viernes, 31 de diciembre de 2021

Microrrelato; La Pitonisa

En la comisaría de policía es dónde comenzó el interrogatorio. La mujer, bien parecida y de mediana edad, había acudido aquella tarde de forma voluntaria a declararse culpable de asesinato;

"¿Y dice usted que antes de ser Pitonisa, era profesora de Lengua y Literatura?", le preguntó el inspector de policía.

-- Sí, así es. Lo de ser Pitonisa solamente es algo transitorio hasta que encuentre empleo. Se me da bien, pero lo mío, de verdad, es la enseñanza de nuestra Lengua --

"Y dígame... Fue a su consultorio buscando sus servicios, porque, a este señor, le leyó usted la mano, ¿no es así?"

-- Cierto. Quería saber cómo se le iba a presentar el próximo año, así que vino a mí a que le leyera la mano... --, contestó la mujer mientras quedaba pensativa.

"¿Y bien? ¿Cuál era su predicción para que usted lo asesinara? ¿Era un mal tipo? ¿Iba a hacer algo malo?"

--  No, en absoluto. Leí en su mano que tendría gran suerte en su vida, que todo le iba a ir bien; encontraría por fin el amor, le iría genial en el trabajo, su salud perfecta...prácticamente en lo más importante de la vida, iba a tener éxito --

"Pero..., entonces, ¿por qué decidió matarlo tras leer en su mano todo eso?"

-- El maldito tipo estaba lleno de faltas de ortografía... --


Santa do Livramento, Brasil. 31 de diciembre de 2021. Imagen libre en la red.







viernes, 24 de diciembre de 2021

Hay otra Navidad

He de reconocer que, desde hace bastante tiempo, vivo la Navidad de manera intensa. Podría decir que tengo motivos para hacerlo, pero del mismo modo, también diría que tengo razones de lo contrario, y que ya no pueden ser tan idílicas o felices. Sin embargo, trato de dejarme levar por lo primero, al menos hasta ahora.

Quizás la Navidad está pensada para "arropar" de felicidad a los más pequeños, pues la alegría de los niños es inocente y verdadera. También para unir a la familia, para perdonar, o para volver a amar. Tal vez la Navidad sea todo eso, quizás... Pero lo que estoy seguro, es que estos días se viven de manera diferente por cada persona, por cada hogar. Cada quien tiene lo suyo, y cada cual vive su Navidad como mejor puede, ¿verdad?. 

Echo la vista atrás, y puedo asegurar, que no he vivido una Navidad idéntica a la otra desde hace muchísimos años. Vuelvo a echar la vista atrás, a hacer memoria, y lo corroboro. Pero si miro hacia delante, también he de reconocer que siento un poco de miedo a que ciertas cosas cambien; ya sabes a lo que me refiero. A que me falte (una vez más) alguien importante.

Es consecuencia de ello, de ese pánico o miedo, que he aprendido a vivir la Navidad y todo lo que la rodea con una intensidad máxima. Es ese temor, el que me hace disfrutar mucho más de los que me rodean, sentirlos lo más cerca que pueda. Buscarlos, tocarlos, abrazarlos... El tiempo va muy deprisa, pasa rápido, fugaz, casi de manera violenta. Y estos días deberían servir para conseguir detenerlo, paralizarlo y vivir cada minuto de manera frenética. Y podría ser esto que digo una obviedad, un cúmulo de palabras casi demagogas, pero siento decirte que es muy cierto, y que el tiempo pasa...

Como decía antes, cada Navidad es distinta a la otra, y cada persona la afronta de manera cambiante a lo largo de los años. Unas veces llega en momentos felices, y otras veces no tanto. O cuando llega, tratamos de buscar hueco para estar felices, alegres, contentos, y olvidar aquellos problemas con los que convivimos otros días del año.

No sé en qué momento llega a tu vida esta Navidad, si estás deseando que vengan estos días porque conseguirás unirte con tu familia. O si en cambio los ves asiduamente y eso servirá para celebrarlo aún más, o quizás tienes cualquier otro motivo para vivirla extraordinariamente. O sin embargo, quieres que pasen cuanto antes estos días porque ya nada volverá a ser igual, porque todo te recuerda a esas personas que faltan. Todas las situaciones pueden darse y lo que para algunos estos días son realmente mágicos, para otros muchos son de una tristeza absoluta.

Una vez alguien me dijo que la Navidad solo vale para hacerte ver que ya nada volverá a ser como antes, hagas lo que hagas. Sin embargo, alguien también me dijo que sus hijos se habían convertido en el motivo de volver a creer en la Navidad, y que su casa volvía a llenarse con esa alegría. Así que sea cual sea tu situación, tu momento, de una manera u otra, piensa que siempre hay otra Navidad... No reniegues de ella, porque alguna vez esa magia volverá a atraparte.


Santana do Livramento, Brasil. 24 de diciembre de 2021. Fotografía de Jesús Apa.


      

viernes, 17 de diciembre de 2021

Microrrelato; sueños de adolescente

Tumbado en la hamaca, aquel adolescente meditaba. Lucubraba el sentido de la vida. Casi descubría el Ser y la creación del Universo cuando un sueño voraz y profundo se apoderó de él.

Masticó un chicle imaginario y se puso a roncar. Tuvo la total seguridad de que al despertar tendría todas las respuestas a las dudas de cualquier hombre. Una voz lejana parecía responder de forma detallada a todas sus preguntas. 

La voz pasó de tenue a densa, fue acercándose y con ella, una zapatilla voladora que estalló sobre su cara;

"Levanta de la siesta maldito vago y ayuda a tu madre a las tareas domésticas"...


Fuente de Cantos, 17 de diciembre de 2021. Imagen libre en la red.


 

viernes, 10 de diciembre de 2021

Microrrelato; Perseo y Medusa

Se mueve con la elegancia de un felino, sus ojos son el día y la noche, su mirada es un reto. Estoy impávido pero todo el tiempo la contemplo y si ella, al pasar por mi lado quisiera tocarme, sentiría el galope de mi corazón de granito.

Yo presencié lo que aconteció bajo mi maldición. Todo comenzó aquella tarde en que llegué a su palacio a hurtadillas. Esquivé a los guardias y detrás de los inmóviles guerreros le declaré mi amor. Entendió que me burlaba de ella y que mi propósito era secuestrarla, hacerle daño, o aún peor, darle muerte. Su reacción fue demasiado bárbara; sus pupilas encontraron las mías y quedé convertido en estatua.

Ayer entró en palacio Perseo, y pensé que también sería convertido en piedra. ¡Nunca imaginé que él le daría muerte!

A mi alrededor solo hay otros cuerpos de roca, y la soledad eterna enrolla mi ser. El invierno llega lúgubre y gélido. Me envuelve el viento del sur, pero ni eso puede congelar la tibieza del recuerdo de sus ojos. 


Fuente de Cantos, 10 de diciembre de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 3 de diciembre de 2021

Como una decepción

El joven que había esperado el bus por unos cuantos minutos agarró sus cosas y, a paso lento, abordó el transporte que lo llevaría a su casa. Bajo aquella cara de chico bueno escondía todos los sentimientos, remordimientos y decepciones que un niño de tan solo 17 años podría llevar encima.

