viernes, 25 de septiembre de 2020

Microrrelato; El tablero

Cómo cualquier domingo en una mañana de otoño, las sábanas color madera aún conservaban su calidez, tendidas de forma impecable. La tibia luz de los primeros rayos de sol, penetraban, sin pedir permiso, por los vidrios de la ventana, proyectando un tablero sobre la cama.

Ella, era la Reina; con un blanco suavizado por vetas canela que bronceaban su pecho. Su pose, elegante pero provocadora.

Él, un alfil mulato que aún sudaba copiosamente. Impasible y orgulloso de ser aquella pieza.

Acostados en un beso sin tiempo, sin saber a quien le tocaba mover, soñaban todavía con la batalla...


Fuente de Cantos, 25 de septiembre de 2020. Imagen libre en la red.

   

viernes, 18 de septiembre de 2020

La cometa

El final del verano siempre ha sido la mejor época para echar a volar mi cometa. Con el cambio de estación, vienen los nuevos vientos, como si quisieran renovarlo todo. Cada año, estreno una cometa distinta, que yo mismo diseño, y aunque apenas soy un adolescente, ya he adquirido suficiente experiencia para ondear complejas figuras sujetas a un carrete de hilo.

Y en este acantilado, mientras mi artilugio siempre planea, es dónde suelo matar el tiempo mientras pienso en mis cosas. Y esta vez, solo pensaré en cómo ha sido mi verano, porque éste, ha sido el más especial de todos. Conocer a Julia, ha sido lo más hermoso que me ha pasado hace mucho tiempo.

¡Mientras construía mi cometa, no he podido dejar de pensar en ella!.

El grueso, pero a la vez frágil papel, me hacía recordar su carácter. Los colores, me hacían pensar en su imaginación; siempre tan ocurrente. El carrete del terso hilo, me llevaba a imaginar su lindo cabello, adornado con pequeños lazos, justo como había puesto en mi cometa. Y su voz, tan dulce y vivaz, sería como el zumbido del contacto del papel con el viento.

Por eso este año, la he construido con un cuidado y cariño especial. Ya estoy dispuesto a echarla a volar por primera vez, y como no, pensando en cómo se comportará Julia, con este esperado viento de final de verano. Intuyo que abrirá sus alas de par en par, tomará aire y zumbará hacia el cielo, haciendo piruetas, y asombrará a los pájaros con su belleza.

Hará cabriolas de todo tipo, y al contacto con el aire tibio de septiembre, se sacudirá nerviosa como preparándose para la aventura. Y yo, dejaré que el carrete de hilo llegue hasta el final ,para que ahí, justo en plena libertad, decida qué hacer, si continuar fluyendo, o caer hacia mí,  en picado, hasta tomarla con mis manos.

Pero en el fondo, hay algo que siento que invade mis sentimientos, con un halo de nostalgia y que roza la tristeza. Los amores de verano, suelen tener este punto amargo, a pesar que hayan jurado amor eterno, siempre existe un punto de duda muy, muy doloroso.

Quería llamarla Julia pero, porque todos los años, las he bautizado con un nombre especial  escrito en una de sus alas. Será mi afición por las cometas que, en el fondo, soy consciente, que al igual que les ocurre a éstas, si el hilo no es muy firme, las palabras se las lleva el viento...


Cabeza la Vaca, 18 de septiembre de 2010. Imagen libre en la red.

  

viernes, 11 de septiembre de 2020

Cuentos absurdos; el niño cantor

Aquel niño lo hacía absolutamente todo cantando. De sobra era conocido en el pueblo porque no había lugar al que acudiera y que no lo hiciera cantando. Cuando iba a hacer la compra, la lista de las verduras, las frutas, las carnes y todo lo demás, lo pedía al tendero a modo de canción, con un sonido espectacular y haciendo incluso rimas de unas frases con otras. 

