viernes, 14 de marzo de 2025

Microrrelato; Lloviendo sobre mojado

Al principio, la lluvia fue bienvenida. "Qué bien, refrescará el ambiente", decían los ingenuos del pueblo. Pero nadie, absolutamente nadie, podía prever lo que vendría después. El primer día fue agradable. El segundo, tolerable. Para el quinto, ya comenzaban las primeras señales de desesperación: paraguas rotos, charcos estratégicamente ubicados para atacar con furia los zapatos de los desprevenidos, y un silencio incómodo entre vecinos que ya no sabían de qué hablar salvo del maldito aguacero.

Las casas comenzaron a mutar. Lo que alguna vez fueron cómodos hogares con alfombras y muebles de madera, se convirtieron en pequeños arcas improvisadas. Sofás flotaban con la dignidad de barcos a la deriva y algunos aseguraban haber visto peces nadando en los pasillos de sus casas.

Los niños aprendieron a nadar antes de decir su primera palabra. Las abuelas, hartas de la humedad en sus huesos, tejieron bufandas tan largas que servían como sogas para rescatar a quienes la corriente arrastraba. Los gatos, esos reyes del descanso, abandonaron sus hogares para buscar refugio en techos que ya eran propiedad exclusiva de las gaviotas migratorias, que confundieron el pueblo con una extensión del mar.

El panadero del barrio, que solía levantarse al alba con su típico humor amable, comenzó a vender pan flotante. "Garantizado que dura seco al menos tres minutos", prometía con lágrimas en los ojos. La tienda de impermeables subió los precios hasta niveles escandalosos. "Es el nuevo oro", murmuraban los desesperados clientes

La radio local dejó de hablar del clima porque ya no tenía sentido. "Hoy lloverá", era una frase redundante. En su lugar, comenzaron a transmitir consejos para sobrevivir a la humedad extrema. "¿Cómo encender fuego en un mundo sin sequedad?", "Cómo aceptar que el sol fue un mito urbano", y "¿Realmente necesitamos zapatos si ahora vivimos como anfibios?" fueron algunos de los programas más populares.

Pasaron los meses y los habitantes comenzaron a olvidar cómo era el cielo sin nubes. Algunos aseguraban haber visto el sol una vez en su vida, pero nadie les creía. "Eso fue un sueño", les decían, con la resignación de quien ha aceptado su destino de criatura semiacuática. 

Hasta que un día… dejó de llover. Por primera vez en meses, el sol apareció. El pueblo salió a mirar, con los ojos entrecerrados y la piel pálida como vampiros. Todo estaba en silencio… hasta que alguien susurró, con terror:

"Hace… calor".

Y sin decir más, todos corrieron desesperados pues sabían, que en poco tiempo, echarían de menos la lluvia.


Marbella, 14 de marzo de 2025. Imagen libre en la red.



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