viernes, 26 de marzo de 2021

Me gusta cómo peleas

¡Cuando discutimos, pareces una elegante boxeadora!. 

Te mueves con maestría. Me engañas con pasitos hacia delante, a los lados, te balanceas y mueves tu cuello con gracia. Me vas golpeando "de a poquito"; cabeceas, braceas y poco a poco me llevas a una esquina tratando de acorralarme.

Te mueves de puntillas, entrecruzando tus lindas piernas. Cuando ya me tienes, y llega tu golpe demoledor, me abrazo a ti. En el "clinch", bailamos, pero es mejilla con mejilla y por instantes busco tu cuello que beso, o muerdo. El caso es que caemos en el ring con suavidad, como dos esponjas empapadas. 

Un murmullo, un suspiro y después, pues todo lo que sigue y lo que hacen dos cuerpos al buscarse y querer encontrarse.

No sé en que asalto, pero pierdo la cuenta, como siempre, y la campana suena, el tiempo se ha acabado y regresamos a nuestras esquinas, esperando paciente a que el tiempo nos dé la revancha, y nos busquemos una vez más.

El caso, es que me gusta cómo peleas...


Marbella, 26 de marzo de 2021. Imagen libre en la red.

 

viernes, 19 de marzo de 2021

La Cronopatía

Hace unos días hablaba (aunque de pasada sobre el tema) con mi amigo Rubén sobre el tiempo que le dedicamos al trabajo; prácticamente, todo el que podemos. Y es curioso pues, a sabiendas de que no es lo mejor, y así lo sabemos, lo seguimos haciendo, y cada vez en peores circunstancias. No buscamos tiempo "extra" para hacer cosas de ocio y relax, sino que tratamos de echar más horas al trabajo. Una pena, pues está claro que no recapacitamos ni con el paso de los años. ¿Qué tiene que ocurrir para que aprendamos? Lo que todos imaginamos... 

Casualmente esta semana, he "tropezado" con varios artículos o documentales sobre el uso del tiempo en las distintas culturas y sociedades del mundo. La caribeña, sin duda los que más tiempo se dedican a sí mismos, pero pocos actúan así. Por ejemplo en Japón, es muy común ir al límite, de ahí los graves problemas que tiene su población. Y parece mentira, pues ancestralmente su disciplina la usaban para mejorar precisamente su estado mental.

Y es que nos encontramos en un momento de la historia donde la máxima aspiración del ser humano es la productividad y la eficiencia. Ya ni hablamos de la competencia. Es lo que denominamos la mercantilización del tiempo y ha surgido un nuevo síndrome; La Cronopatía. De "cronos", tiempo --, y de "pathos", enfermedad. La obsesión por aprovechar el tiempo.

Hoy día no queda bien decir que uno está libre o desocupado, menos aún que está aburrido. Se valora de forma positiva todo aquello que se relaciona con la velocidad y la capacidad de aprovechar más el tiempo. 

Vivimos convencidos de que la prisa y la aceleración producen mayores y mejores resultados en la vida y la inmediatez, se ha convertido en protagonista crucial de la vida. Todo, para "ayer". Pobre del camarero si se retrasa más de dos minutos en tomar la comanda. En el supermercado trato de analizar qué fila va más rápida y una vez en la espera, mi tiempo lo dedico a analizar si he acertado con la elección o no. Incluso me genera ansiedad si no he elegido bien.

Si no nos atienden conforme a "nuestro tiempo", reclamamos y nos quejamos. No se espera una semana para ver el siguiente capítulo y ojo si el tren llega diez minutos tarde a mi destino, pues no me importará dedicar otros diez más en presentar una reclamación.

Hay personas que no saben vivir en el descanso y los parones les generan ansiedad, sentimientos de culpa, vacío, tristeza..., y su vida acaba convirtiéndose en una huida hacia adelante. Y lo peor de todo, que mientras escribo esto, no paro de analizarme a mi mismo al pensar que quizás, yo soy uno de los que puede tener el "síndrome de la cronopatía".

Y mira que sé, que las grandes experiencias de la vida no se saborean en el ajetreo de las prisas y el reloj. Y mira que sé, que la vida no es plena y gratificante si no hay paz y quietud en algunos instantes.

Tendré que tener en cuenta más veces y saber moderarme, con esa reflexión que dice así; 

"La rapidez, que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa" 


Fuente de Cantos, 19 de marzo de 2021. Imagen libre en la red.