Pagó con monedas el pasaje, y mientras el conductor las recibía de mala gana, se dirigió a un asiento vacío. Entre muecas se sentó al lado de la ventana, apoyó su cabeza contra el vidrio y dio una ojeada a su alrededor. Vió unos cuantos durmiendo, un grupo de amigos riéndose como si no hubieran pensamientos en sus cabezas que los afligieran como a él, un par más comía basura en bolsas de plástico mientras miraban sus teléfonos, una chica arreglaba su larga cabellera rubia y otra miraba por la ventana con la vista perdida y los audífonos puestos.

Era uno de esos buses viejos, con olor a óxido y a ropa húmeda, con los espaldares de los asientos padecidos por el implacable pasar de los años y rayados por vándalos inoficiosos; el ruido del motor se metía por los oídos y taladraba la cabeza, los vidrios vibraban como un perro asustado y la puerta abría con odio, era un dinosaurio de una época antigua, un fósil urbano.

En un momento el chico giró la cabeza en dirección a la fría y melancólica ventana, viendo el atardecer opacado por las grises nubes en las que se funden todos los pesares, tristezas y sufrimiento de los hombres. El hermoso e intenso rojo del atardecer se veía a trazos entre las nubes, una pintura magistral digna de un genio, pero indigna para un día tan apático y triste como lo era ese nublado domingo de Noviembre.

Ahí fue en que volvió a recordar cómo es una decepción... 


Fuente de Cantos, 3 de diciembre de 2021. Imagen libre en la red.

viernes, 26 de noviembre de 2021

La sabiduría del chófer

Hace tan solo unos días que asistí de oyente a una charla que se organizó aquí, en el mundo rural, en lo que ahora llaman "la España vaciada". Y me sentí indignado, lastimado y casi humillado, porque fue más de lo mismo. Vienen de las grandes ciudades, a darnos lecciones de qué tenemos qué hacer los que hemos decidido vivir aquí, fijar la población en los pequeños pueblos, para que la gente joven no se vaya y evitar que los pueblos desaparezcan. Y vienen a decírnoslo quienes viven en grandes ciudades, con muchas más oportunidades, todos los servicios y muy pocas desigualdades.

Más indignado aún me sentía, que al tipo lo conozco hace años y lo he visto dar los mismos discursos, la mima verborrea y parafernalia, casi toda su vida, y máxime cuando todos los aquí presentes sabemos que si no se hace verdaderamente nada por los pueblos, es porque a los que están arriba y pueden decidir, les importamos bien poco.

Pero lo curioso de eso, es cuando tras su intervención, llegó el turno de preguntas; los allí presentes, al acabar el acto, comentamos entre nosotros la habilidad que tuvo de evitar las preguntas, y las que contestó, fue con respuestas vacías pero finamente dictadas. Y de allí marchó tan tranquilo, incluso parecía orgulloso de creer que sentaba cátedra con cada frase que decía, que por otro lado, repetidas hasta la saciedad como en otros muchos lugares donde estuvo a lo mismo.

No pude más que acordarme, de esta historia que leí hace tiempo y viene a ser muy parecida a esta experiencia que os cuento; se trata del "conocimiento del chófer", es decir, el conocimiento superficial de las personas que simulan saber y recitan palabras y conceptos con gran elocuencia...

"El alemán Max Planck (1858-1947) fue uno de los padres de la mecánica cuántica. Recibió el Premio Nobel de Física en 1918. Como gran científico y Nobel, era reclamado para dar conferencias en diversas ciudades de Alemania. A Planck lo acompañaba su chófer que, sentado en primera fila, durante meses, se vio obligado a escuchar su conferencia sobre mecánica cuántica.

Con el tiempo, surgió entre ambos una sincera amistad. Un día, el chófer le comentó al científico que debía ser muy aburrido estar contando una y otra vez lo mismo y que él había escuchado su ponencia tantas veces, que se sentía capaz de dar la conferencia. La próxima conferencia sería en Munich y le propuso intercambiar los papeles: él daría la charla de mecánica cuántica y Planck se pondría la gorra de chófer y se sentaría en primera fila a escucharle. Al físico le pareció divertido, aceptó el juego e intercambiaron los papeles. Hemos de señalar que en esos tiempos, era difícil que los asistentes conocieran a ciencia cierta cómo era el científico ya que su imagen solo se conocía por algunos periódicos.

El chófer dio a la perfección una conferencia magistral hasta que llegó el tiempo dedicado a las preguntas. El hombre, con poco dominio sobre física cuántica, se vio acorralado con la primera. Dotado de suficientes recursos retóricos, tras vacilar un momento, respondió, algo indignado, que la pregunta le parecía tan simple que, señalando al verdadero Planck, hasta su chófer podría responderla. En ese momento hizo subir al verdadero profesor."


Fuente de Cantos, 26 de noviembre de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 19 de noviembre de 2021

Clase de lectura

Alfredo es muy curioso; extremadamente curioso diría yo. En las mañanas, él me espera en la puerta del dormitorio, como pidiendo comida, pero realmente está ansioso por saber cómo será mi día, qué ropa voy a ponerme o si voy a volver muy tarde del trabajo.

Tenemos cierta habilidad para comunicarnos, principalmente porque le hablo, y parece que me entiende. Así ha ocurrido con varias situaciones que se han presentado;

"Alfredo, no me pises el suelo que acabo de fregar", y de un brinco se sube al mueble.

"Alfredo, cariño, no corras tras esa gatita, que te recuerdo que eres castrado", y se marcha dejándola a medias... Y así con todo, es como si me entendiera.

¡Pero también es demasiado travieso, y a veces no puedo con él! Me despierta con la patita cuando estoy en la siesta, ronronea bien fuerte cuando necesito silencio, o simplemente, viene a pedirme atención mientras necesito tranquilidad. Ya le he dicho, que solo le aguantaré una vida, no siete. ¡Quizás por eso la quiere aprovechar todo lo que pueda conmigo!

El caso es que el otro día, mientras leía, se puso a mi lado como para intentar comprender. Miraba el libro, luego me miraba a mí, e hizo aspavientos como buscando que le explicara en qué consiste eso de la escritura. Tuve que buscar un texto antiguo, por ahí, no sé si de José Luis Borges, para explicárselo a mi manera, o mejor dicho, a la nuestra. Y le dije algo así;

"Mira Alfredo, para que entiendas... Si no te portas bien, te pondré entre paréntesis para que no te escapes. Además, te pondré entre signos de interrogación para ver si resuelves tus problemas de identidad. Ahora que lo pienso mejor, te pondré en un Anexo para matar tu orgullo o te pondré en una nota a pie de página, para ningunearte. Te pondré una tilde arriba para que sientas el peso del castigo. Y si sigues portándote mal, te pondré una tachadura arriba para anularte, un borrón, un garabato...

No es broma, que me miraba fijamente, otra vez de nuevo al libro, y parecía entender. Con otro gesto, me invitó a continuar...

¿Ves? Ya no existes, te he borrado con la goma de borrar, he rascado la superficie del papel con la uña, y ya no estás. Quizás no sea necesario llegar tan lejos, pero sí te pondré un asterisco para explicar, en una nota marginal, quién realmente eres. O peor aún, te pondré en un punto y final, para no verte más, por ser tan travieso. Sin comas, para que no puedas respirar.

Se me quedó mirando, con una cara de tristeza como nunca jamás le había visto, y como queriendo decir; "Si yo solo tenía curiosidad por aprender sobre la magia de la escritura, por si algún día puedo escribir lo que siento por ti"

Ante tanta dulzura, pues me vine abajo...

