viernes, 29 de noviembre de 2019

Microrrelato; El mayordomo infiel

El mayordomo tiene celos de la vida de sus jefes. Pero esos ardores, han dado paso a un gran odio. Escupe en el café que van a tomar los señores, pasa la lengua por los cubiertos de plata con los que sirve el almuerzo de los domingos, olvida intencionadamente parte de la lista de la compra, amontona desperdicios debajo de la alfombra, o extravía adrede algunas cartas. 

Otro colega mayordomo le ha hablado del cianuro. Es letal, casi instantáneo. Llegará el día en que por fin se decida y lo eche en el coñac que sirve después de esas largas comidas de los señores.

Pero para eso, igual ya no es tan valiente. No sea que hayan visto todos esos pequeños actos pueriles, y le pidan compartir con ellos, esa carísima botella de coñac que él mismo bebe a escondidas...


Fuente de Cantos, 29 de noviembre de 2019. Imagen libre en la red.

viernes, 22 de noviembre de 2019

La estatua de la Gran Place

Sentado en el suelo de aquella Gran Plaza, en sus irregulares piedras, admirando la elegancia de los monumentos que me rodeaban, me entretenía con el "ir y venir" de la gente; "¡Cuántas vidas en tan solo una plaza!" --, pensaba para adentro mi interior.

Y por allí, veía pasar todas esas vidas, como si la mía no existiera. Ese padre que mostraba un gesto cariñoso con su hijo, aquel que tenía prisas, el que leía un libro y se distraía continuamente, o el que no hacía nada, como un servidor.

Yo me fijé en ese, en el que tenía la mirada perdida y no le importaba que el tiempo pasara. No hacía nada y claro, aquello me hizo pensar que igual esa pérdida de tiempo no estaba del todo bien, así que me puse a hacer algo.

Sentado en aquel monumental enorme espacio, y con la certera conclusión de que tenía que sacar provecho del momento, se me vino a la cabeza lo único que podía hacer por entonces, que era pensar en la arquitectura de aquella Gran Plaza. Creo que podría ser buen tema.

"Voy a imaginar que, ante mí, se encuentran los mejores edificios del mundo, y les voy a poner nombres que se me vengan a la cabeza, y en diferentes idiomas. Así cualquiera de esos edificios, serán únicos para mí".

La gente aburrida imagina estupideces, pero también es cierto que la creatividad nace de estos absurdos momentos.

"Aquel de la esquina es Le Font, este otro La Merveille, a ese lo llamaré Der Butler, ese pequeño, La Piccola Finestra..., y todos están en esta recién bautizada por mí, La Gran Place. Los mejores, cómo no, están orientados al sur..."

Volví a despistarme, con el pasar de la gente. Y todas esas personas pasaban como vidas sin alma, o al menos, eso creía yo. Cuando uno piensa cosas sin sentido, se siente superior.

Por eso que, cuando tomé conciencia de la situación, cuando realmente me vi a mí mismo en aquel aburrimiento fuera de cordura, sentí que los edificios eran quienes me contemplaban. Y de tanto ver pasar a unos, y a otros..., no me di cuenta que quien pasa por nosotros, y nos arrolla con suavidad, es el tiempo... Y así quedamos a veces, cuando no aprovechamos bien el tiempo, como estatuas solitarias.


Fuente de Cantos, 22 de noviembre de 2019. Imagen libre en la red. 




viernes, 15 de noviembre de 2019

El pasillo

De nuevo aquel largo pasillo. Ya no sabe si aquello será bueno o malo, pero allí se le presenta otra vez, como una angustia sin sentido. Camina ansioso hacia la inmensidad de su longitud, también de su estrechez, dejando atrás no sabe qué cosas, de si las pierde o si en cambio, encontrará otras mejores más adelante.

El caso es que se ve metido en la misma historia de otras veces, y no quiere volver a repetir errores del pasado. Y resulta que no consigue ni recordar esas equivocaciones, solo sabe que debe continuar. También sabe que, como en otras ocasiones, no habrá ventanas, ni puertas, ni salidas de emergencia. 

Ahora el corredor y él, doblan a la izquierda. Continua caminando a un ritmo frenético. Encuentra más de lo mismo, siente las mismas sensaciones, así que trata de esforzarse para que algo cambie. Y da resultado, pues esta vez, en uno de esos giros, la alfombra presenta otro color, un gris más oscuro. Quizás ayuda que las pocas luces que se abren a su camino son un poco más anaranjadas. Parecidas al color de los atardeceres.

Dobla nuevamente a la izquierda y presiente que, el final del pasillo está por llegar, quizás eso hace que camine aún más rápido, con mucha más ansiedad, si cabe. De repente, le parece escuchar una música triste y la cual le resulta familiar. La canción se llama "On The Nature Of Daylight". Casualmente la música consigue calmarlo un poco, pero no disminuye su ritmo de pasos así que no tarda en doblar nuevamente a la izquierda. Al fondo, y por fin, consigue ver una puerta por la cual pasa una tibia luz.

Llega hasta ella, con su mano toca el frío pomo y lo gira. Al abrirla, se encuentra a un señor mayor sentado cómodamente en un sillón de piel y leyendo un periódico.

"Disculpe señor..., creo que me he perdido".