Lo mismo ocurría cuando iba a la farmacia, que cantaba las recetas, cuando iba a la consulta del médico, que le cantaba lo que le ocurría o el dolor que sentía, o cada día en la escuela, que le cantaba, y además casi de manera celestial, la lección a los profesores que lo hacían subir al estrado, o mismamente cuando se cruzaba con alguien por la calle;

"Buenos días Don Pepito, 

buenos días Don José, 

parecé que se ha nublado, 

parecé que va a llover"

Su voz, realmente era asombrosa, se manejaba perfectamente en cualquier tono, además de que podía adaptarse a cualquier circunstancia de improvisación. Obviamente era la gran estrella del coro de la iglesia. El único problema, y era algo que nadie entendía, es que el niño cantor, olía francamente mal. Su aseo dejaba mucho que desear, como si no se duchara demasiado. Así que un día, la maestra del coro, decidió llevarlo a su despacho y preguntarle de la forma má correcta posible;

-- Niño cantor, quizás lo que voy a preguntarte es algo delicado y ha pasado por alto por ti y tu familia, pero, ¿no crees que deberías ducharte mucho más a menudo? --

El niño cantor quedó paralizado, posiblemente no se esperaba esa pregunta, pero en cambio, sí que tenía una respuesta...

"Es que, al contrario de lo que le ocurre al resto de la gente, yo en la ducha, canto muy muy mal...Chim Pum" 


Cabeza la Vaca, 11 de septiembre de 2020. Imagen libre en la red.




viernes, 4 de septiembre de 2020

La trampa

Cocinar para alguien es un verdadero placer, y además, éste se da en ambos sentidos. Quien cocina, consigue relajarse, abstraerse, evadirse, dejar la mente en blanco y, a veces, incluso sirve para encontrar inspiración. Quién o quienes esperan el plato, también disfrutarán llegado éste, quizás en la misma proporción que el cocinero. 

En ocasiones, se trata casi de un ritual de conquista, es como preparar una trampa... Tratas de llamar la atención de tus comensales casi de forma artística, lo haces de manera delicada y laboriosa, y sabiendo que el plato será irrenunciable al deseo. Y lleva su tiempo, por eso me da pena que tras cocinar platos con ciertas dificultades y que llevan mucho trabajo su preparación, solo duren escasos minutos en la mesa. Y por mucho que trates de alargar el momento, el deseo puede más, y acabas dejándote llevar por la satisfacción de devorarlo.

Pero siempre hay que tratar de disfrutarlo con la paciencia que precisa, pues hay que buscar que merezca la pena el tiempo invertido en cocinar, en preparar esa simbólica "trampa" para quien se acerca y ofrece su paladar.

Tras este pensamiento, me acuerdo de aquella pobre araña...

"La araña trabaja y trabaja sin cesar. Teje pacientemente esperando que llegue el momento en que la presa caiga en sus redes. Ha nacido para eso, es innato. Es meticulosa y pone un enorme empeño en la perfección de las formas de su tela, fabricando una seda elástica, fuerte y pegajosa, que servirá para sostener el tiempo suficiente a su presa antes de ser devorada.

Lleva bastante tiempo en su obra, pero ya está a punto de finalizarla, tal vez unos días más, y todo estará listo.

Pero la presa ha llegado antes de tiempo, y la araña no se lo esperaba. Pero da igual, la trampa hará su efecto, pues ese era el objetivo.

Y ahí está la mosca, atrapada, indefensa y esperando a ser comida. Porque, ¿qué puede hacer ante ese trágico final?

La araña comienza a escalar por su propia red, ansiosa y acelerada, también nerviosa, pues es su primera vez. Justo ahí, piensa que debe ser paciente, disfrutar del momento, más aún después de tanto trabajo tejiendo. Se acerca a la mosca, la mira detenidamente, pero de repente queda asombrada. Jamás había visto unos ojos tan hermosos.

Es en ese momento en el que el arácnido, fue quien perdió su libertad... 

--- ¡¡Hay ojos que son una verdadera trampa!! ---, pensó la araña, perdida de amor...

Cabeza la Vaca, 4 de septiembre de 2020. Imagen libre en la red.