¡Te pondré entre signos de admiración, porque te amo!


Cabeza la Vaca, 19 de noviembre de 2021. Alfredo y Telma. Fotografía de Jesús Apa.


viernes, 12 de noviembre de 2021

Microrrelato; la verdad sobre Noé y su arca

En los primeros días del diluvio, aquello era un caos. "Suban obligatoriamente por parejas, y acomódense donde puedan, que tenemos que partir cuanto antes", - se desgañitaba y gritaba Noé metiendo prisa a todos los animales. 

Nadie sabía cuanto tiempo durarían aquellas lluvias, pero era orden de Dios que salvara al mundo y todos los que habitaban en él. Y una vez todas las especies en el barco, partieron sin rumbo. Al poco, Noé escuchó un canto delicado y armonioso... 

Era una hermosa sirena, que pidió posada en nombre de Dios. 

"¿Dónde está tu pareja?,.- le dijo Noé. 

-- ¡Amigo, deberías saber que no existen los sirenos! --

Noé dudaba si hacerla subir, porque aquella sirena cantaba realmente bien, eso sin hablar de su belleza. Estuvo tentado a decirle que sí, pero tenía que cumplir sus propias reglas.

Ante las dudas del patrón del barco, la sirena brincaba, aleteaba, se insinuaba, pero no dio sus resultados, y se fue. 

Lo que ella no sabría, es que Noé quedó sintiendo largo rato aleteos en su entrepierna.

Tal como ocurrió más veces, la tentación, nuevamente, estuvo a un paso de cambiar la historia...


Fuente de Cantos, 12 de noviembre de 2021. Imagen libre en la red.


 

viernes, 5 de noviembre de 2021

Es otro tipo de amor

En mi dormitorio la cama es blanda, con sábanas que abrigan lo justo, y las almohadas suaves y frescas. No tengo lámparas de noche, pero me gustan las velas de colores. 

Apagaré la luz del techo, y si me sonríes, prenderé una con olor a vainilla. Como hace calor, dormiremos solo con las sábanas, y ya te irás acostumbrando al contacto de mi piel. Suelo dormir desnudo, y me consta que tú haces lo mismo.

Me desnudaré, pero no me mires de reojo, haces que me ruborice, y a veces no puedo soportar mi vergüenza con tu mirada.

¿Quieres que me perfume? ¿O me prefieres natural? Bueno, ya me irás diciendo, pero ahora, entra conmigo, busca tu sitio, siéntete a gusto.

¿Sabes de qué me rio? Siempre tengo los pies fríos, y mi deseo inmediato es templarlos con el calor de tu cuerpo, aunque ya sé que no es de tu agrado, así que no lo haré.

¿Apago la velita? ¿O la dejo un rato más?

Ahora es cuando me consta que estás feliz, porque eres tú quien me busca, te recuestas sobre mi pecho, y empieza tu ronroneo. Nunca me defraudas en la cama, pues lo nuestro, es otro tipo de amor...


Fuente de Cantos, 5 de noviembre de 2021. Totó. Fotografía de Jesús Apa.

  

viernes, 29 de octubre de 2021

Un cuento de amor

Una de mis lecturas preferidas de siempre, han sido los cuentos. Principalmente, aquellos que te dejan un mensaje oculto, incluso a veces, difícil de descifrar. Normalmente los cuentos sirven para todas las edades, los puedes leer en distintos momentos de tu vida, incluso es posible que el mismo cuento valga para un niño y para un anciano. Sin embargo, los que más gustan, son aquellos que al leerlos, te dejan alguna enseñanza. No sé si me explico, y sino, trato de hacerlo con un cuento;

"Un hombre cualquiera pero con muchas preguntas en su cabeza, emprendió un viaje desde el pueblo AMAR, donde vivía, hacia el pueblo ODIAR. Dado que no conocía la ruta, decidió ir preguntando a cada transeúnte o peregrino que encontraba en su camino:

--¿Sabe usted cuánto me falta para llegar a ODIAR? --

- ¿Cuanto?, no lo sé señor, pregúntele al próximo -, solían ser las respuestas.

Así se llevó varios años de su vida, buscando llegar a ODIAR.

Un día, cansado y quizás ya transformado en alguien incompleto, se topó en su camino con un anciano de barba frondosa y ojos profundos, que descansaba bajo un gran roble.

El hombre, por probar una última vez más, se acercó con ansiedad a realizar su habitual pregunta; ¿Cuánto me falta para llegar a ODIAR?

El anciano, arrancado de su meditación, pero sin mirarle a los ojos siquiera, respondió; 

- Depende. Podría ser mañana mismo -.

El hombre, se puso aún más ansioso. Después de tanto tiempo, parecía que ese anciano podría darle la respuesta que tantos años llevaba buscando.

-- Pues dígame señor, de qué es lo que depende --.

El anciano, giró su mirada hacia él, y le contestó con rotundidad.

- Hay veces, que el corazón de un hombre, no lo puede cambiar ni el peor de los acontecimientos. Depende sobre todo, de dónde usted venga. ¿Cómo se llama el pueblo desde donde usted inició su búsqueda? -

En ese preciso instante, el hombre encontró su respuesta. Jamás llegaría al destino que buscaba...


Cabeza la Vaca, 29 de octubre de 2021. Imagen libre en la red.

   


viernes, 22 de octubre de 2021

Brillo en los ojos

Es común los encuentros entre amigas donde, tomando un café, una copa de vino o compartiendo algún momento gastronómico, suele aparecer la conversación en la cual se cuentan sus intimidades o sentimientos privativos.

En este caso, Raquel, Marta y María terminaron hablando del amor de sus esposos;

Raquel, muy ufana y orgullosa dijo: 

"Mi esposo me ama cada día más. Me compra todo lo que le pido, todos los caprichos que me salen, y eso que considero que soy muy exigente con mis deseos. Para mi, tengo al amor verdadero"

Marta, con gesto sinuoso y placentero, fue un poco más allá y les confió:

"Antonio sí que me ama de verdad. Siempre me complace sexualmente, y eso me lleva a ser lo feliz que soy"

María, fue más sencilla en su exposición, aunque no por ello menos orgullosa.

"Con mi querido esposo, hace muchos años que no tenemos vida sexual, el tiempo nos ha hecho apreciar más lo inmaterial que lo corpóreo o que cualquier capricho, no los necesito. Pero no me cabe duda que me ama con locura. Lo veo en el brillo de sus ojos, cuando miro atrás y sigue empujando mi silla de ruedas como si nada... Ahí está el amor verdadero, tras el brillo de unos ojos."


Cabeza la Vaca, 22 de octubre de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 15 de octubre de 2021

Microrrelato; Por placer

Se sirvió el vino lentamente en una copa borgoña, de cuello ancho, con un cáliz voluminoso y algo barrigudo. El color tinto del caldo impregnó todo el cristal resbalando por él los aromas, seguramente a frutas silvestres, y los colores violáceos y azulados. Su rostro de satisfacción quedó presente en la sala.

