viernes, 2 de diciembre de 2016

Los Dioses del Olimpo

Hace apenas un año, que paseaba por los hermosos pueblos de la Costa Amalfitana con mis amigas Emilia y Ale Biesek, y mi amigo Carlos. Es ahora, que repito destino, que vuelvo a disfrutar de esta maravillosa y tranquila costa, al sur de la caótica ciudad de Nápoles, y cada vez me resulta más hermosa.

Pasear por estos pueblecitos, que parecen encantados y afortunados de disponer rincones preciosos a cada paso, hacen que te abran la mente y propicien conversaciones sobre la vida, las amistades, o cualquier otra cosa que se te venga a la cabeza, convirtiéndose en temas agradables de conversar. Algunas conversaciones se disfrutan con mayor intensidad, dependiendo si resultan más o menos atractivas para uno. Pero esta tierra está llena de historia, repleta de leyendas y cuentos que a mí siempre me encanta escuchar.

En uno de esos paseos, que vi una imagen que me inspiró sobre un tema de conversación curioso; la figura sobre una pared, del Dios Poseidón. Y es que los Dioses del Olimpo, siempre me han resultado de lo más curioso y fascinante. Convertidas sus historias en leyendas, o viceversa, tenían una grandísima credibilidad en aquella época.

Las historias sobre ellos, eran trabadas unas tras otras. Ellos, siempre estaban relacionados con la naturaleza y las fuerzas de ésta. Así resultaba fácil de creer, pues cada Dios encarnaba a alguna de ellas, y sus historias o leyendas podrían ser representadas dentro de la vida misma. La lluvia, el sol, las tormentas….

Para los griegos y romanos, los Dioses eran los mismos, solo que a veces llevaban nombres distintos. Así como Zeus (Jupiter Romano), llegó a ser el Dios de Dioses, hubo antes otro que gobernaba seres y cosas. Era Cronos, el inexorable Dios del Tiempo, a quien los romanos identificaron con Saturno. Y claro, ¿cómo no va a existir Cronos?, si el tiempo estaba ahí, permanente en sus vidas.  O, ¿cómo no iban a creer en Urano, hijo de Cronos, y Dios del Cielo, si vivían bajo él?.

Pero deberían pasar ciertas cosas en aquella época, para que alguien, quien fuera, escribiera estas leyendas con tan sumo cuidado y capricho. Que ocurrieran cosas, como para que contara en estas historias, que Cronos devoraba a todos sus hijos varones, porque sabía que el Destino lo había condenado a ser destronado por uno de ellos. Pero Rea, mujer de Cronos, cansada de perder a todos sus hijos por el miedo atroz de éste, decidió engañarlo con una roca envuelta en pañales, para que así, Zeus, hijo de ambos, pudiera salvarse y no fuera comido.

Y Zeus se convirtió en el gran Dios del Olimpo, y reinó poderosamente sobre Él. Gobernaba a su antojo, aunque decían que siempre con justicia. Hay cientos de historias que te hacen viajar a esta época confusa, perversa y dónde todo lo que pasaba, fuera lo que fuese, con mayor o menor explicación, venía de la mano de los Dioses.

De todos ellos, me resulta curiosa la figura de Poseidón (Neptuno Romano), y Dios del Mar. Había luchado con Palas Atenea por dar nombre a Atenas. El nombre de esta ciudad, nos dice que Poseidón fue vencido por ella. Así que  él quiso vengarse noblemente con una acción brillante, y así creó al caballo. Curioso que el Dios del Mar, se moviera en caballo por las aguas, y en lugar de ir montado en algún tiburón, ballena o delfín, fuera en un carro tirado por poderosos caballos.

Pero claro, suerte que al menos alguien se ocupó de llamar a las olas, por sus formas cuando rompen en la costa, los caballos blancos de Poseidón.

Pero éste era un Dios temible, caprichoso, y se le representa blandiendo un tridente, con el cual podía, a su antojo, desencadenar las tempestades. Como pasó en la guerra de Troya, que el Rey de los Mares estaba a favor de los griegos, pero más tarde se enemistó con Ulises, quien había matado a su hijo Polifemo, e hizo que los Helenos perdieran la batalla, creando a su vez fuertes tempestades sobre sus barcos.

Eran historias increíbles, fascinantes, que podían estar llenas de contradicciones, pero que sin embrago, no despertaban ninguna duda en quienes confiaban y creían en ellas; prácticamente toda la humanidad. No creer en ellos, podía deparar a tu condena eterna.
Pero fue en estas tierras, concretamente en Nápoles, que hace un año, los integrantes de esa aventura, nos metimos de lleno, sin qué ni por qué, en una conversación, más bien dos, y sobre las cuales nunca me gusta pronunciarme, y por una sencilla razón; y es que salvando excepciones, hay opiniones cargadas de demasiado fanatismo.

Y es que en la primera de esas dos conversaciones, sobre la Religión, no me gusta opinar, pero sí que es profundamente respetada por mi parte. Al igual que en aquella época de Dioses, en la actualidad cada cual tenemos el nuestro (o los nuestros, si hay quien cree en más de uno), y en cada una de esas creencias habrá razones que las justifiquen. El conflicto vendrá, cuando pongas en duda al Dios de los otros, anteponiendo el tuyo, incluso a veces, siendo el mismo Dios, pero con una historia (o leyenda) diferente.

Dado que la fe, es íntegra e inamovible para cada persona (piensa que a veces mueve montañas), mejor no tratar de persuadir ni cambiar la fe de nadie, pues serán intentos fallidos, y es como usurpar en el alma de cada cual.

El otro tema en cuestión, pero con más fanatismo si cabe, es la política. Y aquí, sí que puede decirse que “con la Iglesia hemos topado”, más aún que con el tema de antes. Resulta difícil creer, cómo hay políticos en sus países, que al puro estilo Poseidón, toman su tridente y levantan tempestades a su antojo, convertidas en auténticas guerras, que dejan no cientos, sino miles de muertos diariamente, para imponer una “fe”, la que a ellos les interese. Y aún así, muchos de los otros, (los que sobreviven o están en su bando), sigan confiando en ellos y además tomen sus desastrosas acciones como suyas. Se creen Dioses del Olimpo, y lo peor de todo, es que tienen millones de seguidores.

Es más, para que cada cual, defienda a capa y espada aquel que para él, representa sus ideas, sus principios. O incluso, como a veces ocurre en España, si no les vienen bien, utilizan una frase de Groucho Marx que siempre me hizo gracia; “Estos son mis principios, pero si no te gustan, no te preocupes que tengo otros”.

Pues recuerdo que fue en una pequeña plaza de Nápoles, cerca de los Quartieri Spagnoli, cuando hablábamos efusivamente de estos temas. Religión y Política…, temas muy delicados, los mires por dónde los mires. Cada uno de ellos, enfundados en una gran fe.

Por eso que recuerdo que Carlos, que pidió mi opinión al respecto, se encontró por respuesta con un largo silencio…. Y es que, en lugares tan hermosos como estos, ante temas de ese tipo, sinceramente, y a día de hoy, me dan mucha más credibilidad los “Dioses del Olimpo”.


Amalfi, Italia. Fotografia de Jesus Apa.


Positano, Italia. Fotografia de Jesus Apa.



Fiordo di Furore, Costa Amalfitana, Italia, 2 de diciembre de 2016. Fotografìa de Jesus Apa.
   








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