viernes, 26 de febrero de 2021

El invidente

A Eugenio, el invidente, le gusta esperar a su mujer sentado en la vieja hamaca que tiene en el porche de su casa. Ahí, golpean los rayos de sol de manera justa y sutil, ya en el atardecer.

Y mira al horizonte, que es lo que haría cualquiera con sus ojos válidos. En su pose, nadie diría que posee la incapacidad de mirar a través de ellos. Sus pensamientos, cierto es, que van y vienen imaginando cómo será esto o aquello. Ciego de nacimiento, la naturaleza le hizo desarrollar en cambio, otros muchos sentidos.

Por ejemplo, a diario presiente cuándo se va aproximando su mujer a casa. Es como si a kilómetros de distancia, ya sintiera sus pasos acercarse. Y es el mejor momento del día para Eugenio, más que porque llegan sus ojos, es porque se acerca su corazón. 

Mientras ella le prepara el baño, llenando de agua caliente la tina, le va contando cómo ha sido su día. Le ayuda a entrar dentro, lo acomoda, echa sus sales que juegan con el vapor, y Eugenio siente que ya no necesita nada más en su vida, ni tan siquiera la vista.

Y así, mientras le echa agua y lo enjabona, acaricia sus cabellos con esos dedos de seda.

¿"Qué haría yo sin ti, amor mío"?, le dice Eugenio con ternura.

-- No, mi amor. ¿Qué haría yo sin ti? --, le replica su esposa.

La madrugada se llena de cariño, y el premio a tanto amor suele acabar fundiéndose entre las sábanas. Ahí, Eugenio, que no lo dice por adular, suele seguir agasajando a su esposa con frases de amor y ternura.

"Esta noche, mi amor, estás más linda que nunca. Y de sobra sabes que sé de lo que hablo, y es que las cosas más hermosas de esta vida, solo están a la vista de un ciego..."


Fuente de Cantos, 26 de febrero de 2021. Cuadro de Van Gogh.

 

     

viernes, 19 de febrero de 2021

El anuncio de los patos

Llegó cuando la tarde iba tomando esos colores vivos y anaranjados. Los patos, que habían llegado del norte, descansaban cerca del estanque. Cuando entró, me había preocupado de que la cabaña oliera a flores recién cortadas y que el silencio la dejara cómoda. 

Su piel caoba, deslumbraba con la vaga luz de las velas, que a propósito, la llevaban esperando toda aquella tarde. El aceite de la cera, dejaba un halo de frescor que podía apreciarse en el ambiente. Yo la esperaba de pie, junto a la escasa lumbre de la chimenea. Se acercó hacia mí, hundió sus dedos en mi cabello y asiendo dulcemente mi cabeza, me llevó hasta su boca. El primer beso fue tímido, el siguiente, fresco y agradable.

Hubo una ligera pausa, donde nos miramos fijamente a los ojos. Éstos me decían que estaba contenta de haber regresado. Se acercó a la ventana y miró afuera, en dirección al estanque, también por donde iba escondiéndose el sol. La dejé en calma, con la mirada perdida en dirección a ningún sitio en particular;

¿"Alguna vez te has preguntado, qué distancia vuelan los patos buscando el calor"?  

No contesté, porque siguió hablando...

"¿Te imaginas que tuvieran que volar buscando el amor? En realidad, si así fuera, poco se diferenciarían de nosotros. Con mucha frecuencia pienso, que el amor debe tomarse en la poción correcta, ya que el efecto puede ser imprevisible si se hace de otro modo".

Hubo un largo silencio, pero en absoluto incómodo. Me dirigí a la chimenea y alimenté el fuego. Me incorporé y la vi más hermosa que nunca, reflejada en el cristal de la ventana. Su figura, quedaba destellada ahora con la tibia luminosidad de la influencia que tiene la luna sobre la noche. Sin lugar a dudas, estaba más hermosa que nunca. Siguió hablando, como pensando en voz alta;

"A veces las distancias proporcionan cosas interesantes y desconocidas; alimentan esa parte buena que tiene la Saudade. Es como si no quisiéramos abusar de lo que nos hace bien, no sea que se gaste. Beber las cosas que te gustan sorbo a sorbo. como si existieran frascos con elixires para el amor. Y sí, creo que éste, debe tomarse en la poción correcta".

Yo la observaba, hipnotizado con su presencia. El cielo ya no era naranja cuando me acerqué a la ventana junto a ella. Vi que sepia era la luz de la luna, a la vez que pensaba que ingerí más de lo indicado... 


Cabeza la Vaca, 19 de febrero de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 12 de febrero de 2021

Las huellas del viaje

Un sol de justicia caldeaba mis pensamientos, a la par que fatigaba cada vez más mis lentas pisadas. Había caminado durante horas y cada vez arrastraba más mis acometidas. Era la hora límite en que debía enjuagar mi garganta con agua fresca.

¡Ya falta poco!, me decían las gentes que se cruzaban conmigo. 

¡¿Poco para qué?! Le dije extrañado a los últimos. 

¡Ya lo descubrirás...ya!. Seguían dejándome con la intriga.