Tomó el puro. Lo olfateó, lo puso en su boca mordisqueándolo. Con la izquierda lo detenía; con la diestra cogió su brillante encendedor e hizo fuego. Haciendo pausas, removía el humo y chupeteaba los labios degustando el buqué del habano. Entre medio, sorbía delicadamente el caldo granate de su copa. Miró a la docta concurrencia que asombrada, seguía sus movimientos. Dando un golpe sobre la mesa de honor, dijo:

"Colegas, les recuerdo que en esta vida se bebe y fuma por placer, y no solo por deseos insatisfechos"


Fuente de Cantos, 15 de octubre de 2021. Imagen libre en la red.



viernes, 8 de octubre de 2021

Bajo el árbol de mangos

En una tarde de las de antes, me encontré, en un inoportuno paseo, a la cosa linda de Catarina. Ya es muy tarde, - me dijo, pero yo, ni caso. ¿Tarde para qué?, - me hice el loco, -  Tarde para que me entretengas con idioteces,- me lanzó en su evasiva.

Mientras me hablaba, incluso en ese tono, yo no le quitaba ojo de encima. Jamás había visto una belleza tan fina como la de ella. Todo era perfecto en esa chica; a cada momento, con todo lo que decía, se me caía la baba. No habría en ningún lugar una pose tan sutil y sofisticada, como la de esa niña. Aunque era de armas tomar, he de reconocer que me gustaba para novia. Así se lo hice saber, mientras me subía al árbol de mango a las afueras del pueblo, y parece ser que le molestó...

Días después de ese episodio, dejó de hablarme e incluso me evitaba, aunque más tarde me hizo la seña, no sé cómo, de que me esperaba bajo el mango. 

Era otra tarde, con otras luces, y no estaba lejos, cinco minutos a buen paso, el árbol vivía pegado al arroyo. Teníamos la misma edad, y en la escuela nos llevábamos bien; por eso algunas veces hacíamos la tarea en su casa o en la mía. Y nuestras madres nos daban de merendar, cualquier cosa que hubiera. Y cuando terminábamos, sonreíamos a la menor provocación. No sé, eran nuestras vidas, y nos gustaban. Y a mí me gustaba Catarina como novia, lo tengo que reconocer.

Esa tarde pues, habíamos cogido mangos verdes, y otros un poco más amarillos y maduros. Le hincamos el diente con frenesí. Sonreíamos porque a ella y a mí se nos escurrían hilos dorados que nos pasaban de la barbilla al cuello. En un impulso, se lo quité del mentón y me dejó seguir como si ella fuera el mango. La tarde se hizo lenta, y saboreamos la fruta, el momento, y acto seguido, nuestros inexpertos cuerpos. Después nos fuimos al arroyo, sorbimos el agua y nos quitamos lo pegajoso de la fruta. El olor de ella, duró varios días en mí. Regresamos sin mangos.

Otra vez, algo le pasó, y estuvo varios días sin hablarme, esquivándome en la escuela y mirando de lado a mi reclamo. En un descuido, la tomé de la cintura y la besé, y reconozco que me arriesgué demasiado. Pero no me negó. Ahí excusó su actitud pasada, me dijo que estaba asustada, que le daba pánico eso del amor pues sabía que llegaba a doler. Ahí me dijo que mejor la viera en el patio de su casa, pasados tres días, pues sus padres no estarían en el pueblo. Antes de despedirse, me dijo al oído, que en el patio su casa, había un mango precioso...


Fuente de Cantos, 8 de octubre de 2021. Imagen libre en la red

  

viernes, 1 de octubre de 2021

Microrrelato; El secreto de la vida.

Era mi razón de ser; descubrir el gran Secreto de la vida. Así, podría vivir eternamente, pues estaría en él las respuestas a la inmortalidad; la eterna juventud libre de envejecimiento.

Y así llevaba años, buscándola por todos lados. Imaginaba encontrarla, no sé, tal vez en una planta exótica, en el interior de una profunda cueva, en el pico más alto de una montaña..., en algún lugar recóndito del planeta.

Pero entonces, de repente, comencé a asustarme. Igual no era tan grato ver, como el resto de personas envejecían. Cómo ibas perdiendo a tus seres queridos; además de a tus amistades, a tus abuelos, padres, madres, incluso hijos... Todo, lo mires por donde lo mires, tiene su parte buena, y otra que no lo es tanto.

Ayer, cenando sopa de letras, descubrí el Secreto de la vida. ¡Me apresuré a devorarlo antes de que mi madre trajera el segundo!.


Cabeza la Vaca, 1 de octubre de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 24 de septiembre de 2021

Microcuento; La Esperanza

He superado más de 40 heladas, y soy el más anciano. Cada año, en mi clan, mueren más y nacen menos. Aún no he conocido el llanto, pero la fuerza es miserable y no nos atrevemos a cruzar la gran montaña. Solo nos conformamos, amargamente, de la hierba del prado verde que tenemos enfrente, cada día más árido.

El mañana es incierto y amenaza como una gran reflejo en el río que te ciega con su afilado brillo. 

Llamé a los mejores, que quise que fuesen pocos (lo que hoy día se conocen como amigos), les hice entender la situación y nos adentramos en la aventura; fue un eterno camino hasta llegar al lugar donde debíamos encontrar lo que más tarde llamaríamos "Esperanza".

Afilamos a golpe unas piedras y pudimos cazar dos puercos salvajes, que allí mismo retazamos y consumimos su sangre fresca para aguantar el viaje de vuelta, que hicimos con alegría y júbilo. Obligamos a las mujeres y niños a que comieran la carne, y les hablamos del descubrimiento de la Esperanza.

Ya han nacido nuevos críos y el viento anuncia la epifanía de las heladas. En la cueva arde la leña y sentimos el agradable calor del hogar, de la familia, de los amigos... Los recién nacidos tienen sol en sus ojos y una promesa intensa. 


Fuente de Cantos, 24 de septiembre de 2021. Imagen libre en la red.

 

viernes, 17 de septiembre de 2021

Esta calle no es de nadie

Esta calle no es de nadie, solo mis pasos resuenan en el vacío del silencio. Ningún recuerdo me saluda, no escucho campanas que llamen a misa ni animales que desperecen su aburrimiento. 

Esta calle no es de nadie, solo mi silencio deambula por ella, mi soledad, misteriosa, la llevo a cuestas. Nada despierta mi curiosidad, ni salen a mi paso damas piadosas que pasen presurosas sacándose de la boca el "Jesús". Nada, solo yo con lo vivido.

Lo que llevo, está dentro de una bolsa con jareta que, cuando desate el nudo, no quedaré distraído para escuchar una palabra o ver cómo se desliza una lágrima.

Esta calle no es de nadie, aunque solo la necesito un momento, solo yo con lo vivido, tener ese instante para mi y que todos buscamos en algún momento del día... La soledad es un misterio, aunque buena compañera.


Cabeza la Vaca, 17 de septiembre de 2021. Calle Odeón, Paris. Fotografía de Jesús Apa.

   


viernes, 10 de septiembre de 2021

Muslo o pechuga

Mi tío Evaristo viene todos los fines de semana al pueblo, cosa curiosa pues, siempre anda quejándose que deja mucho trabajo por hacer en el campo. Vive a un par de horas en coche, y cuando llega, viene bien arregladito y con su mejor cara. A pesar de seguir siendo un solterón durante toda su vida, mi madre, su hermana, siempre ha dicho que no le faltaban pretendientas.

Ocupa la casa de al lado nuestra, y cada sábado nos invita a mi hermano y a mi a comer, cosa que aceptamos encantados, aunque el menú sea siempre el mismo. 

