viernes, 28 de octubre de 2016

Las lecciones del abuelo. Primera parte

Esta noche, voy a vivir un momento muy especial. Y quiero compartirlo con aquellos quienes me seguís a través de este medio. Hoy la sencillez de este blog, contrasta con el enorme honor que me han concedido. Un pueblo de mi Comarca, y al que le tengo muy especial cariño, ha decidido convertirme en el Pregonero de sus fiestas. Aún no sé por qué motivo, pero tengo claro, que lo que allí voy a vivir esta noche, sí que quiero compartirlo con vosotros....



Buenas noches a todos y todas.

Autoridades, vecinos de Cabeza la Vaca, vecinos de la Comarca de Tentudía y de otros lugares, familiares y amigos...sentíos como en casa, tal y cómo yo me siento hoy aquí.

- En primer lugar, y como en cualquier pregón, es absolutamente necesario por mi parte agradecer a Rosa, la alcaldesa, y a toda la Corporación Municipal, el que me hayan designado para inaugurar esta XI Edición de la Feria de la Castaña. No sabéis el tremendo honor que es para mí, el poder abrir esta Feria, dónde podemos decir, que se ha convertido en la Fiesta Grande del Pueblo.

- Y es que la vida, queridos amigos, bien lo sabéis, sería insoportable si no tuviéramos fiestas. La fiesta es el momento de la ruptura, esa que nos permite desconectar del tedio de nuestra vida cotidiana. El momento de disfrutar y comunicarnos con los nuestros, de trabar nuevas amistades. Olvidar un poco lo que hacemos el resto del año. Dónde la alegría no tiene más límites que el del respeto a los demás. De mezclar placeres entre las preocupaciones. Es una pausa en nuestra incesante actividad. Y ha llegado el momento de que comience esa pausa.

- Y eso sí, que mejor momento para hacerla que en esta bonita fiesta que cada año va a más. Yo nunca me pierdo la Feria de la Castaña; más de uno sois testigo de ello. Anoche, que estuve aquí escuchando la charla de Antonio de la cooperativa Al-kasera, en que otro amigo de aquí me saludó, y me dijo..."Hombre Jesús, que me he enterado que este año eres el pregonero de la Feria. Que digo yo, que menos mal que los pregones son el primer día, porque si fueran el último, no quiero pensar de cómo llegarías y en qué condiciones....".

- Pero realmente, el que esta feria sea tan magnífica como es, tiene su eco en todos aquellos que la hacen posible. De ahí, que en segundo lugar, agradecerle también a esta Corporación y a quienes trabajan en la Feria (personal del ayuntamiento, empresarios de los distintos sectores, hosteleros, voluntarios, etc...) que hacen posible que se desarrolle año tras año. Que si bien para nosotros van a ser unos días festivos, para ellos serán unos días de mucho trabajo, mucha actividad y poco descanso. Sin lugar a dudas, y al menos por unos días, son los que "nos sacan las castañas del fuego", para que disfrutemos en alegría y júbilo de estas fiestas. Es mi deseo que todo se desarrolle bien, y al acabar la Feria sintáis, con la traca final, la satisfacción del trabajo bien hecho.

- Excusadme si no hablo de mí; con la presentación de Rosa es más que suficiente. Hoy el protagonista no puedo ser yo. El actor principal de esta jornada no es otro que el pueblo. Yo sólo vengo a dar el pregón, que por si no lo sabían, la palabra pregón proviene del latín "Praeconium". Promulgación o divulgación que se hace en voz alta y en lugar público de una noticia, aviso o hecho que conviene saber a todos.

Así que antes que os diga lo que aquí vengo a contaros, sí quiero pediros que me permitáis que me dirija a ustedes, como un cabezalavaqueño más. Porque ondeando en vagos recuerdos, que se me vino a la cabeza, que era yo muy pequeño cuando visité por primera vez este pueblo y en compañía de mi padre. Recuerdo que estuve en el Mesón Taurino, y también quiero recordar pasear por algunas de estas calles. Era la primera vez que salía de mi pueblo hacia otro, y tengo total certeza, que desde ese momento nació mi amor a este lugar. También a esta Comarca.

Pero el principal sentimiento que me llega, es que Cabeza la Vaca, mantiene esa esencia de "pueblo", tan difícil de conservar hoy en día, con todo lo que ello conlleva. Después muchas otras visitas vinieron y fui descubriendo todo lo mejor de aquí. Hoy mi trabajo me permite disfrutar a diario de esta tierra y sus gentes.

