viernes, 29 de diciembre de 2017

Sobre la velocidad del ser humano

Ahora que pasa un nuevo (o viejo) año más, vienen los vientos de reflexión a las mentes de cada cual. Esos buenos propósitos para el año próximo que entra, esos buenos recuerdos del que se va, ese esfuerzo por olvidar las cosas malas que sucedieron o también, como no, esos arrepentimientos que siempre tratamos de enmendar, como quiera que sea, y con muchos "no volverá a pasar" sonando con un estremecedor eco en el interior de nuestras cabezas. Lo mejor suele ser que podamos vivir para resolver eso que no hicimos, lo peor, como es evidente, que ya lleguemos tarde, ya no servirá de nada correr a toda prisa, ya dará igual a la velocidad que vayamos....

Cuando se va caminando a lo largo de la senda de la vida, y mientras uno va ganando años, éstos pasan con una velocidad de vértigo. Pasan rápidos, a veces fugaces sin que apenas dé para disfrutarlos como se merece. Cuando vas dando pasos en ese camino, incluso puedes visualizar tus propias huellas, señal inequívoca de que ya has vuelto a pisar ahí antes. Y pisar sobre lo andado, en ocasiones también es señal de estar cometiendo los mismos errores o bien que caminamos en círculo, cosa que no nos lleva nunca a ningún lado. Aprendemos tarde y mal, no cabe duda. 

A veces me gusta escuchar a las personas mayores su opinión sobre la vida, porque de ellos siempre algo bueno se aprende y de manera gratuita. A más edad, palabras más sabias y acertadas salen de sus bocas..."He vivido más de cien años y te aseguro que lo único que no te va a gustar de la vida es que te va a parecer demasiado corta", he escuchado decir a alguno. "Lo peor que te puede pasar en esta vida es estar pensando continuamente en aquellas cosas que dejaste de hacer, que en cambio siempre pensaste o quisiste hacer, pero que ya nunca harás" he escuchado decir a otro. Desde luego que estamos aquí para ser felices, pero errores vamos a tener que cometer, será todo cuestión de resolverlos a una velocidad adecuada.

Pero en cambio me llamó la atención y hablando sobre esto, de la velocidad con la que aprendemos, lo que escuché a un nonagenario, sobre lo difícil que nos resulta aprender las cosas a pesar de que prácticamente todas las lecciones están ahí, casi a la vista de todo el mundo. Entonces le pregunté...; -- ¿cuáles son las conclusiones que puede sacar alguien como tú, que ya has vivido tantos años y has debido de aprender tantas y tantas lecciones?

"Que el ser humano es lento. Demasiado lento", me contestó...


Hace algún tiempo leí un libro sobre la vida de los egipcios y sus faraones, con una infinidad de lecciones en sus letras que me realmente me cautivaron. La verdad es que se trata de una cultura, la egipcia, con un grandísimo peso en nuestra civilización. Y después de escuchar a este señor nonagenario, volví sobre mis pasos de lectura (que no sobre mis huellas), y de ahí que me interesara por el discurso de coronación del faraón egipcio Amenhemet I, fundador de la dinastía XII de Egipto, que reinó de 1976 a 1947 a.C. Fue especialmente recordado con posterioridad por el alto grado de progreso que imprimió al país promoviendo grandes construcciones. Lo recuerdo perfectamente, casi de memoria....

"Luchad por la felicidad como lucharon por el pan los hombres y recordad que el Amor es la semilla y el fruto del gozo.

Amad a los demás para que puedan amaros y amaros vosotros mismos para poder amar a los demás....

No os atéis más que a la cadena de oro del cariño; no serán los parentescos los que unan a los hermanos cuya afinidad está sólo en la sangre.

No temáis crecer porque los años os mostrarán nuevos horizontes.

No temáis envejecer porque en cada horizonte encontraréis nueva sabiduría.

No temáis a la muerte porque recordaréis la otra orilla del Gran Río dónde seréis medidos según el peso de vuestro corazón".


Esto mismo que dijo el faraón egipcio hace cerca de 4000 años, lo dijo el Maestro Galileo hace más de 2000.

Es evidente que el ser humano es lento. Muy lento, diría yo....


Os deseo que el próximo 2018 venga cargado de grandes momentos!!!



Cabeza la Vaca, 29 de diciembre de 2017. Fotografía de Jesús Apa

viernes, 22 de diciembre de 2017

La Silla Vacía

Dentro de las muchas sesiones de motivación personal que utilizan los terapeutas con sus pacientes, una de las técnicas más originales y distintivas ha sido sin duda el uso de la "Silla Vacía". Por lo general, se utiliza este procedimiento de distintas formas y con diferentes propósitos, pero el más común es el utilizado en terapias dispuestas a buscar ayuda y consuelo por la ausencia de un ser querido. Este tratamiento en particular, también es denominado con el nombre de "Una Persona no Disponible". 

En esta terapia el paciente se enfrenta a alguien en torno a quien se ha desarrollado un asunto inconcluso (presente o pasado) y que en el momento actual no se encuentra disponible, o bien, porque no es factible el encuentro y la confrontación, o bien, porque ha fallecido o desaparecido de la vida del paciente. No estar disponible puede deberse a varias causas, como fallecimiento, distanciamiento, abandono, separación, etc...

Esta técnica trata de sacar lo mejor del paciente en una etapa difícil para él, dónde la falta de un ser querido puede llegar a dejar marcado su comportamiento. Así pues la forma como se desarrolla este procedimiento, cambia dependiendo de lo que se proyecte en la Silla Vacía. Con esta terapia el paciente recapitula lo sucedido y el terapeuta interviene haciendo énfasis en el sentimiento o la emoción que acompaña cada instante del evento reportado, pidiendo al paciente al mismo tiempo, que se de cuenta de lo que está sintiendo. De esta forma la silla actúa a manera de pantalla, identificando sus emociones y sentimientos ligados a esta persona virtual.

De esta singular manera, la persona encuentra la posibilidad de resignificar, sentir y responder de una forma nueva, más integral y saludable. Si el acontecimiento es pasado, reconoce que no es posible cambiar lo sucedido pero que sí es posible cambiar su significado y la forma de sentirse al respecto. Si el acontecimiento es presente, descubre nuevas formas de afrontar y responder ante tal situación en su vida.

Todos los años por Navidad, y en cada uno de nuestros hogares, existen Sillas Vacías. Unas veces por unos motivos, y otras tantas por otros, pero en cada uno de ellos tenemos presente distintas ausencias. Y cuando ponemos en la "Silla Vacía" a una persona significativa en nuestra vida y que puede no estar disponible por esas distintas causas antes comentadas, debemos aprender a valorar realmente lo que esto significa para nosotros. Debemos proyectar en esa silla lo mejor de la persona ausente, que bien no estará nunca más, o que es posible que esté faltando solo de manera circunstancial.

