viernes, 21 de agosto de 2015

La ladrona de corazones

Tu corazón está siempre expuesto. Es el que más sufre en tu busca por esa serenidad que da el amor. A veces se acompleja de tanto desaire, pero siempre anda dispuesto a nuevas aventuras. Es quien, en cada latido, te indica que estás vivo, y mientras eso ocurre, todo puede pasar. Además, siempre te es fiel, pues bien es sabido, que quien escucha su corazón, no necesita nada más para tomar sus decisiones, ya que es gran emanador de sentimientos. 

Así ha ocurrido y seguirá pasando a lo largo de tu vida. Te lo romperán, te lo remendarás, querrá esconderse, y en el momento que asome un poco, nuevamente estará dispuesto para ser entregado a quien lo merezca. Pero también en alguna ocasión, lo ofreces a quien no debieras, de ahí esos grandes accidentes a los cuales lo sometes. Porque a veces pasa, que pueden llegar a rompértelo en mil pedazos, y seguir amando con cada uno de esos trocitos. El corazón es así, que en ocasiones vive en un contrasentido. Ya sabes, que un lado dice "tic", y el otro "tac", en apenas un segundo. 

Pero cuando tu corazón le pertenece a la persona correcta, no hay mayor placer que ese. Se siente cuidado, respetado, valorado. Su tamaño puede aumentar hasta proporciones que no imaginas. De ahí que a veces quiere salirse por la boca, principalmente cuando estés frente a la persona a la cual se lo has entregado. Al fin y al cabo, se trata de un préstamo, y en el cual, lo más justo, es que sea en contraprestación del corazón de la otra persona. Así, todos contentos. Podríamos estar hablando de un buen trato. 

Hace escasos dos meses, mi corazón andaba en calma. Con una paz anhelada y deseada. Habíamos llegado él y yo al acuerdo de no someterlo a tensiones ni a ningún tipo de estrés emocional. "Tú ahí y yo aquí, y limítate a hacer tus funciones propias de bombear y trasmitir sangre a mis venas, no más". Así que nos fuimos a Finlandia, por sorpresa, y de esta manera tantear los corazones de la gente que allí tengo y quiero. Y como en toda sorpresa, los latidos se multiplican, tanto para el que la da, como para el que la recibe. "Anda tranquilo, - le dije yo al mío-, apenas si será una semana, y en la cual solo recibirás amor y buenas vibraciones". "¡Pues tengo una corazonada!!", me dijo, como habitualmente hace cuando se le pasa algo por "la cabeza". "Déjate de juegos y aventuras, que no andas para batallitas de ningún tipo". le recriminé. Con esas mismas, marchamos rumbo al país nórdico. 

Mi reencuentro con Zê, única conocedora de mi visita por sorpresa a Finlandia, fue dulce y tierno. Anhelaba volver a ver a una persona querida y a la cual me unen grandes confidencias y consejos. No podría hablar del corazón de ella, pues jamás conseguiría los calificativos correctos y adecuados, ya que sinceramente he de decir, que nunca encontré nadie con semejante derroche de amor en su interior. ¡¡Y ese gran placer de estar de nuevo con una increíble amiga!!. Tras una hora charlando en coche desde mi recogida y planificar la sorpresa, llegaba el turno de Mikki, al cual Zê llamó para que acudiera en su ayuda y que le diera el visto bueno sobre un mosaico que estaba diseñando para el jardín. Yo lo esperaba en la cocina, de pie, con la impaciencia de quien no ve a alguien querido de hace dos años. Mi corazón se puso un poco revuelto, pero intuyo que el de Mikki paró de latir por un momento cuando me encontró allí quieto, y deseando a que me diera el abrazo esperado. Tras un primer instante hierático, lo hizo al poco rato, y fue cuando vi que llevaba el corazón en uno de sus puños. El mío en cambio latía con fuerza. Nos abrazamos, y fue entonces cuando cada uno se recompuso ocupando su lugar. 

Rápidamente y sin perder tiempo, Mikki quiso que fuéramos al encuentro de Suvi, su actual pareja. Con una ocurrente e inverosímil historia, entró en la casa de ésta para indicarle que un amigo de la infancia andaba por el pueblo buscándola para saludarla, y que justo estaba en la puerta esperando a verla. La cara de Suvi al verme hablaba por si sola. Precisamente es con las sorpresas, como cuando sacas la realidad de los sentimientos de las personas. Y en este caso, exaltaba de alegría por ver al padrino de su hija frente a la puerta de casa y de manera inesperada. Y ella, de gran corazón, llenó con él todo el espacio del hall de entrada. 

Pero claro, quedaba la parte más complicada del día, que era el encuentro con la persona que faltaba por ver, la cual estaba al fondo del pasillo, perpleja pero a la vez serena, contemplando toda la escena. Me observaba fijamente con sus ojos azules, su cabellera rubia, y esa mirada tierna y dulce que siempre lleva consigo. Fue entonces cuando mi corazón llamó mi atención, y casi con un susurro, pero el cual escuché perfectamente, me dijo, "¡¡¡creo que estamos perdidos"!!!.

Pero Inda, con poco más de dos añitos, y a pesar de que tampoco me esperaba, parecía la menos sorprendida, pues al poco rato "me avasallaba" con su amor. Culpa en parte, por las veces que sus padres y madrina le hablan de mi. Eso ayudó a que desde el primer momento, contribuyera a que pudiera pasar una semana maravillosa disfrutando de la pasión y el gran amor que pueden llegar a despertar los niños desde tu más profundo interior. Y cuando eso ocurre, te entregas, y nuevamente tu corazón acaba comprometido y expuesto.  

Es entonces cuando "renegocias" con él, sobre ese pacto unilateral de andar en paz y calma, y no meterte en líos. Porque realmente sabes que poco puedes hacer para resistirte, y más aún viendo el comportamiento del resto de corazones de las personas allí presentes, que literalmente estaban a merced de esa niña. Así que después de valorar los efectos secundarios que produciría mi despedida en los días posteriores, mi corazón y yo decidimos entregarnos, sin oposición ni resistencia. Era como tirarte al vacío sabiendo que estabas bien sujeto. Sin vértigos ni desvanecimientos.  

Y es que dicen, que aquellas personas que desean hijos, y por alguna circunstancia no los tienen o están pendientes de tenerlos, quedan con un pequeño vacío en su interior. En mi caso, puedo decir que tengo claro a qué se debe ese vacío; esa niña, Inda, al igual que les ocurrió a todos los demás, me robó el corazón. De momento, le pertenece a ella. Bendita "ladrona de corazones...."























Zê e Inda.








Suvi.




Finlandia, julio de 2015.




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