viernes, 26 de septiembre de 2025

Microrrelato; Yutori

El reloj del tiempo pasado sonó, pero no era una orden, sino una invitación.

Ese día decidió caminar más lento, dejar que el aire tibio rozara su piel sin prisa. Descubrió que los colores parecían más vivos cuando no los perseguía.

Comprendió que la vida no era un pasillo estrecho de obligaciones, sino un jardín con bancos vacíos esperándolo.

Se sentó, respiró, sonrió.

Era su cumpleaños y también el primer día en que se regaló "yutori": el arte de dejar que el mundo entrara con suavidad.


Matera, Italia. 26 de septiembre de 2025. Fotografía de Jesús Apa.



viernes, 19 de septiembre de 2025

Microrrelato; Alzheimer

Esa noche terminó de leer el libro del olvido y, en el último instante, las palabras jugaron como niños. Las luces se hicieron mortecinas y sobrevino el silencio, la oscuridad; los ojos veían sin ver y el alma dejó de tener sentido.

Se acabaron los recuerdos de los éxitos, las aventuras y experiencias, y cualquier otro destello que pusiera el brillo en sus ojos. Pero lo que más dolería, sería el olvido del amor, pues era la única certeza que lo mantenía vivo. Cuando intentó aferrarse a ese último resquicio, descubrió que el amor también se volvía niebla, un nombre sin dueño, un rostro sin contorno.

Pero en medio de esa nada, algo tembló; una chispa cálida, ligera como un susurro, que no provenía de la memoria, sino del presente. No era un recuerdo, era la sensación pura de amar, nacida de nuevo, intacta.

Comprendió entonces que el libro del olvido podía arrancar imágenes y palabras, pero nunca la raíz secreta del amor, esa fuerza que siempre sabe volver a germinar en la oscuridad.


Fuente de Cantos, 19 de septiembre de 2025. Imagen libre en la red.



viernes, 12 de septiembre de 2025

Microrrelato; la grieta invisible

Creyó que la amistad era un refugio inquebrantable, un lugar donde la palabra “siempre” pesaba más que cualquier promesa vacía.

Pero cuando extendió la mano en medio de la tormenta, solo encontró aire. Entre ellos solo quedaba una grieta invisible.

El amigo, aquel que tantas veces compartió risas y planes, había elegido la comodidad de su ausencia.

Desde entonces, cada conversación quedó adornada con una sonrisa frágil, como una flor seca guardada entre las páginas de un libro: testimonio de lo que fue, y de lo que ya no volverá a florecer.


Marbella, 12 de septiembre de 2025. Imagen libre en la red.


viernes, 5 de septiembre de 2025

La propuesta

Soplaste aquella vela con delicadeza. Atento veía el humo que dejaba su estela de olor a incienso y se fundía con la luz mortecina de los faroles. Hasta nuestros oídos llegaba la melodía lejana del coro y en el crescendo del requinto, exclamé con una inflexión sutilmente triste:

— Dios creó al hombre y a la mujer para que se unieran y se multiplicaran, estableciendo así el matrimonio como un plan divino 

Tu cara se encajó entre el desconcierto y la sorpresa. Tus pupilas se abrieron luminosas; pero sólo fue un momento pues acto seguido languidecieron hasta ser hielo. Luego, un largo silencio dio paso a tus sorprendentes palabras;

"Eres especial, hemos saboreado días increíbles, pero no es buena la idea". - me dijiste con acento firme."

Hoy estamos alejados, pues aquel momento en misa, fue de mucha vergüenza. Tú vives entre los avatares de la oferta y demanda, y yo continuo entregado a Dios y a mi parroquia, donde sigo recitando en cada celebración de boda, aquella frase del Génesis sobre el matrimonio...


Fuente de Cantos, 5 de septiembre de 2025. Imagen libre en la red.


viernes, 29 de agosto de 2025

Demasiado deseo

Llevaba demasiado tiempo con el apetito sexual por las nubes. De esas veces que una se encierra en sí misma, que ni tan siquiera recuerda que ese placer era tan sumamente rico. Así que esa tarde, en que había decidido salir, no quería desaprovechar la oportunidad, pero el crepúsculo se había ido y dudaba de su éxito, hasta tal punto, que llegó a pensar en voz alta;

"Soy fea", se dijo

-- Yo también --, contestó una voz que arrastraba las palabras.