El espíritu de la Navidad precisamente es eso; ocupar por unos días el lugar de aquellos que ya no están, recordarlos con nostalgia y amor, porque siempre tendrán un lugar en nuestra mesa. Y el espíritu de la Navidad también es estar en el sitio de quienes por circunstancia, este año no están, pero que estarán en otra ocasión. Echarles de menos y reforzar su ausencia con la ilusión de encontrarlos pronto y sobre todo, valorar esa falta momentánea de la manera más positiva y armoniosa posible.

Es en estas bonitas fechas de Navidad cuando más veces ponemos en esa Silla Vacía a nuestros seres queridos, convirtiéndose estos días en un punto de encuentro con éstos. Acercamientos que en ocasiones solamente se producen en nuestro interior, dónde a veces focalizamos nuestro amor hacia ellos de una manera espiritual, mental y emocional, pero a la vez intensa y casi real. Utilizamos nuestra imaginación para rellenar con la ausencia de tal persona, el espacio vacío de la silla. Le damos forma y cuerpo a través de nuestros sentidos, y experimentamos una serie de sensaciones que casi que reflejamos corporalmente.

En estos días me pongo a pensar en que siempre habrá ausencias en nuestras vidas, muy dolorosas, las de aquellas personas a las cuales no volveremos a ver. Pero a la vez estos días también suponen para mí un punto de inflexión en nuestra manera de sentir el amor y tener una nostalgia, esta vez pasajera, por las personas que no están pero que podemos volver a ver más pronto que tarde. Son días de reflexión porque incluso llegan a acercarnos más a aquellos que menos vemos, pues sentimos con más intensidad su falta y su distancia.

La Silla Vacía debe suponer sentimientos positivos hacia esas personas en su ausencia. Es sentarse en su lugar y proyectar lo mejor de cada uno, recordando sus palabras, su amor y sus buenas acciones. En la Navidad hay más Sillas Vacías que en ninguna otra época del año, pero es cuando los sentimientos se muestran más fuertes y decididos, a la vez que cándidos, más solitarios a la vez que repletos y mayúsculos; más espirituales a la par que verdaderos.

Quizás va a ser que necesitamos más Navidades en nuestras vidas, más fechas en las que abramos de esta manera solidaria nuestro corazón a los que no tenemos tantas veces cerca. Y es que a veces somos tan pobres dando amor, que olvidamos que somos ricos cuando lo recibimos. Va a ser que necesitamos más Navidades para colocarnos en esas Sillas Vacías con más asiduidad, con más nostalgia, sí, pero precisamente para convertir ésta en una nueva posibilidad de estar cerca de aquellas personas que amamos y que siempre, físicamente o no, van a formar parte de la historia de nuestras vidas.

Dicen que es Navidad, así que toma asiento, por favor.... Seguro que hay alguna Silla Vacía cerca de tí....

¡Feliz Navidad!!!


Fuente de Cantos, 22 de diciembre de 2017. Fotografía de Jesús Apa.

viernes, 15 de diciembre de 2017

La paz sea con vosotros

Tras tocar suavemente con mis nudillos en aquella vieja puerta de madera, entré en la casa de la manera más silenciosa posible. Alguien desde dentro y con un sutil hilo de voz me dio el permiso para pasar, y al final del pasillo supuse que quien me había hablado era Milagros, su hija, quien a sus 84 años sigue cuidando de su padre. Al llegar a su lado, puso su dedo índice en la boca pidiéndome comunicarme con ella en voz baja; "aún duerme, pero solo es una cabezadita, y en cuestión de cinco o diez minutos ya estará espabilado. Estas pequeñas siestas le vienen muy bien. Realmente lo ha hecho durante toda su vida".

Yo me encontraba ansioso por visitar a un hombre al cual le tengo un profundo respeto. Y es que Francisco nació el 13 de diciembre de 1904 y con lo cual, este miércoles cumplía nada menos que 113 años. Había escuchado que el secreto de su longevidad reside en "comer mucho y bueno". El hombre más longevo del planeta le regaló recientemente al mundo durante una entrevista televisiva un gran consejo: "Lo que hay que tener es un corazón grande y noble, y defenderse de todas las cosas".

Realmente esperaba sacarle mucho provecho a aquella tarde, conseguir escuchar frases de aquel tipo que pudieran motivar mi día a día, pues aquella vitalidad y capacidad de vivir, debe pertenecer a alguien especial. Una persona con tanta vida, debe ser un pozo de sabiduría y debe dar gusto escuchar sus historias y aprender de cada una de sus vivencias. Así que me senté en el sitio reservado, muy cerca de él, y esperé a que despertara de su pequeña siesta.

Sus ojos cerrados tibiamente acompañaban el compás de su cuerpo moverse a través de una fuerte respiración que llenaba toda la sala. Su boca entreabierta delataban el dulce momento de su pequeño sueño. Sus labios, ya huérfanos de besos reposaban aguardando solo a poder hablar. Los dedos de sus manos entrelazados, como atrapados entre sí y reposados sobre sus propias arrugas. Una naturaleza especial para quien parecía ahí sentado, en su maltrecho sillón, un hombre corriente, uno más en este mundo que a veces trata de sorprendernos con algún que otro regalo. Y yo quería abrirlo... y él abrió repentinamente sus ojos, ya enterrados en sus propias arrugas.

Me miró, como extrañado. Yo esperé un momento, tal vez debía de ser largo. Hay quien tiene malos despertares de la siesta, y no debe ser fácil que tras una de ellas, te encuentres con un extraño en casa y al que no conoces de nada. Seguía fijo en mi, pero sin decir nada. Ni una sola palabra. Hizo un gesto como de volver a cerrar los ojos, pero la intranquilidad le pudo. Se inquietó un poco en su asiento, y balbuceó; "Milagros, tenemos visita. Alguien ha venido a verte"

-- Su hija no está, acaba de salir un momento y no tardará en llegar. Pero realmente he venido a visitarlo a usted.... --

"¿A mi? ¿Y qué es lo que quiere usted de mi?"

-- Bueno, usted cumplió 113 años hace un par de días, y quizás pensé que es una gran oportunidad vivir cerca de la personas más longeva del planeta, y por eso que estoy aquí. Fue algo repentino, que se me ocurrió esta misma mañana, y hablé con su hija para plantear la posibilidad de conocerle, y aquí estoy. --

Francisco guardaba silencio, quedó inmóvil y no hizo ningún gesto más. Por un momento pensé que aquello no había sido buena idea, pero su rostro sereno y pacífico empezaba a relajarme, y creo que él empezaba a sentirse mejor o quizás a aceptar aquella situación como algo bueno; que alguien viniera a interesarse por él, aunque solo fuera de manera curiosa. 

" Y bien, dime, ¿qué es lo que te gustaría saber?", me preguntó con un tono amable.

De pronto parecía que una extraña lucidez se había apoderado de él, pues percibí como se acomodaba en su asiento como decidido a tener una animada charla.

-- Bueno, quizás no esperaba afrontar este encuentro como una entrevista en sí. Quizás venía con la idea de tener una conversación con un hombre que posiblemente tiene mucho que decir, pero una vez en esta tesitura, quizás no sé muy bien que decir o preguntar. --, le dije yo.

