente en blanco. Cada vez nos cuesta más trabajo diferenciar lo importante de lo esencial, lo útil de lo valioso, porque le damos valor a cosas efímeras, que al principio anhelamos con deseo y al poco las normalizamos, sin tener en cuenta que, lo realmente valioso es todo aquello que mantiene nuestros días en equilibrio.
Que tengamos salud, que les vaya bien a los amigos y familiares, que vivamos nuestros días sin sobresaltos y, sobre todo, para mi una cosa tremendamente importante; que mi conciencia esté tranquila y no haya nada que me quite el sueño. Eso para mi, es lo realmente valioso.
He encontrado un texto por ahí, que viene a dar sentido a todo esto;
"Quizás una de las cosas que más necesitamos es aprender a distinguir lo útil de lo valioso. Un sacacorchos es útil. Un abrazo es valioso. Una puerta es útil. Ver un atardecer es valioso. Un mechero es útil. Una amistad es algo valioso.
Casi siempre, lo útil es más caro que lo valioso. De hecho, lo valioso rara vez cuesta dinero. Y esto ocurre porque el dinero es útil, pero no es valioso. Lo valioso genera mucha más felicidad a largo plazo que lo útil. Y sin embargo, a menudo, valoramos más lo útil que lo valioso.
Los mejores momentos de la vida no cuestan dinero. Ver nacer a un hijo, el primer beso, sentir que vuelas de la mano de alguien… Los momentos que se nos pasan por la cabeza justo antes de abandonar este mundo no costaron dinero. Esos momentos son lo más valioso que tenemos.
Cuando te asalte una preocupación, párate a pensar si lo que buscas es útil o es valioso. Aprende a distinguir, y te darás cuenta de que vivir bien no es tan caro como te habían contado...

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