En mi nublada vista por el cansancio, fueron apareciendo los primeros vestigios de vida; el viejo castillo sobre el cerro, las primeras casas de color barro dando la bienvenida en la entrada del pueblo, y lo que parecía un señor sentado en la esquina de la primera casa.

Me imaginaba, mientras subía la pequeña cuesta, un buen trago de agua recién sacada de un pozo, refrescante y transparente.

¿Me daría usted agua, buen hombre?

"Agua no tengo..., pero hago el mejor anís del mundo"

¿Eso no es muy fuerte, amigo?

"Depende de para quién..."

Por supuesto, acepté. Entró dentro de la casucha de barro, y trajo el licor en una lata vieja. Lo observé con desconfianza, pues era viscoso y amarillento, y no quise olerlo. Pero no puse pegas...un primer sorbo (sabía a regaliz), luego otro, y un tercero que supuso que el líquido entrara por completo a través de mi garganta hasta mi estómago vacío.

"¿Te has emocionado"?, preguntó sonriendo el maldito viejo, al verme derramar lagrimones por la potencia de aquel anís.

Inspiré, me relajé y dejé que el licor enredara por mis entrañas. Era fuerte, muy fuerte, y dejaba un cálido y dulce ambiente en mi ser.

Al poco tiempo, algo ocurría, y ya no me lo tomé a mal. Me sentía diferente; una ola de fuego se desparramó por todo el cuerpo dando ligereza y alivio a mis pies cansados. Vinieron a mí, bonitos recuerdos, paisajes, rincones maravillosos, momentos vividos fascinantes, conversaciones fabulosas... Tenía unas infinitas ganas de proseguir el viaje, de encontrar a más gente en mi camino, de sorprenderme nuevamente con la amabilidad de los lugareños.

Pero...¿Qué clase de licor es éste, amigo? Le pregunté entusiasmado.

"Esa sensación que ahora tienes, joven caminante, no la provoca el anís. Eso, lo hace el viajar. Hay quien calma su sed así".

Ahora sé por qué algunos viajeros, van por los caminos sin mirar la distancia, y sin embargo, nunca se sientes cansados...


Fuente de Cantos, 12 de febrero de 2021. Imagen de Jesús Apa (Arroyomolinos de León)


viernes, 5 de febrero de 2021

Pensamientos bajo la ducha

Me da rabia aceptar que él, pueda llevar el día a día con esa energía y que yo, en aspectos tan simples y básicos, no consiga sacar fuerzas y disfrutar cuando llega el fin de semana. Y más me enojo pensando que merezco poder descansar llegado el viernes noche, hacer lo que me venga en gana, más aún después de estar toda la semana trabajando como una mula. 

Pero claro, según él, los niños deben requerir atención en sus días libres, pues llevan toda la semana de exámenes, y no basta dejarlos con los abuelos. Según él, es muy importante socializar, enriquece nuestros pensamientos y de paso, echamos unas risas con los amigos. Deberían dejarme hacer lo que me de la gana; pero así es la vida de casadas. Soy una mujer y mi tiempo libre lo tengo que utilizar en atender al marido, a los niños y a veces, con gente con quien no me apetece charlar.

Y no solo eso...aunque estés con prisa o agotada, parece que tienes "la obligación" de hacer el amor, ser cariñosa, optimista, sonreír más de una docena de veces al día y llenar su copa de vino si la veo aflojar. Y quizás le vuelva a apetecer hacer el amor de nuevo, y ahí tengo que estar, bien dispuesta. Solo me falta preguntarle qué hago con el suspiro que me queda.

Esta tarde, sin ir más lejos, me daba una relajada ducha cuando escuché que arañaban la puerta, así, despacio y sutilmente. Obviamente sabía que era él, pues no tenemos gatos. Se ve que quería empezar el fin de semana "a su manera". Pero esta vez no iba a acceder a sus gustos. ¡Ya está bien! Justo iba a hacer caso a mis pensamientos anteriores.

Necesitaba relajarme..., así que traté de evitar pensar en él y sus cosas y centrarme en mi. Pero el agua caliente que caía de mi pelo me dejaba gotas que se prendían a mi piel. La espuma de baño desprendía un olor que inundaba toda la estancia y con el vapor, un perfume fresco y agradable flotaba por todo el cuarto. Mientras, él, seguía arañando la puerta, como quien espera permiso para entrar, pero esta vez tendría un "no" por respuesta.

Para dejar de escuchar sus insinuaciones, aumenté un poco más la temperatura del grifo, me puse justo debajo e incliné mi rostro bajo el caliente chorro de agua. Noté cómo se erizaba mi piel, mi cuerpo se relajaba y mis piernas comenzaron a temblar. Sentía un enorme deseo y una excitación inusual. De nuevo, volví a escuchar los tímidos arañazos sobre la puerta, esta vez con más insistencia.

Acto seguido, mi maridó entró en el baño rápidamente; tardó décimas de segundo en desvestirse. ¡Obvio!. Pues aún no me explico cómo me dejé llevar, por qué grité varias veces bajo el agua, las palabras "Miau, miau, miau..."


Fuente de Cantos, 5 de febrero de 2021. Imagen libre en la red.