viernes, 21 de noviembre de 2014

La caja

Visitar un país puede llevar implícito muchas cosas, y todas ellas se suelen valorar una vez has regresado. Al menos a mí me gusta hacer esa reflexión, sobre todo justo  en el viaje de vuelta. Dedico un tiempo a este ejercicio, a veces incluso en el mismo avión de regreso. Reviso las fotos, repaso los días, rememoro las conversaciones, los momentos...En todos, absolutamente en cada uno de ellos, he aprendido algo, y sobre todo, he tratado de llevar esas experiencias positivas a la práctica. Es algo que quiero seguir haciendo; aprender de otras culturas, otras gentes, otros sistemas, otra forma de pensar. Sencillamente, es algo asombroso. Viajas, disfrutas, y a la misma vez, y en cuestión de días, aprendes cosas que ni tan siquiera puedes encontrar en un libro, que ya es decir.

Hace varios años participé en un proyecto de educación con algunos países del norte de Europa. Cuando empecé a trabajar en este proyecto, y sobre el tema que íbamos a tratar, apareció el nombre de "Finlandia", y francamente tengo que decir, que me asustaba la idea de trabajar con los líderes en este sector. Representar a una zona rural, humilde, y a la cola del informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), suponía todo un reto. Aunque ciertamente aliviaba que ellos estarían dispuestos a ayudar, pues que países de este tipo quieran participar en proyectos como éste, quiere decir que algo también tendrán que aprender. Pero lejos de todo eso, y aunque aprendí muchísimas cosas de su sistema, busqué en los entresijos del día a día para absorber lo máximo posible de lo que pueden aportar como personas, más que las conclusiones que me diera ese proyecto.

La visita a Finlandia era la última de este proyecto, y a petición de ellos, la realizamos a primeros de Febrero, en pleno invierno, puesto que querían que nos integráramos en su día a día con la más estricta de las realidades. Cómo vivir a -30ºC suponía todo un reto, pero que convertía el viaje en algo aún más apasionante si cabe. Con lo cual, solamente tocaba disfrutar de la experiencia. Así fue como nos esperaba un país helado por el frío, pero despierto y vivo como pocos países he visto. Y primeramente mi atención la pondría en los jóvenes, dado que el proyecto trataba de eso. Un colectivo "mimado" por la sociedad, pero con la mejor de las intenciones. En el momento que inicias contacto con ellos, piensas en cómo han llegado a ser como son. Arrastran una disciplina que es cómplice de su conducta, de su formación y de su forma de vivir. Digamos que son la cantera y la herencia del país, y todo cuanto se mueve alrededor de ellos, es por algún motivo. Disciplina mezclada con educación y tradición, son los principales valores que adquieren.

Pero sin embargo no se olvidan de otro colectivo, tan importante como los jóvenes, como son las personas mayores, los ancianos. Y como si de un premio se tratara, llegar a la vejez supone recoger lo sembrado, comprobar el valor de las cosas bien hechas, querer seguir siendo fiel a una educación, un respeto, una forma de vivir. Solamente el hecho de ver que existen más instalaciones deportivas o de ocio que hospitales, invita a la reflexión. Y es muy sencillo, pues todo eso se apoya en la coherencia. Invertir en gimnasios, instalaciones deportivas, piscinas climatizadas, saunas, balnearios, salas de pilates, yoga, etc..supone proteger el bienestar social de las personas mayores, a modo preventivo, y con mejores perspectivas en cuidados de la salud que puedan hacerlo los hospitales. Y es asombroso saber que eso funciona, y sobre todo, cuando lo escuchas de boca de ellos y puedes comprobarlo in situ.

Pero hay algo que me quedó realmente sorprendido y que descubriría más tarde. El Estado no solamente vela por los jóvenes y premia a las personas mayores con todos esos recursos, sino que empieza a cuidar a los bebés cuando ni tan siquiera han nacido. Las mujeres embarazadas participan en un proceso de enseñanza maternal cuando apenas llevan unas semanas de gestación. Atenciones, cuidados, controles y meticulosos chequeos, forman parte de los nueves meses de espera. Es una preparación acorde con los valores que puedes ver una vez que visitas el país. Pero hay mucho más detrás de todas esas atenciones. Las intenciones son otras.

Tradicionalmente, y desde hace más de 70 años, cuando el índice de mortalidad entre los bebés era muy elevado, el Estado empezó a dar a todas las mujeres embarazadas unas cajas de cartón, con determinados objetos para el bebé, a cambio de que la mamá visitara a un médico y asistiera a una clínica pública antes de los cuatro meses, como contraprestación al llamado "paquete de maternidad". Un set básico para más o menos el primer año de vida de los bebés. Además, dicha caja de cartón, servía como la "primera cuna" del bebé. Como modo de protección, el bebé se sentía seguro entre esas paredes de cartón. Y todos estos "mimos" siguieron avanzando, con el paso de los años, en función de como marchaba la sociedad, hasta tal punto, que hoy en día sigue siendo un hermoso regalo esperado por todas las mamás, de las cuales, según dicen, son consideradas como las madres más felices del mundo.

Ropitas de varios tamaños y colores para las distintas épocas del año, pañales (de tela, para proteger el medio ambiente), talcos, chupetes, biberones (éstos últimos eliminados de la caja recientemente para fomentar la lactancia materna), forman parte de la maravillosa caja. Además incluyen una especie de espuma, la cual, se coloca en el fondo de la caja a modo de colchón. Todas estas cosas son elegidas por personas expertas, y consideradas como imprescindibles para cualquier bebé en sus primeros meses de vida. Incluso el paquete viene con una serie de folletos a modo de instrucciones para el uso de los determinados objetos, y a las tres semanas de dar a luz, funcionarios de los Servicios Sociales visitan el domicilio para comprobar que todo se usa de manera correcta. 

Pero el objetivo principal de esta idea, de este regalo, es aún más importante que el contenido del mismo, pues también te dan la opción de canjearlo por dinero, y que incluso, a veces siendo el coste del paquete inferior a lo que ofrecen, el valor es mucho mayor, y es por ellos que casi la totalidad de las familias adquieren la esperada caja. Así pues, la idea es que todos los bebés finlandeses, sean de la condición social que sean, tengan un comienzo de vida equitativo, igualitario. Es enseñar en valores en el más puro y estricto modo de igualdad. Todo aquel bebé que nazca bajo el cielo finlandés, empezará con las mismas condiciones. Es una forma hermosa de no hacer distinciones de ningún tipo.

Pero solamente este hecho no se cumplió el pasado año, en el 2013. Concretamente el 4 de Mayo. Y es que fue la fecha en la cual nació una niña distinta a todos los demás bebés, y que lejos de cualquier condición social, resultó ser la niña más bonita y maravillosa del mundo!!! Pero eso ya será parte de otra historia...






"La caja". Fotografía de la web de KELA, Institución de Seguridad Social Finlandesa.


Inda Paajanen. Agosto del 2014. Fotografía de Mikki Pajaanen.

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