viernes, 25 de noviembre de 2022

Pintar los sueños

¡Ocurrió hace algunos años! Sin qué ni por qué, mientras dormía, una voz me dijo que si mantenía los ojos cerrados, y los apretaba fuerte, un haz de luz aparecería ante mí. Esa luz, que se presentaría ante mis párpados cerrados, se convertiría en una pizarra, sobre la cual, podría dibujar el mayor de los deseos que, al despertar, aparecería ante mí.

Obviamente tenía que pensar bien en ese deseo. Probé con el dedo, y efectivamente el trazado era marcado por el movimiento de mi mano. Yo sabía que aquello formaba parte de un sueño, pero al menos, se trataba de un sueño muy original, así que decidí pensar concienzudamente en ese deseo que se presentaría ante mí, una vez despertara.

"Estas cosas hay que pensarlas bien, pues solamente ocurren una vez en la vida", dije para mí, a la vez que hacía un esfuerzo por no salir de ese sueño, que si bien es cierto que era acogedor, también resultaba tenso por la importancia del mismo.

Además, tenía que tener destreza a la hora de realizar el dibujo, no sea que mis trazos salieran mal y no se entendiera bien el resultado. Suerte que en los sueños, la mayoría de las veces, las cosas nos suelen salir mejor. Siempre pasa que, si estás mejorando un idioma, en tus sueños lo hablas de maravilla; si estás preparándote para una competición, en el sueño lo haces como nunca. Así que en ese sentido me relajé, pues que seguro el dibujo me saldría perfecto.

Volví a hacer varias pruebas con mis dedos; líneas rectas, curvas, mezcla de colores..., ya estaba preparado para pintar en sueños lo que quisiera y hacerlo realidad ante mí, justo al despertar. Podría ser un coche, un coche enorme, pero era demasiado simple. Mejor una gran casa, de esas mansiones idílicas, pero mi duda era en qué lugar quedaría construida. Pero claro, una idea mejor, ya puestos, sería dibujar montones de billetes de 500 euros. Miles, millones de todos ellos, así podría comprar todo lo que quisiera. Pero aquí es donde mi subconsciente me hizo reaccionar...

Lo ideal sería dibujar, precisamente aquello que no puede comprarse con dinero y que a la misma vez fuera algo sencillo a la par que lo más valioso del mundo. Así que hice varios trazos en el aire, saturé bien mis "pinceles imaginarios" en la paleta de colores, y traté de dibujar aquello que pensaba que es lo más difícil de obtener hoy en día. 

Al despertar, no vi nada ante mis ojos. Me levanté como todas las mañanas, hice mi rutina habitual, y el día pasó sin más. Pero es cierto, que desde entonces, y hace ya algunos años de aquello, pienso que mi dibujo está presente en todas mis acciones. 

Fue una pintura difícil, he de reconocerlo, pues no es nada sencillo dibujar "El Tiempo"... 


Fuente de Cantos, 25 de noviembre de 2022. Imagen libre en la red.


viernes, 18 de noviembre de 2022

Microrrelato; soñando con la nieve

Los dos pequeños, bajo la sombra del limonero, soñaban que la nieve caía sobre sus cabezas a pesar que había un sol de justicia; los copos de nieve eran las flores de azahar.

El pequeño le quitaba de su cabello las "flores de nieve" y silbaba la canción de María. Estaban soñando y viviendo el mundo que querían.

-- ¡Dónde te metes María, vuelve a casa que la comida se enfría! -- gritaba su abuelita desde la vieja choza.

Y ella, al oído decía; "sigue, hasta que grite dos veces más"... 


Fuente de Cantos, 18 de noviembre de 2022. Imagen libre en la red.


viernes, 11 de noviembre de 2022

Las tardes de Otoño

No se puede negar, que las tardes de Otoño son distintas. Me concentro esperando a que llegue. El paso de las horas vespertinas y su levedad, cuando desaparece el ruido y la vida se hace más benigna. Entonces es cuando surgen momentos de reflexión.

No se deben preguntar demasiadas cosas, ni tener prisa. Eso se aprende poco a poco. No existen los concejos fáciles, ni amables, pero las sendas de sabiduría pueden aparecer de repente. Y te das cuenta que la vida es una trampa, pero es demasiado alargada para hablar de ella en una sola frase.

Toda la vida estamos hablando de la vida. No es que vayamos siendo más pragmáticos, desnudándonos, o dejando de lado cosas inútiles, no. Lo que pasa es que las cosas nos van dejando a nosotros. Cosas que hemos amado tanto como el amor, la soledad, la amistad. De repente nos damos cuenta de que solo aspiramos a una leve ternura, y a estar totalmente convencido de que cuando seamos mayores, hayamos sido buenas personas.

A veces estamos vencidos por el peso de las cosas y somos criaturas cada vez más vulnerables que sólo esperan la llegada de la luz de la tarde, de las tardes de Otoño, porque es ahí, cuando nos ponemos melancólicos y sale lo mejor de nosotros...


Cabeza la Vaca, 11 de noviembre de 2022. Fotografía de Jesús Apa.

 

viernes, 4 de noviembre de 2022

El hogar

Los días de noviembre en el pueblo, pasan sin pasión y descanso. Las tardes, sobre todo, logran enraizarse a la mezquindad, tiritan. Las ramas huesudas bambolean clamando al viento frío que pare. Abajo, la neblina se enrosca en los tallos y llega a estrangularlos. En el aire se extiende una tristeza húmeda y amarga.

Hay una mano sobre la ventana que la limpia de la escarcha y descubre su sonrisa cuando mira al gatito que acecha sobre el alféizar, a través de la niebla, buscando la forma de entrar adentro. La luz tenue del fuego envuelve y abriga la sala. Quien está en su interior, no necesita nada más que, precisamente, estar ahí.  

Esa configuración del exterior, inhóspito y desolador, y el interior, cálido y acogedor, es lo que suele llamarse como hogar. Todo el mundo debería haber tenido al menos uno, al menos alguna vez... 


Fuente de Cantos, 4 de noviembre de 2022. Imagen libre en la red.