viernes, 16 de diciembre de 2016

Ironman

Vivimos en una sociedad donde las modas, imponen y marcan a veces nuestros sacrificios. Queremos demostrar que sabemos hacer lo mismo que el vecino, copiar aquello que hace un amigo o intentar calcar lo que ves de cualquier desconocido, solo porque creemos que nos va a situar en una posición de reconocimiento y mérito. También con mucha frecuencia, nos encontramos con personas que tratan de pregonar a los cuatro vientos todo aquello que consiguen, y además, el sacrificio que eso les supuso, o el que debemos nosotros imaginar y considerar que les llevó a conseguir aquello que proclaman.

Claro que, todo el mundo está en la legitimidad de anunciar y divulgar lo difícil que fue conseguir ese trabajo, perder esos kilos de más, dejar de fumar después de tantos años, o bien en publicar que al fin compraron el coche de sus sueños.

A mi particularmente no me afecta en absoluto, cada vez que alguien quiere demostrar lo buena madre que es para sus hijos, lo buen atleta que es porque consigue hacer aquello que le parece extraordinario y difícil de lograr para otros, o de lo buen profesional que se siente porque piensa que hace su trabajo como nadie. Digamos, que son personas que se ven como auténticos "ironman". Allá cada cual, y a lo mejor es que lo son.

Pero a mi me gustan más aquellas personas que guardan sus sacrificios y retos para sí, sin necesidad de alardear ni enfatizar sobre algo que puedas llegar a hacer, simplemente porque te hacía bien o te sentías feliz con ello. Me gustan aquellas personas a las que consigues admirar incluso sin que ellas sepan que lo haces. Además, pienso que teniendo dos piernas y dos brazos, hay ya pocas cosas por las que alguien pueda llegar a sorprenderme.

Bueno, en realidad esta semana escuché una historia, que realmente sí me mereció la pena conocer porque consiguió emocionarme, y por lo tanto sorprenderme. Igual cuando la leas, me das la razón en eso de que es ya muy común, que personas "normales y corrientes" puedan llegar a hacer cosas "extraordinarias". Esos "ironman" de los que antes hablaba, que si realmente miraran un poco a su alrededor, se darían cuenta que el mundo está lleno de personas como ellas, y que lo que para unos es extraordinario, para otros igual carece de cualquier mérito.

Pero lo que ahora voy a contarte, si es que no lo has escuchado ya antes, sí que es una historia de una persona extraordinaria, de un "Ironman", o al menos a mí me lo parece. Es la historia de un padre y un hijo, anónimos, pero que sin ninguna intención de alardear sobre su esfuerzo, dieron una lección de que éste, cómo mejor se disfruta, es haciéndolo para cada cual y no para que otros vean tu sacrificio para así admirarte.

"Todo comenzó en 1967, cuando nace Rick Hoyt en la ciudad de Massachusetts. Su nacimiento fue trágico, pues adquirió una discapacidad a consecuencia de una parálisis cerebral por falta de oxígeno en su cerebro, ya que el cordón umbilical estaba enredado en su cuello.

Los doctores informaron a los padres de Rick que permanecería en estado vegetal toda su vida, y que lo mejor sería no dejarlo en esa situación. Cuenta Dick, padre de Rick, que apenas unos meses desde su nacimiento, y tras muchas visitas al hospital a ver a su hijo allí ingresado, cuando los médicos le informaron de aquello, se quedaron a solas en la habitación junto con el pequeño para decidir por su vida. Tenían que tomar definitivamente una decisión antes que pasara más tiempo. Mientras caminaba de un lado al otro en aquella habitación, Dick notó la manera en que los ojos de Rick lo seguían, y en ese momento, nació su esperanza. Supo que tenía que darle lo mejor a su hijo, una vez que habían decidido que continuara con vida.

Dick sabía que su hijo era especial y tenía una gran inteligencia, así que tenía que hacer algo. Cuando Rick cumplió 11 años, su padre lo llevó al Departamento de Ingeniería de la Universidad de Tufts y preguntó si había algo que ayudara a su hijo a comunicarse. Un año más tarde, Rick aprendió a usar una computadora especial que le permitía comunicarse usando movimientos con su cabeza.

A los 15 años, Rick escribió a su padre a través de la pantalla, que quería que participaran en una carrera de 5 millas a beneficio de un compañero de secundaria que había quedado paralítico en un accidente de tráfico. En aquel entonces, Dick pesaba 120 kg y jamás había corrido más de una milla seguida; ¿cómo iba a empujar la silla de ruedas de su hijo durante 5 millas?. Sin embargo, lo intentó, y finalmente pudo conseguirlo.

Cuando llegaron a casa, su hijo Rick estaba totalmente excitado y emocionado. Fue directo a su pantalla, y escribió; "Papá, cuando estábamos en la carrera, pude sentir como si ya no fuera más un discapacitado". Esa frase cambiaría la vida de Dick, quien se propuso hacer sentir eso a su hijo con la mayor frecuencia que le fuera posible. Así que entrenó todo lo que pudo y aunque era consciente del reto que tenía por delante, se dispuso a participar con su hijo en carreras populares, para tiempo más tarde, llegar incluso a correr en maratones.

Obtuvo una excelente condición física, que fue admirada por su propio hijo. Tanto, que un día Rick le propuso a su padre un nuevo reto; "¿Y por qué no participamos en un triatlón?". Para Dick aquello sería algo muy complicado de conseguir, porque no se trataba solo que no montaba en bicicleta desde los 6 años, sino que ni tan siquiera sabía nadar.

Al cabo del tiempo, Dick y su hijo Rick completaron una Ironman. Lo hicieron nadando en el mar durante 4 kilómetros, al salir del agua recorriendo en bicicleta otros 118 seguidos, para una vez terminada esta etapa, correr un maratón de 42 kilómetros.

Después de aquello, vendrían más carreras, duatlones, triatlones o ironmans, haciendo algo que los hacía sentir felices a ambos, padre e hijo, sin la intención de que nadie sintiera pena por ellos, ni se compadeciera de Rick, y menos aún, que nadie engrandeciera sus éxitos, pues los consideraban solo suyos. 

Un día, alguien le preguntó a Dick, que por qué no corría en alguna competición sólo, sin su hijo, a lo que este respondió; "Sin él, no llegaría ni a la mitad del camino. Es mi hijo quien me ayuda a conseguir todo aquello que me propongo".

Después de leer esto, supongo que pensarás igual que yo, sobre quien o quienes son los verdaderos "Ironman" en esta vida....








Dick y Rick Hoyt. Imágenes libres en la red. Fuente de Cantos, 16 de diciembre de 2016.



       

  

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