"Anda Luisito, acércate a la tienda de Maruja y le pides un kilo y medio de pollo de la parte que ella quiera, y una botella de vino, también la que ella elija."

Y siempre hace lo mismo..., se toca el bolsillo de adelante de la camisa, como buscando el dinero, pero que nunca encuentra.

"Dile que te lo apunte, luego voy y se lo pago."

De vuelta a casa, como si de una rutina estricta se tratara, le cuento el episodio de lo acontecido a mi tío Evaristo.

-- Maruja me dio a elegir entre muslo o pechuga, y le dije que no me diste preferencia por ninguna cosa. Así que me dijo, que pone de las dos cosas porque sabe que te gustan ambas, primero una y luego otra. --

Me tío se ruboriza, y me hace la misma pregunta.

"¿Y te lo apuntó?"

-- No, solo me dijo que luego pasa ella a cobrarte --

Cocina el pollo con esmero y de forma pausada. Lo comemos en la mesa con disfrute, y mi tío saboreando el vino de Maruja. La verdad que no ha faltado un asado de pollo en casa desde hace años, de muslo, de pechuga o de ambos.

"No desperdicien nada, que no me lo regalan..." 


Marbella, 10 de septiembre de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 3 de septiembre de 2021

Microrrelato; como las nubes de algodón

Caminando sobre aquellas nubes de algodón, la encontró en una esquina redondeada y suave. Aunque viene de vuelta, él sabe que no es fácil cultivar el árbol del amor; claro que lo sabe. Pero insiste en su gusto azulino, como esas nubes, que a veces le nublan la vista de tanto admirar, pero ahí están sus manos palpando en silencio, el placer de tanta belleza.

Él lo sabe, y por eso todas las mañanas trabaja pacientemente el crecimiento de su obra; frota su tallaje, cuida sus hojas y recoge los frutos que con paciencia, le regala el amor. Se prenda del sabor agridulce de eso, del amor. Es como caminar sobre esas nubes, que a veces son inestables, pero te quedas con la tierna sensación de los pasos que amortiguan el resto de tus problemas. 

No, claro que no es fácil su tarea, pero como maestro y entusiasta, siempre recuerda su misión; revolucionar su naturaleza, la de ella, sembrando por todo su cuerpo un camino de nubes esponjosas y suaves. Unas veces violetas, otras azules, otras, incluso grises... Así es el amor, como esas nubes, que nunca sabes si resistirán tu peso..., pero mientras lo hacen, tratas de disfrutarlo. 


Cabeza la Vaca, 3 de septiembre de 2021. Nubes del cielo de Barcelona. Fotografía de Jesús Apa.

    


viernes, 27 de agosto de 2021

Microrrelato; una leyenda griega

Estuve leyendo por ahí algo sobre una leyenda griega, que decía que los delfines, eran capaces de detener a los barcos. La historia, en concreto, decía que "Dionisio, convertido en pantera, decidió perdonar a los piratas y transformarlos en delfines para que a partir de entonces, ayudaran a los hombres". 

Esto explica por qué los delfines se ven atraídos por los humanos, los barcos y la música. Algo difícil de entender, como toda leyenda, así que la explicación puede ser esta;

"Bajo la luz intensa de la luna, cuando escuchaba cantar a las ballenas, conocí a una delfín delgada y esbelta. Ella, a diferencia de las demás, no seguía a otros peces marinos para aparearse; danzaba sobre los destellos del mar con su piruetas y el ámbar esponjoso de las olas.

Después de las acrobacias, una flota de barcos la aplaudía haciendo tronar sus cañones.

Ella se doblaba y en acto de respeto y agradecimiento, se quitaba el sombrero. Era así como detenía a los barcos, pues caían rendidos a sus encantos..."

En semejanza a esa leyenda griega, hay personas que con sus actos, humildes y llenos de bondad, merecen ese tipo de aplausos...


Cabeza la Vaca, 27 de agosto de 2021. Imagen libre en la red.



viernes, 20 de agosto de 2021

Microrrelato; El cazador

Como cada mañana, se acicaló frente al espejo, atusó su vieja y cana barba y trató de poner la mejor cara que le ofrecía aquel reflejo. Vestido con su ropa campestre, sus botas de media caña y su sombrero de ala ancha. Pulió su escopeta con el pañuelo, que después puso sobre su cuello y así, con la luz del alba, se internó en aquella selva que tanto temía.

Mientras andaba por aquel largo camino que tan bien conocía, volvió a contar las balas, aunque sabía de sobra las que llevaba. Eran doce, más la de la recámara. Todo era muy monótono, la rutina era asfixiante, pero no desistía ni un solo día en salir de caza.

De vuelta, con la vejez y el cansancio de la tarde, dejó el arma en su sitio y, guardó exactamente doce balas más una. Ninguna "bondad" se le puso a tiro.

"Mañana será otro día, pues a veces hay presas que buscan cazador", dijo para sí convencido...


Cabeza la Vaca, 20 de agosto de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 13 de agosto de 2021

Microrrelato; El viejo llorón

¡Qué difícil es mantenerme viejo y aseado!. Hoy, tengo mis orejas más colgadas, y los pelos de la nariz han crecido. He conseguido un espejo con aumento y una pinza con la que pienso auxiliarme. Pero es que no veo absolutamente nada, pues mi vista no es lo que era.

"La vejez no viene sola", solía decir mi abuela, y tenía razón. 

Al afrontar el paso de los años siempre encontramos la carga de los prejuicios, hasta los propios por uno mismo. El paso del tiempo, incluso en lo más cotidiano, es triste, parece un canto a la soledad que desgraciadamente vivimos los octogenarios.

Me supone un gran esfuerzo, a mi edad, mantenerme decente y aseado ante la sociedad. Parece que fue ayer cuando mi amante me decía, acuéstate, que yo te depilaré. Uno tras otro, iban saliendo con su manejo de las pinzas en sus delicadas manos, y cada vez que gritaba, ella corría sus dedos por mi mejilla y frotaba su nariz con la mía.

¡Eso fue hace mucho! Ahora, cuando yo lo intento, grito, tiento mi piel y una lágrima rueda por mi arrugado rostro. Soy un viejo llorón, y lo malo es que no sé si por dolor del pelo, o por el recuerdo de mi amante...


Cabeza la Vaca, 13 de agosto de 2021. Imagen libre en la red.

  


viernes, 6 de agosto de 2021

Microrrelato; Ángel y demonio.

Ella se bañaba con agua caliente y el ángel de la guarda, por cuidar su plumaje, se quedaba afuera, pendiente de ella. El vapor que envolvía al baño ocultaba otro ser, tal vez diabólico, que con caricias precisas la hacía sacar intensos gimoteos mientras columpiaba la cadera llenando su centro, haciéndola entrar en un sosegado trance. Ella disfrutaba del placer de aquel momento febril.

Ángel y demonio, que no se conocían, sonreían satisfechos pensando cada cual, que estaban haciendo correctamente su trabajo...


Cabeza la Vaca, 6 de agosto de 2021. Imagen libre en la red.



viernes, 30 de julio de 2021

La sirena

Hace un par de semanas, yendo a trabajar bien temprano, paré a beber agua fresca de la fuente que me cae de camino. Cual fue mi sorpresa, que escucho un chapoteo y del fondo sale una preciosa sirena. Hace un giro, luego otro y en un destello a través de la luz de la farola, puedo contemplar su hermoso cuerpo marino.