- Así que cuando Rosa me llamó por teléfono para pedirme que quería que estuviera aquí esta noche, contesté sin pensarlo un segundo. Es un grandísimo halago y un honor para mí, que ni tan siquiera soy del pueblo. Pero qué cierto es eso que dicen, que "no eres de donde naces, sino donde paces".

Pero más tarde, y pasado un tiempo después de colgar el teléfono, pensé..."menudo lío en el que me he metido".

Mi duda, no era otra que saber si sería capaz de reflejar y transmitir en unos pocos folios el cariño, la alegría y emoción que se agolpó sobre mí. Así que debo intentar creer en la palabra como vehículo de los sentimientos. 

Un día dijo Camilo José Cela que exteriorizar la emoción es signo de mala educación. Más tarde rectificó para decir que la emoción es precisamente la manifestación de que uno tiene sentimientos. Yo no puedo evitarlo. Creo que no podría hoy hablar aquí sin emocionarme. pero aún así, disculpadme si esto ocurre.

- Lo cierto y verdad, que no sabía muy bien como enfocar este acto; qué contaros y cómo hacerlo. Porque uno puede ser muy valiente, pero cuando se trata de hablar, se trata de transmitir un mensaje que al menos llegue y quede en el recuerdo. Han pasado muy buenos pregoneros por aquí, y los he visto casi todos, así que poco tendría que decir que ya no se haya dicho.

Pero lo cierto es que la soledad a que me obligó este pregón, espoleó mi nostalgia e hizo que vinieran a mi mente recuerdos y sentimientos muy intensos. Todos, os puedo asegurar, relacionados con la vida en el pueblo. En este pueblo, o en cualquier otro pueblo de nuestra Comarca, hermano de éste. Sigo pensando a día de hoy, que quedarme en el Territorio fue la mejor decisión de mi vida, pues tuve otras opciones.

Me siento unido a esta tierra, pues noto mis raíces en ella.

Y es posible que vivir en el pueblo haya sido hasta época no lejana una carga que pocos hemos soportado, y sigue siendo difícil por las condiciones de trabajo y de futuro. Y sé que una misma inquietud sacude los pueblos; el porvenir de nuestros hijos en ellos. Y quien dice hijos, dice sobrinos y nietos. Pero los que permanecemos en él, vamos logrando hacerlo más habitable, acogedor y próspero. Y los que han tenido que marcharse, creo que siempre le han reservado un lugar en el corazón y en su pensamiento.

Porque el pueblo, los pueblos, conservan todavía la identidad del hombre con la naturaleza. El pueblo es reserva de una vida más humana, más próxima a las otras personas, más fundida con las raíces de cada uno. El pueblo no desprecia la técnica y el progreso, pero no permite que éstos lo anulen y lo desborden. Conserva la posibilidad de que seamos dueños de nuestro tiempo, de nuestra historia, y me atrevo a decir que hasta de nuestro destino. Creo que estamos redescubriendo las ventajas de vivir en las zonas rurales. Hoy quien no tiene un pueblo, se lo busca.

Encontré en Cabeza la Vaca y sus gentes, un manantial de cualidades que se dejaban ver en sus actos diarios y sencillos, esos que quedan ahí; improvisados, que no se publican en ningún lado, pues salen del día a día de sus gentes. Esas pequeñas cosas que te llegan y te marcan. Que las acaricias, las doblas bien, y las colocas en tu equipaje íntimo que tan bien guardas. 

Porque aquí encontré gente trabajadora, humilde, honesta y sencilla; gente sin dobleces. Un pueblo con tradiciones, gastronomía, aire puro, y con una filosofía que desborda un remanso de paz en la vertiginosa vida de hoy. Un pueblo que ha sabido escuchar a la tierra y que ha sido agradecido con la naturaleza. Y ésta, con él. 

Tiene Cabeza la Vaca un clima duro y frío en invierno. Un clima que ha templado el carácter del cabezalavaqueño haciéndolo reflexivo, amable, hospitalario a la vez que serio y puro, como el aire de la Sierra. Gente de corazón noble y espíritu tenaz. Que no se deja llevar por el ritmo frenético que deshumaniza, sabe regresar, de cuando en cuando, a la placidez de un pasado de cosas buenas y así perpetuar a sus descendientes.