   

viernes, 12 de marzo de 2021

Noche en Paris

Llega a Paris temprano, sin tiempo que perder, con un mapa arrugado y comprimido en su puño. Charline busca la dirección indicada en él, memoriza la ruta y comienza a patear bajo la lluvia las calles del barrio de Montmartre.

"No señorita, lo siento pero aquí no vive ningún pintor llamado Ferninand"

-- Debe haber algún malentendido, porque me han asegurado que es aquí. Que en este apartamento vive el pintor que hizo una caricatura mía hace un tiempo --, le aseguraba nerviosa y angustiada, mostrándole una lámina con su rostro a aquel señor maduro y con pinta de bohemio, pero con un atractivo especial.

El señor, de nombre Paul, le insiste que debe haber un error, que no es quien busca, y la invita a su estudio. Un viaje tan largo y con la fuerte lluvia que hay fuera, bien vale quedar bajo techo y con alguna bebida caliente entre las manos.

Después de dos copas y una decena de preguntas, sabe que él no la ayudará, pero la hace sentirse cómoda. Mira a través de la ventana y la lluvia no cesa.

La tarde cae, como su miedo, su vestido, el vino por sus gargantas..., después de eso, la noche se vuelve sensual e intensa. Incluso el fuerte deseo le deja una marca en el labio, fruto de un pequeño bocado.

Al despertar, al día siguiente, Charline no reconoce la ventana, ni las sábanas, ni por supuesto aquella minúscula cama. Tampoco recuerda cómo finalizaron las últimas copas de vino que descansan, aún medio llenas, en aquella mesa redonda. 

Sin embargo, siente la necesidad de levantarse y husmear entre los dibujos que descansan en el atril. Observa el panel; son distintos trazos de una tarde lluviosa desde esa misma ventana. Mueve la primera lámina y en la siguiente, se reconoce a ella misma que está en la calle, mientras miraba aquel arrugado mapa. La siguiente lámina, es nuevamente ella, desnuda sobre la cama que acaba de abandonar.

Sale a la calle abrochándose la blusa, ajustándose la falda. Camina aprisa nada más abandonar el edificio. El frescor del día golpea suavemente su cara. Va por una calle, cruza por otra, y después de varias manzanas, descubre que no está en Paris. Pasa la lengua por la comisura de los labios, y sin embargo, cree percibir una marca...


Cabeza la Vaca, 12 de marzo de 2021. Plaza del Museo del Louvre, Paris. Fotografía de Jesús Apa.

 

viernes, 5 de marzo de 2021

Al óleo

Con maestría mojaba el pincel en su paleta de colores e iba observando su obra. Al óleo, trazó un puente de varios ojos, abajo colocó un río entre el paisaje agreste, que daba luminosidad a la escena. Mientras contemplaba el cuadro una y otra vez, más le gustaba. Los detalles iban marcando la armonía entre las formas y los colores.

De repente, observó, sin saber de dónde venía, que un personaje apareció en el puente, miró al pintor y se alejó al interior del frondoso bosque del fondo que acababa de dibujar.

El pintor, no dudó en ir tras él; de una pincelada marcó un camino que conducía por el mismo trayecto desde el exterior del lienzo al puente, y ya de ahí, hacia la densa arboleda en cuestión. Entró al interior del cuadro sin pensarlo.

El personaje se escondió en lo tupido del bosque. El pintor, hizo una pausa justo en la mitad del puente, dudando entre seguir al personaje o salir de la pintura.

De pronto, escuchó un ruido a sus espaldas. Miró en dirección al estudio y vio un artista entrar en la habitación; ambos intercambiaron miradas, como de desconfianza. Entonces, decidió retroceder y salir del cuadro, pero el artista se adelantó y tomó uno de los pinceles de la paleta.

El pintor quedó parado, ahí, en la mitad del puente, esperando la acción del artista, que seguía observando la escena y analizando todos aquellos paisajes. Éste, finalmente, obnubilado de tanta belleza, tomó el pincel, la paleta de pinturas con todos sus colores, y entró dentro... Igual desde ahí, ambos, pintor y artista, conseguían mejorar la triste realidad.


Cabeza la Vaca, 5 de marzo de 2021. Cuadro original de Leda Rocha.