La luz disminuida del bar facilitó el acercamiento. Una mano húmeda peinaba su pelo, dos brazos la sujetaban de las caderas. Otras manos levantaron su vestido. Iba a protestar, pero se contuvo cuando unos dedos acariciaban sus nalgas y la apretaban dándole un placer que nunca antes había sentido. Fue la primera vez en mucho tiempo que pensó que guardaba demasiado deseo dentro, contestando con un beso intenso y profundo. 

Llegó a su casa sin saber quién había sido el furtivo amante, pero al recordar, tomó conciencia de que muchos fueron los brazos y las manos que la percutieron al mismo tiempo y se sonrojó, luego le agarró un episodio de risa y se preguntó; 

"¿Demasiado deseo? ó, ¿Sería un calamar?"


Cabeza la Vaca, 29 de agosto de 2025. Imagen libre en la red.


viernes, 22 de agosto de 2025

Cuentos para dormir; mi amigo el Reno

En un rincón del bosque nevado vivía un reno llamado Vancouver, de ojos grandes como luceros, un jersey rojo con capucha y un trote ligero como el viento.

Cada diciembre soñaba con la gran noche, cuando volaría junto a Papá Noel.

Pero el resto del año… el tiempo se estiraba, largo como un suspiro, y el corazón de Vancouver se llenaba de espera.

Un día de invierno, entre copos que bailaban, apareció Cata, una niña de bufanda roja y pelo dorado. Al verlo, no tuvo miedo: sonrió. Y en esa sonrisa nació una amistad.

Desde entonces, Cata y Vancouver compartieron las estaciones:

— En primavera, ella trenzaba coronas de flores que descansaban en sus astas.

— En verano, reían junto al río, salpicando agua clara como cristal.

— En otoño, corrían entre hojas doradas que crujían como risas en el suelo.

— Y en invierno, jugaban con copos que parecían estrellas pequeñitas cayendo del cielo.

Cuando llegó diciembre otra vez, Papá Noel llamó a Vancouver para el viaje más esperado.

Cata lo abrazó fuerte, y aunque sabía que debía partir, no derramó lágrimas: su amigo llevaba consigo la alegría de todos los juegos, guardada en su corazón.

Esa noche, mientras volaba entre las nubes llevando regalos, Vancouver brillaba más que nunca.

Porque ya no era solo un reno de Navidad: era también el guardián de un secreto suave y eterno, el secreto de una amistad que florece en todas las estaciones.


Marbella, 22 de agosto de 2025. Fotografía de Jesús Apa.





viernes, 15 de agosto de 2025

La última hoja

En un rincón olvidado de aquel pequeño bosque, un viejo árbol esperaba el invierno. Sus ramas, desnudas en su mayoría, sostenían apenas unas cuantas hojas que el viento acariciaba con prisa.

Entre ellas, una hoja amarilla se aferraba con todas sus fuerzas a la rama. Había visto pasar la primavera de flores, el verano ardiente y el otoño dorado. Había reído con la lluvia, bailado con las ráfagas y escuchado historias en el murmullo de las raíces.

Pero ahora, alguna enfermedad asolaba, el aire era frío y cada día se llevaba un amigo. La hoja miraba caer a las demás, girando lentamente hacia la tierra, y sentía un miedo suave, como quien teme cerrar los ojos por última vez.

—¿Y si al caer todo termina? —preguntó al árbol.

El árbol no respondió de inmediato. Solo dejó que el viento pasara y susurrara entre sus ramas:

"No es un final… es un regreso. Caerás, descansarás en la tierra, y un día volverás en el verde de otra hoja, en la flor de otro tallo."

La hoja pensó en todo lo que había visto, y entendió. Aflojó su agarre y se dejó llevar. Descendió flotando, ligera, besada por la luz del sol de la tarde. Fue un viaje breve, hermoso… y suficiente.

Cuando tocó el suelo, el viento siguió su camino, como si nada hubiera pasado. Y, de alguna manera, así era...


Marbella, 15 de agosto de 2025. Fotografía de Jesús Apa.