viernes, 7 de agosto de 2015

El viejo puente

Están por todos los lugares del mundo, y normalmente con la misma misión; unir dos puntos separados entre sí. Pertenecen a la historia de la ingeniería estructural, y además de cumplir con su función, también embellecen de forma significativa la ciudad o el río que atraviesan. Los podemos encontrar de cualquier época, pues su construcción suele ser duradera. Aunque también ha ocurrido, que algunos con gran valor arquitectónico o incluso sentimental, se han derrumbado con el paso de los años. Pero a lo largo de la historia, ha habido puentes que han tenido más fama que otros, principalmente por el significado que ha querido darle el ser humano, o bien por otras particularidades que lo han distinguido de alguna manera sobre el resto.

Podría servir de ejemplo el "Puente de los suspiros", de Venecia, que aunque a veces se le ha atribuido este nombre en referencia a que al pasar los enamorados bajo él, dejan fluir su amor, poco tiene que ver con la realidad de este apelativo. Y es que este famoso puente, era el lugar por donde pasaban los prisioneros a los calabozos del palacio Ducal después de ser condenados, y del cual se decía, que al cruzar éstos por el mismo, suspiraban, pues intuían que sería la última vez que viesen la ciudad y respiraran al aire libre. También es archifamoso el Puente de las Artes (Pont des Arts) de París, más conocido por "el puente de los candados", donde los enamorados sellan su amor tirando la llave de los mismos al río Sena, previa grabación de sus iniciales en estos candados. Esos actos de amor pueden verse e otros puentes de diferentes partes del mundo, como el Ponte Vecchio de Florencia o el Ponte de l´Accademia, también de Venecia.

Pero curioso y atrevido me resultó el puente que conocí hace unos días en un pequeño pueblo de Lituania; "el puente a la isla del amor". Haciendo una visita con alguien del pueblo por los alrededores de este lugar, pasamos por un bosque frondoso, y del cual me dijo que era propicio para las visitas de los jóvenes enamorados de la zona. Aunque lo más significativo, era la formación de una pequeña isla en la mitad del río que atravesaba este bosque. Hacia allí, se dirigían los chicos que querían persuadir a las jóvenes de la localidad, llegando a esta pequeña isla en una barquita. Una vez en ese pequeño islote, si sus artes de persuasión no resultaban efectivas, las chicas se veían amenazadas de quedarse en tierra si no "correspondían" el amor que le ofrecían esos chicos. Dado que la controversia y las disputas solían producirse, a buen seguro que por alguna iniciativa popular de estas adolescentes, se construyó un puente desde la orilla hacia esta pequeña isla, de apenas unos 200 metros cuadrados.

Pero siendo consciente que hay leyendas que se crean para enfatizar o justificar alguna acción, siempre se da pie a la duda sobre historias de este tipo. Aunque he de decir, que a las pocas horas, compartiendo una comida con el amigo que hizo de guía, y estando en la mesa su mujer, ésta me preguntó qué lugares habíamos visitado en esa mañana. Y de entre todos ellos, evidentemente le dije, que su esposo me había llevado al bosque de pinos, y que me había contado en nuestra visita la historia del puente que se construyó hasta la "isla del amor", para evitar las situaciones un tanto incómodas por los adolescentes que hasta allí se dirigían en sus pequeñas barquitas. Su mujer, no solamente corroboró la veracidad de dicha historia, sino que además, a modo de reprimenda, dijo que su marido tenía la "lengua muy larga", ante las risas de éste mientras yo contaba mi visita al lugar, dando por hecho que fueron uno de los "enamorados" que visitaron esta isla en barco.

"Así que a modo de historia, podría ser aquella de una hermosa chica, que a menudo paseaba por los alrededores de su casa, en las afueras de un pueblo cualquiera, en una preciosa zona de algún país. El territorio que transitaba era realmente lindo, con flores y arboles de todo tipo, acompañado del sonido del río que atravesaba todo ese camino. Le encantaba dar largos paseos, que la hacían desconectar de su día a día, y en los cuales buscaba la satisfacción que aveces te proporciona la soledad. Fue en uno de estos paseos, que percibió la presencia de alguien caminando al otro lado del río. Dado que la zona de su orilla contenía gran vegetación, y éste no podría verla en ningún momento, ella aprovechó esta circunstancia para observarlo sin ser vista.

Este chico, también casi a diario, y al igual que la hermosa chica, daba largos paseos por la zona, siempre al otro lado del río. A la chica, le encantaba mirarlo, sobre todo cuando éste se detenía para observar la vista que el paisaje y el río le regalaban. Ella, desde la otra orilla, y sin que éste lo supiera, paseaba en el mismo trayecto que él. Recorría la misma distancia y en el mismo sentido que él hacía. Sus pasos casi iban al unísono, parando cuando él lo hacía, y girando cuando él decidía regresar. Entonces, observó que el río podía cruzarse a través de un viejo puente que atravesaba el mismo, pero era algo que ni tan siquiera se plantearía hacer, principalmente porque evitaría a toda costa ser descubierta por el chico, y además, por la poca seguridad que le inspiraba este viejo puente.

Iba pasando el tiempo, y muy a menudo seguía coincidiendo con el chico. Ya estuviera luciendo el sol o a la luz de la luna, bajo la lluvia o el frío, en la mañana o en la noche, sus paseos eran más apetecibles siempre que al otro lado del río, el chico "la acompañaba" de alguna manera. Su curiosidad empezaba a ir en aumento, desde saber cómo se llamaba, hasta intuir sobre cuál sería su forma de vida. Su discreción quería revelarse con el paso del tiempo, pero su miedo a cruzar el viejo puente, la hacían siempre retroceder. --- ¿Qué tengo que perder? ---, se preguntaba, pero siempre aparecía el mismo temor; ese vetusto puente de madera, que le proporcionaba tanta inseguridad. Al menos, eso es lo que ella pensaba.

