viernes, 13 de agosto de 2021

Microrrelato; El viejo llorón

¡Qué difícil es mantenerme viejo y aseado!. Hoy, tengo mis orejas más colgadas, y los pelos de la nariz han crecido. He conseguido un espejo con aumento y una pinza con la que pienso auxiliarme. Pero es que no veo absolutamente nada, pues mi vista no es lo que era.

"La vejez no viene sola", solía decir mi abuela, y tenía razón. 

Al afrontar el paso de los años siempre encontramos la carga de los prejuicios, hasta los propios por uno mismo. El paso del tiempo, incluso en lo más cotidiano, es triste, parece un canto a la soledad que desgraciadamente vivimos los octogenarios.

Me supone un gran esfuerzo, a mi edad, mantenerme decente y aseado ante la sociedad. Parece que fue ayer cuando mi amante me decía, acuéstate, que yo te depilaré. Uno tras otro, iban saliendo con su manejo de las pinzas en sus delicadas manos, y cada vez que gritaba, ella corría sus dedos por mi mejilla y frotaba su nariz con la mía.

¡Eso fue hace mucho! Ahora, cuando yo lo intento, grito, tiento mi piel y una lágrima rueda por mi arrugado rostro. Soy un viejo llorón, y lo malo es que no sé si por dolor del pelo, o por el recuerdo de mi amante...


Cabeza la Vaca, 13 de agosto de 2021. Imagen libre en la red.

  


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