Tras una larga pausa y un respetado silencio, comenzó a hablar....

"Soy un hombre sobre todo, agradecido con la vida. Cuando me despierto por la mañana con el cuerpo descansado y la mente serena, respiro profundamente y doy las gracias por el nuevo día, por la nueva oportunidad. Son momentos en los que soy yo y estoy solamente yo.

Observo por la ventana el día que se me ofrece y decido que será un gran día en el que se manifestará la armonía y la paz en mi comportamiento, en mi familia, en el hogar.... y me propongo tratar con serenidad a las personas que comparten mi vida.

Me aseo, desayuno, converso con los míos, salgo a la calle cuando mis piernas me lo permiten.... y siento, con alegría, la certeza de que todo está bien, que estoy haciendo las cosas de la manera correcta.

Es sin duda, el mejor indicador de que todo está bien; la Armonía interna es sinónimo de paz, de calma, de satisfacción, de plenitud, de tranquilidad. Siempre me llamó la atención esa frase que se dice en las misas, eso de "la paz sea con vosotros". Es sin duda, lo mejor que le puedes desear a alguien porque, estar en paz y en armonía con uno mismo nos permite vivir en calma y actuar con serenidad, aun en medio de situaciones difíciles.

Lograr la paz interior y alcanzar la armonía plena hará que nuestra felicidad no esté condicionada por factores externos. Nos permite ser felices no en función de lo que tenemos o dejemos de tener afuera, sino de lo que tenemos dentro, de esa luz que nos calienta e ilumina y que tiene la maravillosa propiedad de ser transmitida a los demás.

Yo creo que el éxito de mi vida, o uno de ellos, ha sido, además de vivir en paz, desear la de los demás".

"¿Y tú, vives en paz?"  

Aquella pregunta, directa, inesperada pero sencilla, me cogió de sorpresa, sobre todo, porque estaba boquiabierto escuchando a aquel hombre decir cosas con tanto valor y sentido para mí en esos momentos. Fui a contestarle, después de mucho dudar, pero para mi nueva sorpresa, me dijo:

"Bueno, ahora quizás necesito que me dejes un poco en paz, y después de mi siesta, si quieres, volvemos a charlar nuevamente...."

Ambos quedaríamos en paz, más bien en calma, al menos por unos cuantos minutos, porque no tardó mucho en volver a despertar....



Francisco Núñez Olivera, "Marchena". Fuente de Cantos, 15 de diciembre de 2017. Imagen de archivo de la Mancomunidad de Tentudía.

viernes, 8 de diciembre de 2017

De la siembra y la cosecha

Después de algún tiempo y varias malas experiencias personales, he llegado a la conclusión de que ser agradecido, solamente está al alcance de unos pocos. Debe de considerarse como un "don", una gran virtud que ya no se ve normalmente. Un gesto bastante difícil de encontrar cotidianamente y que rara vez tendrás la suerte de disfrutarlo en grandes proporciones. Serás afortunado si de cada buena acción tuya, encuentras la respuesta que mereces; ¡un "simple" gracias!. Gente que valore lo que haces, que agradezca el tiempo que te tomas en mostrar tu ayuda, tu trabajo, tu disposición para con los demás. Y digo que debe de estar al alcance de muy pocos eso de ser agradecido porque, de lo contrario, ¿cómo es que cada vez resulta más difícil encontrar gente así?.

¿Cuántas veces has hecho algo y a pesar de que esperabas que te dieran las gracias, éstas no llegaron?

¿Alguna vez te has quedado sin dormir terminando el informe que te pidieron y al día siguiente te han dicho que ya no lo necesitaban y has pensado "¿por qué no me llamaron y avisaron?"

¿Cuántas veces eres tú el que llama a tus amigos, familiares o personas que te importan para preguntar por ellos, que te sientan cerca, o simplemente para felicitarlos por sus éxitos, y cuando llega tu turno, parece que todos se han olvidado de ti?

¿A cuántos les has hecho favores pero cuando tú los has necesitado era como si se los hubiera tragado la tierra?

Un labrador tiene diferentes semillas; las siembra y sin miedo a equivocarse puede decir; "aquí habrá lechugas, aquí saldrán tomates, y en este trozo de tierra, recogeré para el verano un estupendo trigo". Se trata de un saber basado en el estudio y la experiencia, pero también en la lógica y la sensatez.

También es cierto que muchos se consideran campesinos pero sin embargo esperan cosechar sin haber sembrado nada, o sembramos semillas de zanahorias y pensamos que vamos a cosechar cebollas o pepinos. Esperamos cosas imposibles, porque no tenemos ni saber ni experiencia, mejor dicho, carecemos de lógica y sentido común.

Está claro que no hay que hacerse ilusiones: solo cosechamos lo que hemos sembrado. Si tenemos fracasos en lugar de los éxitos que esperábamos, es porque no hemos sembrado nada, o porque no hemos sabido sembrar las buenas semillas. En eso estamos de acuerdo que existe una lógica común y generalizada. Pero, ¿qué nos ocurre cuando estamos convencido que hemos sembrado lo correcto, que hemos utilizado las mejores semillas para nuestro éxito, y en cambio, las personas que reciben el fruto nunca están conformes con la cosecha?

A diario depositamos cientos de expectativas en los otros. Si recibimos lo que esperamos nos alegramos, si no, nos decepcionamos, y nuestras expectativas se frustran. Si bien hay personas que son agradecidas y saben el valor de tus acciones, otras no lo son. Algunas responden con la misma moneda, con similares acciones a las tuyas, otras sin embargo, no. Nunca. Y tú no podrás cambiarla, hagas lo que hagas, te esfuerces tanto como puedas, a esas personas no vas a poder persuadirlas con tu sudor.

Si recibes lo que esperabas, bienvenido sea, considéralo como "un bono extra"; si no, sigue adelante, no te detengas o mires atrás esperando las gracias.

Lo que hagas, hazlo de corazón. No esperes recompensa. El que sirve, es infinitamente más grande que el que es servido. Siembra. Hazlo con la mejor de tus intenciones, ponlo todo en ello. Un día esa siembra se te va a recompensar y la cosecha será grande.

No importa el tiempo que pase, si has sembrado, cosecharás. Por eso que tampoco nunca olvides, que a tu alrededor, también hay gente que siembra esperando una buena cosecha. Tenlo siempre presente y sé agradecido con los demás que al igual que tú, usan las mejores semillas en su vida....



Cabeza la Vaca, 8 de diciembre de 2017. Fotografía de Jesús Apa.



viernes, 1 de diciembre de 2017

Deja que corran

Reconozco que no llevo bien eso de ver llorar delante de mi a algún ser querido. Pero no quiero decir que no lo soporte ni por rabia u otra cosa por el estilo, sino que no lo soporto por el hecho de que no sé muy bien cómo reaccionar y actuar. Tal vez sea porque necesito saber con urgencia el sentido y justificación de esas lágrimas, y creo, que ahí está mi error, en asumir ciertas culpabilidades sobre el motivo del llanto de esa persona que, a lo mejor, ni ella misma sabe explicar por qué llora. Ver llorar a alguien a quien amas puede causarte frustración, impotencia, incluso llegar a anularte y, ¿por qué no decirlo?, también puede llegar a provocar en ti el mismo efecto de tristeza y desesperación.

