viernes, 11 de septiembre de 2020

Cuentos absurdos; el niño cantor

Aquel niño lo hacía absolutamente todo cantando. De sobra era conocido en el pueblo porque no había lugar al que acudiera y que no lo hiciera cantando. Cuando iba a hacer la compra, la lista de las verduras, las frutas, las carnes y todo lo demás, lo pedía al tendero a modo de canción, con un sonido espectacular y haciendo incluso rimas de unas frases con otras. 

Lo mismo ocurría cuando iba a la farmacia, que cantaba las recetas, cuando iba a la consulta del médico, que le cantaba lo que le ocurría o el dolor que sentía, o cada día en la escuela, que le cantaba, y además casi de manera celestial, la lección a los profesores que lo hacían subir al estrado, o mismamente cuando se cruzaba con alguien por la calle;

"Buenos días Don Pepito, 

buenos días Don José, 

parecé que se ha nublado, 

parecé que va a llover"

Su voz, realmente era asombrosa, se manejaba perfectamente en cualquier tono, además de que podía adaptarse a cualquier circunstancia de improvisación. Obviamente era la gran estrella del coro de la iglesia. El único problema, y era algo que nadie entendía, es que el niño cantor, olía francamente mal. Su aseo dejaba mucho que desear, como si no se duchara demasiado. Así que un día, la maestra del coro, decidió llevarlo a su despacho y preguntarle de la forma má correcta posible;

-- Niño cantor, quizás lo que voy a preguntarte es algo delicado y ha pasado por alto por ti y tu familia, pero, ¿no crees que deberías ducharte mucho más a menudo? --

El niño cantor quedó paralizado, posiblemente no se esperaba esa pregunta, pero en cambio, sí que tenía una respuesta...

"Es que, al contrario de lo que le ocurre al resto de la gente, yo en la ducha, canto muy muy mal...Chim Pum" 


Cabeza la Vaca, 11 de septiembre de 2020. Imagen libre en la red.




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