Se quedó mirándolo largo rato, esperando una respuesta que no llegaba. El viejo no desvió su vista, pero al fin le habló;

-- Hijo, los sueños no son para perderse, sino para todo lo contrario. Piensa que siempre traen algún mensaje, e incluso ahí, en los sueños, has de seguir tu instinto y dejarte llevar. Pero para ello, debes caminar sin prisas, porque siempre, en algún momento, encontrarás la puerta correcta... -- 


Fuente de Cantos, 15 de noviembre de 2019. Imagen libre en la red





viernes, 8 de noviembre de 2019

El miedo sabe volar

Desde hace unos días hay pequeños cuervos que anidan en mis ojos. Negros, agresivos, que gritan y nublan mi día. Sus alas consiguen raspar mi cara, sus picos son dañinos y llegan a picotear mi alma. Con un poco de esfuerzo, incluso logro olerlos, huelen muy mal y me da pánico porque cada día vienen más. Traen consigo el miedo, el terror, la incertidumbre. Mis ojos, totalmente ocupados por su oscuridad, no logran encontrar ni un pequeño haz de luz. 

Ni tan siquiera consigo ver este papel, pero ya el miedo va más allá. No me calma ni la música de Bach, ni el refugio del hogar, ni el fuego de mi chimenea. Los cuervos lo invaden todo y me pregunto; ¿qué hago para sacarlos de aquí? ¿Qué hago para expulsar a estos cuervos?. Pero, ¿cómo se asusta al miedo?

Me centro, me calmo, trato de pensar debidamente en estas situaciones bajo presión. ¿Qué asusta al miedo? ¿Qué asustaría a los cuervos? Porque realmente son unos pájaros que impresionan. Entonces, ¿es posible que esa sea la solución? Que el miedo no me impresione, porque es ahí cuando te vence, justo en el momento que dejas de controlarlo. No sentirme impresionado y superado debería ayudar.

¡Vaya...! Voy abriendo poco a poco los ojos. Quedan restos de oscuridad (serán algunos cuervos) pero siento su revoloteo, sus alas se mueven como abandonando sus tétricos nidos. Ya no les tengo miedo, ya no me impresionan tanto. Creo que se van porque están perdiendo el interés en mí. 

Ahora consigo ver la luz al completo, pero no me olvido del miedo, porque aunque ya es pasado, sabe volar y siempre buscará encontrarme de nuevo en el futuro, por eso sé que volverá y tendré que estar preparado. Lo más curioso de todo es que, ahora que ha pasado, ha dejado cosas buenas en mí, sobre todo, he aprendido a valorar la hermosa claridad que hay cuando todo está bien...

"El valiente no es quién no siente miedo, sino aquel que lo conquista". Nelson Mandela.


Fuente de Cantos, 8 de noviembre de 2019. Imagen libre en la red.

   

viernes, 1 de noviembre de 2019

Sin aliento

Como todas las mañanas, Sergio esperaba el autobús que lo llevara al colegio. Aquella era una mañana de invierno, fría y lluviosa, pero aún así, a medida que el bus se iba acercando a su parada, un calor sofocante recorría todo su cuerpo. Y es que últimamente su tranquilidad se veía alterada por una chica; Laura. "¿Aquello sería, eso que dicen amor?" --, pensaba el chico para él.

Al subir al autobús, a lo lejos pudo verla, sentada sola en el penúltimo asiento. Sergio pensaba que era totalmente invisible para ella, pero se conformaba con sentarse detrás de aquella guapa chica, en el último asiento, porque días atrás se había dado cuenta que podía observarla a través del reflejo de cristal. Pero fue entonces, que también percibió que, con la oscuridad del día y la lluvia de afuera, ella también podía verlo a él a través de ese reflejo.

Ambos miraban por el cristal de la ventana con la vista perdida, aunque era evidente que, con la fuerte lluvia, apenas si percibían con claridad lo que en la calle ocurría. Fue ella quien, con su aliento, llenó de vaho un pequeño espacio en el cristal. Con su dedo, escribió una palabra; 

"Hola"

Sergio al ver aquello, quedó paralizado. ¿Iba esa palabra dirigida a él? No quiso reaccionar de manera alguna, no fuera a equivocarse.

De nuevo Laura, borrando con su mano previamente la palabra anterior, echó otra vez su aliento al cristal y acto seguido, escribió;

"Sergio..., ¿verdad?"

Mientras, le lanzó una sonrisa que él percibió perfectamente en el reflejo.

Tenía que vencer su timidez, tenía ahí, delante suya y en ese preciso momento, la oportunidad que había siempre esperado, así que decidió actuar. Echó su aliento sobre el cristal tal y cómo ella había hecho, y escribió;

-- Hola. Y tú Laura. --

Ahora ambos sonreían y se veían en sendos reflejos.

"5º A", escribió ella.

-- Lo sé. 5º C. --, escribió él.

"Azul"

-- Azul --

"Luna"

-- Luna --

"Ballet"

-- Fútbol --

Ahí ella quedó un poco pensativa, pero no tardó en borrar su última palabra, volver a echar su aliento y seguir escribiendo sus gustos;

"Playa"

-- Playa --, de nuevo ambos se miraron y sonrieron.

Así estuvieron durante todo el trayecto. Justo al llegar a la puerta del colegio, y mientras todos los niños iban bajando, ambos quedaron quietos en sus asientos, como esperando a quedarse solos. Laura, antes de levantarse, volvió a llenar de vaho el cristal con su aliento. Esta vez, no hubo ninguna palabra, en cambio dibujó un hermoso corazón.

Quedó un momento quieta, esperando a que Sergio escribiera algo, pero éste, se había quedado sin aliento...


Cabeza la Vaca, 1 de noviembre de 2019. Imagen libre en la red.