Decido montarla en el coche, llevarla a casa y meterla dentro de la piscina. "A la vuelta del trabajo, pienso qué hago con ella y cómo puedo ayudarla", me digo para mis adentros y para que lo escuchara mi conciencia, no sea que estuviera haciendo algo anti natura. Ella solo me miraba con cara de agradecimiento.

Cuando vuelvo del trabajo, ya casi entrada la noche, pues las jornadas son largas, la veo en la piscina a sus anchas, con una copa de vino blanco y una gustosa tabla de los mejores embutidos ibéricos que guardo para ocasiones especiales. Pruebo a intentar comunicarme con ella, y entonces me habla;

- Btydc bsbsj juurtt pfhyrset --

Se presentaron en casa los mejores traductores y, después de consultar diccionarios marinos, reconocieron que se trataba de vocablos ininteligibles.

Yo trataba de seguir mi vida normal; la dejaba en la piscina a diario, me iba a trabajar y a la vuelta, la encontraba plácidamente bebiendo una exquisita cerveza, un buen vino u otros caldos que conservo en casa para momentos exclusivos. Ni que decir tiene, la cuenta que daba del jamón, de los quesos o los manjares del refrigerador. Yo no quería echar cuenta a tal despilfarro, pues llegaba agotado de mi jornada y cansado, solo me limitaba a hacerle gestos de que me iba a dormir. Ella, en cambio, me contestaba a su manera;

-- Nheadsf vadjfdgeje porgdjbdfsr --

Pasaron varias semanas, y a pesar que le estaba cogiendo cariño, prácticamente había arrasado con todas las existencias. Wiskis, champagne, vinos de reserva..., patés, quesos, mariscos.., no quedaba absolutamente nada, además de toda la comida que traía a diario del supermercado. 

A la mañana siguiente temprano, a la hora de ir a mi trabajo, mientras ella dormía, la saqué cuidadosamente de la piscina, la cogí en brazos y la puse en el coche y, como quien se deshace de un producto caducado, la devolví a la fuente donde la encontré. 

Entonces, se despertó, y fue la primera vez que habló en mi idioma.

-- No te da pena, dejarme aquí tirada en esta fuente tan solitaria, donde no hay nada fresco que beber ni un bocado que calme mi apetito --

Yo quedé paralizado, estupefacto ante tal descubrimiento. Pero pensé en mi bodega, vacía. En mi nevera, con lo justo, y en mi billetera, totalmente arruinada. Y antes de irme y continuar mi camino, le contesté;

" Ftreffdfdv bifbhfhagdk mjuug mmkhffgdfdhg yytrdseesds..."   


Marbella, 30 de julio de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 23 de julio de 2021

Microrrelato; el tiempo perdido

¡Lo tenía! Al fin lo había conseguido. Había inventado un artefacto capaz de atrapar el tiempo perdido. Esos espacios y pausas que aportan bien poco a nuestra vida. 

Esas miradas perdidas en el asiento del autobús, los intervalos de desasosiego entre dos amantes, los silencios en un lugar de culto, o esos minutos de espera en la antesala del dentista.

El poderoso aparato congelaba esos momentos que desperdiciamos de forma inconsciente y los introducía en el interior de aquel sofisticado artefacto, haciendo que desaparecieran de nuestra vida para siempre. En teoría, dispondríamos de más tiempo para las cosas importantes.

Iría por ahí capturando "tiempos perdidos"; un cabeceo en el metro, una frustrada siesta, pensamientos innecesarios, momentos en babia o miradas perdidas. 

Recorrió las calles y plazas con su rastreador y fue coleccionando miles de esos momentos, para así almacenarlos en pequeños frascos. Luego, solo quedaba comercializarlos y ofrecerlos a sus legítimos propietarios.

Poco después, tras cientos de intentos fallidos por vender su portentosa tecnología, solo pudo llegar a la conclusión, que las personas amaban su tiempo perdido, porque esos momentos, hacían diferente sus vidas...


Cabeza la Vaca, 23 de julio de 2021. Imagen libre en la red


     

viernes, 16 de julio de 2021

La tormenta

La mañana es fría y húmeda, y la tempestad parece haberse adormecido solo por un momento. Madres e hijas llevan llorando largo tiempo. Hace veinte noches que la angustia se apoderó de ellas y el cielo parece haber escurrido hasta la última gota de agua. Las más viejas del lugar, no recuerdan una tristeza y soledad igual. Las nubes, ensuciadas de oscuridad, presagian que el mal tiempo seguirá, solo están descansando por un instante.

Los lugareños oran sin cesar, y el murmullo busca un aliento de esperanza que les arranque ese silencioso dolor. Soplan sus manos para calentar sus dedos, templar su alivio. Buscan ese trozo de cielo que a veces aparece entre nosotros y en un color diferente. 

Varios espectros aparecen tras la neblina y se asoman sobre un destartalado barco de pesca. Las madres, esposas e hijas, desesperadas, ahogan sus gritos y lloran sin lágrimas, no sea que despierten y sacudan otra tormenta... 


Fuente de Cantos, 16 de julio de 2021.Imagen de Uniao das fregusias, Oporto. Imagen de Jesús Apa.


viernes, 9 de julio de 2021

Cena de amigos

Marisa y Javier, recordaban entre risas aquella desastrosa cena que tuvo lugar años atrás en la casa de ella. En aquel entonces, en una fría noche del otoño del 98, ni tan siquiera se conocían, y Javier era invitado por una amiga común de ambos. Marisa, como buena anfitriona, no tuvo reparos en aceptar al amigo de una de sus mejores amigas. 

Eso sí, para Marisa, era sagrado que todos los invitados a su casa, se descalzaran y dejaran sus zapatos en la entrada. El suelo radiante haría confortable la velada. Javier quedó nervioso ante tal situación, porque además de ser friolero, no era nada común en sus costumbres eso de andar descalzo por casas ajenas. Obviamente, cedió y actuó de igual manera al resto de invitados, pero prefirió dejarse puesta la chaqueta no fuera que tuviera frío.

Marisa, en una nueva reunión-cena en su casa, años más tarde de aquel episodio y ahora ya, siendo otra buena amiga de Javier, recuerda aquella noche de esta manera;

"Ahora me acuerdo de aquella noche y no puedo dejar de soltar una carcajada, pero todo empezó mal desde el principio, en el que sentí que no le gustó mucho a Javier tener que ceder y quitarse los zapatos a la entrada. 

Y de mal gusto fue que, a excepción del resto de invitados, fuera el único que se presentó sin un detalle. No sé, como de costumbre, unos traían una botella de vino, de champagne, algo para la sobremesa, incluso hubo quien se presentó con un bonito ramo de flores que quedó como centro de mesa durante la velada. Javier, sin embargo, no trajo nada. 

No lo tuve en cuenta, pero la situación se complicó aún más desde que nos sentamos a la mesa. Además de quedarse puesta la chaqueta, cosa no entendible pues teníamos una temperatura ideal, incluso calor, el olor a pies procedente de él, nos llamó la atención. Tanto, que al poco, aquello se iba tornando insoportable. No tardamos en centrar las miradas en él, pero como no lo conocíamos demasiado, ninguno nos atrevimos a decirle que el suelo radiante, posiblemente estaba jugando en su contra, y el olor a pies sinceramente era horrible, inaguantable.

