viernes, 15 de abril de 2016

Un destino animal

Una de las cosas que más me apasiona de visitar algún país, es escuchar las historias que éste tiene. Pero a veces necesitas rodearte de las gentes del lugar, para que te cuenten anécdotas que no podrías leerlas o escucharlas si no viene por boca de ellos. El verano pasado, apenas si gasté una semana en Sicilia, y solo con pisar esa isla, yo sabía que tendría más de una historia interesante de escuchar. Además de ser una de las regiones más bellas de Italia, es un lugar que te invita a descubrir cada uno de sus rincones, con el gran valor añadido de la hermosa gente que en ella habita.

Mis alojamientos se iban sucediendo de manera improvisada, según me iba pareciendo, excepto la reserva del último día, que debía hacer noche en Palermo, pues era de donde salía mi vuelo. Así que antes de partir de Grammichele, donde pasé dos fantásticos días conociendo a Verónica y sus amigos, reservé una noche en Catania. Allí me alojaría en casa de las hermanas Sorbello, a través de "airbnb", una curiosa forma de hospedarse tipo bed and breadfast, y donde compartes casa con los dueños, ocupando uno de sus dormitorios disponibles.

Este tipo de hospedaje, resulta de bastante interés, pues te permite en algunos casos, interactuar con el propietario del establecimiento. Eso te lleva a recibir buenos consejos en favor de conocer la ciudad, en muchas ocasiones, mejores que cualquier guía. Valeria y Grazia, las hermanas propietarias del dormitorio que ocuparía esa noche, ya empezaron ayudándome teniendo el detalle de indicarme a través de un mensaje, cual era el mejor lugar para aparcar, más aún viviendo en el centro de una ciudad tan intensa como Catania. Tras subir a la sexta planta en un viejo ascensor, me presenté en la puerta del piso y toqué un ruidoso timbre.

Las hermanas Sorbello abrieron una desgastada puerta, y se descubrieron ante mi con una apariencia bastante llamativa. Una más alta que otra, pero ambas con aspecto lánguido, demacrado, aún más acentuado por su vestuario; vestidas de negro de arriba abajo y muy descuidadas. Al igual que su piso, con un mobiliario destartalado y senil. Su amabilidad y hospitalidad dejaban aún más al descubierto, que se trataba de dos personas un tanto particulares. Pero el ofrecimiento de ambas en enseñarme la ciudad, no podía ser ni mucho menos rechazado, entendiendo por mi parte, que no dejaban de ser dos chicas normales, solamente con una forma de ser distinta a la mía.

Siempre que viajo, varias bandejas de jamón envasadas al vacío forman parte de mi equipaje. Como aperitivo, en el desayuno, o en caso de una emergencia culinaria, llegan a ser un gran recurso. Y como muestra gastronómica de mi tierra, siendo un producto que despierta siempre gran interés en las gentes de otros países, es el detalle ideal a regalar. Así que justo tras pasar por mi dormitorio, y antes de salir a descubrir la ciudad con ellas, tomé un par de bandejas de la maleta y se las entregué como regalo. Ambas conocían el producto, pues compartieron piso en una ocasión con un español de Erasmus, pero cual fue mi sorpresa que mi ofrecimiento fue rechazado; "Noi siamo amici della mucca Teresa", dijo una de ellas, no pudiendo ocultarles mi cara de asombro. Tras un momento paralizado, regresé de vuelta con las bandejas de jamón hacia la maleta nuevamente.

La explicación era de lo más absurda; "¿he escuchado que son amigas de la vaca Teresa?", me decía a mi mismo para mis adentros, a la vez que compartía el estrecho ascensor con ellas, que sonreían tímidamente, sin tener intención de darme más explicaciones sobre el asunto. 

