viernes, 5 de marzo de 2021

Al óleo

Con maestría mojaba el pincel en su paleta de colores e iba observando su obra. Al óleo, trazó un puente de varios ojos, abajo colocó un río entre el paisaje agreste, que daba luminosidad a la escena. Mientras contemplaba el cuadro una y otra vez, más le gustaba. Los detalles iban marcando la armonía entre las formas y los colores.

De repente, observó, sin saber de dónde venía, que un personaje apareció en el puente, miró al pintor y se alejó al interior del frondoso bosque del fondo que acababa de dibujar.

El pintor, no dudó en ir tras él; de una pincelada marcó un camino que conducía por el mismo trayecto desde el exterior del lienzo al puente, y ya de ahí, hacia la densa arboleda en cuestión. Entró al interior del cuadro sin pensarlo.

El personaje se escondió en lo tupido del bosque. El pintor, hizo una pausa justo en la mitad del puente, dudando entre seguir al personaje o salir de la pintura.

De pronto, escuchó un ruido a sus espaldas. Miró en dirección al estudio y vio un artista entrar en la habitación; ambos intercambiaron miradas, como de desconfianza. Entonces, decidió retroceder y salir del cuadro, pero el artista se adelantó y tomó uno de los pinceles de la paleta.

El pintor quedó parado, ahí, en la mitad del puente, esperando la acción del artista, que seguía observando la escena y analizando todos aquellos paisajes. Éste, finalmente, obnubilado de tanta belleza, tomó el pincel, la paleta de pinturas con todos sus colores, y entró dentro... Igual desde ahí, ambos, pintor y artista, conseguían mejorar la triste realidad.


Cabeza la Vaca, 5 de marzo de 2021. Cuadro original de Leda Rocha.

   

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