Él tuvo que notar todas las miradas, pues al poco no tardó en sentirse incómodo, y ni tan siquiera esperó al postre, excusándose al irse antes que nadie, que al día siguiente tenía que madrugar pues salía de viaje."

Javier ríe mientras Marisa cuenta, por enésima vez, aquella cena con olor a pies. Él, en cambio, recuerda aquella noche de esta otra forma;

-- Ciertamente fue una situación muy embarazosa para mi. Es verdad que no tengo la costumbre de quitarme los zapatos en casas ajenas, y en aquel momento solo pensé si llevaba unos calcetines decentes para dejarlos a la vista. No tardé en dejar de pensar en ello, y procuré quedarme puesta la chaqueta porque, ya me conocéis ahora mejor, soy la persona más friolera del mundo, pero es que además llevaba un tremendo constipado que no podía ni respirar; tenía la nariz completamente entapada.

Mis nervios hicieron que me olvidara por completo del pequeño aperitivo que llevaba como regalo, pero el malestar aumentó con aquellas miradas extrañas que venían de todas direcciones. A medida que iba pasando la velada, aquello era insostenible. Y lo peor, es que no tenía ni idea si había dicho algo que ofendiera a alguien, si me había saltado algún protocolo o, simplemente, estaba comiendo y bebiendo de más. Eso hizo que ni tan siquiera me quedara al postre, no sea que la cosa viniera de ahí, pues reconozco que soy glotón.

Yendo al coche, seguía pensando en todo aquello, sin saber cual podía ser el motivo de aquella inhospitalidad. Ahí fue, que metiendo la mano en el bolsillo de mi chaqueta para coger las llaves, toqué el regalo que llevaba y había olvidado entregar a Marisa. Un potente y tremendamente oloroso queso azul, que había comprado esa misma mañana en el mercado... --


Cabeza la Vaca, 9 de julio de 2021. Imagen libre en la red.



 


  

viernes, 2 de julio de 2021

Microcuento; Siete vidas

El felino olisqueaba detrás de su curiosidad. La botella dorada, con los envites del Sol, cambiaba de color continuamente. El gato cauteloso, la olisqueó, y el aroma no tardó en dar en su pequeña nariz. Precavido, la frotó con la zarpa. Intuyó un deseo escondido. Volvió a indagar con su manita..., desconfiado pero fisgoneando.

Pasado un tiempo, decidió asomarse a la boca del recipiente. En décimas de segundo, vio su nacimiento, a la vez que la destrucción de sus seis vidas. Angustiado, quiso desviar la mirada, y de repente, un profundo sueño se apoderó de él. 

Cuando despertó, vio a su hermano que, al igual que él momentos antes, olisqueaba y manoseaba la botella color ocre. Antes de asomarse dentro, le peguntó a su hermano, que aún trataba de espabilar su sueño;

"¿Has visto algo dentro?"

Éste, repensó su respuesta por un momento.

-- Si. He visto la destrucción de tus anteriores seis vidas. Anda con cuidado, solo te queda una...--

Se marchó en pánico, teniendo que controlar su curiosidad...


Fuente de Cantos, 2 de julio de 2021. Totó Fotografía de Jesús Apa.

    

viernes, 25 de junio de 2021

Sobre la Fe

Hace muchísimo tiempo que no escucho hablar sobre la palabra "fe". O más que hablar, y mirando el lado positivo, quizás es que hace bastante que no preciso de confiar en ella. Pero he de reconocer que, aunque es una palabra-actitud que puede causar pavor, sigo creyendo mucho en ella. Eso dice mucho de las personas que no dan por perdido nada, por muy imposible que sea.

Así como el miedo se transforma en fe, también lo hace la esperanza. Todo aquello que emprendemos y hacemos con nuestras capacidades o con nuestra voluntad, obedece a un mecanismo natural que se encuentra sometido a la ley de causa-efecto, pero cuando hacemos intervenir la fe, se abre dentro de uno mismo una puerta a las fuerzas espirituales, a las potencias celestiales, llámalo como quieras, que pueden reparar, purificar y curar. Aunque no se merezca en absoluto.

Tener fe no debe ser una señal de debilidad, ni mucho menos. Creer en lo que no vemos, no es nada fácil. Y creer en uno mismo, y tener confianza en ello, puede ser el mayor acto de fe que uno pueda imaginar. Gandhi decía que "debemos convertirnos en el cambio que buscamos en el mundo".

Hoy en día felicitamos a las personas por sus éxitos externos, por su prestigio, por su poder, por sus ascensos, por sus coches, por sus casas, en fin, por sus posesiones; y deberíamos felicitar a las personas por su manera de ser, por sus actitudes, por sus principios, por su forma de actuar. Deberíamos elogiar la bondad, la paciencia, la generosidad. La gente que aún sigue teniendo fe en algo, en alguien, aunque sea en uno mismo.

Y digo todo esto, no porque ahora precise urgentemente de la fe por alguna razón, o porque necesite encomendarme a algún milagro celestial. Afortunadamente, saco este tema a colación de la ilusión que se necesita en la vida para vivirla más intensamente, valga la redundancia. Y ahí está la actitud, que también va de la mano de la fe. Nada mejor para entender esto, como un breve cuento;

"Un día, los habitantes de un pueblo decidieron rezar para pedir que lloviera. La gente se reunió en el lugar acordado para la oración, pero solo un niño acudió con paraguas". 

Actuar como ese niño..., también eso es FE.


Cabeza la Vaca, 25 de junio de 2021. Imagen libre en la red.



viernes, 18 de junio de 2021

Irse de viaje; De su ventana a la mía.

Será que de un tiempo a esta parte, he decidido dedicarme más momentos a mí mismo, que a través de ellos, y de manera totalmente íntima y personal, consigo emocionarme con cierta facilidad. Podría pensar, como así lo he hecho a veces, que está relacionado con algunos momentos de debilidad, de estrés o quizás, sencillamente, por la necesidad de buscar intencionadamente ese tipo de emociones.

Hace unos días fuimos con mi madre a Oporto a celebrar sus 73 años; toda una suerte seguir compartiendo la vida junto a ella. Y lo cierto y verdad, que cada día que pasa valoro aún más mi tiempo a su lado, llenar mis recuerdos de experiencias y momentos de calidad. Mis mejores situaciones con ella ahora mismo, es cuando "nos vamos de viaje", porque hay un antes, un durante y también después, que alegra mis días. En eso pensaba en cualquiera de los muchos paseos por esa hermosa ciudad. El significado de una madre para todos los seres es de una magnitud extrema.

Y son tantos los momentos vividos, que es pensar en mi madre, y podría asociarla a miles de situaciones, a millones de emociones. Haciéndonos disfrutar con los manjares que cocina, con sus historias, recuerdos de niñez, situaciones vividas con mi padre..., realmente, en todas y cada una de ellas, logra emocionarme profundamente. Supongo que, tal y como sentimos todos los hijos e hijas con nuestras madres.

