viernes, 30 de mayo de 2025

De negro

Compré un vestido negro. Discreto pero elegante. Mesurado pero a la vez atrevido. Por fin lo lucí, con un maquillaje sobrio.

Nunca he sido de este tipo de vestidos, pues siempre he ido más a colores vivos y llenos de fiesta, pero el momento lo pedía.

Mi esposo y yo, en este último “ahora”, solo coincidíamos en nuestra capacidad innata de ocultar las emociones. Él deseaba mi muerte y yo la suya. No había dinero, ni amor ni tan siquiera cariño de por medio, solo odio. Un odio profundo.

Y es cierto, lucí el vestido con glamur en el velatorio. Mis familiares exclamaban: 

"¡Qué hermosa se ve! Hasta parece que está dormida!".


Marbella, 30 de mayo de 2025. Imagen libre en la red.


viernes, 23 de mayo de 2025

En tus quehaceres

Aún escucho tu voz cotidiana platicando con el viento. Con el rabillo del ojo te observo con tus quehaceres: miras a través de la ventana y mueves la cabeza, seguro viste los fantasmas que van y vienen. Atizas el fogón de tu cocina de juguete; las chispas digitales brincan como grillos espantados. 

Pruebas de la cazuela, y le das el visto bueno a los huevos revueltos imaginándotelos con ajo, cilantro y ají. Afuera está la tina con agua que recién llené. Es agua de pozo, fresca y dulce.

Salgo al patio y quedo pendiente tuya. ¡Ah!, es la luna que acude a su cita de fotografía como una quinceañera que nunca cumple años!

Cuando se hace de noche y decides "fazer naninha", los fantasmas, el hambre y la luna se han ido, sólo son recuerdos de otro día maravilloso a tu lado, mientras en mi oído juegan tus suspiros entrecortados.


Marbella, 23 de mayo de 2025. Catarina


viernes, 16 de mayo de 2025

Microrrelato; el espejo del Rey

El rey Narciso mandó construir un espejo gigante en el salón del trono. Cada mañana, se miraba y exclamaba:

"¡Qué grande soy! ¡Qué majestuoso! ¡Qué divino!"

Hasta que un día el espejo le respondió:

Hasta que un día el espejo se resquebrajó, cayendo en mil pedazos. El rey, alarmado, preguntó al consejero:

"¿Qué ha pasado?"

—Su Majestad —respondió el consejero, agachando la cabeza—, parece que incluso el espejo se hartó de tanta grandeza.


Marbella, 16 de mayo de 2025. Imagen libre en la red.


viernes, 9 de mayo de 2025

Microrrelato; Habemus Papam

En la Plaza de San Pedro, el humo blanco se elevaba serpenteante hacia el cielo plomizo. La multitud contenía la respiración. "Habemus Papam", anunciaron los altavoces en latín solemne.

En el interior del cónclave, el recién elegido Papa Gregorio VII cerraba los ojos, sintiendo el peso de la tiara antes de que se posara sobre su cabeza. Todo lo que había sido, todo lo que había soñado, quedaba atrás. Pero el pasado, aunque se esconda tras los muros más altos, siempre encuentra un resquicio por donde filtrarse.

En los oscuros pasillos del Vaticano, se cruzó con Sor Beatriz. Ella mantenía la mirada baja, pero él alcanzó a ver el temblor de sus manos. La misma Sor Beatriz que solía compartir sus lecturas de teología, la misma con la que discutía sobre los misterios de la fe, la misma que lo había mirado con un brillo en los ojos que jamás podría olvidar.

Aquella tarde, cuando eran solo el cardenal Vittorio y la hermana Beatriz, ambos habían compartido más que palabras. Un roce fugaz de manos, un susurro a destiempo, un instante en el que el mundo dejó de ser santo y se convirtió en humano.

Ahora, con la sotana blanca ajustada a su cuerpo, sentía que el peso del pecado se ceñía como una segunda piel. Ella pasó de largo, y él musitó un "Ave María" casi inaudible, como quien reza por un alma perdida.

En la capilla, los cardenales lo esperaban para la primera bendición. Se arrodilló ante el crucifijo. Cerró los ojos, sintiendo el eco de aquel susurro prohibido:

"Dios nos perdone a ambos".

La multitud seguía vitoreando en la Plaza de San Pedro, pero en su pecho ardía un fuego que ni el frío mármol del Vaticano podía apagar...


Fuente de Cantos, 9 de mayo de 2025. Imagen del Papa León XIV.


viernes, 2 de mayo de 2025

Cuentos para dormir; el arco iris triste

Había una vez un arco iris que vivía en lo alto del cielo, entre nubes grises y gotas de lluvia. Aunque era hermoso, con colores que bailaban en el viento, se sentía triste. Siempre que aparecía, era porque llovía, y el sol apenas asomaba un instante antes de volver a esconderse.

"¿Por qué no puedo vivir bajo un cielo azul como los demás colores?", suspiraba.

Un día, una niña lo vio desde su ventana mientras llovía. Corrió afuera, se mojó los pies y levantó los brazos hacia él.

"¡Eres lo más bonito que he visto!", gritó.

El arco iris se sorprendió. Nadie le había dicho algo así antes. Desde ese día, empezó a prestar atención: a los niños que lo señalaban, a las fotos que le tomaban, a los silencios que provocaba en medio del mundo ruidoso.

Y entonces lo entendió: no era triste aparecer con la lluvia… porque él era la promesa de que el sol volvería.


Marbella, 2 de mayo de 2025. Imagen libre en la red.