viernes, 19 de noviembre de 2021

Clase de lectura

Alfredo es muy curioso; extremadamente curioso diría yo. En las mañanas, él me espera en la puerta del dormitorio, como pidiendo comida, pero realmente está ansioso por saber cómo será mi día, qué ropa voy a ponerme o si voy a volver muy tarde del trabajo.

Tenemos cierta habilidad para comunicarnos, principalmente porque le hablo, y parece que me entiende. Así ha ocurrido con varias situaciones que se han presentado;

"Alfredo, no me pises el suelo que acabo de fregar", y de un brinco se sube al mueble.

"Alfredo, cariño, no corras tras esa gatita, que te recuerdo que eres castrado", y se marcha dejándola a medias... Y así con todo, es como si me entendiera.

¡Pero también es demasiado travieso, y a veces no puedo con él! Me despierta con la patita cuando estoy en la siesta, ronronea bien fuerte cuando necesito silencio, o simplemente, viene a pedirme atención mientras necesito tranquilidad. Ya le he dicho, que solo le aguantaré una vida, no siete. ¡Quizás por eso la quiere aprovechar todo lo que pueda conmigo!

El caso es que el otro día, mientras leía, se puso a mi lado como para intentar comprender. Miraba el libro, luego me miraba a mí, e hizo aspavientos como buscando que le explicara en qué consiste eso de la escritura. Tuve que buscar un texto antiguo, por ahí, no sé si de José Luis Borges, para explicárselo a mi manera, o mejor dicho, a la nuestra. Y le dije algo así;

"Mira Alfredo, para que entiendas... Si no te portas bien, te pondré entre paréntesis para que no te escapes. Además, te pondré entre signos de interrogación para ver si resuelves tus problemas de identidad. Ahora que lo pienso mejor, te pondré en un Anexo para matar tu orgullo o te pondré en una nota a pie de página, para ningunearte. Te pondré una tilde arriba para que sientas el peso del castigo. Y si sigues portándote mal, te pondré una tachadura arriba para anularte, un borrón, un garabato...

No es broma, que me miraba fijamente, otra vez de nuevo al libro, y parecía entender. Con otro gesto, me invitó a continuar...

¿Ves? Ya no existes, te he borrado con la goma de borrar, he rascado la superficie del papel con la uña, y ya no estás. Quizás no sea necesario llegar tan lejos, pero sí te pondré un asterisco para explicar, en una nota marginal, quién realmente eres. O peor aún, te pondré en un punto y final, para no verte más, por ser tan travieso. Sin comas, para que no puedas respirar.

Se me quedó mirando, con una cara de tristeza como nunca jamás le había visto, y como queriendo decir; "Si yo solo tenía curiosidad por aprender sobre la magia de la escritura, por si algún día puedo escribir lo que siento por ti"

Ante tanta dulzura, pues me vine abajo...

¡Te pondré entre signos de admiración, porque te amo!


Cabeza la Vaca, 19 de noviembre de 2021. Alfredo y Telma. Fotografía de Jesús Apa.


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