Si tuviera que escribir algo sobre ella (como ya he hecho otras veces) cualquier texto quedaría incompleto, porque siempre se quedaría corto. ¿Y sobre qué momento en particular vendrían mis mejores recuerdos? Hay tantos, que me sería imposible simplificarlo solamente en uno. Pero casualmente, hace muy poquito, leí algo tan sumamente hermoso, tan intensamente sencillo y cotidiano, que directamente me hizo identificarme con esos sentimientos, esas emociones y esas precisas imágenes que venían descritas en el texto. Es de Carmen Martín, y se titula, "De su ventana a la mía", y dice así; 

"Mi madre siempre tuvo la costumbre de acercar a la ventana la camilla donde leía o cosía, y aquel punto del cuarto de estar era el ancla, era el centro de la casa. Yo me venía allí con mis cuadernos para hacer los deberes, y desde niña supe que la hora que más le gustaba para fugarse era la del atardecer, esa frontera entre dos luces, cuando ya no se distinguen bien las letras ni el color de los hilos y resulta difícil enhebrar una aguja; supe que cuando abandonaba sobre el regazo la labor o el libro y empezaba a mirar por la ventana, era cuando se iba de viaje. «No encendáis todavía la luz —decía—, que quiero ver atardecer». Yo no me iba, pero casi nunca le hablaba porque sabía que era interrumpirla. Y en aquel silencio que caía con la tarde sobre su labor y mis cuadernos, de tanto envidiarla y de tanto mirarla, aprendí no sé cómo a fugarme yo también. Luego entraba alguien, daba la luz y reaparecían los perfiles cotidianos. «Bueno, habrá que correr las cortinas», decía ella, como despertando.

Pero en la sonrisa especial que dulcificaba su expresión se le notaba lo lejos que había estado, lo mucho que había visto. Y daban ganas de arrodillarse a su lado para ayudarle a abrir las maletas, de preguntarle: «¿Qué regalo me traes?».

Y seguro que, antes de conocerla yo, viajó por la ventana mucho más todavía. En aquel tiempo —tan novelesco para mí— de su juventud y de su infancia, desde aquellos espacios interiores que yo no conocí."


Fuente de Cantos, 18 de junio de 2021. Pintura de Marina Chulovich.


viernes, 11 de junio de 2021

Cada Sol tiene su ocaso

"Cada Sol tiene su ocaso"

En este proverbio árabe pensaba mientras contemplaba el final del día y llenaba (nuevamente) su copa de vino. Era su aniversario, y en torno a ella, multitud de gente le hacía compañía. Por unos instantes, quieta en su silla, logró evadirse y quedarse a solas. Ahí, dejó bailar sus pensamientos. 

Cerró los ojos, y se vio en un remolino vehemente que la instaló en la playa. Entre asombrada y pervertida, quería dejarse llevar. Las olas del mar, se mecían en su frente mientras arrodillada, cerraba los puños atrapando la suave arena. Sobre su espalda, la sombra de su amante volvía sepia la curva sudorosa de su talle, y su popa, era un puerto expuesto. A cada empuje de su acompañante, vibraba ardientemente mientras él agarraba con fuerza su cadera para traerla de nuevo hacia sí.

En la lejanía, en la fina línea que quiere desaparecer al final del mar, el Sol iba cayendo agotado, anaranjado, dejando la huella de su ocaso. Su amante, a la par que el Sol, exhausto y de color dorado, también regaba con sudor su espalda, agarrándola aún más fuerte para hacerle ver que su final llegaba. Ahí, una mezcla de perfumes y sonidos se mezclaron con ese atardecer. 

Entonces ella, en torno a toda aquella multitud, consiguió abrir sus ojos. La gente llamó su atención, "sopla las velas y pide ese deseo que estabas pensando", le dijeron al unísono.

Y eso trató de hacer, mientras pensaba que hay deseos, que nunca se apagan. También en ese preciso instante, se estaba despidiendo el día, y llegaba el ocaso, pero nunca sería como aquel que acababa de recordar, porque ese, era distinto a todos.

Acabada la fiesta, el deseo se hizo invisible, la madrugada lo devoró. El día la encontró agotada, con olor a jazmín, y sus manos llenas de arena...


Cabeza la Vaca, 11 de junio de 2021. Fotografía de Jesús Apa.


viernes, 4 de junio de 2021

Mi Hada

El pequeño ruega e implora que venga su Hada. Está acurrucado en su cama y no puede dormir. Fatigado, descompuesto, reclama una y otra vez su presencia. La Hada por fin llega, derramando disculpas por la tardanza con su suave tono de amor. 

"¿Qué sucede cariño? ¿Va todo bien?"

Como por arte de magia, el miedo se va esfumando...

-- Hay un monstruo enorme, que me persigue. Por mucho que yo corro, él acelera aún más y me da alcance...

"¿Y eso cuándo ocurre?"

-- Siempre que cierro los ojos. --

"Eso es fácil de resolver, deja que yo los cierre contigo...!

La Hada cerró los ojos, al igual que él, y lo tomó de la breve cintura, dejando al instante de recordar el por qué de la persecución. Ahora ambos se enfrentarían al monstruo, y a cualquier otro obstáculo en el camino. 

La Hada se aleja, sonríe y deja al pequeño dormido. Va a su retiro, pone la varita mágica en su estuche y se tiende sobre la cama. Cierra los ojos, sabiendo que cuando el sol de la mañana se estremezca, seguirá sorteando sus próximas batallas, sus otros monstruos con los que combatir. Porque una Hada, cuando es madre, nunca deja de luchar por sus hijos.

Gracias a Dios, mi Hada sigue conmigo, y su varita, sigue haciendo magia cada vez que un monstruo se me acerca... 


Oporto, 4 de junio de 2021. Fotografía de Jesús Apa.

   

viernes, 28 de mayo de 2021

Es otro tipo de locura

Sentado en la poltrona, con la mirada fija y perdida, esperaba como cada semana a la psiquiatra. En esa serena y abandonada mirada, pero dentro de su incontrolable locura, encontró la corriente de un río, y se veía a él mismo como si fuera un salmón remontando y saltando torrente arriba. Hacía gestos con sus piernas sentado en la butaca, como si realmente estuviera haciendo el esfuerzo del salmón. En la parte más compleja de la escalada, se sintió interrumpido por la entrada de la doctora en la sala.

Ésta, enfundada con su impoluta bata blanca, ocupó su asiento, como de costumbre. Pero en esta ocasión, antes de comenzar la sesión, y como si se hubiera percatado de algo por vez primera, observó detenidamente a su paciente. Era como si estuviera descubriendo en él a otra persona. Incluso podría decirse que lo veía increíblemente distinto; vestía de forma elegante, su porte era magnífico. Su piel estaba bronceada, pero cuidada. Su cabello, aún húmedo de su acicalamiento, con un corte perfecto. Su barba de varios días presentaba un cuidado impecable... Así comenzó la sesión;

"Hoy amaneció con otra cara, otro semblante. Diría que viene usted muy favorecido en esta hermosa mañana. Estos son los primeros síntomas del inicio de la mejoría de los pacientes".

Tras un largo silencio, le contestó;

-- Sigo siendo el mismo, me siento poco cambiado. Igual es verdad eso de que la locura puede contagiarse, porque estos son los primeros síntomas, en la mayoría de los casos. --

Hubo otro largo silencio. Ella seguía observándole, de arriba a abajo, contrariada por su respuesta, a la vez que embelesada. Él, trató de aclarar algo;

-- Ah, y obviamente hablo de otro tipo de locura, la del corazón. Así que tenga cuidado, querida doctora, pues esa locura, es más complicada de curar... --


Cabeza la Vaca, 28 de mayo de 2021. Imagen libre en la red.