No tenemos nada que nos sobre, biológicamente hablando. La naturaleza y la evolución son los mejores diseñadores que existen, y es cierto, porque a través de los años la evolución ha conseguido dotarnos de todo lo que necesitamos, y despejarnos de aquello que no precisamos. Y a lo natural no llega nada.

Leyendo un libro basado en la era de la prehistoria, y sobre el inicio de nuestros días como seres "racionales" en este mundo, me llamó la atención en una parte de la trama de esa historia, en la cual la autora del libro decía que estaba demostrado científicamente, que en aquellos entonces los seres humanos carecían de lágrimas, básicamente la naturaleza de éstos no había conseguido aún descubrir el llanto. 

La tristeza y el dolor lo asemejaban de otra forma, lo interpretaban en un papel de individualismo, pasando mucho tiempo en soledad y silencio, realizando actividades que recordaban, por ejemplo, al ser querido que les había dejado. Quizás algo parecido a lo que hacemos hoy en día, con la diferencia que aún ellos no sabían llorar. Sencillamente no les salía.

La tristeza, que no la depresión, forma parte de las emociones básicas que nos pertenecen. La tristeza y su máxima expresión, el llanto, tienen una función adaptativa. Esta nos permite replegarnos y concentrarnos en nosotros mismos para poder pensar y reconstruirnos. Así mismo, el llanto, tiene una doble función muy importante; por un lado, nos permite dar salida a la tensión emocional que acumula nuestro sistema nervioso y descargar así, el embotamiento afectivo, y, por otro lado, comunica a nuestro entorno más cercano que necesitamos ayuda.

Y ese, es el sensor que hay que activar. Cuando ves llorar a alguien a quien realmente quieres, es posible que tenga mil motivos para hacerlo, pero también es probable que llore por nada. Su naturaleza sencillamente se lo está mandando, y no hay que reprimirse por ello. Quizás sea algo difícil de entender por la persona que es mera observadora de esas lágrimas, pero así es como funciona nuestro ser y hay que respetarlo.

Las lágrimas permiten hablar cuando no salen las palabras. Permiten expresar fuertemente sentimientos guardados, también olvidados. Las lágrimas son una señal inequívoca de que algo está ocurriendo dentro de nosotros y que alguien, no solamente tú, tiene que descubrir. Por eso dicen que las peores lágrimas son las que no salen, aquellas que nos inundan de tristeza por dentro.

He tardado mucho tiempo en aprender que hay que permitirse llorar, no hay que reprimir el llanto. Llorar va a servir de ayuda, seguro. Si tu cuerpo te lo pide, llora. Llora todo lo que necesites, porque más tarde, algo, seguro que algo bueno, ocurrirá dentro de ti. Llora desconsoladamente, sin culpa, sin vergüenza, hasta que no te quede ni una sola lágrima. De veras, deja que corran por tu cara sin miedo, porque no quiere decir que vayas a sufrir más por ello. Hazlo tanto y tantas veces como lo necesites, y cuando hayas llorado hasta la última lágrima, sécate las mejillas y vuelve a conectar contigo mismo, dispuesto a vivir la vida sabiéndote más fuerte y capaz.

La tristeza y el llanto no son malos, sino al contrario; son buenos y necesarios. Vivimos en una época en la que se hace apología de la felicidad y se demoniza y castiga la tristeza. Y nada más natural que el llanto, y nada más claro y limpio que las lágrimas. Y todas y cada una de las que sueltas tienen un objetivo, van dedicadas a alguien, ya sean a varias o a una única persona; aquella que sabrá ayudarte y que te apoyará. Así que, deja que corran, pues allá dónde vayan a parar, y quien las reciba bien, será alguien que te quiere de verdad....



Fuente de Cantos, 1 de diciembre de 2017. Imagen libre en la red.
    

viernes, 24 de noviembre de 2017

Un minuto de Gloria

No imaginaba que aquella noche sería distinta a las demás, entre otras cosas porque cuando salí de mi cuarto volví a verte asomada a la ventana, como de costumbre. Tu frente apoyada  al cristal, y ahí estabas tú; inerte, sin alma, solo esperando que ocurriera lo de siempre. Te percataste de mi presencia pues giraste tu cuerpo y tu cara quedó frente a la ventana. No querías que viera tus lágrimas.

"Mamá, es muy tarde. Ven conmigo a la cama". Traté de tirar de ti agarrando tu brazo, pero seguiste allí. Tu reloj maraca la 1:23 am.

Y volvieron más tarde a despertarme aquellos ruidos, esos golpes fuertes y secos a los que ya estaba habituada y que nunca me atreví a descubrir saliendo de mi cama, entre otras cosas porque un día te prometí no hacerlo. Pero esa noche te oí gritar, cosa que nunca antes había ocurrido. No podía quedarme quieta a pesar del temor que sentía.

No quiero detallarte lo que mis ojos vieron en la sombra, no quiero recordarlo más. Pero no puedo olvidar que allí estaba él, ese tipo asqueroso que un día fue mi padre. Posado sobre ti, babeando mientras dormía la borrachera encima tuya. Me acerqué y quisiste tapar tu cara, pero había demasiada sangre en ella. 

Quisiste revolverte y entonces él se despertó, me descubrió allí, a vuestro lado, a tu lado. En un primer momento me empujó y me gritó. Yo no me moví de tu lado, y tenía miedo, pero tú te asustaste (aún más). Él volvió a empujarme y a decirme barbaridades, se levantó hacia mi, pero ahí tú reaccionaste. Ya no pudiste consentir que ocurriera nada más.

Lo golpeaste con tanta fuerza que cayó hacia atrás. Su embriaguez te daría algo de ventaja por esta vez. Te vestiste rápidamente, me tomaste en brazos con fuerza, y cogiste las llaves del coche. Fuiste corriendo a la calle, sin mirar atrás. Sabías que dispondrías de poco tiempo. Intuías que él vendría con todas sus fuerzas a por nosotras.

Entramos en el auto y encendiste a duras penas el motor. Cerraste por dentro. El reloj marcaba las 3.54. Él no tardó en llegar hasta nosotras. Dio un golpe en el cristal, y esta vez escuché por su parte lo que otras veces, aunque ya no tuve que preguntarte por qué te repetía aquello cada mañana.

-- Perdóname, Gloria por favor. Perdóname. Te prometo que no volverá a pasar. --

Tú no desviaste la mirada del frente, aunque seguías temblorosa y sollozando. Pero esta vez tuviste la fuerza que necesitabas, y que según tú, sacaste de mi. Aceleraste el auto y lo dejamos atrás, a pesar de que él seguía torpemente corriendo hacia nosotras. 

El reloj marcaba las 3.55 en ese mismo momento.

"¿A dónde vamos mamá?". Recuerdo que te pregunté.

