viernes, 23 de julio de 2021

Microrrelato; el tiempo perdido

¡Lo tenía! Al fin lo había conseguido. Había inventado un artefacto capaz de atrapar el tiempo perdido. Esos espacios y pausas que aportan bien poco a nuestra vida. 

Esas miradas perdidas en el asiento del autobús, los intervalos de desasosiego entre dos amantes, los silencios en un lugar de culto, o esos minutos de espera en la antesala del dentista.

El poderoso aparato congelaba esos momentos que desperdiciamos de forma inconsciente y los introducía en el interior de aquel sofisticado artefacto, haciendo que desaparecieran de nuestra vida para siempre. En teoría, dispondríamos de más tiempo para las cosas importantes.

Iría por ahí capturando "tiempos perdidos"; un cabeceo en el metro, una frustrada siesta, pensamientos innecesarios, momentos en babia o miradas perdidas. 

Recorrió las calles y plazas con su rastreador y fue coleccionando miles de esos momentos, para así almacenarlos en pequeños frascos. Luego, solo quedaba comercializarlos y ofrecerlos a sus legítimos propietarios.

Poco después, tras cientos de intentos fallidos por vender su portentosa tecnología, solo pudo llegar a la conclusión, que las personas amaban su tiempo perdido, porque esos momentos, hacían diferente sus vidas...


Cabeza la Vaca, 23 de julio de 2021. Imagen libre en la red


     

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