viernes, 7 de marzo de 2025

Cuentos para dormir; La máscara de cristal

Peter era el único príncipe heredero del reino, pero siempre había tenido muchos complejos, y todos ellos hacían que sufriera una gran timidez. Su padre, el Rey, consciente de ello, trató de ayudarlo, así que organizó en el gran salón del castillo, una fiesta de carnaval, donde todos los invitados irían con sus mejores disfraces. Peter, como siempre, trataba de no llamar la atención, y se puso a ver el espectáculo de baile y fiesta desde una zona alejada, tal y como su padre esperaría que hiciera. 

De repente, una persona disfrazada y muy misteriosa, le susurró al oido y le dijo que se pusiera una máscara, que al contrario que las demás, era invisible, pero causaba el mismo efecto en quien la llevara puesta. Notó que algo le presionaba levemente los ojos, y una máscara invisible quedó colocada delante de sus ojos.

Decidió probar aquella máscara, y con el paso de los días, había aprendido a ocultar sus verdaderos sentimientos detrás de la máscara de cristal. No era un antifaz cualquiera; era tan transparente y brillante que nadie notaba que la llevaba puesta.

Peter había descubierto que, con la máscara, nunca tenía que mostrar tristeza, miedo o enojo. Cuando se sentía solo, su máscara sonreía por él. Cuando tenía miedo de fallar, su máscara mantenía un gesto sereno. Con el tiempo, comenzó a mostrarse descaradamente en público, asistiendo a todos los actos oficiales del reino, y los demás lo admiraban por su aparente perfección, pero ya nadie recordaba al verdadero Peter.

Un día, el rey anunció un gran desafío: quien lograra cruzar el Bosque de los Espejos y llegar al otro lado con el corazón intacto, recibiría un regalo más valioso que todo el oro del mundo. La recompensa atrajo a valientes caballeros, sabios y aventureros. Peter, aunque dudaba, decidió intentarlo con el consentimiento del Rey, su padre.

El Bosque de los Espejos no era un bosque común. Estaba lleno de espejos que reflejaban no solo la imagen de quien los miraba, sino también su verdad más profunda. A medida que Peter avanzaba, vio su reflejo en ellos: al principio, su máscara brillaba como siempre, pero luego, poco a poco, comenzaron a aparecer grietas.

Los espejos le mostraban sus miedos, su soledad, sus deseos ocultos. Por primera vez, Peter vio al niño triste detrás de la máscara. Trató de apartar la mirada, pero los espejos estaban por todas partes.

—No quiero ver esto — gritó espantado.

Entonces, un espejo frente a él se quebró por completo, y con él, la máscara de cristal se desmoronó en mil pedazos. Peter cayó de rodillas, sintiéndose desnudo, vulnerable. Pero, al levantarse, notó algo extraño: el aire era más ligero, su rostro se sentía libre. Se miró en otro espejo y, por primera vez, vio su verdadero reflejo. No era perfecto, pero era real.

Cuando finalmente salió del bosque, el rey lo esperaba con una sonrisa.

"Has pasado la prueba" —dijo—. "El regalo que prometí no es oro ni joyas, sino el conocimiento de que la verdad es el mayor tesoro. Ahora eres libre de ser quien realmente eres".

Desde ese día, Peter vivió sin la máscara. Al principio, fue difícil, pues había pasado tanto tiempo oculto que le costaba mostrarse vulnerable. Pero con el tiempo, descubrió que ser él mismo lo hacía más fuerte que cualquier ilusión de perfección.

Y así, aprendió que la belleza de una persona no está en la máscara que lleva, sino en la luz que deja brillar desde su interior.


Marbella, 7 de marzo de 2025. Imagen extraía de un tebeo de carnaval.