viernes, 7 de noviembre de 2025

Cuentos para dormir; El juramento de las Hadas

Cuentan los viejos robles que, una noche de luna llena, cuando el mundo aún recordaba los susurros de la magia, las hadas se reunieron en el claro más antiguo del bosque.

No fue para danzar ni para entonar cantos, como en los días felices del principio. Vinieron, en cambio, con semblante grave, pues los humanos habían olvidado los sueños y la tierra gemía bajo su propio ruido.

Durante largo tiempo deliberaron, hasta que la más joven —una hada de luz temblorosa, pero de voz firme— habló así:

“Si los hombres no pueden oírnos, habremos de nacer entre ellos. Que cada nuevo corazón lleve un soplo nuestro, para que no se apague la esperanza.”

Y todas asintieron. Entonces, cuando el alba tiñó de oro las hojas, las hadas se elevaron al cielo y se disolvieron como rocío.

Desde aquel día, dicen los sabios, que en todo niño que nace con la esperanza de sus padres de dejar un mundo mejor, habita el resplandor antiguo de aquellas hadas.


Marbella, 7 de noviembre de 2025. Imagen libre en la red.



viernes, 31 de octubre de 2025

Lo útil y lo valioso

Hoy en día resulta bastante difícil escuchar con atención, leer sin despistarte o incluso pensar en absolutamente nada y dejar la mente en blanco. Cada vez nos cuesta más trabajo diferenciar lo importante de lo esencial, lo útil de lo valioso, porque le damos valor a cosas efímeras, que al principio anhelamos con deseo y al poco las normalizamos, sin tener en cuenta que, lo realmente valioso es todo aquello que mantiene nuestros días en equilibrio.

Que tengamos salud, que les vaya bien a los amigos y familiares, que vivamos nuestros días sin sobresaltos y, sobre todo, para mi una cosa tremendamente importante; que mi conciencia esté tranquila y no haya nada que me quite el sueño. Eso para mi, es lo realmente valioso.

He encontrado un texto por ahí, que viene a dar sentido a todo esto;

"Quizás una de las cosas que más necesitamos es aprender a distinguir lo útil de lo valioso. Un sacacorchos es útil. Un abrazo es valioso. Una puerta es útil. Ver un atardecer es valioso. Un mechero es útil. Una amistad es algo valioso.

Casi siempre, lo útil es más caro que lo valioso. De hecho, lo valioso rara vez cuesta dinero. Y esto ocurre porque el dinero es útil, pero no es valioso. Lo valioso genera mucha más felicidad a largo plazo que lo útil. Y sin embargo, a menudo, valoramos más lo útil que lo valioso.

Los mejores momentos de la vida no cuestan dinero. Ver nacer a un hijo, el primer beso, sentir que vuelas de la mano de alguien… Los momentos que se nos pasan por la cabeza justo antes de abandonar este mundo no costaron dinero. Esos momentos son lo más valioso que tenemos.

Cuando te asalte una preocupación, párate a pensar si lo que buscas es útil o es valioso. Aprende a distinguir, y te darás cuenta de que vivir bien no es tan caro como te habían contado...


Fuente de Cantos, 31 de octubre de 2025. Imagen libre en la red.



viernes, 24 de octubre de 2025

Sobre el alivio

Últimamente vengo reflexionando sobre lo increíblemente buscado que están quedando algunas cosas simples y llanas y, me atrevo decir, que al alcance de cualquiera; un rato de silencio y soledad, un poco de sol, una ducha caliente sin prisas..., y todo ello, viene a colación de otro término que, se está quedando infravalorado o poco disfrutado; el alivio.  

Y es que el alivio es la emoción tímida que llega cuando ya no queda público. No entra con trompetas ni reclama mérito: es la respiración que vuelve a su ritmo después del susto, el peso que se suelta sin ruidos, la frente que deja de apretar los dientes. Lo damos por hecho porque no brilla. Premian la hazaña, corean la euforia; nadie le pone una medalla a dejar de doler, sufrir o estar en tensión.

Quizá lo subestimamos porque no inaugura nada, sino que clausura. Es el telón que cae, el botón de “guardar” que no enseña el cuadro, pero lo preserva. En un mundo adicto a la escalada y la velocidad —más, más alto, más rápido— el alivio parece renuncia, descanso sin narrativa. Y, sin embargo, es lo único que nos devuelve a la medida humana: un paréntesis para el sistema nervioso, un banco en medio del camino.

Cuando llega, deja sentencia del recorrido. Dibuja, en negativo, la geografía de lo que importaba: el rumor de una noticia que no fue terrible, el examen que pasó, la llamada que no llegó, o la enemistad que no se dio. Nos enseña por sustracción; al retirarse la presión, aparece el contorno de lo que sosteníamos con los hombros. Esa pedagogía de lo que cesa vale más que mil lecciones sobre lo que empieza.

