viernes, 12 de febrero de 2021

Las huellas del viaje

Un sol de justicia caldeaba mis pensamientos, a la par que fatigaba cada vez más mis lentas pisadas. Había caminado durante horas y cada vez arrastraba más mis acometidas. Era la hora límite en que debía enjuagar mi garganta con agua fresca.

¡Ya falta poco!, me decían las gentes que se cruzaban conmigo. 

¡¿Poco para qué?! Le dije extrañado a los últimos. 

¡Ya lo descubrirás...ya!. Seguían dejándome con la intriga.

En mi nublada vista por el cansancio, fueron apareciendo los primeros vestigios de vida; el viejo castillo sobre el cerro, las primeras casas de color barro dando la bienvenida en la entrada del pueblo, y lo que parecía un señor sentado en la esquina de la primera casa.

Me imaginaba, mientras subía la pequeña cuesta, un buen trago de agua recién sacada de un pozo, refrescante y transparente.

¿Me daría usted agua, buen hombre?

"Agua no tengo..., pero hago el mejor anís del mundo"

¿Eso no es muy fuerte, amigo?

"Depende de para quién..."

Por supuesto, acepté. Entró dentro de la casucha de barro, y trajo el licor en una lata vieja. Lo observé con desconfianza, pues era viscoso y amarillento, y no quise olerlo. Pero no puse pegas...un primer sorbo (sabía a regaliz), luego otro, y un tercero que supuso que el líquido entrara por completo a través de mi garganta hasta mi estómago vacío.

"¿Te has emocionado"?, preguntó sonriendo el maldito viejo, al verme derramar lagrimones por la potencia de aquel anís.

Inspiré, me relajé y dejé que el licor enredara por mis entrañas. Era fuerte, muy fuerte, y dejaba un cálido y dulce ambiente en mi ser.

Al poco tiempo, algo ocurría, y ya no me lo tomé a mal. Me sentía diferente; una ola de fuego se desparramó por todo el cuerpo dando ligereza y alivio a mis pies cansados. Vinieron a mí, bonitos recuerdos, paisajes, rincones maravillosos, momentos vividos fascinantes, conversaciones fabulosas... Tenía unas infinitas ganas de proseguir el viaje, de encontrar a más gente en mi camino, de sorprenderme nuevamente con la amabilidad de los lugareños.

Pero...¿Qué clase de licor es éste, amigo? Le pregunté entusiasmado.

"Esa sensación que ahora tienes, joven caminante, no la provoca el anís. Eso, lo hace el viajar. Hay quien calma su sed así".

Ahora sé por qué algunos viajeros, van por los caminos sin mirar la distancia, y sin embargo, nunca se sientes cansados...


Fuente de Cantos, 12 de febrero de 2021. Imagen de Jesús Apa (Arroyomolinos de León)


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