viernes, 29 de marzo de 2024

Microrrelato; El Paraíso

Mientras en el mundo de los humanos, se discutía en estos días de cómo sería el Paraíso tras dejar la vida terrenal, un gran silencio y súbita quietud sobrecoge la selva. En esa espesura, donde los rayos de sol apenas se filtran entre el dosel de hojas verdes, se desata una danza ancestral.

A un paso del ciervo acorralado, el tigre suspende el salto. Las hienas quedan hieráticas, la pantera abre sus ojos ardientes como si miraran el fuego; cada paso es un susurro en la sinfonía de la naturaleza. El rey de la selva hace lo propio con la muestra de sus afiladas garras, entrenado por generaciones de destreza, escrutando el entorno en busca de su presa.

Sin embargo, el silencio es atronador. En las altas ramas, los monos dejan de chillar, los pájaros guardan sus alas, cosen sus picos. Las hojas ahora, callan su acostumbrado susurro bailando al viento. Nadie camina. Nadie salta. Nadie vuela. Nadie respira y nadie mata. Allí, todos miran al colibrí y la flor copulando. Parece que todos entendieran las distintas formas en las que puede presentarse el amor. Parece que todos saben, que viven en el Paraíso.

Mientras tanto, y más ahora en Semana Santa, en el mundo de los humanos, siguen discutiendo sobre cómo se llega al Paraíso... 


Marbella, 29 de marzo de 2024. Imagen libre en la red.




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