Tal vez debamos celebrarlo sin vergüenza: brindar por la ausencia de dolor, por la tarde que no se torció, por la ansiedad que se deshizo como un nudo de lana. Porque el alivio no es un vacío: es un espacio habitable. Sin él, todo logro se quedaría sin premio; con él, incluso la vida común tiene una música que no sube el volumen, pero afina el instrumento. Y eso, aunque no se vea, sostiene.


Marbella, 24 de octubre de 2025. Imagen libre en la red.



viernes, 17 de octubre de 2025

Cuentos para dormir; Cambiar el final

Ya sabemos que los cuentos de castillos y princesas, se parecen mucho unos a otros. Ahora que a veces veo a mi hija ver alguna película al respecto, el mundo mágico de las princesas es siempre similar; a mitad de la historia, la princesa queda triste en el castillo, un príncipe difícil de encontrar, y una bruja mala que quiere estropear el final feliz que les espera a ambos, pero que a pesar de las dificultades, todo se alineará para que lo consigan.

Y como ocurre en todas estas historias, los buenos acaban siendo felices, los asesinos y ladrones capturados, y por norma general, el guion suele ser previsible. Solo que, esta historia es un poco diferente...

"La princesa Cata vivía en un castillo con muchas torres como cucuruchos de helado. Cada tarde miraba el cielo y suspiraba:

—Ojalá llegue mi final feliz.

En el bosque, la bruja mala llamada Tormenta practicaba hechizos que sonaban “¡zum!” y “¡zas!”. En cierto modo, no era mala de verdad: le dolía la soledad. Pero como nadie lo sabía, todos decían: “¡Cuidado con la bruja!”

Un día, Tormenta lanzó un hechizo de viento para asustar al caballito del príncipe que pasaba por allí. El viento sopló tan fuerte que le voló a la bruja el sombrero. La princesa Cata lo atrapó al vuelo y corrió hacia ella.

—Es tuyo —dijo Cata—. ¿Quieres entrar al castillo a merendar?

La bruja parpadeó, sorprendida. Nadie la había invitado nunca.

En la mesa había pan calentito, sopa de calabaza y queso de cabra. Tormenta probó una cucharada… y su magia cambió de sonido: “¡plin!”, “¡plin!”, como campanitas.

—Creo que mi final feliz es tener amigas —murmuró.

—Y el mío, compartir el castillo —respondió Cata.

El príncipe aprendió a hornear tartas, la bruja enseñó a hacer nubes con formas de corazones, y el castillo se llenó de juegos.

Desde entonces, cuando soplaba el viento, ya no daba miedo: traía olor a pan y a finales felices para todos".


Marbella, 17 de octubre de 2025. Matera, Italia. Fotografía de Helena Rocha.




  

viernes, 10 de octubre de 2025

Microrrelato; En su regazo

La noche se hizo ardiente y sucumbió a la fiebre. Ella, sobre mi pecho, me mira avergonzada, le sonrío y mi mano alisa su cabello que destella bajo el reflejo de la bujía. Me pregunto: ¿Cómo puede tener esa luz de vergüenza en sus ojos? ¡Si ella fue el ave que me alzó hasta el cielo!. 

¡En su respiración fui flauta y gacela!


Fuente de Cantos, 10 de octubre de 2025. Fotografía de Jesús Apa.



viernes, 3 de octubre de 2025

Cuentos para dormir; Telma, la perrita guardiana de sueños

Había una vez una niña que creía que los animales tenían secretos mágicos.

Su perrita Telma parecía confirmarlo: cada noche, cuando todos dormían, su collar brillaba con una luz suave, como si guardara una estrella en miniatura.

"¿Qué eres en realidad, Telma?" —susurró la niña una vez.

Telma ladeó la cabeza, y con voz dulce que solo ella podía oír, respondió:

—Soy guardiana de los corazones que aman a los animales .

Desde ese día, la niña descubrió que cada caricia que daba a Telma hacía que su estrella brillara más fuerte.

Y cuanto más cuidaba de su perrita, más podía escuchar la risa de los pájaros, el canto de los grillos y hasta los susurros de los árboles.

Telma no era solo una perrita: era un puente mágico hacia el amor por todos los seres vivos.

Y así, la niña comprendió que amar a los animales era el hechizo más poderoso del mundo.


Fuente de Cantos, 3 de octubre de 2025. Fotografía de Telma.



viernes, 26 de septiembre de 2025

Microrrelato; Yutori

El reloj del tiempo pasado sonó, pero no era una orden, sino una invitación.

Ese día decidió caminar más lento, dejar que el aire tibio rozara su piel sin prisa. Descubrió que los colores parecían más vivos cuando no los perseguía.

Comprendió que la vida no era un pasillo estrecho de obligaciones, sino un jardín con bancos vacíos esperándolo.

Se sentó, respiró, sonrió.

Era su cumpleaños y también el primer día en que se regaló "yutori": el arte de dejar que el mundo entrara con suavidad.


Matera, Italia. 26 de septiembre de 2025. Fotografía de Jesús Apa.