-- A algún lugar mejor --, me dijiste.

"¿Y tardaremos mucho en llegar?"

-- No lo sé hija --, me respondiste, esta vez girando tu cara hacia mi. -- Ahora tenemos todo el tiempo del mundo --. Me sonreíste tímidamente.

"Realmente solo necesitabas un minuto", pensé para mis adentros..... 


Valladolid, 24 de noviembre de 2017. Fotografía libre en la red.


   

viernes, 17 de noviembre de 2017

El nido vacío

Últimamente escucho a muchos de mis amigos hablar de su posición con respecto a sus hijos. Es asombroso cómo ambos, padres e hijos, van cambiando y creciendo mutuamente a lo largo del ciclo de sus vidas. Claro que a todo el mundo nos ha pasado como hijos, no en tanto como padres, sobre lo cual no puedo opinar, pero mirarlo desde fuera es posible que te de una perspectiva muy interesante y sobre la que analizar.

Parece ser y según escucho, que al principio, cuando se es padre, aparece un instinto de protección brutal y que antes no se tenía, que aunque se mantiene en el resto del tiempo, es con la edad temprana de los hijos cuando más se pone de manifiesto. Luego llega esa etapa infantil que es dónde los hijos adquieren el carácter y personalidad en función de los valores que transmiten instintiva y naturalmente los padres. Se formarán para el resto de sus vidas con esta educación hogareña tan importante en esa época de la vida. 

Pero es que a medida que hablo con estos amigos o que sencillamente sale a relucir la conversación, y cuando los hijos ya entran en una edad más adulta, los sentimientos que me transmiten, más bien las preocupaciones, empiezan a diferir muchos de otros a pesar de que todos son padres por igual. Si durante en un primer tramo de la vida de todos ellos hay cuestiones muy parecidas, es en la etapa adulta dónde cada padre pone su criterio. No todos los padres afrontan de la misma manera el momento en que los hijos "dejan de necesitarlos".

Y es que tarde o temprano llega la hora en la que los hijos se independizan, bien sea para vivir solos, casarse, estudiar fuera o trabajar en otra ciudad. Esta emancipación forma parte del ciclo natural de la vida. El "Síndrome del nido vacío" es la sensación de soledad que los padres pueden sentir cuando esto sucede. Y es que el nido familiar es como el nido de un pájaro. La naturaleza, que es sabia, se encarga de recordárnoslo.

Porque es tal cual.... La pareja incuba pacientemente a sus futuros hijos, con miles de dificultades adversas; sol, lluvia, tormentas, sequía, tal y como les ocurre a los pájaros de verdad. Con paciencia, dedicación y trabajo compartido hasta que, un buen día, abandonan el nido. Y los padres lo único que pueden hacer es dejarlos volar. Y aunque sentirse triste y reprimido es lo más normal del mundo, es una gran alegría que el hogar haya servido para que los hijos crezcan, se desarrollen en todas sus destrezas y que, llegada la hora, batan sus alas y tomen su propio camino. 

Hay un tiempo para cada cosa, y los padres lo saben....

Pero resulta curioso que, a pesar de llamarse así por las sensaciones que deja en los padres, el nido vacío, en lugar de tener las sensaciones de frío, solitario y abandonado, resuelta que cuando regresas a él, al que fue tu nido durante un tiempo de tu vida, siempre vuelves a encontrarlo acogedor, calentito y confortable.

Quizás sea una de las cosas que nos diferencia de los animales (las aves en este caso), y es que a veces es bueno recordar de dónde uno viene, quienes nos protegieron durante tanto tiempo y, en la medida de lo posible, compensar todo lo que hicieron por nosotros y siguen estando dispuestos a hacer. Regresar a ese nido de vez en cuando, acurrucarte y quien te dio calor, sienta que aún es útil en su amor incondicional.

A veces es bueno volver al lugar dónde creció tu corazón y escucharlo de nuevo latir, como cuando eras un polluelo. Solo entonces descubriremos que no se regresa al nido de visita, sino que éste siempre te pertenecerá mientras exista quien te enseñó a volar....



Fuente de Cantos, 17 de noviembre de 2017. Imagen libre en la red.

viernes, 10 de noviembre de 2017

El arcoíris

A veces nos encontramos sometidos a situaciones de estrés que provocan, además de la necesidad de la resolución de esos determinados problemas, que no disfrutemos del momento que estamos viviendo. Y es curioso porque son situaciones repetitivas, y que a pesar de pasar por ellas una y otra vez, no conseguimos corregir. En mi caso, estas situaciones y con determinados problemas, y dónde a veces con un estrés añadido, consiguen bloquearme, preocuparme en exceso, y eso hace que deje de disfrutar de otras determinadas cosas del día a día.

Me entristece aún más que me ocurra cuando se trata de problemas cuya solución a veces ni depende de mi, y que en cambio, generan un conflicto innecesario en mi cabeza. Y siempre está por medio la teoría esa de que si algo tiene solución, no merece la pena preocuparse en exceso pues se resolverá. Y si no la tiene, más de lo mismo; ¿para qué preocuparse?. Pero hay teorías que en mi práctica diaria no funcionan de manera tan simple, por mucho que trate de aprender y reaprender de situaciones anteriormente vividas.

La pasada semana mientras iba conduciendo con el coche y bajo una fuerte tormenta, iba sumergido pensando en mis cosas, tal vez en esos problemas de los que antes hablaba. Y fue en ese momento en el que de repente el cielo movió sus nubes, giró sus colores e hizo la magia que a veces hace para llamar su atención. Ante mí apareció un hermoso e inmenso arcoíris. Dejé de pensar por un momento en aquellos pensamientos y se me vino a la cara una involuntaria sonrisa, como un acto reflejo de alegría y alivio ante aquellos colores. Y pensé en que a todo el mundo le produce cierto placer encontrarse con un arcoíris, y trata de contemplarlo hasta que se aleja a su vista.

Siempre resulta algo hermoso, inesperado, y suele aparecer como un regalo que, aunque sea corto en el tiempo, lo aprecias como una de las cosas más bonitas que te ofrece la naturaleza. Y es curioso que al igual que en esta ocasión, aparecen después de un día lluvioso, gris y posiblemente también tras una fuerte tormenta. A pesar de que esperaba que la tarde seguiría con aquellos visos de lluvia y oscuridad, de repente todo dio un giro inesperado y salió un hermoso sol, y con él, un arco lleno de vivos colores que provocaron en mi esa felicidad momentánea, pasajera pero tranquilizadora que estos fenómenos de la naturaleza provocan en todo aquel que lo precie.

De esta manera me acordé de una historia, real, y que a pesar de que ocurrió hace unos diez años, yo la recordé con claridad en ese preciso momento. Fue en Sierra Nevada, California, pero casualmente en un lugar llamado Rainbow Bridge (Puente del Arcoíris).

"Un oso caminaba por el puente cuando dos coches, que lo cruzaban en ambos sentidos, lo espantaron y saltó por la baranda del puente. Logró agarrarse al arco de hormigón de a casi 100 metros de altura. De alguna manera, el oso se las arregló para no caer y quedó atrapado entre los pilares del puente.

