viernes, 4 de agosto de 2023

Cada quién, con su fe

Es curioso que ahora, no quiero que pase el tiempo tan deprisa, que es cómo nos tiene acostumbrado a hacerlo. La vida no se mueve, pero sigue. Y ahora es cuando te das cuenta que el tiempo es oro, porque de repente, aparecen prioridades en tu vida, que de manera incuestionable centran toda tu atención. Depositas en ello todo tu amor, toda tu confianza, incluso, toda tu fe, si es que te queda algo de ella. 

Con eso reflexionaba estos días, máxime cuando Helena me dijo que quería bautizar a Catarina en el mar, tener un momento a solas con ella, y también supongo que igual necesitaba compartir sus propias confidencias. Obviamente, a mí me pareció bien, sobre todo, porque mi mujer es una enamorada del mar. Necesita ese contacto y por eso es una de las razones por las que quiere vivir cerca de él.

Yo la acompañé pero quería respetar el momento de ambas, aunque en la distancia, iba observando el ritual de madre e hija. Un paseo por la orilla, miradas entre ellas, observar el horizonte..., y al poco, Catarina en brazos de su madre, probó por primera vez en su piel el agua salada del Mediterráneo. Y fue un gesto sencillo, pero no por ello poco emocionante.

Tomé varias fotos sobre los distintos detalles de ese "bautizo particular", y Helena eligió una de las instantáneas donde ambas, en la orilla del mar, mojaban sus pies. Dicha fotografía la utilizó en alguna red social y haciendo referencia a ese "bautizo", tuvo diferentes comentarios de cariño, como no, pero el que más acertó por el sentido que tenía aquel momento, fue el de Otavio, padre de Helena, que escribió; "Cada quien, con su fe".

Y es justo así, que las personas depositamos nuestras creencias en algo, en alguien, sin importar si eso es lo normal para el resto de la gente. Y de esta forma he descubierto, que la fe tiene un poder sobre nosotros, que no podemos llegar a imaginar. Pero tampoco, una vez que llega, podemos llegar a cuestionar.

He pasado media vida en una rutina que pensaba era lo mejor de valga la redundancia, mi propia vida... No existía nada mejor que mi presente. ¡¡ Y cuán equivocado estaba!!. 

Al final, uno se encuentra fastidiado porque la tarde pasa sin pena ni gloria. Con risas monótonas, pero también con bostezos. Sintiendo que la vida avanza, aunque no se mueva. Y eso, por mucho que nos acostumbremos a ello, no es un buen tipo de vida, pues no hay nada con suficiente fuerza, por la que quieras vivir. 

Me sorprendió el gran detalle de Helena con su hija. Con nuestra hija. No sé si lo tenía pensado o programado desde hace tiempo, o fue algo instintivo y del momento, pero lo cierto y verdad, es que me llegó el mensaje de que tengo que vivir otra etapa, otros tiempos, pues llegarán distintos sentimientos muy desconocidos. Y así lo afronto, pensando que ahora tengo lo mejor que me ha pasado en la vida, con otros horizontes, con una única y gran motivación. ¿Sabéis eso de que hay tantos profetas como creencias? 

Yo estoy seguro, que Catarina tendrá el poder de hacerme crecer, de levantarme cuando caiga, de curar todas y cada una de mis heridas. De calmar mi ansiedad, de sacar a relucir mi sonrisa, de desplegar mis alas. ¡Hasta podría hacer abrir las profundas aguas del mar!. 

Ya hay algo, alguien muy poderoso en lo cual creer. Y también hará lo mismo con su madre, o más bien, ya lo está haciendo. 

Pero en mi caso, ella es mi profeta. Y así la veía sumergiendo sus piernitas en las aguas del mar. "Ahí está mi Dios, mi Moisés, mi razón de vivir...", hablaba para mí.

Pero ya no me da miedo decirlo, anunciar que vuelvo a creer, porque lo hago, al fin, con alguien real. Y si existe alguna persona que lo ponga en duda, no habrá mejor contestación que la de mi querido suegro; "Cada quien, con su fe..."

PD: Si aún no tienes alguien o algo que ocupe toda tu fe, vas a tener que buscarlo...




Marbella, 4 de agosto de 2023. Fotografía de Jesús Apa.




  


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