La bruja Brígida miraba su escoba con fastidio. Una escoba modelo 1600, chirriante y sin etiqueta cero. Años atrás volaba libremente por cualquier ciudad, pero ahora, en cuanto se acercaba a una urbe, le caían multas del Ministerio de Movilidad Mágica.
—¡Esto es una injusticia! —refunfuñó, mientras pegaba con cinta una hoja que decía “Cero Emisiones”.
Intentó volar sobre la Gran Avenida de las Sombras, y en menos de un minuto, un hada de tránsito le cortó el paso.
—Señora, sin la etiqueta oficial, tendrá que aterrizar.
Brígida bufó, sacó su vieja bicicleta encantada del granero y partió, con sombrero, verruga y todo, pedaleando cuesta abajo.
Desde entonces, la conocen como “La Bruja Ecológica”… aunque en las noches de luna llena, extraña su vieja y contaminante libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario