viernes, 19 de enero de 2024

El baile de la lluvia

Minutos antes de que se abra la noche, algo extraordinario parece que va a ocurrir. Bajo el cielo, las nubes obesas avanzan lenta y pesadamente. El sol muerto aún destila. Tiembla, y se ha dejado en el aire una respiración comatosa. Es así; cuando algo excepcional va a ocurrir, da la sensación, precisamente, que es casi imposible que ocurra.

A los lados del río hay un mantel de piedras que se niegan a perder su destello. El perfil de los montes se oculta y es que el azul de la tierra se amontona sobre sus ramas. Los truenos iluminan los ocres del suelo. El río pasa cerca de mis ojos. Corre dando golpes y remolinos a un ritmo acompasado. Abajo, el chapoteo del agua, anima al canto de las ranas. La fuente abre su boca y parece derramar su vida. La noche entera es un silencio sordo. 

La oscuridad quejumbrosa descansa y solo aguarda ver la lluvia, que llega lenta y dichosa, empapando la espera de aquel que ya lo dio todo por perdido. Las gotas caen con sonidos hermosos, como si de un baile se tratara. Quienes llevaban tanto tiempo sin ver llover, sonríen dichosos. De hecho, y dado que yo soy uno de ellos, puedo asegurar que he visto el baile de la lluvia a la vez que cae en nuestros secos campos...  


Fuente de Cantos, 19 de enero de 2024. Fotografía de la Fuente La Malena, Tentudía. De Jesús Apa.


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