Mi hija tiene entre sus juguetes varias jirafas. De colores, de goma, de madera, de peluche...puedo decir que se ha convertido en su animal de juego preferido. Si un día me pregunta que le cuente un cuento sobre la jirafa, tendré que decirle que...
"...a la jirafa, con su largo cuello, le es sencillo doblar y desdoblar las nubes como si fueran almohadas. Detiene su mirada en ellas, husmea dentro y ahí, imagina que los demás juguetes corren unos tras otros, como los dinosaurios imponentes y los minúsculos gusanos. Los gatitos les hacen travesuras a los perritos y los pájaros construyen sus casitas en los gigantes árboles".
Ella se me quedaría mirando interesada en la historia de la jirafa, pero con el cansancio acechando, y ahí en la noche, cuando el sueño se esfuma, sus ojos de laguna se van hacia el manto perdido y juega al ajedrez con la osa mayor....
Al día siguiente, le preguntaría a la jirafa; ¿Qué aroma tienen las estrellas? ¿Qué secretos te ha contado la luna?. Y para ella, como en casi todos los cuentos, la realidad y los sueños se cogen de la mano.
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