viernes, 3 de junio de 2022

Un monstruo viene a verme

Podría decirse que los monstruos entran por el armario, pero éste entra por la puerta de la habitación como si tal cosa. Al igual que dicen que se esconden bajo la cama, éste del que yo hablo entra en la mía y hasta me desplaza de mi sitio.

Aparece por las noches. Cuando todos duermen escucho el tambor de sus pasos. La madera cruje y altera mi corazón, al que trato de calmar diciéndole que es algo pasajero, que no haga ruido y trate de conciliar el sueño, pero no es posible transmitir esa calma.

Y es que llega hasta mi cama, levanta la sábana y, como perro hambriento huele el sudor de mi sufrimiento. Me giro despacio hacia el otro lado y noto como saca la lengua áspera y recorre toda mi espalda. Siento que han sido muchas veces las que esto ha ocurrido. 

Entonces yo trato de convencerme que todo es un sueño. Que ni sus afilados dientes ni sus garras son reales. Que su enorme peso encima mía no es más que una triste pesadilla, y que los monstruos no existen.

Pero es ahora en mis hombros donde siento sus poderosas manos, que me acongojan. Entonces sé que no es un sueño, porque aumenta sus jadeos y rasguños, sus mordidas que casi me hacen llorar y mojar las sábanas de pipí cual jovenzuelo cobarde y asustadizo. La noche se hace larga y ya sé que no conciliaré el sueño...

Poco antes que salga el sol, decido levantarme y noto el hueco profundo que ha dejado su peso sobre las sábanas de mi cama, y salgo por donde él entra cada para entorpecer mis horas de sueño. Ahora todo parece distinto, pero todo ha sido real y si no lo remedio, volverá a repetirse en otras noches venideras.

Así es volver a estudiar, volver a ir a un examen...como si la noche antes viniera a visitarte un monstruo que ya conociste en el pasado. 


Fuente de Cantos, 3 de junio de 2022. Imagen libre en la red.

 

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