Y tiene Cabeza la Vaca en su primavera un clima de una tez cálida y alborotada. Un clima que ha templado a la mujer cabezalavaqueña, siendo la mayoría de las veces la auténtica protagonista. Porque aquí, la mujer nunca ha sido algo, siempre ha sido alguien. Sus virtudes la entroncan en la esencia misma del pueblo, sin perder nunca, ni como madre, ni como esposa, ni como trabajadora ni como persona, el lugar tan importante que le corresponde en la vida.

-- Y todo esto, lo pensaba hace unos días, mientras daba un paseo por la montaña, por la zona conocida como "La Sangría". Y claro, pensaba en que Cabeza la Vaca tiene una bonita y sencilla historia, que a veces he ido descubriendo con emoción y cariño. Es agradable conocer la vida de nuestros antecesores, porque son ellos precisamente los que siempre han querido cuidar y mimar la historia, que en definitiva, significa cuidar y regar sus raíces.

Y como os decía, en ese paseo, decidí bajar al pueblo por la carretera de Tentudía, caminando pausadamente, tratando de encontrar la inspiración para este pregón. Hacía un día hermoso y lucía el sol de manera radiante en su punto más alto. Los castaños, pinos y robles, se encargaban de decorar lo que mi vista alcanzaba. Entonces, alguien llamó mi atención, y me dijo...

"¿Se puede saber dónde te metes?. Desde luego que eres mi nieto más despistado. Vengo llamándote desde que salí de la Era Garrido...", me decía aún estando lejos.

-- Este señor ha debido confundirme con su nieto --, pensaba yo, mientras el hombre, de unos setenta y pico años, avanzaba hacia mí montado en su mula.

Antes de mediar palabra, y ya a escasos metros de mí, volvió a decirme;

" ¿Es que no escuchas las voces y silbidos de tu abuelo?. Te recuerdo que soy yo el sordo, y no tú".

La cara del señor me resultó agradable, así como su ocurrencia. Y pensé que, como nunca llegué a conocer a ninguno de mis abuelos, decidí seguirle la corriente, y sacarle algún partido a aquella situación.

"Perdóname abuelo. Andaba pensando en mis cosas y no te escuché. Además, con estos paisajes, es difícil poner la atención en otras cosas; mi sentido del oído queda anulado en favor del de la vista."

Ya cuando se puso a mi lado, montado sobre su mula, y habíamos recorrido algunos metros, decidí preguntarle....



"La Sangría", Cabeza la Vaca, 28 de octubre de 2016. Fotografía de Jesús Apa. 



viernes, 21 de octubre de 2016

La princesa y el dragón

El dragón volaba cuál espíritu libre. Era ligero y se movía por los cielos con soltura. Al contrario de lo que se pudiera pensar, para los habitantes de aquel pueblo les era alguien familiar, pues estaban acostumbrados a su presencia desde bien pequeñito. Además, aunque era un dragón poderoso, parecía discreto y amable.

Sus buenas acciones incluso habían derivado a que el pueblo, cierto que siempre con respeto, pero que confiaran totalmente en él. Planeaba por encima de las casas y ayudaba con su sombra a refrescar aquellas tardes de verano. En cambio, en el frío invierno, hacía lo propio gracias a sus poderosos fogonazos de fuego, que calentaban el ambiente.

Pero un día observaron que el dragón llevaba largo rato posado sobre una gran piedra en la ladera que llegaba a lo alto del pueblo. Todos los habitantes de aquel lugar miraron hacia arriba por la llamada de atención del dragón, que comenzó a batir enérgicamente sus alas. De repente, con una poderosa voz, dijo para el asombro de todos; "Soy un príncipe y por eso que deseo una princesa".

La sorpresa fue brutal, y todo el pueblo se estremeció ante aquello. Se extrañaron por ese momento de cólera, aunque después de comentarlo entre ellos, todos pensaron que tal vez el dragón tenía en su interior un príncipe, y también tendría derecho, de ser merecedor de encontrar una princesa con la que compartir todo el amor que quizás tuviera guardado durante tanto tiempo.

Un murmullo recorrió todas las calles del pueblo, animando a que alguien pudiera complacer al dragón, no vaya a ser que saliera toda su furia y ocurriera lo que nadie quería que pasara. Ante la sorpresa de todos, fue una dulce y guapa chica, la que dio un paso al frente, y subiendo ladera arriba, se dirigió hacia el dragón. Éste, empezó a mostrarse impaciente porque llegara a lo alto de la colina, esa atrevida chica que se estaba aventurando a ser su princesa.

