Al volver a estudiar tras tantos años, me he dado cuenta con la frecuencia con que se olvidan las cosas y la fragilidad de la memoria.
De repente me entraron unas ansias desmesuradas de poseer una buena memoria; brillante como un escáner o fiel como una fotografía. Que sea capaz de tener todo almacenado y bien ordenadito, y cuando me haga falta, vaya a por ello.
Estudiando, sentía un estrés desproporcionado tratando de almacenar una palabra, y otra palabra, y muchas más palabras... Cada cual trataba de buscar su lugar en mi cabeza, pero a la mínima, se volatilizaban y habían desaparecido.
Esto ha llegado a reafirmarme para que confíe aún más en los hechos, que en las propias palabras...
Cabeza la Vaca, 24 de junio de 2022. Imagen libre en la red.
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