viernes, 30 de julio de 2021

La sirena

Hace un par de semanas, yendo a trabajar bien temprano, paré a beber agua fresca de la fuente que me cae de camino. Cual fue mi sorpresa, que escucho un chapoteo y del fondo sale una preciosa sirena. Hace un giro, luego otro y en un destello a través de la luz de la farola, puedo contemplar su hermoso cuerpo marino.

Decido montarla en el coche, llevarla a casa y meterla dentro de la piscina. "A la vuelta del trabajo, pienso qué hago con ella y cómo puedo ayudarla", me digo para mis adentros y para que lo escuchara mi conciencia, no sea que estuviera haciendo algo anti natura. Ella solo me miraba con cara de agradecimiento.

Cuando vuelvo del trabajo, ya casi entrada la noche, pues las jornadas son largas, la veo en la piscina a sus anchas, con una copa de vino blanco y una gustosa tabla de los mejores embutidos ibéricos que guardo para ocasiones especiales. Pruebo a intentar comunicarme con ella, y entonces me habla;

- Btydc bsbsj juurtt pfhyrset --

Se presentaron en casa los mejores traductores y, después de consultar diccionarios marinos, reconocieron que se trataba de vocablos ininteligibles.

Yo trataba de seguir mi vida normal; la dejaba en la piscina a diario, me iba a trabajar y a la vuelta, la encontraba plácidamente bebiendo una exquisita cerveza, un buen vino u otros caldos que conservo en casa para momentos exclusivos. Ni que decir tiene, la cuenta que daba del jamón, de los quesos o los manjares del refrigerador. Yo no quería echar cuenta a tal despilfarro, pues llegaba agotado de mi jornada y cansado, solo me limitaba a hacerle gestos de que me iba a dormir. Ella, en cambio, me contestaba a su manera;

-- Nheadsf vadjfdgeje porgdjbdfsr --

Pasaron varias semanas, y a pesar que le estaba cogiendo cariño, prácticamente había arrasado con todas las existencias. Wiskis, champagne, vinos de reserva..., patés, quesos, mariscos.., no quedaba absolutamente nada, además de toda la comida que traía a diario del supermercado. 

A la mañana siguiente temprano, a la hora de ir a mi trabajo, mientras ella dormía, la saqué cuidadosamente de la piscina, la cogí en brazos y la puse en el coche y, como quien se deshace de un producto caducado, la devolví a la fuente donde la encontré. 

Entonces, se despertó, y fue la primera vez que habló en mi idioma.

-- No te da pena, dejarme aquí tirada en esta fuente tan solitaria, donde no hay nada fresco que beber ni un bocado que calme mi apetito --

Yo quedé paralizado, estupefacto ante tal descubrimiento. Pero pensé en mi bodega, vacía. En mi nevera, con lo justo, y en mi billetera, totalmente arruinada. Y antes de irme y continuar mi camino, le contesté;

" Ftreffdfdv bifbhfhagdk mjuug mmkhffgdfdhg yytrdseesds..."   


Marbella, 30 de julio de 2021. Imagen libre en la red.


viernes, 23 de julio de 2021

Microrrelato; el tiempo perdido

¡Lo tenía! Al fin lo había conseguido. Había inventado un artefacto capaz de atrapar el tiempo perdido. Esos espacios y pausas que aportan bien poco a nuestra vida. 

Esas miradas perdidas en el asiento del autobús, los intervalos de desasosiego entre dos amantes, los silencios en un lugar de culto, o esos minutos de espera en la antesala del dentista.

El poderoso aparato congelaba esos momentos que desperdiciamos de forma inconsciente y los introducía en el interior de aquel sofisticado artefacto, haciendo que desaparecieran de nuestra vida para siempre. En teoría, dispondríamos de más tiempo para las cosas importantes.

Iría por ahí capturando "tiempos perdidos"; un cabeceo en el metro, una frustrada siesta, pensamientos innecesarios, momentos en babia o miradas perdidas. 

Recorrió las calles y plazas con su rastreador y fue coleccionando miles de esos momentos, para así almacenarlos en pequeños frascos. Luego, solo quedaba comercializarlos y ofrecerlos a sus legítimos propietarios.

Poco después, tras cientos de intentos fallidos por vender su portentosa tecnología, solo pudo llegar a la conclusión, que las personas amaban su tiempo perdido, porque esos momentos, hacían diferente sus vidas...


Cabeza la Vaca, 23 de julio de 2021. Imagen libre en la red


     

viernes, 16 de julio de 2021

La tormenta

La mañana es fría y húmeda, y la tempestad parece haberse adormecido solo por un momento. Madres e hijas llevan llorando largo tiempo. Hace veinte noches que la angustia se apoderó de ellas y el cielo parece haber escurrido hasta la última gota de agua. Las más viejas del lugar, no recuerdan una tristeza y soledad igual. Las nubes, ensuciadas de oscuridad, presagian que el mal tiempo seguirá, solo están descansando por un instante.

Los lugareños oran sin cesar, y el murmullo busca un aliento de esperanza que les arranque ese silencioso dolor. Soplan sus manos para calentar sus dedos, templar su alivio. Buscan ese trozo de cielo que a veces aparece entre nosotros y en un color diferente. 

Varios espectros aparecen tras la neblina y se asoman sobre un destartalado barco de pesca. Las madres, esposas e hijas, desesperadas, ahogan sus gritos y lloran sin lágrimas, no sea que despierten y sacudan otra tormenta... 