Al llegar a su encuentro, el dragón se mostró entusiasmado por su suerte, se agachó, y así facilitó que la chica subiera por su cuello, y ambos se elevaron con un batir de alas delicado, contrastado con la robustez de aquel poderoso animal.

Ahora, era común verlos planear por encima de las casas a los dos juntos. El dragón se mostraba orgulloso mientras la chica iba subida sobre su lomo, agarrada a su cuello, y se sentía realmente como un príncipe que había conquistado a la princesa más bella del lugar, y la cual era la envidia de todas las demás chicas. Reían y se divertían con las habilidosas acrobacias del dragón sobre el aire.

A la chica en un principio le costó acostumbrarse a aquello, pero poco a poco, comenzó a confiar y sentirse tranquila y cómoda encima de aquel dragón, ahora convertido en su príncipe. Y en todos sus vuelos, ella saludaba a sus amigos y amigas, mientras le indicaba cariñosamente al dragón por dónde debía volar, para el disfrute de ambos.

Pero un día, en uno de los muchos vuelos que realizaban de aquella manera, el dragón se mostró inquieto. Es como si algo raro hubiera visto ese día, aunque en realidad fue un día como cualquier otro. El dragón comenzó a planear de manera peligrosa, y la chica sintió miedo. Cuando ésta se lo recriminó, él le dijo que había tenido un mal día; aquello no ocurriría más.

Y fue al poco tiempo de aquello, que en uno de sus paseos al lomo del dragón, en el recorrido habitual por las calles del pueblo, y mientras la chica saludaba a uno de sus amigos, que el dragón hizo una brusca maniobra, que provocó que la chica casi cayera al suelo. Consiguió milagrosamente agarrarse, recriminándole de nuevo tal acción, aún subida encima de aquel, (ahora sin saber por qué), enojado dragón.

Tras muchos ruegos por parte de la chica, al fin el dragón consiguió posarse por detrás de la ladera. Y justo mientras ella, siempre de manera educada y correcta, trataba de pedirle explicaciones, sin qué ni por qué, el dragón abrió sus alas, cogió impulso, y escupió contra la chica una gran bocanada de fuego.

En esas que la chica, sacó de atrás suya un escudo que llevaba guardado, y lo usó a modo de protección. El fuego chocó contra el escudo, y giró en la dirección del dragón, que salió huyendo herido por su propia llamarada. Suerte que aquella chica era precavida y había podido desconfiar a tiempo de su actitud.

Cuando la chica, ya fuera de toda corona que le pusieron, regresó al pueblo y todos se preocuparon por lo que había acontecido, alguien le preguntó, cómo había ocurrido aquello, aquel ataque, si parecía que era un dragón dulce y educado, distinto a cualquier otro. A lo que ella contestó, que efectivamente lo era, pero fueron sus inseguridades las que provocaron ese comportamiento en él.

Aún así, volvieron a preguntarle, que desde cuando había pensado en llevar ese escudo, escondido misteriosamente en su espalda. Fue una acción muy precavida por su parte, porque a pesar de su enorme aspecto, para ella había sido un dragón, pero con un príncipe en su interior. A lo que ella, volvió a contestar;

"Cuando en alguien aparecen los celos injustificados, pueden ocurrir estas cosas. Es entonces, que son esos príncipes los que llevan dragones en su interior...."


Imagen libre en la red. Fuente de Cantos, 21 de octubre de 2016.







        

viernes, 14 de octubre de 2016

Esta es la historia de un viaje

Hace ya algún tiempo que decidí no ver las noticias en televisión. Apenas si leo la prensa, (salvo cosas relacionadas con intereses para uno mismo), y de la radio, que siempre me ha fascinado, además de la música, digamos que ya solo trato de escuchar aquellos programas que hablan de asuntos "normales", o al menos, que aportan cosas positivas. Porque ya no hay noticias buenas; todas son malas. Y para alguna buena que pueda haber, debes atender antes cien terribles, así que prefiero no probar suerte.

En estos medios, y casi que por sistema, las noticias de primera plana y con las que abren cualquier programa, son las catastróficas, las de desgracias, hasta me atrevería a decir, que las morbosas. Entonces evitar prestarle atención a estos medios, es como ir por la vida sin tener noticias, que por otro lado ya te las ves venir. Así que vivir "bajo la ignorancia" de éstas, parece que hace que vivas algo más feliz.

