viernes, 27 de mayo de 2022

Microrrelato; La charla

Cámara en mano, me asomé a la ventana y divisé la cara de asombro de un niño que observaba un pájaro sobre un limonero. El ave se había posado sobre una finita rama que lo balanceaba levemente al ritmo de su canto. 

Apunté el instante con mi cámara y amplié con el zoom; ¿Qué habrá pensado el niño? Casi pude ver en los ojos de aquel pequeño reflejarse los ojos del pajarito, que parecía tener una mirada perdida, pero quizás veía lo que no era. 

Apliqué más el zoom, y efectivamente en el reflejo del cristal, daba la impresión de ser dos amigos que charlaban del sol cotidiano y de lo linda que vendría ese año la primavera...


Cabeza la Vaca, 27 de mayo de 2022. Imagen libre en la red


viernes, 20 de mayo de 2022

Cambiando cuentos

Desde luego que los tiempos cambian, y a veces, los cuentos, también;


"Dicen que se murió el Conde, el señor feudal de una amplia Comarca, dejando una esposa joven en plenitud y con mucha riqueza. Hubo una boda, y allí se presentó ella. Con su guardia y séquito reclamando el derecho de pernada. Con un gesto, dio la orden, y dos de sus mejores hombres redujeron e inmovilizaron al novio.

Tomó de la mano a la novia, la ayudó a montar en su hermoso caballo, y ahora viven ambas felices en el lujoso castillo que heredó de aquel iluso Conde..."


Catedral de Girona, Cataluña, 20 de mayo de 2022. Fotografía de Jesús Apa.




viernes, 13 de mayo de 2022

Otras redes para pescar

Estando en el Museo Metropolitano de Arte de New York, pude ver un gran espacio dedicado a la evolución de la humanidad, en todas sus etapas y facetas. Interesante la capacidad del ser humano para adaptarse al medio. Desde que se inventó el fuego, pasando por las etapas en las que iba descubriendo las fuentes para su alimentación, más allá de raíces, bayas u otros alimentos que le diera la naturaleza. Luego vino la caza y la invención de útiles para ello. Pero más me sorprendió en sí, cuando decidió pescar en el mar o en los ríos... Las primeras veces era a mano, o utilizando herramientas poco sofisticadas para ello, pero suerte que el agua estaba repleto de peces.

Lo que leí y lo que dicen en el museo, que desde el Nilo al Amazonas, en los tiempos antiguos las redes eran confeccionadas con fibras que quitaban de las cortezas de los árboles del lugar o eran traídas desde otros parajes no muy distantes, también las hojas de juncos eran confiables. El trabajo era arduo pero paciente, y después de varios días de tensar y tejer nudos rutinarios salían al río o al mar por el sustento diario de la ansiada proteína.

Con el tiempo, las redes se manufacturaron con sogas de cáñamo o algodón, también con hebras de lino y seda según la latitud del artesano. Hasta que fueron reemplazas por el nylon o el poliéster, materiales de fibra químicamente impuros y eternos, gracias al progreso.

A tal punto se modificó la pesca con redes que, salvando antiguos métodos aún utilizados en lugares casi asilados de la civilización o ajenos a sus malas praxis, hasta los peces han mutado de hábitos y oponen cierta resistencia pasiva, subyugados por el sistema y la terrible mano del hombre.

La moda y las tendencias, eficaz anzuelo para el consumo, ha logrado imponer una nueva fórmula de pesca productiva, selectiva e indolente; las llaman redes sociales...


"Los tiempos antiguos", Museo Metropolitano de Arte, New York. 13 de mayo de 2022. 


jueves, 5 de mayo de 2022

Parecido al caracol

Tras un largo tiempo puesta a la venta la antigua casa de la familia (la casa de mis abuelos paternos), hace unos días la hemos vendido a unos vecinos del pueblo. Después de un largo tiempo de abandono por el fallecimiento de mis tíos, cada vez que he entrado, era volver a la casa de la infancia, que cierto que ya no era la misma, pero seguía manteniendo una esencia de recuerdos imborrables.

Me caía de camino a la escuela, y a la ida o la vuelta, al igual que en esta última ocasión, percibí los olores y sonidos, sentí un remolino nostálgico, agridulce y que entraba por todos mis poros y me estrujaba el corazón de tal manera, que casi no podía respirar. Es como si esos sentimientos iban a producirse por última vez y fueran a ser arrebatados de mi ser.

Metí la llave en la cerradura de la puerta de entrada, que casi arrancada, me daba la última bienvenida entre un revoltijo de papeles de propaganda comercial, y cartas olvidadas buscando un destinatario entre las baldosas hidráulicas ya desgastadas. Entonces, por las paredes, los techos y suelos de la casa se vinieron arrastrando los sentimientos, las voces del pasado...

En verdad, la llave me estaba abriendo a mí, me abría en canal dejándome inerme ante la puerta cerrada y mi vida, como si me estuviera ahogando, y pasó por detrás de mis ojos como una tormenta seca.

Las voces de mis tías, los gritos jugando de mis primos y mis hermanos, las peleas entre ellos, las risas de las mañanas, los llantos casi silenciosos de las noches, los suspiros tantas veces sofocados, y los veranos, sobre todo los tiempos del verano confundidos con bostezos de aburrimiento..., a todo daban albergue aquellas habitaciones aún a medio amueblar, aquel pasillo largo (que en verdad no lo era tanto), el patio, el bocarón del pozo, la higuera donde subíamos...

Aferrado a la llave miraba a través de la puerta el mapa físico de mi vida y pensé que quizás, no era necesario entrar en la casa: me llevaba de ella todo el calor, el amor, también el dolor, la esperanza y la fortaleza que da una familia unida. Me quería llevar de forma intacta, todo aquello que compartieron conmigo, pero eso ya no era posible.

Cierto es, que mi casa soy yo, y ellos forman parte de mí, de mis paredes de carne y huesos, vestida del amor de mis tíos y primos, barnizada y olorosa de conversaciones en aquella mesa redonda del comedor, tan pequeña, y en la que tenían cabida todos. Y ésta, ha sido la última vez que me he sentado en compañía de ellos.

Pero la nostalgia ha tenido un buen detalle conmigo, pues me ha hecho llegar el sentimiento de creer que soy un caracol feliz. Que arrastro conmigo mi hogar de vivencias, pintado con los ricos matices que llevan de la tristeza a la alegría, y de nuevo a la tristeza en este maravilloso calidoscopio de la vida... Ahí, en ese momento, he entendido eso que los brasileños llaman "Saudade", que para mí, sigue significando, ¡la alegría de estar triste...!


Fuente de Cantos, 6 de mayo de 2022. Fotografía de la familia Aparicio.