Fuente de Cantos, 16 de julio de 2021.Imagen de Uniao das fregusias, Oporto. Imagen de Jesús Apa.


viernes, 9 de julio de 2021

Cena de amigos

Marisa y Javier, recordaban entre risas aquella desastrosa cena que tuvo lugar años atrás en la casa de ella. En aquel entonces, en una fría noche del otoño del 98, ni tan siquiera se conocían, y Javier era invitado por una amiga común de ambos. Marisa, como buena anfitriona, no tuvo reparos en aceptar al amigo de una de sus mejores amigas. 

Eso sí, para Marisa, era sagrado que todos los invitados a su casa, se descalzaran y dejaran sus zapatos en la entrada. El suelo radiante haría confortable la velada. Javier quedó nervioso ante tal situación, porque además de ser friolero, no era nada común en sus costumbres eso de andar descalzo por casas ajenas. Obviamente, cedió y actuó de igual manera al resto de invitados, pero prefirió dejarse puesta la chaqueta no fuera que tuviera frío.

Marisa, en una nueva reunión-cena en su casa, años más tarde de aquel episodio y ahora ya, siendo otra buena amiga de Javier, recuerda aquella noche de esta manera;

"Ahora me acuerdo de aquella noche y no puedo dejar de soltar una carcajada, pero todo empezó mal desde el principio, en el que sentí que no le gustó mucho a Javier tener que ceder y quitarse los zapatos a la entrada. 

Y de mal gusto fue que, a excepción del resto de invitados, fuera el único que se presentó sin un detalle. No sé, como de costumbre, unos traían una botella de vino, de champagne, algo para la sobremesa, incluso hubo quien se presentó con un bonito ramo de flores que quedó como centro de mesa durante la velada. Javier, sin embargo, no trajo nada. 

No lo tuve en cuenta, pero la situación se complicó aún más desde que nos sentamos a la mesa. Además de quedarse puesta la chaqueta, cosa no entendible pues teníamos una temperatura ideal, incluso calor, el olor a pies procedente de él, nos llamó la atención. Tanto, que al poco, aquello se iba tornando insoportable. No tardamos en centrar las miradas en él, pero como no lo conocíamos demasiado, ninguno nos atrevimos a decirle que el suelo radiante, posiblemente estaba jugando en su contra, y el olor a pies sinceramente era horrible, inaguantable.

Él tuvo que notar todas las miradas, pues al poco no tardó en sentirse incómodo, y ni tan siquiera esperó al postre, excusándose al irse antes que nadie, que al día siguiente tenía que madrugar pues salía de viaje."

Javier ríe mientras Marisa cuenta, por enésima vez, aquella cena con olor a pies. Él, en cambio, recuerda aquella noche de esta otra forma;

-- Ciertamente fue una situación muy embarazosa para mi. Es verdad que no tengo la costumbre de quitarme los zapatos en casas ajenas, y en aquel momento solo pensé si llevaba unos calcetines decentes para dejarlos a la vista. No tardé en dejar de pensar en ello, y procuré quedarme puesta la chaqueta porque, ya me conocéis ahora mejor, soy la persona más friolera del mundo, pero es que además llevaba un tremendo constipado que no podía ni respirar; tenía la nariz completamente entapada.

Mis nervios hicieron que me olvidara por completo del pequeño aperitivo que llevaba como regalo, pero el malestar aumentó con aquellas miradas extrañas que venían de todas direcciones. A medida que iba pasando la velada, aquello era insostenible. Y lo peor, es que no tenía ni idea si había dicho algo que ofendiera a alguien, si me había saltado algún protocolo o, simplemente, estaba comiendo y bebiendo de más. Eso hizo que ni tan siquiera me quedara al postre, no sea que la cosa viniera de ahí, pues reconozco que soy glotón.

Yendo al coche, seguía pensando en todo aquello, sin saber cual podía ser el motivo de aquella inhospitalidad. Ahí fue, que metiendo la mano en el bolsillo de mi chaqueta para coger las llaves, toqué el regalo que llevaba y había olvidado entregar a Marisa. Un potente y tremendamente oloroso queso azul, que había comprado esa misma mañana en el mercado... --


Cabeza la Vaca, 9 de julio de 2021. Imagen libre en la red.



 


  

viernes, 2 de julio de 2021

Microcuento; Siete vidas

El felino olisqueaba detrás de su curiosidad. La botella dorada, con los envites del Sol, cambiaba de color continuamente. El gato cauteloso, la olisqueó, y el aroma no tardó en dar en su pequeña nariz. Precavido, la frotó con la zarpa. Intuyó un deseo escondido. Volvió a indagar con su manita..., desconfiado pero fisgoneando.

Pasado un tiempo, decidió asomarse a la boca del recipiente. En décimas de segundo, vio su nacimiento, a la vez que la destrucción de sus seis vidas. Angustiado, quiso desviar la mirada, y de repente, un profundo sueño se apoderó de él. 

Cuando despertó, vio a su hermano que, al igual que él momentos antes, olisqueaba y manoseaba la botella color ocre. Antes de asomarse dentro, le peguntó a su hermano, que aún trataba de espabilar su sueño;

"¿Has visto algo dentro?"

Éste, repensó su respuesta por un momento.

-- Si. He visto la destrucción de tus anteriores seis vidas. Anda con cuidado, solo te queda una...--

Se marchó en pánico, teniendo que controlar su curiosidad...


Fuente de Cantos, 2 de julio de 2021. Totó Fotografía de Jesús Apa.