Pero no hace mucho escuché la noticia sobre el fascinante viaje de una niña. Más que fascinante, diría que extraordinario, además, en el más amplio contexto de la palabra. Porque aunque parezca increíble, ésta es una historia real; la historia de una joven que decidió embarcarse en una grandiosa aventura. Y aunque para algunos se trate de una hazaña, es un gran ejemplo de valentía y superación, más que de otra cosa.

Esta adolescente de 17 años, de origen sirio, decidió emprender un duro y largo viaje, pero no menos duro, (pensaría ella), que el motivo que propiciaba ese viaje, porque se trataba de una huida; huir de la guerra. Pero ella lo quiso convertir en una aventura, a la cual, le acompañaría una de sus hermanas, pues Nujeen Mustafa, que así se llama la protagonista de esta historia, es la pequeña de nueve hermanos.

Digamos que hasta aquí todo normal, si consideramos como "normal" que miles de sirios tengan que abandonar su país huyendo de la guerra, dejando atrás a familiares y amigos, para buscar un futuro mejor, que no siempre encuentran. Pero esta consideración de ver como "normal" una noticia de este tipo, es lo que ha provocado lo que antes mencionaba, que dado que todas las noticias son malas, éstas llegan a convertirse en historias a las que apenas si prestamos atención, entre otras cosas, porque poco nos afectan. Se convierten en tan repetitivas, que pasan desapercibidas por nuestra mente, o esfuman a los pocos segundos.

Pero la historia de esta joven, tiene su particularidad. En ese viaje, y como anécdota gratificante para ella, y en uno de los tramos del mismo, que hacían en un pequeño barco, una persona preguntó si alguien hablaba inglés, pues se necesitaba en aquel momento de un traductor. Nujeen respondió afirmativamente para ofrecerse, orgullosa de servir de ayuda. Pero esa iba a ser la primera vez que hablaría inglés, pues lo había aprendido viendo la televisión, principalmente series americanas. 

Pero lo cierto y verdad, es que esta joven aprendió inglés casi a la fuerza, pues nunca salía de su casa, un pequeño apartamento de Alepo, en un quinto piso sin ascensor. Ni tan siquiera pudo ir al colegio, con lo que tampoco tenía amigos. Aunque hasta eso para un niño sirio es "normal". Pero aquí va lo especial de esta historia.

Y sería una historia más, si no fuera porque Nujeen Mustafa padece espasticidad en sus extremidades, un trastorno motor del sistema nervioso por el que algunos músculos están permanentemente contraídos. En resumidas cuentas, que su enfermedad le impide caminar. Esto quiere decir, que todo su viaje lo hizo sobre una silla de ruedas, empujada por su hermana, quien le acompañó en todo el trayecto. La odisea de la travesía de ambas, les llevó 13 meses, teniendo que atravesar Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia, Croacia, Eslovenia y Austria, más de 5.700 kilómetros, para llegar a Alemania y encontrarse al fin con otro de sus hermanos. 

Un viaje para huir de la guerra y poder llevar una vida, ahora sí, normal. Recorriendo gran parte de Europa, y en el que se unieron algunos voluntarios para empujar su silla, y ser de algún modo partícipes del afán de triunfo y optimismo de esta valiente chica. Porque la historia de Nujeen es un ejemplo de superación, de una gran capacidad de derrotar a lo imposible, y de borrar el NO con un SÍ rotundo. Nuestra capacidad de superación va unida a la voluntad de cada uno de no aferrarse nunca a la derrota y sacar músculo incluso cuando más débil se está, con el objetivo de luchar por tus sueños.

Aunque no sabría decir si, después de escuchar esta historia, me quedo con que es una noticia buena; quiero pensar que sí. Al menos Nujeen tuvo su premio; ¡cuántos quedaron en el camino!.

Lo que sí es cierto, es que esta es una historia real. La historia de un viaje, aunque, ojalá nunca lo hubiera sido....







Imágenes de The Guardian. Fuente de Cantos, 14 de octubre de 2016.



      


viernes, 7 de octubre de 2016

Tengo prisa

Y es ahora, que ha pasado cierto tiempo, que puedo mirar atrás para ver y disfrutar todo lo vivido. Recordar cómo ha sido y qué he sentido, buscando en los errores que me hicieron más sabio; sobre todo más sencillo. Porque quizás debió ocurrir todo aquello cuánto pasó, que me hizo decidir salir en busca de los mejores días de mi vida. Y sigo buscando, pues debe haber muchos más, no me cabe duda...

