viernes, 30 de abril de 2021

Esa paz

Doy a mis días vacaciones y pongo en silencio mis pensamientos, que vienen a mí con el sosiego de un viento frágil y calmado. Ese silencio que siempre, cuando uno lo provoca, se nos acerca y nos toca.

Por las noches abro la puerta de mi pecho para que el alma sacuda lo innecesario para después abrochar los buenos recuerdos. Dejar espacio para todos esos apuntes de buenas intenciones que te llevarán a esa paz que tan bien te hace. Dejar que descanse en tu almohada la buena conciencia.

Mi silencio desbarata cualquier ruido molesto de la vida que viene a mi lóbulo a intranquilizarme. Es un silencio que enmudece esos cantos de sirena que quieren arrebatar mi melancolía. Esa vida cotidiana que distrae y solo busca la infertilidad de tus recuerdos.

Cuando regreso, no me espanto de la mudez de nadie. Ahora que estoy de vuelta, es cuando más aprecio esa calma, esa buena conciencia que premia mi día a día... Definitivamente, no hay nada mejor que una mente limpia y en paz.


Fuente de Cantos, 30 de abril de 2021. Pantano de Tentudía. Fotografía de Helena Rocha.


viernes, 23 de abril de 2021

Malos borrachos

Ahí van los amigos jugando a ser borrachos, risueños y cantarines. Chocando unos con otros y dando traspiés, llevan su garrafa de vino que ahora empinarán, como siempre, a deshoras. En aquel frondoso lugar, juntan unos bloques de hormigón que servirán de bancos improvisados, pues poco tardarán en caer doblados al suelo donde la hierba crece. 

A unos metros, una lumbre decorada con una vieja parrilla va dorando una tira de costillas de carne de cerdo. Uno va sirviendo el vino, otro saca la navaja con el que torpemente corta el queso. El tercero, arrea la candela y el cuarto, por ejemplo, sujeta y acaricia el can que siempre los acompaña y al que convidan con las sobras.

Son una pequeña pandilla, que brinda por lo que pudo ser y no fue. ¿Por qué más lo harán? Se preguntan entre risas. ¿Por aquella mujer que los decepcionó? ¿Por los hijos que no han visto? ¿Por el aprendizaje en las decepciones?

¡Ya sé!, dice el cuarto. Brindemos por nuestra próxima borrachera. Y todos chocan sus copas.

El final es una calca de otros ayeres. Quedan tirados sobre la hierba, anestesiados y hediendo a alcohol, con la garrafa de vino vacía, y el can devorando las costillas que olvidaron en la lumbre.

Si apenas tienen 15 años, ¡qué se puede esperar de estos "malos borrachos"! 


Cabeza la Vaca, 23 de abril de 2021. Imagen libre en la red.


 

viernes, 16 de abril de 2021

El poeta

El Sol se estremece en su amanecer y tímidamente va despertando al resto de protagonistas. En el regalo de su luz, puede verse que del árbol lustroso cuelga el arcoíris; y desde él, en su mejor verde, se desprenden las flores. 

Su descripción puede llegar a confundirme, porque en su simbiosis, no sé si llamarlo "El árbol del arcoíris", o bien, "el arcoíris que da flores".

A veces las descripciones me dan vértigo, como si de repente en mi equilibrio entrara un viento inesperado, cansado por bajar de la montaña que se ve a lo lejos. Viene tan torpe y lento que apenas mueve las hojas, pero en cambio, es capaz de agitar el arcoíris, desde el  que ahora, caen pétalos de todos los colores, y mientras atraviesan los haces de luz van dando forma al lienzo del paisaje, con una mezcla virtuosa de colores.

Es hermoso, y en verdad me cuesta cada vez más describirlo. Estoy en un nudo; ¡Un árbol que da arcoíris!. A su vez, el viento lo agita y los pétalos, de vivos y hermosos colores, pintan un cuadro espectacular. Es una locura... ¡tanta belleza!. 

El oficio de poeta es realmente agotador...


Cabeza la Vaca, 16 de abril de 2021. Fotografía de Helena Rocha.


viernes, 9 de abril de 2021

La buena de Damiana

El viejo Tomás vivió en la misma casa toda su larga vida. Fue en esa calle, y en su primera decena de años, en que conoció muy pequeñita a la que por siempre sería su compañera de viaje; la buena de Damiana. Pero los dos eran de edad, cuando esto sucedió.

