viernes, 14 de abril de 2023

El catecismo

Era un joven demasiado travieso. Traía a todos de cabeza y por la calle de la amargura. No había forma de educarlo en ninguno de los mejores valores y que se hiciera un hombre respetable. Según decían, necesitaba, en primer lugar, ser adoctrinado en la fe católica. Le dijo a su madre que solo sería catequizado por una Santa.

"No aceptaré ser instruido en la fe, si no es por una Santa", señaló rotundo.

Su madre, partió presta a buscar a alguien así, sabedora de la dificultad de encontrarla, máxime en la sociedad que vivimos. La buscó por todos los confines de la tierra, por desiertos y montañas, y creyó encontrarla. Era una Santa, traía una aureola que resplandecía sobre su cabeza.

"Acepto", concluyó el adolescente.

Entraron al cuarto. Ella se quitó la aureola, y rezaron en la cama como manda su doctrina. Del dormitorio, escapaba todo tipo de ruidos, bulla, golpes de lucha y jadeos.

-- ¡Quítele los demonios! --, se escuchaba decir a su madre, atormentada, desde fuera del cuarto.

Aquello prosiguió durante toda la tarde, incluso no se sabe bien quién de los dos pidió a la madre una botella de agua y algo para comer. 

Antes del anochecer, salieron al fin del cuarto. La Santa le dio al chico un beso en la frente, al tiempo que rezaba incoherencias. Incluso parecía haberse olvidado la aureola dentro del cuarto.

-- ¿Cómo ha ido? --, preguntó la madre.

"Retazos del demonio", contestó la Santa. "Seguro que necesitará de más ejercicios para sacar esos miserables diablos. Pero, solo una pregunta... ¿es seguro que soy la primera y única Santa que ha venido a exorcizar a su hijo a casa?


Marbella, 14 de abril de 2023. Imagen libre en la red.


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