Tengo prisa por hacerlo, y que por mirar atrás, pueda tropezar con alguien, y a ser posible que sea una persona como tú. Por caer contigo cien veces, y otras tantas levantarme. Pisar los charcos y mojarme, para que luego seques mi ropa..., y así no dejes de calentarme. Dormir a oscuras y engañarte, diciendo que no te veo..., y así me dejes tocarte. Y espero que me adores, pero aún no sé tus planes, esos que escribiste con tinta de colores y dejaste en alguna parte. Y cada vez que te pregunto, me acusas de cotilla. Es que estoy seguro de que coinciden, con los que guardo junto a mi cama, en el cajón de la mesilla.

Quizás fue poco lo que aprendí, pero no faltó lo más importante; eso de ser feliz, lo aprendí en el primer instante. Amarme a mí primero, lo apliqué rápidamente, quizás en el minuto cero, y no hace falta que lo entiendas, pero si preguntas para que te responda, tendré que serte sincero. Aunque de sobra sé que hay que racionar el compromiso individual y repartir amor por todos lados, aunque quererse a uno mismo, no es ningún pecado. Te aseguro que la soledad no es tan mala, sobre todo cuando decides, a no esperar de nadie nada.

Por eso que entendí, que mejor no andes de puntillas, ni mires de reojo. Para qué andar con "mijinas", si puedes abarcarlo todo. Así que mira bien, fijamente, pero sobre todo, pisa fuerte. Que quien pisa con firmeza, se le ve venir de frente; deja huellas, y no te deja indiferente. Así que ahora quiero ir bien vestido, digamos que elegante. Pero también con bonita ropa, que le guste a quien tenga delante. Tengo prisa por saborear un nuevo café, y mientras espero, oler otro perfume. Y que cautive mi inconsciente; rezo para que en esa espera, sea el tuyo, y que el café estuviera muy caliente. 

Será que tengo prisa, por cumplir otros cuarenta, y que sean suficientes, para entender en un futuro, y por estar más que seguro, de vivir en el presente. De disfrutar de quien tienes a tu lado, visitando a quien está lejos, y mirar solo al pasado, no más tiempo que a un espejo. Como el consejo que me dieron, que advirtiendo del destino, lleva mucha certeza.... "Recorre a menudo la senda que lleva al huerto de tu amigo, no sea que la maleza, te impida ver el camino". Así que cuando llegues, dime algo que no sepa, que me agrade o no me guste, pero dime que te quedas; no te vayas ni me asustes.

Cicatrices no me faltan, y aunque pasaron muchos años, provocan que me cuide, con el daño que causaron, incluso estando en plenitud. Están ahí, y mirar su lado bueno, no hará que las olvides, pero es a veces por las grietas, como entra mejor luz. Es igual que quien teme a las sombras, que no observa lo más evidente, porque éstas no estarían, si no tuvieran una luz presente. 

No sé si pido mucho, pero ya no estoy para secretos. Aunque es cierto que hay algunos, que despiertan mis anhelos. El secreto del amor eterno, el de la paz, el de la conciencia..., podrían ser los mejores, tal vez. Pero quien no desearía descubrir, el secreto de la vejez. Pero antes los primeros, y aplicarlos a la vida. Y amar sin complicaciones, con la conciencia bien tranquila. Entonces tendrías una vida en paz, completa, dichosa y precisa. Dime ahora, si tú no tendrías la misma prisa. Pero sí, querría descubrir el de la vejez, es el mejor, no me equivoco. No sé si pido mucho; igual es hasta poco.

Será que tengo prisa, y voy más rápido de la cuenta, pero pensándolo muy despacio, y si tengo que desear algo, quisiera morirme de risa, cuando tenga más de ochenta. Y dejar pasar más trenes, no es nada temerario, si es un velero de colores, lo que esperas a diario. Pero cuando llegue, rema conmigo. Y rema con ahínco, porque yo tendré cuarenta, pero tú ya no tienes veinticinco.

Tengo prisa, mucha prisa, por eso que voy tan despacio, sobre todo ahora, que he hallado mi gran fortuna. Ahora que he aprendido, que tenemos dos vidas, y la segunda comienza, cuándo descubres que solo tienes una....



Pintura de María Amores. Fuente de Cantos, 7 de octubre de 2016.