"He querido entender, ¿que sois amigas de la vaca Teresa?", quise preguntar. Una de ellas, la que más "chapurreaba español", y que al igual que la otra, daba por hecho que tenía que ser algo lógico el hecho de ser amigo de una vaca, trató de explicarme el asunto, pero lió aún más mi cabeza, y ni que decir tiene, que complicó mucho más la impresión que tenía de ellas.
-- Sí, se trata de una vaca que escapó del matadero, y quiso escapar a nado desde el estrecho de Messina hasta Calabria.--

Mi cara debía ser un poema, pero no quise saber nada más. Me tocaría vivir una jornada con dos hermanas rarísimas, misteriosas y desconocidas. Pero sin embargo, la hospitalidad que mostraron desde el primer momento, hizo que no desconfiara y me dejara llevar. Me mostraron una ciudad con una vida nocturna apasionante, en un ambiente cálido y amigable. Presenciamos bonitos espectáculos callejeros, tomamos algunas cervezas, y nos dispusimos a comer algún aperitivo. Y fue de esta manera, como descubrí que se trataba de dos chicas extrañas, si, pero que en definitiva tan extraño como yo puediera ser para quien no piensa o actúa como yo. Antes de elegir cualquier cosa de la carta, me dijeron que eran vegetarianas, entendiendo que rato antes, me hubiera resultado tan difícil relacionar su amistad con la vaca Teresa y este hecho.

Una vez regresamos a casa, de lo más intrigado, y sin poder dormir sin antes de conocer la historia de la "vaca Teresa", decidí navegar por internet y buscar información al respecto.

Cuatro años antes, en la zona de Castiglione, a las faldas del monte Etna, a pocos kilómetros de donde viven las hermanas Sorbello, y justo cuando le tocaba ir al matadero, una vaca consiguió escapar del corral donde esperaba para ello. Su desesperada huída, la llevó a un pueblo de mar llamado Santa Teresa di Riva, en la provincia de Mesina, y de ahí el apodo que adquiriría más tarde el animal.

Sorprendentemente en su fuga, la vaca Teresa se embulle en el mar, y hace a nado casi dos kilómetros en dirección a Calabria, antes de ser rescatada por la Guardia Costera, quienes se las vieron y desearon para conseguir atraparla. Su negativa a salir del agua venía provocada por su lucha desesperada para no ir al matadero. Se negaba a morir de esta manera, yendo en contra de lo que le tenía deparada la vida por pura "naturaleza". De ahí sus tozudos intentos de soltarse de la cuerda que la sujetaba al cuello, y su resistencia a salir del mar. Pero finalmente las autoridades consiguieron sacarla del agua y entregarla a su legítimo dueño, quien la llevaría irremediablemente al matadero.

Pero los ojos del animal en su desesperación por vivir, conquistaron el corazón de una chica que presenció toda la escena, y quien sin pensárselo dos veces, se hizo con el animal para garantizarle una vida placentera en una bonita granja escuela. A las pocas horas, no tardó en hacerse famosa en toda Italia, siendo bautizada como "la vaca nadadora", desde ese momento llamada Teresa. Pero lo que más repercusión tuvo de todo aquello, es que la nueva joven propietaria, declaró a los periodistas que quisieron saber, que tal fue el sufrimiento que le transmitió el animal, que desde ese momento se haría vegetariana para nunca más comer carne.

La noticia no tardó en difundirse en las redes sociales, y cientos de personas se movilizaron a través de ellas, sensibles con lo que había ocurrido, y decidiendo formar un grupo de amigos; "los amigos de la vaca Teresa". Un grupo en continuo crecimiento, que pronto llenaría de mensajes en favor de los animales todas las portadas de periódicos y sería "trending topic" en todas las redes sociales.

A la mañana siguiente, me levanté agradecido de haber conocido a las hermanas Sorbello, y a través de ellas, la bonita historia de la Vaca Teresa y mi admiración por el animal en el desafío por su supervivencia. Pero sobre todo, con la reflexión de que ojalá lucháramos contra nuestro destino, si éste no nos gusta, como hizo la vaca Teresa. Ya quisiéramos a veces parecernos a los animales....

P.D. Aún así, en esa mañana, antes de marcharme, les dejé una bandeja de jamón sobre la mesa de la cocina. ¡No sea que la amistad de las hermanas con "la mucca Teresa", no fuera tan fuerte como ellas decían!.



Fotografía de Carlo Aprile.


Fotografía de Darío Latto.


Maria Marinho, Porto. 15 de abril de 2016



Casa de Maria, Oporto, 15 de abril de 2016.


  

     



   







   



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