En aquel entonces, y como en todas los pueblos de zonas rurales, el agua no salía de un grifo, sino que había que ir al rio, manantial o a cualquier fuente a buscarla. Usaban grandes tinas para bañarse, y a Tomás, como otras muchas cosas de su esposa, le encantaba que Damiana, en las últimas horas del día, calentara agua en la lumbre y le diera un placentero baño, pues en ese tiempo era temporada de frío y abrigo.

"Calienta el agua y prepara la tina mujer, que esta tarde voy a salir a la Taberna de Agustín, no como las últimas.", le dijo a su esposa como en modo de protesta por estar volviéndose demasiado casero.

La buena de Damiana, no ponía objeción alguna, pues también adoraba ese momento. Puso en la estrébede de la chimenea la vasija de chapa para que se calentara el agua, a la vez que arrimaba la leña y la zurcía con el fuego. 

Cuando hervía, la retiró y la llevó con cuidado junto al baño, donde la mezclaría con otra agua más fría. Tomó asiento en un pequeño banco junto a la tina, mientras observaba cómo Tomás, torpemente, se despojaba de su ropa y la colocaba con cuidado sobre la silla, a la vez que en su desnudez iba temblando de frío.

-- ¡Apúrate hombre de Dios que el agua se enfría! --

Tomás se metió a la tina mientras protestaba por la temperatura del agua... su esposa sonreía dichosa. -- Es solo el primer momento, quejica, luego tu piel lo acepta --

Él, trataba de mojar deprisa su arrugado cuerpo, como si se estuviera untando con alguna loción. Como bien le dijo Damiana, iba entrando en calor, más aún cuando ésta, de a poco vertía del balde más agua caliente. 

-- ¿Quieres que te ayude? --

Y así mientras le echaba el agua, y lo enjabonaba... la señora le fue quitando los malos olores y acariciándolo con dedos de seda.

Tomás, con los suyos, tocaba el cielo, se recreaba con el momento, y resistió casi todos los embates... pero no pudo más y saliendo del baño, tiró a la señora en la cama y la besó, la abrazó y se acurrucó a ella tomándola de sus manos. No sé muy bien si hicieron el amor, pero aquello se parecía mucho. Se amaban, sin más.

Después, y con Tomás aún comiéndola a caricias, la buena de Damiana preguntó:

-- ¿Tardarás mucho en volver de la Taberna de Agustín? --

"No mujer, mejor prepara algo de cenar... ya se me quitaron las ganas de salir".


Fuente de Cantos, 9 de abril de 2021. Imagen libre en la red.




viernes, 2 de abril de 2021

El sueño de Totó

Totó salió a dar un paseo en el atardecer de primavera, sin hacer caso a los consejos de su hermano Alfredo.

La noche llegó pronto y angustiado, lloraba desconsoladamente pues bien sabía que se había perdido. Pero aún le dolía más tener que darle la razón a Alfredo caso que alguna vez encontrara el camino de regreso a casa.

Deambulando en la noche sin luna, maullaba sin cesar víctima del miedo. Encontró por casualidad una cueva enorme, y se apresuró a entrar pues sentía el peligro en su nuca. Tuvo que dejar de maullar, pues el sonido en la cueva se multiplicaba por mil, así que entró con tiento para no llamar la atención y pasar allí la noche.

En la mañana, con la tibia luz del sol entrando, sintió que había dormido calentito. 

Al estirarse, vio con horror que estaba entre las garras de un enorme león que aún dormitaba. Totó se puso a temblar y ya se veía como el desayuno de aquel enorme felino. Sus siete vidas se le pasaron por delante y llegó al punto final, donde recordó el eco de la gruta. Así, su dulce voz infantil la moduló a grave y dijo;

"¿Quién es el estúpido animal que tiene entre sus patas uno de mis huevos peludos?"

El león, al escuchar aquella potente voz, se despertó sobresaltado y percibió que, efectivamente, algo peludo tenía entre sus garras. Así fue que salió corriendo y espantado de la gruta mientras pensaba;

-- Si así es uno de sus huevos peludos, ¿cómo serán sus fauces? --


Fuente de Cantos, 2 de abril de 2021. Totó soñando. Fotografía de Jesús Apa.