Cada vez que hago una mudanza, me doy cuenta de la cantidad de cosas materiales e innecesarias que vamos acopiando con el paso del tiempo. Y resulta que, a veces no te das cuenta de ello si no haces precisamente una ordenación de tus cosas.
Siempre he admirado aquellas personas que dicen, y con conocimiento de causa, que la "mochila" que llevamos a cuesta, debe ir cargada de experiencia y con muy pocas cosas materiales. Y es verdad, pues a mayor carga en la mochila, mayores responsabilidades. Bueno, mejor corrijo; "mayores preocupaciones".
Y es difícil llevar a cabo esa premisa, pero con el paso del tiempo, es absolutamente necesario ocuparte solo de las cosas importantes e ir dejando a un lado lo material, aquello que solo genera preocupación por mantenerlo en buen estado, porque no te lo roben o por el hecho de que tenga que pertenecerte por el valor económico que te supuso en el pasado.
Por eso quiero volver a leer esa historia que dice que;
-- En el siglo pasado, un turista americano visitó al famoso rabino Chofetz Chaim...
Y se quedó asombrado al ver que la morada del rabino consistía, sencillamente, en una habitación atestada de libros. El único mobiliario lo constituían una cama, una mesa y una banqueta.
- "Rabino, ¿dónde están sus muebles?", preguntó el turista.
- "¿Dónde están los suyos?", replicó el rabino.
- "¿Los míos?", respondió, sorprendido... "pero si yo sólo soy un visitante... estoy aquí de paso", dijo el americano.
- "Yo también", dijo el rabino.--
No hay comentarios:
Publicar un comentario