Pero ya pasado un tiempo, un largo tiempo, ella empezó a sentir algo más que la mera curiosidad. Sin conocer realmente a este chico, su imaginación había actuado en buena consideración hacia él. Además, le resultaba cada vez más atractivo, apuesto y hermoso. Necesitaba a diario esos paseos, y el día o los días que no podía coincidir con él, su angustia iba en aumento. Entonces fue cuando se dio cuenta que empezaba a tener miedo, y que la probabilidad de "perderlo", era lo que le provocaba ese gran temor y ansiedad. Su prudencia y discreción perdían fuerza cada día que volvían a coincidir, y casi le restaba importancia que fuera descubierta por él desde la otra orilla del río, pues sus coincidencias eran cada vez menores y sus oportunidades iban decayendo. 

Fue entonces como su curiosidad, y sobre todo, sus ganas de conocerlo, aumentaban cada vez más, y era lo que le proporcionaba la intención cada vez mayor de cruzar ese maltrecho puente. En algunas ocasiones, probaba cruzarlo tratando de dar algunos pasos sobre él, pero su miedo la hacía retroceder, a pesar del riesgo que tenía a perder la oportunidad de conseguir a ese chico. No creía en sus posibilidades de vencer el miedo, y su frustración iba en aumento.

Tanto tiempo había pasado, y tan pocas veces coincidía ya con el chico, que la tristeza se apoderó de ella. Era conocedora del gran poder del miedo, y que solamente podría ser vencido con valentía, pero a pesar de eso, no entendía porqué nunca conseguía ese valor. Y es que el miedo, solo se quita pasándolo, y ella lo sabía, y se arrepentía cada vez más de no haber superado eso. Pero mira por donde, a veces las adversidades crean oportunidades, y ese año hubo una tremenda sequía que hizo que el río se secara. Sus paseos carecían del agradable sonido del discurrir del agua, pero tendría la posibilidad de cruzar el cauce seco del río a pie, sin necesidad de pasar a través del viejo puente, y esa opción la aventuraba a salir cada mañana a pasear buscando ansiosamente, que el chico, hiciera lo mismo en la otra orilla, y esta vez no perdería la ocasión de ir en su busca.

La suerte, hizo que en una hermosa mañana, ambos volvieran a coincidir. Ella, nerviosa y casi temblando, y una vez que estaba a la misma altura de él, empezó a bajar la pequeña pendiente que llevaba al lecho ya seco del río. Sus pasos seguían siendo indecisos y contrariados, además de lentos y torpes. Comenzó a adentrarse hacía el interior del cauce, donde en ese momento percibía claramente que era observada por el chico, que parado frente a ella era espectador de sus intenciones. Pero su miedo era tal, que quedó paralizada justo en medio de su trayecto, sin poder dar un paso más adelante. Tanto tiempo esperando una nueva oportunidad, y veía que se agotarían nuevamente sus posibilidades, e intuía que esta vez, sería para siempre. Levantó la vista, y por primera vez en todo ese tiempo, se cruzó con la mirada del chico, que la observaba en silencio y de manera respetuosa y conciliadora.

Fue entonces, cuando éste empezó a caminar hacia ella, para a los pocos pasos, llegar a su encuentro. La tomó dulcemente de la mano, sin decir palabra, y la ayudó a cruzar a su lado del río subiendo la pequeña pendiente que los llevarían a la otra orilla, que pisaría por primera vez. Ella, lo miró con gesto contrariado pero agradecida, para acto seguido, darse cuenta de todo cuánto estaba pasando, antes que el chico le dijera....

--- He sido consciente desde el primer momento de tu presencia al otro lado del río, aunque también he sido conocedor de tus miedos. En todos mis paseos trataba de llegar hasta el puente que podría unirnos, pero al ver que no lo cruzabas, es por lo que podría intuir que aún no estabas preparada. A pesar que tus miedos pudieran radicar en la seguridad de este viejo puente, yo sabía perfectamente que se trataba de otro tipo de miedos, pero los respetaba, y por eso era consciente que los primeros pasos, debían corresponderte a ti. Ha sido con tu intento de cruzar el seco cauce, cuando he intuido que podrías estar preparada, y es cuando he ido en tu ayuda para superar tus miedos, que nada tienen que ver con la seguridad del viejo puente. Éstos realmente, has querido superarlos por resistirte a perder las oportunidades que te pueda brindar la vida, y que muy a menudo desperdiciamos ---;

Ella, agradeció su gesto, pero sobre todo, su paciencia y respeto. Y aún agarrados de la mano, siguieron con su paseo para, en la finalización del mismo, cruzar de manera conjunta, y esta vez sí, sobre el viejo puente, hasta la otra orilla del río, sabiendo que jamás el miedo impediría empezar la historia que querrían construir juntos, pues ese temor ya lo habían superado."

Y es que los puentes más hermosos, los más duraderos, y sobre todo, los más resistentes, son los que construyen las personas que deciden hacerlo con cariño, respeto y amor...



El viejo puente, Zagaré, Lituania. Julio de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


El puente a la isla del amor, Zagaré, Lituania. Julio de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


Pont des Arts, o puente de los candados, París. Enero de 2015. Fotografía de Jesús Apa.


Ponte Vecchio, Florencia. Mayo de 2013. Fotografía de Jesús Apa.


Ponte Vecchio, Florencia. Mayo de 2013. Fotografía de Jesús Apa.


     

    



  

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