viernes, 20 de diciembre de 2024

Sobre los finales

En un rincón tranquilo de una pequeña ciudad inglesa, Diana observaba cómo las hojas de otoño caían lentamente desde su ventana en el hospicio. Había decidido que aquel sería el lugar donde enfrentaría el final, rodeada de serenidad. Mientras las enfermeras pasaban por su habitación con sonrisas gentiles, Diana dedicaba su tiempo a escribir cartas. Cartas para sus amigos, cartas para una amiga que vivía en la distancia, y una última carta para ella misma, donde dejaba constancia de que, incluso en la inminencia de la muerte, había encontrado la paz al saber que no estaba sola. "La vida no es solo lo que vivimos, sino lo que dejamos en los corazones de los demás", escribió antes de apoyar la pluma por última vez.

En otro lugar de cualquier otra ciudad, Sonia, una mujer de mediana edad, viajaba en una ambulancia con un equipo médico que trataba de mantenerla estable. Había perdido la batalla contra un cáncer agresivo, pero no su sentido de propósito. Mientras la ambulancia atravesaba las calles, se inclinó hacia su teléfono y decidió gastar un tiempo valioso con el mismo que nunca lo había considerado como tal; comprar por Amazon. Perplejos, pero conmovidos, sabiendo los presentes qué estaba haciendo, guardaron silencio dentro del vehículo. Desde la camilla, con apenas fuerzas, Sonia eligió cuidadosamente regalos: una bufanda para su esposo, un pequeño juguete para su sobrino, y una libreta para su mejor amigo, que siempre hablaba de escribir un libro. "No sé si llegaré a verlos abrirlos", dijo con una sonrisa débil, "pero quiero que sepan que pensé en ellos hasta el final".

Mientras tanto, en un pequeño pueblo de Brasil, João, de 93 años, ataba con cuidado sus desgastadas zapatillas de correr. Todos los días al amanecer, salía a las calles, sus pasos marcando el ritmo de un corazón que, aunque viejo, aún latía con fuerza. Sus vecinos lo observaban con admiración y desconcierto. "¿Por qué sigues corriendo, João, si sabes que te queda poco tiempo?", le preguntó un joven una mañana. João, con los ojos brillando de alegría, respondió: 

"No corro porque quiera vivir más; corro porque mientras mis pies toquen el suelo, estoy vivo. Y vivir es todo lo que importa". 

Tres vidas, tres despedidas. Diana encontró en las cartas una manera de perpetuar su memoria, Sonia dejó un legado de amor en forma de regalos, y João transformó sus últimos días en un tributo al presente. Sus caminos nunca se cruzaron, pero compartían algo esencial: cada uno eligió cómo enfrentaría el final. 

El viento tropical soplaba fuerte esa noche, como si las almas de Diana, Sonia y João se hubieran unido en un solo susurro, recordando al mundo que, aunque el final es inevitable, la forma de vivirlo es lo que nos define.


Florianópolis, Brasil, 20 de diciembre de 2024. Fotografía de Jesús Apa.



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