Un grupo de especialistas acudió a rescatarlo pero, al estar anocheciendo, no pudieron hacer nada y pensaron que caería al vacío.

Regresaron al día siguiente y encontraron al oso durmiendo tranquilamente donde quedó atrapado.

El rescate no fue fácil, pues el animal se había agazapado en un lugar de difícil acceso. Después de asegurar una red debajo del puente, le pusieron un dardo tranquilizante, lo empujaron para que cayera en la red, lo bajaron, despertó de "su siesta" y siguió su camino como si nada hubiera ocurrido."

El oso cayó del puente, consiguió agarrarse y mantenerse, después se echó a dormir y, mientras tanto, se arregló su situación.

El animal actuó tal cual se debería hacer ante cualquier situación difícil, y donde la mejor solución es tomárselo con calma, no dejarse llevar por el pánico y la desesperación...., y esperar. Y por supuesto, confiar.

A veces, incluso con los problemas de más difícil solución, ocurren cosas inesperadas. Aparecen las soluciones, como ocurre con los arcoíris. Ahí están, pero debe producirse la combinación justa para que salgan a la vista.

Hace poco me enteré que hay arcoíris que se forman al revés, con el arco hacia abajo, al contrario de cómo estamos acostumbrados a verlos. Se llaman arcoíris circuncenital, y tienen la forma de una enorme sonrisa de colores....

Solo hay que tener suerte de encontrarlos, o quizás, si los más comunes consigues mirarlos al revés, veas sonrisas de colores sin esperarlo....



Arcoíris circuncenital. Fuente de Cantos, 10 de noviembre de 2017. Fotografía libre en la red.
  




viernes, 3 de noviembre de 2017

Discapacidad emocional

Hace un par de horas que acabo de presentar en un municipio cercano al mío, el libro de un buen amigo al cual conozco desde la infancia. No recuerdo bien el momento en que nos hicimos amigos, pero sí me acuerdo del momento en que empecé a querer conocerle. Y fue ya siendo no tan niño, con la madurez, porque los niños siempre hemos tenido la desdicha de ser crueles con ciertas personas que hemos considerado inferiores a nosotros.

Vivía y aún vive en una humilde casa cerca de la de mi madre, al final de la calle. Alto, delgado y con una mirada tímida, trataba siempre de pasar desapercibido. Cosa difícil por aquel entonces para él, pues ya nos ocupábamos nosotros de destacarle para reírnos a su costa, o bien hacer algún comentario despectivo hacia su persona. Eran tiempos pasados de los cuales, en muchas ocasiones me avergüenzo. Éramos niños, claro, inocentes (mejor culpables) pero eso no justifica nada. Juan Gregorio, que así se llama mi amigo, presenta una discapacidad con un grado de minusvalía del 65%; retraso mental ligero y crisis parciales por epilepsia. Yo entonces era un discapacitado emocional al 100%.

Y es curioso como ambos, él con unas connotaciones y yo con otras, hemos crecido en una única dirección para solventar nuestras deficiencias. Él, en favor de buscar un hueco en esta sociedad y ser uno más, integrarse como una persona cualquiera, que no una persona normal, porque, ¿qué es ser normal hoy en día?.

Mi crecimiento no fue otro que el que pueda representar cualquier niño, que con una educación sencilla pero basada en el respecto, entiende que las discapacidades no son otra cosa que barreras que determinadas personas tienen que saltar para estar, digamos, en igualdad de condiciones que el resto de los humanos.

Pero lamentablemente sigue habiendo "debilidades humanas" que aparecen en personas que se muestran insensibles para con los demás, y que a pesar de no contar con una discapacidad física, psíquica o sensorial, pasan a considerarse minusválidas por su forma de tratar a otros. Las personas con algún tipo de discapacidad son conscientes de sus propias limitaciones, pero al resto, más de una vez nos falta ponernos en su piel. Así que me alegra profundamente presentar hoy su libro (es la segunda vez que lo hago), cuyo título expresa muy bien quizás la trayectoria de nuestra relación; "Del pasado al futuro en un buen presente". 

Tal y como él cuenta, toda su niñez, adolescencia y juventud estuvo marcada por la timidez y la falta de confianza en sí mismo, actitudes que han ido cambiando considerablemente con su madurez. Textualmente en su libro dice así; "Yo era un niño aplicado en los estudios, pero me relacionaba poco con los demás alumnos. Era tan tímido, que en la hora del recreo me plantaba solo en un rincón y no me movía hasta que finalizara. Estaba tan metido en mi mundo, que no solía jugar ni contactar con nadie. Al recordar esos tiempos veo la cantidad de buenos amigos que me he perdido por culpa de esa timidez".

La vida de Juan Gregorio es única, que es como deben ser todas las vidas. Pero no debe confundirse al discapacitado como un prototipo generalizado. Parece ser que hablar de una persona discapacitada es un símbolo universal imaginarlo en una silla de ruedas, cuando en realidad, hay muchas realidades diferentes. ¿Que tienen que ver un sordo, un ciego, o alguien que presente parálisis cerebral? Lo que tienen en común es que les falta algo y necesitan de ayuda o de terceras personas. Pero las necesidades y las vidas son distintas. Aunque desgraciadamente hasta una persona con discapacidad tiene que tener "suerte" y nacer en una familia capaz de soportar económicamente sus necesidades.

Yo pienso que sencillamente son personas con capacidades diferentes y en el caso de Juan Gregorio, esa gran capacidad de superación personal ha sido reconocida y admirada por todo un pueblo. Pero ahora, gracias a estas memorias, podremos conocer aún mejor a la magnífica persona que ya conocíamos.

Creo que su dedicación a la literatura y a la radio está vinculada en gran medida al apasionado y difícil mundo de las experiencias emocionales de la adolescencia, y de donde ha cogido fuerzas de aquella furtiva explosión de instintos, retos e incertidumbres. Donde se prometía tanto a sí mismo, que ahora afortunadamente podemos decir que ya se lo ha dado.

He disfrutado mucho con esta lectura, donde a veces he reído, otras he recordado, otras incluso he soñado con el tiempo, pero en todas, lo he admirado. Y he recibido a cambio algo que me complace mencionar especialmente ahora que he presentado su libro ante un público; un interés sincero por las experiencias ajenas, por la trama íntima de las vivencias de las personas, por sus combates, por sus luchas, por sus batallas y por sus guerras ganadas.

Si yo tuviera que definir de algún modo "del pasado al futuro en un buen presente", diría que es un libro en el que la aparente oscuridad emocional en la que se ve envuelto su personaje principal, se ve iluminada, por paradójico que parezca, por la luz que sus propias emociones generan....



Fuente del Maestre, 3 de noviembre de 2017. Fotografía de Helena Rocha.

viernes, 27 de octubre de 2017

Los pueblos

Ayer reflexionaba sobre en cómo determinadas situaciones, acciones, o sencillamente, ciertas frases o comentarios que llegas a escuchar, pueden marcar tu vida en un determinado sentido. Recuerdo que fue hace como catorce años ya, que estaba escuchando el discurso de un doctor en geografía, muy conocido por aquel entonces. No recuerdo del todo bien el hilo de su discurso, pero hablaba del mundo rural y la situación que se estaba viviendo en él. Y como digo, no recuerdo del todo bien el contenido completo de todo lo que hablaba, pero no puedo olvidar con qué palabras acabó rotundamente su intervención; "Cierran los pueblos", sentenciaba. Aquella frase me impactó y sobrecogió profundamente.

Otra reflexión llegaba a mi hace unos días en lo que respecta a la imagen mental que tenemos sobre lo que será el futuro. Porque hace quince años no podría pensar que el futuro lo vería o imaginaba como lo hago hoy. Las cosas han cambiado a consecuencia de otras, y algo como las nuevas tecnologías, las nuevas enfermedades, o la velocidad de la propia vida y su inercia en sí, hacen que sea difícil imaginarse un futuro de paz, tranquilidad, donde la calidad de vida impere sobre el resto de cosas. Da miedo pensar hacia dónde vamos, y más pánico es ver cómo nos dejamos llevar con un impulso incontrolado del tiempo.

Pero yo me sigo negando a ciertas cosas, rotundamente además. Precisamente esa frase, "cierran los pueblos", me hizo creer aún más de que estaba en el lugar correcto para pasar mis años de vida. Tendría que renunciar a muchas cosas, claro está, pero como en otras muchas situaciones de la vida. Mi sensatez interior me decía que nada mejor como vivir y crecer en el lugar que amas, a pesar que este crecimiento sea a veces en otra dimensión. A pesar de que veo tristemente como cada vez más personas salen de aquí, de los pueblos, buscando oportunidades que aquí no encuentran. A pesar que me da miedo leer y releer las estadísticas que dicen, que en el mundo rural por cada tres nacimientos al año, hay quince personas que fallecen.

Y pese a todos los inconvenientes que aún estarán por venir, los que aquí hemos decidido vivir y hemos apostado por seguir creciendo en la vida de los pueblos, estamos dispuestos a cambiar la situación. Porque seguimos amando lo rural, su ambiente, sus gentes, su paz, sus paisajes, su clima, sus costumbres y manías...., porque es dónde hemos nacido y pese a conocer otras culturas, con sus pros y contras, el imán de lo nuestro nos atrae. Para mi vivir en un pueblo me permite encontrarme con cosas que no tienen precio, y precisamente no es por su valor inalcanzable, sino porque las puedes obtener gratuitamente.

Siempre he pensado que si uno lucha por lo que cree, al final siempre sale ganando, incluso habiendo perdido (por muy contradictorio que resulte). Principalmente porque nunca podrá recriminarse que ha perdido su tiempo, por mucho esfuerzo que haya destinado. Cuando uno habla con firmeza y lo acompaña haciendo con determinación las cosas en las que tiene fe, nunca saldrá perdiendo. Puede ser que haya muchas personas que desprestigian lo rural, lo pueblerino y ordinario, pero no están haciendo otra cosa que renunciar a conocer lo sencillo, lo puro y la esencia de lo natural. Nada me gusta más que cambiar el concepto de ese tipo de gente con ejemplos y experiencias precisamente sobre aquello que menosprecian o no valoran.

Hoy hace justo un año tuve una experiencia inolvidable. Fue cuando me invitaron como pregonero a las fiestas de Cabeza la Vaca, un pequeño y encantador pueblo de mi Comarca. Lo que allí sentí y viví fue una sensación indescriptible con palabras, y mira que muchas de ellas enfatizaban lo que ahora aquí digo;


"Es posible que vivir en el pueblo haya sido hasta época no lejana una carga que pocos hemos soportado, y sigue siendo difícil por las condiciones de trabajo y de futuro. Y sé que una misma inquietud sacude los pueblos; el porvenir de nuestros hijos en ellos. Y quien dice hijos, dice sobrinos y nietos. Pero los que permanecemos en él, vamos logrando hacerlo más habitable, acogedor y próspero. Y los que han tenido que marcharse, creo que siempre le han reservado un lugar en el corazón y en su pensamiento".

"Porque el pueblo, los pueblos, conservan todavía la identidad del hombre con la naturaleza. El pueblo es reserva de una vida más humana, más próxima a las otras personas, más fundida con las raíces de cada uno. El pueblo no desprecia la técnica y el progreso, pero no permite que éstos lo anulen y lo desborden. Conserva la posibilidad de que seamos dueños de nuestro tiempo, de nuestra historia, y me atrevo a decir que hasta de nuestro destino. Creo que estamos redescubriendo las ventajas de vivir en las zonas rurales. Hoy quien no tiene un pueblo, se lo busca".

"Y si es cierto que en la historia pasada está el alma de los pueblos, en el futuro está sus esperanza y su razón de vivir, y en sus gentes, el corazón". 

"El futuro del pueblo, el futuro colectivo, está en la infancia despreocupada y feliz. También lo tenemos en esa adolescencia que va enredándose en el amor y en la vida. El futuro es esa juventud un poco descreída con su futuro, valga la redundancia. Pero eso es positivo, porque no es bueno que los jóvenes aceptéis una vida regalada. Acostumbraos a rechazar todo lo chabacano, lo fácil, lo rutinario y lo impuesto. Apuntaos a causas nobles. Si queréis que vuestros progenitores sean felices, bastará con que vean la felicidad y el entusiasmo en vosotros."

"Alguien dijo una vez, que los pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los pueblos fuertes, sólo necesitan saber dónde van".

Lo dije y afirmé con total contundencia, porque es lo que pensaba. No creo que jamás cambie mi opinión respecto a lo que quiero y siento desde pequeño, y aunque pueda parecer que los pueblos andan agotados, enfermos, o que muestren algunos síntomas de debilidad, están más sanos que nunca. Porque ahí, en su interior, han sabido mantener su esencia, la pureza de lo natural.

Después de aquel pregón, alguien me preguntó si de verdad pensaba que los pueblos, máxime aún los pequeños, tenían futuro. Con la misma firmeza le contesté que no solamente era así, sino que el futuro está en ellos. Los pueblos resurgirán de sí mismos para convertirse en el lugar dónde todo el mundo quiera vivir y crecer. Tal vez las nuevas tecnologías jueguen algún día un papel importante en favor de eso, todo estará por ver.

Puede ser que el mundo esté loco, no lo sé. Tampoco creo que los pueblos vayan a hacer el papel de psiquiatras de las grandes urbes, ni mucho menos. Pero lo que sí está claro, y los que vivimos en los pueblos así lo sentimos, es que sabemos perfectamente dónde encontrar la medicina para volver a la cordura que este mundo necesita.


Cabeza la Vaca, 27 de octubre de 2017. Fotografía de Jesús Apa.


  

   

viernes, 20 de octubre de 2017

La Teoría del Caos

Hace unos días alguien lanzaba en este espacio un comentario acerca de un tema que siempre deja alguna que otra reflexión en mi; "el Destino". También es cierto que siempre ha provocado en mi cierta confusión ese término, Destino. Palabra la cual hace referencia a no sabemos qué, si a un lugar, a un camino o simplemente a las circunstancias personales de cada uno en esta vida. Hay quien sencillamente no quiere saber nada de él, y otros, que en cambio, se agarran con fuerza a su sentido y precisan de éste para justificar todo aquello cuanto le pasa en la vida, sea bueno o no lo sea tanto. Yo soy más de pensar en eso de que "las cosas pasan, porque tienen que pasar", o que "las cosas pasan por algo". A veces a eso también se le llama destino, otras veces, quizás no tenga nada que ver con él. Un caos explicar todo esto, ¿verdad?.

Precisamente es otra de las palabras que puede llegar a asustar; "el Caos". Pero tal vez tenga mucho que ver con el destino.... Hay una teoría sobre eso, como la hay para casi casi todo, o al menos, yo tengo la mía.

La palabra de origen griego, Caos, alude a lo impredecible, pero también suele relacionarse con el desorden. De una manera genérica podemos decir que el caos es aquello que está descontrolado, que no puede acotarse. Pero, ¿es así?. ¿Y qué dice la ciencia sobre eso?. ¿No es acaso, el universo, un ordenado caos?.

Como palabra, sería lo opuesto del orden, pero ya sabemos que a veces las cosas opuestas se complementan, o sencillamente precisan una de la otra, no podrían existir por separado. Al igual que por ejemplo, con una moneda y sus dos lados, cara y cruz, no podemos hablar del orden sin caos, ni viceversa. 

Quizás hay que aceptar el caos como una riqueza, y no como un impedimento. Es como una tela de araña, dónde para llegar al centro, hay muchas posibilidades con muchos caminos. Por eso que cuando ves un sistema caótico que de repente adquiere un orden (que es una de sus características), piensas que es casualidad, y se interpreta como cuando alguna situación te lleva a un destino que siempre has querido, que es posible que lo asocies a la fortuna. Pero en realidad, los sistemas caóticos lo que encierran es un orden oculto, que está detrás, y se nos hace invisible.

Por eso que la "Teoría del Caos" no solo se aplica a fenómenos físicos, sino que también a fenómenos sociales. A veces las mejores revoluciones sociales que llegaron a buen puerto se iniciaron mediante el caos, pero con un orden en la cabeza de cada uno de sus revolucionarios. 

Así como la "Teoría del Caos", se basa en aceptar ciertas cosas que no pueden controlarse, algo parecido ocurre con el destino. Por mucho que queramos ordenar todo lo que deseemos que pase, siempre habrá elementos (a veces personas) que van a influir sobre tus deseos, tus casualidades o tus circunstancias.  

Esta teoria, la del caos, se ha convertido en un método de estudio de la realidad y es uno de los pilares más serios y fundamentales de la ciencia moderna. Ya hubo quienes estudiaron esta teoría y lo hicieron sobre la posibilidad de cambios atmosféricos de gran trascendencia, con apenas unas alteraciones insignificantes en algunas variables meteorológicas. De estos estudios nació el dicho popular del efecto mariposa, que dice; "el aleteo de una mariposa en Hong Kong causará un tifón en México" , haciendo referencia a que por más insignificante que parezca una circunstancia, siempre acarreará algún tipo de consecuencia importante.

Es cierto que hay muchas leyes físicas y matemáticas que tratan de, sino poner en orden o controlar el caos, sí al menos tener ciertas aproximaciones en lo que ocurrirá. Es el caso de quienes estudian el tiempo atmosférico, que aunque hemos mejorado mucho, no se puede predecir con absoluta definición. Entonces, ¿significa que se ha llegado a un compromiso entre lo que es determinista y lo que es azar?.

Sucede en la física, que aunque pueda resultar aburrida, algo nos enseña, y que al igual que en la vida, existen las dimensiones, a las cuales debemos acceder con nuestros pensamientos, nuestras vibraciones. A veces las cosas ocultas o que no conseguimos ver, es quizás porque las miramos desde otra dimensión. Sin dimensiones ocultas, la física cuántica por ejemplo, no puede explicar lo que observamos. En términos científicos podríamos decir que la materia está gobernada por órdenes que no vemos y están dentro de campos inmateriales.

Esto llevarlo a la vida cotidiana, es un gran logro, pero, ¿cómo te comunicas con esos campos ocultos?. Pues claramente a través de la intuición, de nuestras vibraciones. Ahí es dónde descubres la magia de la vida. La palabra caos, no es más que la palabra magia devaluada. Porque, ¿cuándo algo es mágico?. Precisamente cuando destruye un orden establecido. ¡Eso es precisamente lo mágico!. Cuando suceden cosas inesperadas. Éstas no ocurrirán bajo un perfecto orden. O tal vez no requieran ningún orden... 

Quizás por eso todo lo que nos suceda en la vida pudiera estar relacionado con esta teoría. Es como aceptar que, vamos a ver qué cosas podemos averiguar o descubrir, y vamos a ver a qué cosas vamos a renunciar y dejar que así nos sorprendan. Es decir, dejamos fluir los pensamientos para que aparezca un orden oculto. Es una sincronía difícil de entender. Es como cuando te encuentras con la persona idónea. ¿Acaso ésto no ocurre cuando permitimos a nuestra mente fluir, relajarse?. Nuestra propia vida es caótica. Fallamos precisamente cuando queremos gobernar en nuestra estructura mental.

Podría decirte que si alguna vez piensas en que jamás conocerás a cierto tipo de persona, en que vas a tener que renunciar a toparte con el prototipo de mujer o de hombre que será perfecto para ti, tomar un café con ese alguien, debes pensar que todo puede pasar. A lo mejor decaes en la idea de que jamás compartirás con esa persona un café, pero es posible que es porque te espera una cerveza...

Eso es para mi el caos. El orden aparece de una forma inesperada. Y eso para mi es el destino. Cuando ocurre algo que realmente deseas, pero es posible que antes hayan ocurrido otras muchas cosas. Y no es que no las desearas, sino que, simplemente, no han alterado ni han convertido tu vida en un "perfecto caos".

Aunque haya muchos hechos en nuestra vida que consideramos intrascendentes, a veces pueden llegar a cambiarla por completo. La vida como un sistema dinámico, es precisamente la suma de infinitos recomienzos, que aunque a veces sin un orden, cada uno de ellos va influyendo en el siguiente...

Para cambiar por completo las circunstancias, y con ellas, la vida, no hace falta plantear grandes cosas, ni hacerlas con determinantes acciones. Es mejor poco a poco, es mejor con pequeñas cosas, espontáneas, sencillas, honestas. Como ese pequeño aleteo de una mariposa, que puede llegar a cambiar el mundo. Nuestro mundo, nuestra vida, acabando por poner en orden, hasta el más perfecto caos....  



Pintura representativa del Caos, de Nahir. Sevilla, a 20 de octubre de 2017.